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Channel: Blog de Sheyla Drymon
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Un septiembre lleno de emociones

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Hace un tiempo que ando desaparecida de blogger pero es que me muevo más por facebook y por los grupos de lectura en los que estoy, aun así prometí no olvidarme de compartir por aquí los pequeños logros o cada novedad que hubiera en mi vida, así que... ¡toca cumplir mi promesa jajajajaja!

Este mes de septiembre ha comenzando con muchísimas emociones, sorpresas, días llenos de risas, de amor,.. con reseñas nuevas, con ventas muy buenas de mis novelas y... con un viaje de una semana con el hombre de mi vida a Asturias.

El viaje ha sido como un sueño hecho realidad, y los días pasaban demasiados rápidos (no os pasa que cuando estáis muy bien las horas parecen segundos...) y voy a recordar cada minuto de este viaje con gran cariño y anhelo. 

Os dejo algunas fotos de mi viaje, estuve en Luarca, en Cadavedo, en el Vallín, en Trevías, en Brievés, en La Mata, en Mondoñedo (sí, esto es Lugo, Galicia), .... y me he enamorado de Asturias, de su calma, de sus hórreos, de su comida...




Luarca




Puerto de Luarca






Playa de Cadavedo desde la ermita de la Regalina





Hórreo con arco de piedra en el pueblo de Brievés




Hórreo asturiano





Calamar gigante en el Parque de la Vida



Calamar gigante en el Parque de la Vida



Y tras regresar a la rutina tras un viaje lleno de emoción y de amor, me encuentro con unas reseñas de dos de mis novelas que me han hecho especial ilusión!!!!!



Gracias a Naitora y a Ester por leer y reseñar tanto Eres mío como Rapunzel. ¡¡¡Gracias!!!




Reseña de la novela: AQUÍ

Blog: La Puerta de los Libros Infinitos




Reseña de la novela: AQUÍ

Blog: La Puerta de los Libros Infinitos





Reseña de la novela: AQUÍ

Blog: Locas del Romance




Y hasta aquí las novedades hasta el momento de este mes, toca ponerme al día con reseñas, con  las novelas que estoy corrigiendo y con los futuros proyectos que tengo en mente,...¡deseadme suerte!






SORTEOS y promoción de novelas GRATIS

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Paso corriendo para comentaros que tengo abierto dos SORTEOS desde mi muro de facebook, los dos son diferentes pero podréis ganar regalitos que espero os gusten y os llamen la atención.







Link del sorteo: AQUÍ







Link del sorteo: AQUÍ







Como indica el cartel, desde el 30 de septiembre hasta el 2 de octubre tendréis dos novelas eróticas festivas muy especiales para mí totalmente GRATIS en amazon. Un tritón y una momia cachonda..., espero que os saquen muchos calores y muchas sonrisas.



Y hasta aquí, las noticias de esta semana, sigo escribiendo mucho, me voy a centrar en varias novelas eróticas y erótica gay, y espero poder daros unas cuantas sorpresas para Diciembre.


¡A teclear!



Espero que paséis una buena semana.


Abrazos para todas!!!!!





Relato corto Amar desde las sombras de Sheyla Drymon

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Buenas tardes a todas!!! Espero que estéis pasando un buen fin de semana, como ando algo malita aprovecho para poner al día la plantilla del blog y hacerle un lavado de imagen, que hace tiempo que quería hacérselo pero no encontraba el momento oportuno. 

¡Necesito días con 36 horas!

Espero que os guste este pequeño relato que está incluído en la Antología 20 Pétalos de Amor del grupo ARI.






Título: Amar desde las sombras
Autora: Sheyla Drymon
Género: histórico paranormal
Portada: derechos de la autora al comprar la imagen en depositphotos.
Relato: registrado en Safecreative
Código: 1309015684496 .



AMAR DESDE LAS SOMBRAS




Desde las sombras Abbie suspiró con pesar al ver que aquel baile iba a ser como los otros a los que había acudido, tedioso y un golpe a su autoestima, pues a pesar de esforzarse por lucir hermosa se quedaba toda la noche sentada en un rincón viendo pasar las parejas de baile. Era duro observarlas desde lejos, anhelando ser admirada como lo eran muchas de las jóvenes del salón, rodeadas de atentos pretendientes que se desvivían por ellas. Deseaba fervientemente poder ser como una de esas principiantes que llenaban sus tarjetas de baile con los nombres de los hombres que la pretendían, soñaba con llegar una noche a una fiesta y poder sentir las miradas apreciativas de los presentes sobre ella, poder ver el orgullo en los ojos de su padre, y la envidia en los de las demás jóvenes casaderas como ella. 
Pero los sueños eran sólo eso, sueños, apenas espejismos que aparecían de noche y se rompían cuando se veían los primeros rayos del sol despuntando el horizonte. La realidad era dura y con cada baile, con cada noche en la que quedaba relegada en un rincón, sola, viendo pasar a los hombres que ni se dignaban a dirigirle una segunda mirada, se sentía sola y desesperada. Y cada año que pasaba le pesaba sobre el alma, sobre el corazón como losas que la hundían en la desesperanza, quebrando definitivamente sus deseos.
Odiaba sentirse así, desprotegida, frágil, incapaz de levantar la mirada del suelo, deseando que éste se abriera en dos y la tragara para alejarla de aquel lugar, de aquel salón en el que estaba siendo humillada públicamente al ser ignorada por todos los presentes. 
Apretó con fuerza la tarjeta de baile y luchó contra las lágrimas que pugnaban por brotar de sus oscuros ojos. Era consciente que no tenía la belleza clásica que imperaba en Londres, no era ni alta ni esbelta, ni poseía una hermosa melena rubia que brillaba con vida propia ante unos impactantes ojos azules, la ascendencia hispana de su madre se evidenciaba en su físico. Era una mujer con curvas, con larga melena rizada negra y ojos como el carbón, intensos, llenos de vida que se apagaban cuando su padre le gritaba al llegar a casa que no se esforzaba lo suficiente para encontrar un buen pretendiente con el que desposarse. 
Por supuesto que quería casarse, poder formar la familia que con tanta añoranza deseaba, pero le hacía daño mostrarse como un trozo de carne embutido en un prieto vestido lavanda, el color de la temporada, a la espera de que un hombre se fijara en ella y deseara cortejarla. La hacía sentir una mujer inferior que no merecía nada de lo que poseía, que su padre debía mantener y el cual no se mordía la lengua cuando le echaba en cara lo que pensaba de ella, de su falta de éxito en su segunda temporada en Londres.

Dejó a un lado la tarjeta y decidió salir de aquel sofocante lugar, eso sí, antes de atreverse a dirigirse hacia los jardines miró hacia donde estaba su progenitor, encontrándolo al fondo del salón bebiendo y charlando animadamente con unos hombres que reconoció como socios de su padre en algunos de los negocios que tenía. 
Perfecto. Estaba más que entretenido, y dudaba mucho de que se percatara que se ausentaba. Era penoso ver que ni su padre se interesaba por ella, que siempre hacía lo mismo, llegaba a la fiesta, la dejaba en aquel rincón y se alejaba sin mirar atrás, sin preocuparse de ella. Debería estar acostumbrada a los desaires de él, pero no podía dejar de sentirse dolida, al fin y al cabo era la única familia que le quedaba en el mundo. 
Con un suspiro pasó las manos por el regazo alisando una inexistente arruga y se dirigió hacia una de las puertas que daban acceso a los jardines, en cuanto llegó, respiró hondo agradecida por el frío de la noche. No miró atrás cuando se internó en la noche, y buscó refugio en medio del jardín con hermosos rosales que desprendía una fragancia dulce que le hizo sonreír con pesar. Cada paso que daba alejándola de la mansión, la adentraba en la desesperanza, mostrándole la realidad de su vida. Se sentía prisionera en su casa, sin posibilidad de hallar una salida, pues o aceptaba las limosnas de su padre o acabaría en la calle sin saber qué hacer o a donde acudir.
Se sentó en uno de los bancos de piedra que había bajo un gran árbol y cerró los ojos. Quería llorar, desahogarse en aquel rincón, derramar las amargas lágrimas que se agolpaban cada día en sus ojos, que la ahogaban cuando veía la decepción y el desprecio en la mirada de su padre, cuando veía que el tiempo pasaba y ella continuaba sola, siendo una espectadora en las sombras, ansiado encontrar una salida que no podía alcanzar.
Quería ser amada, poder formar su propia familia a la que cuidar, respetar y amar por encima de todo, pero parecía que el destino estaba en su contra, y su deseo estaba cada día más lejos de hacerse realidad. Los años pasaban y los hombres se fijaban en las nuevas debutantes, convirtiéndola en un florero que en cada baile miraba con anhelo la pista, aguantándose las ganas de llorar.
¿Era tan difícil encontrar un buen hombre con el que desposarse y ser feliz? Pensó Abbie mientras dirigía sus ojos al cielo, contemplando las estrellas durante unos segundos, antes de responderse a sí misma para sus adentros: Sí que lo era. 
Cuando se iniciaba la temporada en Londres era testigo muda de lo que movía al mundo: el dinero y la posición social. Lo había comprobado muchas veces, como muchos acababan desposándose con las herederas más ricas del salón, como las perseguían como moscones revoloteando a su alrededor. Les movían el dinero, la posición social o…
La belleza. Se recordó para sus adentros, apretando las manos entre sí notando como le temblaban. Si una mujer era hermosa la disputaran con ferocidad, beberán los vientos por ella, la cortejarán con todas sus armas aunque luego cuando esta hable se note que no tiene muchas luces. Poco importa, quieren una hermosa muñeca a su lado con la que procrear y presumir. Nada más, la inteligencia en la mujer estaba mal vista. No se aceptaba que la mujer pudiera responderte con coherencia y entablar una discusión razonable de economía o política pero si que fuera capaz de pintar, tocar el piano y cantar como un ángel. ¿Cómo si sirviera para mucho hacer eso? Ironizó abriendo los ojos y alzando el rostro hacia el oscuro firmamento, con pesar
Estuvo contemplando el cielo un rato antes de ver como una estrella fugaz atravesó el firmamento, agrandó los ojos recordando lo que decía su difunta madre, que el deseo que le pidieses de corazón a una estrella fugaz se cumplía. Era infantil sentir el irrefrenable deseo de que aquel mágico cuento que le contaba su madre fuera verdad, pero no quería perder la inocencia de la infancia, el no decaer en la melancolía pese a que la vida te mostrara lo más amargo. No quería levantarse un día y  percatarse que no deseaba nada, que había aceptado finalmente que su destino estaba ya marcado y que no podría luchar contra él por mucho que le costara. 
Esperó con paciencia a ver otra estrella fugaz, para murmurar en alto su deseo. No tardó en aparecer, y cuando cruzó el firmamento velozmente, susurró:
—Deseo encontrar un hombre del que me sienta atraída y confiada de estar a su lado, el cual se sienta orgulloso de tenerme como su mujer, que sea además mi amigo y confidente, que me ame sin restricciones y, ante todo, me sea leal y fiel. Deseo que el amor pueda ser real, algo que se pueda tocar, avivar, respetar, con el que se pueda soñar, suspirar y añorar. Deseo…—. Deseo encontrar un hombre al que amar y que me ame, con el que formar una familia. Pensó esto último. 
Bien era consciente que pedía demasiado y que viendo cómo transcurría cada fiesta a la que acudía iba a ser imposible que se cumpliera su deseo, pero cerró los ojos y rezó en silencio ansiando que por una vez en su vida tuviese suerte, y pudiera encontrar un buen hombre que la liberara de la prisión en que se había convertido su existencia.




El regreso a casa siempre era doloroso, su padre no dejaba de increparle en el estrecho carruaje lo decepcionado que estaba de ella, llegando incluso a burlarse de su persona por la falta de interés que mostraban los pretendientes hacia ella. En cuanto llegaron a las puertas de su casa, Abbie intentó huir a su cuarto para meterse en la cama e intentar olvidar todo lo que la atormentaba, pero las palabras de él la dejaron paralizada y con el corazón latiéndole furiosamente en el pecho.
—Ante tu falta de entusiasmo por encontrar un buen pretendiente voy a considerar la proposición que me ha ofrecido el barón Rodelstein, es inexcusable que a tu edad aún no hayas conseguido desposarte.
¿El barón Rodelstein? Pensó Abbie con auténtico terror. Ese hombre era anciano y se comentaba en los cotilleos de sociedad que sus dos anteriores esposas murieron a manos de él por los golpes que les propinó. 
—Pero padre, no quiero casarme con el barón, aún no terminó la temporada y…
—Se terminará sin que tengas a varios hombres golpeando la puerta de mi casa pidiéndome tu mano, lo asumí hace tiempo, Abigail, que eres una decepción como hija y que no iba a conseguir una buena unión con un Lord a través de los lazos del matrimonio. Si te ordeno que te cases con el barón Rodelstein lo harás, además no precisa dote, podrás pagarme todos estos años que he tenido que mantenerte.
Fue inútil que intentara protestar, hacerle ver que de aceptar la petición de ese hombre iba a condenarla en vida, él ya estaba decidido a entregarla a un monstruo con tal de perderla de vista. 
Le suplicó, lloró, gritó y hasta quedó de rodillas ante él, pero no sirvió de nada, su padre la despachó a su cuarto recriminándole que se estaba portando como una trastornada al rechazar una buena oferta de matrimonio de esa manera, que dejara de soñar y se enfrentara a la realidad: que era una decepción de hija y que su única posibilidad de desposarse era con el barón. Que tenía que estar muy agradecida al ser aceptaba por el Lord, pues a su edad ningún otro hombre la querría a su lado. 
Aquella noche, Abbie no durmió, enterrando el rostro en la mullida almohada y ahogando los sollozos y las lágrimas que brotaban de sus enrojecidos ojos sin control. Estaba desesperada ante un oscuro futuro al lado de un hombre horrendo al que iba a ser ofrecida por su propio progenitor. 




Levantarse al día siguiente fue muy duro, le dolía la cabeza, el corazón y estaba tan agotada física y mentalmente que apenas tocó el desayuno. A lo largo del día actuó como una autómata, moviéndose por la casa sin ser consciente de lo que la rodeaba, sin prestar atención, sin dejar de pensar una y otra vez en lo mismo: en un futuro al lado del barón, compartiendo cada día y…cada noche. 
No fue hasta la hora del té que tuvo un respiro cuando su padre decidió acudir al club en el cual era socio, momento en que aprovechó para retirarse a su alcoba e intentar descansar algo. Apenas una hora, después un suave golpe en la puerta la despertó. 
—Señorita Abigail, lamento molestarla—la puerta se abrió y apareció la vieja criada de la familia, una agradable mujer que la trataba como a una hija protegiéndola en lo que podía y dándole el cariño que su propia familia no le daba—. Acaba de llegarle una carta.
Sintió un nudo en el estómago ante la posibilidad de que fuera una invitación del hombre al que su padre quería atarla de por vida, y tomó la carta con manos temblorosas.
Apenas tardó unos segundos en abrirla, y cuando leyó las primeras líneas la dejó a un lado y miró a la mujer que esperaba paciente a los pies de su cama.
—¿Podrías dejarme sola, Sarah?
Ésta asintió y abandonó el cuarto en silencio, momento en que Abbie se levantó de la cama y corrió hacia la ventana para poder leer la misiva con más atención a la luz del sol.
—Verle a la luz de la luna y no poder acercarme fue una tortura…—comenzó a susurrar las hermosas palabras de la misteriosa carta—…que me acompañó a lo largo de la noche. Su hermoso rostro y su dulce voz invadieron mis sueños, y sus sentidas palabras derribaron las barreras de mi corazón. Soy consciente de mi impertinencia al haber escuchado sin revelarle mi presencia cuando creía estar sola, pero su imagen me cautivó, y me sentí atado y tentado a acercarme a usted y tomarla entre mis brazos…
Detuvo la lectura y posó una mano sobre su corazón, el cual latía enloquecido en su pecho. Tuvo que releer una vez más el pequeño párrafo porque no creía lo que había leído, asombrándose de las palabras allí escritas. Podía ser una ilusa pero se sentía exultante al saber que un hombre se interesó de tal manera por ella por primera vez en su vida. Cerró los ojos unos segundos para disfrutar de la emoción que sentía en esos momentos, antes de continuar leyendo.
—Y probar el sabor de sus hermosos labios. Espero que mi atrevimiento no la incomode y acepte responder mi misiva. A la espera de sus noticias. Su admirador secreto.
Dobló con cuidado la carta y cerró los ojos rememorando cada palabra. El corazón le latía con nerviosismo y la emoción que sentía se agolpaba en el centro de su pecho. Aquella carta había conseguido acallar durante unos momentos la angustia de convertirse en la mujer de un hombre que bien podía ser su abuelo y del que se decía que poseía un alma negra que disfrutaba al dañar a los demás. 
¿Debería responderle? Se preguntó a sí misma, mirando el remitente. La dirección correspondía a un barrio a las afueras de la ciudad en la que los nuevos ricos se asentaron levantando imponentes viviendas que mostraban el nivel adquisitivo que tenían gracias a sus crecientes negocios. 
¿Y qué podía perder si lo hacía? Bien era cierto que su padre podía repudiarla o adelantar la boda que estaba planeando, pero el riesgo de saber más del misterioso hombre bien valía la pena. Quería conocerle, saber más del que había conseguido emocionarla con sus palabras, quien la había hecho sentir por primera vez en su vida hermosa y deseada.
Se tumbó en la cama y cerró los ojos con la carta apretada contra el pecho. Escribirle o no escribirle. ¿Qué podía hacer? ¿Sería sensato? ¿O aquello no era más que una broma de mal gusto? Las dudas la carcomían por dentro, pero la curiosidad pudo más y al final optó por responderle. 




Cada carta que recibía era un regalo que atesoraba con emoción bajo el colchón de su cama, leyéndolas todas de noche a la tenue luz de las velas. Se las sabía de memoria, cada palabra de esas hermosas misivas en las que el misterioso admirador le contaba su viaje por el mundo, cómo acabó en Londres y cómo se enamoró de ella esa noche en que la vio en los jardines susurrando un deseo a las estrellas hacía ya casi dos semanas.
La ilusión que sentía al saber que un hombre la adoraba desde las sombras era lo único que acallaba la amargura al ver que su padre había aceptado finalmente el compromiso con el viejo Lord, el barón Rodelstein. 
A lo largo de esas dos semanas, escribió una carta a diario obteniendo la respuesta al día siguiente, emocionándose y enamorándose poco a poco del misterioso hombre con cada una de las sus palabras. 

“Fue el destino que me empujó a acudir a esa tediosa fiesta esa noche para conocerte.”

“Adoro la pasión con la que describes los recuerdos de tu madre, me habría gustado conocerla y agradecerle,  pues gracias a ella eres la mujer apasionada de ahora.”

“Ruego cada día que en el momento en que nos veamos no dudes de mis sentimientos, me des una oportunidad para mostrarte que eres la dueña de mi corazón, para poder entregarte el mundo a tus pies y colmarte cada día de felicidad”

“Eres la mujer que me acompaña cada día mientras debo atender a mis negocios, maldiciendo al saberte tan cerca pero a la vez tan lejos. Amor mío, espero que me perdones el atrevimiento al confesarte que sueño contigo, que plagas mis sueños. Sueños cálidos, dulces, y ardientes, pero no quiero asustarte con la pasión que siento al recordar tu hermoso rostro, tus brillantes ojos y tu perfecto cuerpo.”

“…Me despierto en la noche deseando retirar las horquillas de tus cabellos, ver caer tu melena por tu espalda y poder pasar mis dedos por las sedosas hebras…”

“…Deseo besar cada rincón de tu cuerpo, venerarte cada noche, enamorarme cada día, agradecerle al destino el haberte conocido…”


Y a lo largo de ese tiempo, nunca se atrevió a confesarle que su padre iba a casarla con otro, que su futuro estaba atado a un anciano del que circulaban oscuros rumores de maltratos y abusos, y de prácticas de alcoba aberrantes que hacían acallar y mirar hacia otro lado a las criadas que se cruzaban en su camino y que cuchicheaban a sus espaldas como si ella ni fuera capaz de oírlas.
Pero ya no podía ocultarlo por más tiempo, al día siguiente iba a salir publicada en el periódico una crónica de su futuro enlace. Con pesar escribió la última carta, pues estaba segura de que iba a ignorarla nada más enterarse que ya estaba comprometida a otro hombre. 
Mientras la escribía las lágrimas se deslizaban silenciosas por sus mejillas empapando el perfumado papel. Le confesó todo, desde el temor inicial que sintió al recibir la primera carta, a que se decidió a escribirle sabiendo que no había un futuro para ellos, y aunque fuera a causarle problemas si se descubría que se carteaba con un extraño, deseaba sentir al menos una vez en su vida estar enamorada. 
Dobló con cuidado la carta cuando la terminó, antes de cerrarla con cera y marcándola con su sello personal, para a continuación entregársela a Sarah, despidiéndose en silencio del misterioso admirador que consiguió enamorarla con sus dulces palabras. 
—No pierda la fe, señorita—la rasposa voz de la criada la devolvió a la realidad. Ésta estaba cerca de la puerta aferrando la carta entre sus viejas manos, desde el primer día fue su cómplice, su confidente, quien la animaba a continuar con aquella locura cuando la cordura la hacía tambalear en su decisión de si escribirle o no. Su mirada le transmitía el amor maternal que sentía por ella. Era la niña que nunca tuvo, la pequeña a la que quería proteger de todo mal, aunque éste tuviese su misma sangre. 
Abbie se limpió las lágrimas con una mano y respondió:
—¿Cómo voy a tener fe, Sarah si en una semana voy a estar casada con ese…hombre? Mi padre ha sido muy claro, no me quiere en casa, me entregará a ese monstruo por dinero.
Sarah apretó la carta contra su pecho y asintió:
—Su padre no es consciente de la suerte que tiene al tenerla como hija, cuando la pierda se dará cuenta de lo equivocado que está al haberla despreciado así. Pero mi niña, no pierda la esperanza, este hombre—levantó la carta que iba a entregar al mozo que esperaba cada noche en las puertas de entrada a las cocinas, por donde entraban y salían los criados de la casa, y quien se suponía que se la entregaría al misterioso admirador—, la salvará del destino que le espera.
Abbie soltó una carcajada apenada, llena de tristeza. Hacía días que la esperanza se esfumó de su vida. Ya aceptaba que su destino estaba sentenciado con un matrimonio del que no quería pensar, pues temía ahogarse con la pena. 
—Tu fe en el amor es de admirar Sarah, pero la realidad es que dejará de escribir, de interesarse por mí, tirará las cartas y seguirá su viaje. Creo que fui una tonta al responderle la primera misiva, no he sido más que un juguete con el que divertirse mientras está en la ciudad, si estuviese interesado realmente por mí habría solicitado una audiencia con mi padre, o al menos me habría dicho de vernos, aunque fuera una vez. 
La anciana negó con la cabeza, mirándola con pesar.
—Sus motivos tendrías, pequeña. Eres una mujer de buen corazón mi niña, Dios la ayudará. 
Abbie se giró y se tumbó en la cama, abrazando el almohadón, mientras escuchó como su querida Sarah la dejó sola, cerrando la puerta con suavidad. 
No lo creía, no podía sentir esperanza cuando su destino ya estaba sellado, se haría más daño. Aquellas cartas que escondía bajo su cama se convertirían en su refugio cuando no pudiese soportarlo más, pero no iba a vivir en un continuo sueño porque cuando le tocara el momento de despertar la angustia la abrumaría y acabaría con ella.
Prefería quedarse con el recuerdo de las cartas aunque a veces sospechara que no fue más que un engaño, que seguir atormentándose. 




No fue consciente que se quedó dormida hasta que escuchó unos ruidos provenientes del balcón de su alcoba. Abbie se sentó en la cama y miró hacia la cristalera de la terraza. La luz de la luna penetraba con delicadeza a través de las suaves y aterciopeladas cortinas, iluminando levemente el cuarto. El susurro de los árboles rompía el silencio de la noche. 
—Quizás sólo fue un sueño—murmuró volviéndose a recostar. 
Debería levantarse y mirar, pero para eso tendría que ponerse la bata de seda pero estaba agotada, se sentía a punto de desfallecer a causa de la presión que estaba soportando dentro de su corazón. Apenas faltaba unas horas para que todo Londres supiera de su destino y no deseaba levantase de cama, ojalá pudiese acostarse y dormir para siempre, o despertarse y ver que todo fue una terrible pesadilla. 
Cerró los ojos e intentó alejarse de todo sumergiéndose en el mundo de los sueños, pues allí era libre, pero de nuevo un ruido la alertó. Esta vez sí que lo había escuchado con claridad, era un ruido seco, como un golpe y provino de nuevo de la terraza. Con el corazón bombeando con fuerza por el miedo se levantó de la cama y se acercó a la cristalera con pasos dubitativos, olvidando el decoro y la bata encima de la silla cercana a su cama. 
Estuvo tentada a preguntar en alto si había alguien fuera, pero desechó enseguida esa posibilidad, sería absurdo. Miraría a través del cristal y, de haber alguien, saldría corriendo en busca de ayuda. Rozó con los dedos la suave cortina y la apartó, en ese momento el mundo se detuvo y supo que había perdido el corazón para siempre. 
Delante de ella mirándola con una pasión arrolladora estaba el hombre que la visitaba en sus sueños desde hacía unos días, no lo pudo reconocer hasta ese momento pues en sus sueños no podía vislumbrar bien su rostro, pero ahora que lo veía sabía que era él. 
Estuvo a punto de caer al suelo de la impresión, así que se apoyó hacia delante en el cristal memorizando cada detalle de él. Era alto, le sacaba dos cabezas, de porte elegante pero a la vez salvaje, con largos cabellos azabaches que se movían peligrosamente siguiendo al viento, azotándole el rostro. Sus ojos del color del carbón fueron los que la paralizaron en el sitio, los que le robaron el aliento y el corazón, con su fuerza, su brillo peligroso, el magnetismo de su mirada. Su rostro era masculino, con una nariz aguileña que le daba un porte aristocrático, suaves cejas que enmarcaban sus misteriosos y candentes ojos, finos labios rojizos que se curvaban en una sonrisa sincera con la que mostraba sus blancos dientes, y un mentón cuadrado en el que se veía un hoyuelo que daban ganas de acariciar y besar.
—¿Quién eres?—preguntó finalmente con voz temblorosa una vez que se sintió capaz de hablar.
El hombre sonrió y abrió la puerta de la terraza, sorprendiéndola al atraparla entre sus brazos. 
—Soy tu destino—le murmuró con voz enronquecida y grave, acariciándole la espalda y envolviéndola con su calor—. Eres mía Abigail, desde esa noche en que te encontré en los jardines, me perteneces. Tu olor me llevó a ti, y cuando te vi bajo la luz de la luna me atrapaste, me convertiste en tu esclavo. 
Abbie se separó un poco para mirarle a los ojos.
—¿Mi olor?—preguntó con curiosidad, intentando asimilar todo lo demás, desde que creía que le pertenecía, que lo había esclavizado, y que se sentía en sus brazos como en casa, como si fuera su destino estar con él.
Marcus Byron se rió en alto antes de besarla con pasión, devorando sus labios, probando finalmente su sabor antes de responderle:
 —Mi dulce, he de confesarte que no soy un hombre corriente, que no soy como los otros, o… —negó con la cabeza como si no encontrara las palabras con las que expresarse. Llevaba dos semanas luchando contra sí mismo para no acudir a la mansión de su amada y raptarla sin importarle nada. Pero su familia le retuvo recordándole que debía ser paciente, que no podía cometer esa locura cuando estaba cerrando unos negocios importantes para el clan en la ciudad, que esperara unas semanas antes de hacerla suya para siempre. Retomó su discurso tras mirarla fijamente a los ojos mostrándole duda, temor, pasión a través de su mirada—. No encuentro las palabras con las que contarte qué soy, la maldición que pesa sobre mí y…
—Sabes que no me importa si no tienes dinero, o posición social, me enamoré de tus palabras, de la pasión con la que describías la vida que íbamos a tener si te concedía el honor de aceptarte y…
Él la acalló con otro beso, una cálida caricia que apenas duró unos segundos, pues no podía soportarla tenerla tan cerca de él sin poseerla, sin hacerla suya en cuerpo y alma, y antes de caer en la tentación se obligó a separarse de ella, antes de continuar: 
—Eres tan pura, con un gran corazón y una belleza extraordinaria, me quedo sin palabras cuando te tengo delante, deseo explicarte tanto pero apenas tenemos tiempo. Temo que descubran los habitantes de esta casa que no estás sola y me des la espalda, que renuncies conocerme cuando sepas la verdad, que… —negó con la cabeza, pasando una mano por sus cabellos, se veía afectado, pero sus ojos estaban decididos. Ella era suya, su mujer, la única que había logrado capturar su corazón, quien tenía el poder en sus manos de convertirlo en el hombre más afortunado del mundo si le seguía, si aceptaba ser suya para siempre, pues para él no habría otra, nunca más. Podría conocer a otras mujeres, pero ninguna de ellas sería la única, su compañera—. Te amo, es así de simple, te amé desde la primera vez que te vi, en ese instante supe que tenías que ser mía, que yo era tuyo para siempre, hasta que la muerte me reclamara y cuando eso ocurriera te seguiría amando desde el cielo. Eres la luz que iluminó mi existencia, quien consiguió que los años de soledad se esfumaran de mis recuerdos, que agradeciera el destino por no haberme empujado a una vida de oscuridad si hubiera aceptado la mano de otras mujeres que… —al ver como ella entrecerraba los ojos, supo que debía cambiar de tema, no podía informarle aún que al ser el alfa de su clan los Ancianos llevaban años presionándole para que tomara una compañera con la que procrear. Esbozó una sonrisa que apenas duró unos segundos al ver los celos brillar en los ojos de ella, le gustaba que fuera celosa, que mostrara que él era suyo y que así lo consideraba, pues él se sentía igual con ella. La amaba con locura, con todo su ser, con pasión y devoción, y le rompería la cara al hombre que se atreviera a sonreírle a su mujer, a coquetear con ella—. Sólo espero que me des una oportunidad para mostrarte que soy sincero, que tienes mi vida y mi corazón en tus manos, y que pese a lo que te pueda parecer, moriré si me rechazas.
Abbie alzó un brazo para tocarle el rostro, deseando tranquilizarlo, hacerle ver que fuera lo que tuviese que decirle lo iba a aceptar, que no le importaba que no tuviese dinero, o una posición social, ella valoraba más el amor que le mostró a través de sus cartas que todo el oro de mundo.
Lo que no se esperaba fueron sus palabras, la terrible confesión que le susurró mirándola a los ojos, esperando su reacción.
—Mi amor, soy un hombre lobo.
Ahí estaba lo que fallaba, su misterioso admirador, se creía una criatura mítica que salían en las leyendas y en los cuentos infantiles. 
Intentó apartarse, mirando esta vez el suelo, no quería que viera la decepción y la desilusión brillar en sus ojos.
—No me crees—la voz de él hizo que le mirase a la cara de nuevo.
—¿Cómo puedo hacerlo? Me estás diciendo que eres un ser que sale en los cuentos, no puedo creerte. Yo…—estaba a punto de llorar. Ya le había entregado su corazón con las palabras que le escribió, y ahora su alma en cuanto le miró a sus ojos, por ese motivo le dolía ver que…
No. Negó con la cabeza. No podía ser verdad. Estaba enamorada de él, perdidamente enamorada de un hombre que decía ser el malo de los cuentos que se contaban a los niños para entretenerles antes de irse a dormir. 
Además, no quería creerle, pues de hacerlo, de aceptar que era uno de esos monstruos que siempre perseguían a los niños en los cuentos, no podría soportar temerle, no cuando sus ojos le hacían sentir la mujer más deseada y hermosa de mundo.
—Puedo demostrártelo, mi dulce—dio un paso hacia atrás alejándose de ella, y ante los asombrados ojos de Abbie el color de sus pupilas cambiaron, sus uñas se alargaron convirtiéndose en garras, su cuerpo se volvió más fuerte y atemorizante, y sus dientes asomaron por sus finos labios—. Soy un hombre lobo y tú eres mi compañera, desde esta noche te entrego mi alma, mi cuerpo y mi corazón—dio un paso hacia delante y le cogió las manos con suavidad, acariciándola agradecido al no sentir temor por parte de ella, sólo percibió curiosidad y sorpresa—. Me llamo Marcus Byron, Rey de los hombres lobo de Europa, y con mi sangre juro mis palabras—se hizo un corte con sus garras en la muñeca, manchó con su sangre sus dedos y dibujó una pulsera sobre la muñeca derecha de ella—. Seré el hombre más afortunado si aceptas mi juramento y me acompañas como mi compañera hasta que la muerte nos separe. 
El temor ante la sola idea de que fuera verdad sus palabras, se esfumó cuando le miró a los ojos, cuando comprobó la sinceridad de sus palabras, la entrega absoluta en sus gestos. 
No podía temerle. Aquel hombre al que apenas conocía tras un tiempo compartiendo hermosas misivas cargadas de sentimientos, le había robado el corazón. Además, no era tan atemorizante cuando se transformó, apenas se percibía rasgos animales en su rostro y en su cuerpo. No era el lobo sanguinario que describían los cuentos, si no el hombre que la enamoró con sus palabras y al que entregó su corazón cuando la tomó entre sus brazos, besándola con pasión. 
Su futuro incierto se evaporó delante de ella. Si permanecía en aquella casa sería desgraciada al lado de un padre que no la amaba y sólo esperaba desposarla para asegurarse un lugar en la sociedad. 
Si se iba con él…, si aceptaba su juramento. No tenía ni idea de qué futuro le deparaba, pero…
No lo dudó ni un segundo. Se iría con él. Su destino estaba a su lado. No podía imaginarse una vida sin él. Poco importaba que no supiera a dónde la llevaría, o qué sería de ella, deseaba acompañarle el resto de la vida, ser su compañera como él lo llamó, caminar a su lado aunque el mundo se disolviera a sus pies. 
Se arriesgaría, pues amar es riesgo, es lanzarse al vacío sin saber las consecuencias, es confiar ciegamente, entregándole a tu ser amado el mayor de los poderes: tu corazón. 
Abbie lloró de pura dicha antes de responder con voz rota, asintiendo a su vez con la cabeza, enfatizando cada palabra:
—Sí, sí quiero, te acompañaré allá donde vayas. Me enamoraste con tus cartas, y esta noche me entrego a ti como tu esposa—durante un segundo la duda regresó con fuerza, pues se iría lejos del único hogar que conoció, pero luego se dijo que era mejor enfrentarse a un destino incierto al lado del hombre que le robó el aliento y el corazón, que quedarse y desposarse con el barón. 
Marcus la tomó en brazos y la besó, demorándose unos minutos, saboreándola a fondo, memorizando su sabor, sus pequeños temblores, sus gemidos acallados con sus labios. 
—Mi amor, me haces el hombre más feliz del mundo. Lamento mucho tener que pedirte esto pero es apremiante que salgamos esta noche, ¿vendrás conmigo?
Abbie se puso de puntillas y le besó en la mejilla con dulzura antes de responderle:
—Por supuesto que sí, no podemos esperar, mi padre anunciará mañana mi compromiso con el barón Rodelstein y…
Un gruñido la asustó y la acalló, Marcus mostraba los dientes y sus pupilas se habían agrandado dándole un aspecto más salvaje.
—Ese barón está muerto si se atreve a acercarse a ti, eres mi compañera.
—No me tocará pues esta noche nuestras almas se han unido. Eres mío, al igual que yo soy tuya, y nada ni nadie nos va a separar. 
Marcus la atrapó en sus brazos, alzándola del suelo, apretándola contra su pecho. 
—Mañana te presentaré a mi familia, seré el hombre más envidiado del clan y el más afortunado al tenerte a mi lado. Pero ahora agárrate bien mi dulce, el viaje será movido, tengo el carruaje cerca de aquí y nos iremos al puerto donde nos espera el barco de mi familia que nos llevará hasta tu nuevo hogar en…
Abbie le calló con un beso suave en sus labios sin importar dejar todos sus recuerdos atrás. No necesita nada, ni ropas, ni joyas, ni siquiera las cartas que con tanto amor escondió bajo el colchón. Prefería que las encontrara su padre y supiera que había huido por amor, que le había deshonrado porque había entregado su corazón a un hombre que firmaba como tu eterno admirador, sin indicar posición o las riquezas familiares que poseyese, algo de lo que no dejaba de hablar el avaricioso de su progenitor:
—Mi hogar estará donde tú estés. 
La única persona que pasó por su mente mientras su amado saltaba desde el balcón para aterrizar de pie en los jardines que rodeaban la mansión fue su querida Sarah. Sonrió con pesar para sus adentros, estaba segura que la anciana estaría dichosa al ver que lo que ella con tanto cariño le aseguró, se había cumplido.
Marcus había acudido a ella para salvarla de su destino. 



35 años después, Islas Skye


—Y así niños, fue como secuestré a vuestra abuela y la convertí en mi esposa.
Los pequeños sonrieron y aplaudieron desde el suelo donde estaban sentados escuchando absortos a su abuelo. Habían escuchado esa misma historia cientos de veces, pero cada vez les gustaba más, podían ver el amor que le tenía el abuelo a la abuela a quien llamaba mi dulce o mi amor y abrazaba con cariño cuando la tenía cerca. 
Habían formado una familia numerosa con seis hijos y tres hijas, quienes a su vez se habían desposado y llenado la casa de niños, los cuales disfrutaban los días del verano en la casa de campo de los abuelos. 
—Que no os mienta este viejo lobo, pero él no me secuestró, me salvó y le estaré eternamente agradecida por haberlo hecho—escucharon la dulce voz de la abuela, quien en esos momentos entró en el gran salón portando una bandeja con dulces que olían maravillosamente bien—. Vuestro abuelo me salvó de una vida desgraciada.
—¿Por qué tu papá te quería casar sin tu consentimiento?—preguntó una de las niñas.
—Porque era un imbécil que no vio el verdadero valor que tenía tu abuela, pequeña—respondió Marcus sabedor de que a su dulce mujer aún le dolía el haber sido rechazada por su padre. 
Los años no consiguieron borrar el haber sido vendida por su padre a otro hombre, la frialdad de su progenitor para con ella. Era algo que la marcó y la hizo volcarse en sus hijos e hijas con celoso empeño. No quería que sus hijos e hijas no sintieran cada día que eran sus pequeño milagros, el mayor de los regalos que le concedió la vida. 
—¿Puedes volver a contarla de nuevo abuelo?—rogó otro de los pequeños.
—Sí, por favor, y cuando la salvaste del vampiro que la quería para él cuando estuvisteis en París. Me gustó mucho la parte en que luchaste junto al clan contra los vampiros en el cementerio de la ciudad—dijo otro de los niños mirando con expectación a Marcus, a quien todos consideraban su héroe pues fue un gran Rey entre los hombres lobo y a pesar de que cedió el cargo a su hija mayor, seguía siendo respetado y amado por los suyos.
—O cuando la secuestraron los del clan de los colmillos para chantajearte y…
—No, no, que cuente la boda, como cubrió el suelo de pétalos de rosas para que la abuela pasase por encima y…
—Niños, niños, calmaos, no atosiguéis al abuelo, ya os contará todas esas historias otro día, ahora toca merendar—dejó la bandeja en la mesa y le tendió la mano a su amado esposo con el que vivió grandes aventuras. 
Hubo peleas por supuesto, ¿qué matrimonio no peleaba?, pero cada día a su lado le confirmaba que su elección fue la correcta, pues se había entregado en cuerpo y alma a ese hombre y había sido correspondida con total devoción. 
—Haced caso a vuestra abuela pequeños diablillos—dijo Marcus antes de salir del salón de la mano de su esposa, dejando atrás a los pequeños que devoraban las galletas recién horneadas sin control.
—¿Ya te he dicho hoy lo hermosa que estás y cuanto me vuelves loco, mi dulce?
Abbie sonrió y se rió en alto, abrazando a su esposo. Los años habían pasado para los dos pero para ella seguía siendo el hombre imponente que la rescató, alejándola de Londres para siempre. 
—Creo que hoy sólo me lo has dicho dos veces, mi lobo.
—Pues tendré que remediarlo, mi dulce. Te amo, amor mío, siempre lo haré, en esta vida y en la siguiente seré tuyo.
—Y yo seré tuya, ya lo sabes. 
Y con un beso acallaron las palabras que brotaban de sus corazones, pues no les hacía falta decirse más, se tenían el uno al otro. Habían vivido una vida llena de felicidad, con muchas sorpresas, con pasión, siendo bendecidos con una gran familia unida que se apoyaban y se protegían con ferocidad. Eran dichosos, acostándose cada noche en la cama y abrazándose en la oscuridad, agradeciendo cada día la oportunidad de haberse conocido. 
El amor era el motor que movía su mundo, que les dio fuerzas para enfrentarse a las dificultades que se presentaron en sus vidas a lo largo de los años, que acallaba el cansancio para disfrutar del cuerpo del otro cuando las noche les daba la oportunidad de encerrarse en su alcoba durante horas hasta que la pasión los consumía y los saciaba.
Amor fue lo que inculcaron a sus hijos, y que ahora defendían con entusiasmo sus nietos.
Cierto es que la vida es apenas un suspiro en el que se lucha por ser feliz, y ellos lo consiguieron, y lo seguirían siendo hasta que la muerte les reclamase. 

Nuevos sorteos

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Actuamente tengo dos sorteos abiertos a través de facebook, espero que os animéis a participar.

Son muy sencillos, con uno de ellos podréis ganar una libreta con boli + un colgante de alas negras.

Y con el otro podréis ganar un ebook gratis, de la novela mía que elijáis. 

¿Os llaman la atención? Seguid leyendo....



SORTEO ¿ÁNGEL O DEMONIO?







Ante la baja participación para el sorteo ¿Ángel o demonio? Y como la semana que viene me ha surgido algo por lo que no voy a poder conectarme para nada a facebook, voy a hacer otra cosa.

Acabo de poner mi novela en el programa unlimited  de Amazon así que si lo tenéis podéis leerla por tan solo 0 euros, sino está a 0,99 euros, pero si podéis esperar este viernes 9 y el sábado 10 estará en oferta a 0 euros, para que la podáis comprar todas.

El sorteo ¿Ángel o demonio? Tendrá las mismas bases:

1. Leer la novela.
2. Comentarla en amazon
3. Etiquetarme en esta entrada cuando indiquéis que participáis (decidme con qué nombre aparece vuestro comentario en amazon)
4. Compartir esta entrada por facebook.


El sorteo será desde el 28 de septiembre que era la fecha de la primera llamada al sorteo, hasta el 28 de octubre, un mes para leer la novela. 


Espero que os animéis a participar. El sorteo será solo a NIVEL NACIONAL, por eso para que mis lectoras internacionales como no puedo enviaros nada por el momento por los costes de correos podáis al menos leer la novela gratis como regalo de mi parte <3 p="">







LINK DEL SORTEO POR FACEBOOK AQUÍ




 PREMIO A LAS MEJORES LECTORAS DEL MUNDO








Tras la buena acogida de la promoción de mis tres novelas cortas eróticas en amazon, que estuvieron gratuitamente y tuvieron casi 1.000 ventas, por muy poquito no llega a esa cifra.... Decidí agradecer el apoyo de mis lectoras, que siempre están ahí alentándome con sus ánimos, consejos, peticiones, preguntas, y buenos deseos.


Así que...., quien haya comprado las tres novelas El anhelo de Seth, Deséame y Sediento de amor, puede participar en este premio (ya que cada lectora que cumpla los requisitos sin importar su nacionalidad tendrá premio: un ebook a elegir de entre los mencionados en el cartel)


Como Amazon lo sabe todo y lo chiva todo, sabré si las novelas han sido leídas, porque ahora amazon avisa de número de páginas leídas, y en los comentarios tiene que aparecer lo de compra verificada...


Las bases son sencillas:

1. Leer las tres novelas
2. Comentar las tres novelas en amazon
3. Pertenecer al grupo Apasiónate con ARI donde está el cartel del Premio/agradecimiento a mis lectoras, para que podáis indicar si las habéis leído o comentado para avisaros que podéis solicitar vuestro premio.



LINK DEL GRUPO APASIÓNATE CON ARI: AQUÍ




Ah, antes que se me olvide, he retirado todas mis novelas de Casa del Libro, ahora solo están a la venta en Amazon, como no tiene DRM podéis comprarlas sin problemas por si leéis con epub, que con el calibre en unos segundos os lo pasa a ese formato.





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Micro relatos de Halloween y ¿qué es Samhain?

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Dentro de poquito es Halloween, aquí en España no tenemos la costumbre del Truco o trato pero poco a poco se ha ido aceptando la fiesta del día más terrorífico en EE.UU. Calabazas, disfraces de miedo, caramelos..., ya los podéis ver en todos los escaparates de las tiendas, hasta en los supermercados...





¿Pero conocéis qué es el Samhain? La fiesta celta que se celebra la noche del 31 de octubre al 1 de Noviembre?



Extracto Wikipedia:



"La festividad céltica del Samhainn 3 se describe como una comunión con los espíritus de los difuntos que, en esta fecha, tenían autorización para caminar entre los vivos, dándosele a la gente la oportunidad de reunirse con sus antepasados muertos. Para mantener a los espíritus contentos y alejar a los malos de sus hogares, dejaban comida fuera, una tradición que evolucionó convirtiéndose en lo que hoy hacen los niños yendo de casa en casa pidiendo dulces.

Después de que los romanos conquistaran gran parte de los territorios celtas, estos influenciaron el mundo céltico con sus festivales a la diosa romana de la cosecha, Pomona. Más tarde, los cristianos calificaron las celebraciones celtas como una práctica herética, destruyendo bajo este pretexto gran cantidad de la cultura, monumentos y tradiciones celtas, para afianzar su dominio político y social del viejo continente. Fue la época de sometimiento de los pueblos libres paganos, que eran convertidos al cristianismo demonizando sus creencias, adoptando sus festivales y convirtiéndolos al cristianismo. Así, el de Samain se convirtió en el día de Todos los Santos, de donde deriva el nombre inglés de Halloween.

Por el Samhain era costumbre vaciar nabos (posteriormente calabazas, debido a una tradición irlandesa) para ponerles dentro velas. Varios siglos después, esta tradición (que renace en la actualidad gracias al movimiento neopagano) tiene continuidad en el actual Halloween, exportación de los irlandeses a Estados Unidos en el siglo XIX y principios del XX."




Extracto de http://arquehistoria.com/:



"Los antiguos pueblos celtas, llegado el final de Octubre, solían celebrar una gran fiesta para conmemorar “el final de la cosecha”, bautizada con la palabra gaélica de Samhain. Significa, etimológicamente, ‘el final del verano’. 

Esta fiesta representaba el momento del año en el que los antiguos celtas almacenaban provisiones para el invierno y sacrificaban animales. 

Se acababa el tiempo de las cosechas, y a partir de entonces, los días iban a ser más cortos y las noches más largas. Los celtas creían que en esta noche de Samhain (hoy noche de Halloween), 
los espíritus de los muertos volvían a visitar el mundo de los mortales. Encendían grandes hogueras para ahuyentar a los malos espíritus.

Era la fiesta nocturna de bienvenida al Año Nuevo."





En facebook Ester me retó a que hiciera un microrelato de 30 palabras y de terror, así que... este es el relato que hice:




Golpes en la pared


"
Toc. Toc. Toc.
Tres golpes en la pared. Me despierto asustada. 
Voy a encender la luz...
Una sombra me sonríe al lado de la cama.
Grito antes de morir.
....
Toc..."





Y el otro microrelato que hice, esta vez de 100 palabras (sí, me pasé por eso no lo puse en el reto)



¿Estrellita dónde estás?



<< “¿Estrellita dónde estás...?” La voz de una niña resonó en el pasillo...
Miré a mi alrededor pero no la vi. Estaba sola. 
“¿Estrellita dónde estás...?” El suave murmullo infantil me asustó, acelerando mi corazón. 
Corrí hacia mi apartamento al final del pasillo. 
Cerré la puerta de golpe y me apoyé en la madera, aterrada. 
“¿Quién era esa niña?” Dije con voz entrecortada.
“Estrellita te encontré...” Temblé asustada al escucharla de nuevo.
Cerré los ojos. Noté una mano pequeña en mi espalda.
“Y te llevaré conmigo...”
El grito que proferí fue lo último que escucharon mis vecinos...
“Para siempre... al infierno” >>




¿Os animáis a escribir vuestros microrelatos de terror? 


Feliz fin de semana a todas...



Relato Luna mágica y más cosas

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Buenas tardes a todas!!! Espero que estéis pasando una buena semana, como prometí voy a intentar poner al día el blog, aunque sea una vez a la semana, para que podáis estar atentas a mis futuros proyectos, a las novedades varias, sorteos o relatos que tengo guardados en un cajón desastre en mi pc.

Hoy toca subir un pequeño relato que tiene ya cinco años y agradeceros que estéis apoyando mis novelas llevándolas a los primeros puestos de los más vendidos en amazon.

¡¡¡Muchas gracias!!! De corazón.








LUNA MÁGICA



A las afueras de Ronda, 2008



Briaden McNill cayó de rodillas, respirando con dificultad. Las heridas que cubrían su cuerpo sangraban con intensidad, mermando sus fuerzas y debilitando su núcleo mágico. A pesar de ser un brujo de nivel siete, especializado en las artes oscuras, había sido tomado por sorpresa mientras recolectaba la energía mágica que se proyectaba bajo la luna llena en el solsticio de invierno, por una avanzadilla de cazadores de brujos. Estos no mostraron piedad, saltaron sobre él y lo acuchillaron con sus dagas ceremoniales, hundiendo el afilado metal hasta que su sangre manchó las vírgenes tierras conocidas como La Caldera.

Llevaba dos semanas en la ciudad de Ronda, asistiendo a un Congreso de hechicería elemental, un requisito imprescindible en su currículum si deseaba entrar en el selecto grupo de Masters Elementals, para especializarse en su elemento guía: el fuego.

Aquella noche, aprovechando las extraordinarias condiciones astrológicas y la magia que se respiraba en los valles que rodeaban la ciudad de Ronda, salió en busca del llamado polvo estelar, diminutos resquicios del inicio de la vida que brillaban en las noches de solsticio con una tonalidad dorada. Pocos eran los lugares donde se podía obtener este preciado ingrediente de pociones. Su precio en el mercado oscilaba en torno a los 12.000 euros el gramo y su poder curativo era muy solicitado por las altas esferas de la sociedad mágica.

Briaden se levantó mascullando una retahíla de maldiciones al escuchar pasos detrás de él. Los cazadores se acercaban, estaban tan convencidos de haberle cercado que no ocultaban su presencia. Sus pisadas eran claras y sus gritos eufóricos retumbaban en el silencio de la noche. Al levantarse, tosió con fuerza, escupiendo sangre. Estaba débil, lejos de la seguridad del escudo protector que rodeaba a la finca del Hechicero jefe de Andalucía, un brujo de sesenta años y con un extraordinario poder, que organizó el 9º Congreso de hechicería elemental.

Briaden echó a correr, sin atreverse a mirar atrás, atento a donde pisaba y manteniendo sus sentidos en alerta para no ser sorprendido de nuevo. Buscó desesperado el lugar donde aparcó su moto, una Kawasaki negra que se compró con su primer sueldo como ayudante de laboratorio. Un capricho que no dudó en darse.

—¡Maldición! —susurró al comprobar que después del ataque por sorpresa de los cazadores se había desviado de la ruta inicial que tomó para acceder a la cima de la montaña—. Mi vía de escape queda en la otra dirección.

Antes de que pudiese lamentar el no haber tomado el camino correcto, sintió como un puñal se clavaba en su hombro derecho, lanzándolo al suelo por el impacto.

—Ah, joder —se quejó, tanteando su espalda para arrancarse el puñal. Una vez que lo encontró, lo arrancó siseando de dolor y lo tiró al suelo—. No me queda otra opción...

Si quería sobrevivir debía transformarse. Adoptar su forma animal e intentar llegar consciente a los límites de la propiedad, esperando que los sanadores acudiesen a su encuentro al notar una perturbación en las barreras mágicas.

—¡Ahí estás, monstruo! ¡No te escaparás! Esta noche morirás.

Briaden se giró y miró por encima del hombro. A menos de seis metros de distancia se paró el cazador, sonriendo abiertamente al saborear el triunfo. En sus manos tenía el gemelo del puñal que le clavó. Detrás del cazador aparecieron los demás humanos, que salían de noche en busca de los de su especie, cazando cada brujo o bruja que se encontraban en el camino sin importarles que ellos nunca se involucraron en los asuntos de los humanos, viviendo al margen de la sociedad, estableciendo pequeños asentamientos protegidos por barreras mágicas que crecieron con el paso de los años.

«Ahora o nunca» pensó Briaden cerrando los ojos, alterando su magia para levantar un escudo que lo protegiese de los ataques de sus enemigos mientras cambiaba de forma.

Los cazadores lanzaron sus puñales, que rebotaron en el invisible escudo. Enfurecidos al ver que sus ataques no surtieron el efecto esperado, corrieron hacia donde estaba el brujo. Pero antes de atraparlo, el brujo se transformó en un halcón, que se elevó velozmente en el cielo estrellado, perdiéndose de la vista entre las nubes grisáceas.

Briaden luchó contra el dolor y la somnolencia, que le gritaban en su cabeza que se dejara llevar y permitiera a su dolorido y maltrecho cuerpo descansar. El viaje hasta el límite de la propiedad de Anmanuelle Zurera se le hizo eterno, dolorosamente eterno.






Miralles Zurera, hija del Hechicero jefe de la Comunidad mágica de Andalucía se despertó sobresaltada al sentir una pequeña perturbación en las barreras mágicas que rodeaban la mansión de su familia. Se levantó y sin parar a buscar una bata para cubrir su cuerpo, pues solo llevaba puesto un ligero camisón, salió del dormitorio y corrió escaleras abajo. Fue cuestión de segundos lo que tardó en llegar a donde se encontraba el causante de los temblores en el escudo. Un pequeño halcón peregrino, malherido.

Entrecerró los ojos y vislumbró su auténtica forma. Era uno de los estudiantes que acogió su padre para impartir sus últimas clases de la materia de Magia elemental. Preocupada por el lamentable estado del hombre, Miralles murmuró un hechizo que lo hizo recuperar su auténtico cuerpo y llamó a gritos a los sanadores, que no tardaron en llegar junto a ella. Entre todos lo cargaron y lo llevaron hasta el salón.

No fue hasta el día siguiente, cuando el paciente despertó, que descubrieron que un grupo de cazadores, humanos temidos por la sociedad mágica, rondaban los alrededores de la ciudad de Ronda. Gracias a la valiosa información del joven Briaden pudieron evitar una tragedia, al avisar a los brujos que vivían en armonía entremezclándose con los humanos en la bella ciudad.

Todos se escondieron detrás de los escudos protectores de las fincas de los terratenientes bajo las órdenes de Anmanuelle, y el equipo de limpieza salió en busca de los humanos que el odio les cegó convirtiéndoles en unos asesinos.

Aquel año, Briaden conoció el amargo sabor del odio y el dulce néctar del amor, al enamorarse de su cuidadora. La sanadora Miralles Zurera, con la que se casó a los seis meses, iniciando una nueva era en el clan Zurera.



FIN




Y como ya comenté arriba, os quiero agradecer que le estéis dando una oportunidad a mis novelas, posicionándolas entre las más vendidas en Amazon, muchísimas gracias. 







Y sí, se que lo digo muchas veces, parezco un spam cojonero, pero de verdad que cada comentario que subís a amazon, goodreads, o reseñas en vuestros blogs ayudan muchísimo a las autoras. Así que...

¿Me regaláis un comentario?







Espero que paséis un buen día, hoy toca escribir mucho y aprovechar el tiempo que tengo mucho por hacer y poco tiempo libre disponible.

¡Deseadme suerte!











Relato de terror romántico: Sin Salvación

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Como regalo por Halloween o Samhain, os dejo este pequeño relato de terror romántico que acabo de escribir. Ya me diréis qué os parece...

Título: Sin Salvación
Código de registro: 1510265627519
Portada: imagen descargada de https://pixabay.com, libre de derechos de autor








SIN SALVACIÓN


Sheyla Drymon



SIN SALVACIÓN


Sheyla Drymon






Nunca salgas de noche sola.
Nunca mires atrás si escuchas pasos.
Nunca abras los ojos si los tienes delante.



Tres normas que rompió la noche en que la muerte se presentó ante ella. Tres normas que memorizó desde su más tierna infancia. Tres normas que quedaron olvidadas la noche en que salió con su novio al cine.
Tres normas...
¿Simples, no? Pero si no las sigues,... pueden llegar a ser..., letales.



—¿Qué película quieres ver? Espero que no una romanticona.
Amanda soltó unas carcajadas al ver la cara de cachorro que puso su novio ante la mención de las películas romanticonas. Sabía que no le gustaban y pese a que había una en cartelera que le llamó mucho la atención cuando vio el trailer en youtube, decidió que esa noche aceptaría ver una de acción, para tenerle contento. No todos los días el jugador estrella del equipo de fútbol americano del instituto, te pedía para salir.
Aquella era la primera cita que tenía con su estrenado novio, y estaba exultante, se sentía la chica más afortunada de todo el instituto, y cuando le contara al día siguiente a sus amigas con quien había ido al cine, estas no se lo iban a creer.
Sería la envidia de todo el instituto y cada chica se moriría por estar en sus huesos.
—Veré la que tu quieras —respondió finalmente, obteniendo una sonrisa a su vez.
—Ok, perfecto, pues la última de Los vengadores, que me han dicho que está brutal. Además, esta noche tenemos suerte pues conozco al dueño de todo esto, y ha cerrado este lugar para los dos.
«Pues esa». Pensó Amanda sin atender realmente al cartel de la película. Le importaba poco cual iban a ver, ella solo quería pasar un rato con su novio, poder sentir sus brazos acunándola o si terciaba, que la besara en la oscuridad del cine. Nunca la habían besado y ya tenía ganas de sentir algo de esa pasión que tanto describían las novelas románticas que tanto le gustaban. Y si le añadía el factor de que iban a tener todo el lugar para ellos solos..., tenía que reconocerle, estaba más que nerviosa porque iban a quedarse a solas en cuanto entraran en la sala de cine, a solas con la película y quien estuviese tras el proyector...



Dos horas después



Amanda corría por la carretera presa del pánico, mirando hacia atrás de vez en cuando, temiendo ver aparecer el coche del cabrón que la había engañado. Las lágrimas corrían por sus mejillas, limpiando parte de la sangre que salpicaba su pecoso rostro. Los zapatos de tacón de su madre que tomó prestado para el encuentro de esa noche, quedaron olvidados en algún lugar entre el cine de barrio y la carretera nacional del estado, y el vestido que con tanto esmero planchó esa tarde antes de la cita, estaba rasgado y sucio.
Quería gritar, llorar, hacerse una bola en el suelo y desear que la tierra la tragara. Quería lavarse, ducharse con agua bien caliente y refregarse el cuerpo con jabón, hasta volver a sentir que estaba limpia.
La noche de ensueño con el mejor chico del instituto se convirtió en pesadilla al ver como al entrar en el cine se abalanzaron sobre ella tres chicos más que en cuestión de minutos la estaban violando. El dolor, la humillación, la vergüenza, la culpa, la ira, el asco, todo se juntó y por más que luchó por liberarse, la tenían bien agarrada entre los cuatro, aprovechándose de su juvenil cuerpo.
Los chicos no tuvieron piedad, burlándose de sus lágrimas, de sus súplicas, jactándose entre ellos al tener a una virgen estúpida a la que “mostrarle quien mandaba ahí”.
El tiempo pareció eterno mientras los sentía empujar dentro de ella, mientras la manchaban con su inmundicia cuando se corrían en su interior, cuando la soltaron unos segundos y..., arremetió contra el que tenía a su espalda golpeándole con la cabeza, rompiéndole la nariz.
Así consiguió escapar, levantándose del suelo aprovechando la confusión y que el chico herido cayó sobre su compañero de al lado, huyó de la sala de cine rumbo a la salida. En cuanto llegó al parking vio varios coches estacionados, pero entre ellos reconoció el coche viejo y destartalado del bastardo que la engañó al lado de una furgoneta oscura. A sus espaldas escuchó los gritos enfurecidos de ellos.
Sin perder tiempo, salió corriendo por la carretera para internarse en el bosque, se ocultaría entre los árboles y...
Gritó cuando sintió que la atraparon por la espalda y la alzaron del suelo. Al mirar hacia atrás para ver quién la atrapó, el mundo se le cayó al suelo al comprobar que era uno de los que la habían violado. Ni siquiera le sonaba, no debía ser de su instituto ya que ella conocía a cada alumno al ser parte del periódico de tira mensual en el que publicaban las noticias más relevantes del centro escolar. 
       —Aquí está la perra, intentaba esconderse —se burló el chico llevándola en volandas hasta donde estaban los coches.
—Agarra bien a esa puta, me ha roto la nariz —pronunció con voz nasal el que había golpeado para poder escapar—. Ya os dije que debíamos drogarla, era lo mejor. Así no recordaría nada, ahora ya conoce nuestras caras y puede denunciarnos.
—No si acabamos con ella— dictaminó su supuesto novio, el mejor jugador del instituto.
«¿Acabar conmigo?» Pensó mortificada Amanda sin poder creer lo que estaba viviendo.
El golpe que le dieron en la cabeza fue lo último que recordó, hasta que...



Despertó por el movimiento del coche. 
Miró con temor a su alrededor atragantándose con el amargo sabor de la bilis. Tenía la boca amordazada y las muñecas atadas con lo que parecía unos cordeles gruesos que le estaban arañando la piel. Por lo que pudo ver estaba en la parte de atrás de una furgoneta abierta, rodeada de palas, sacos y mantas viejas.
«¡Van a matarme!» Gritó horrorizada para sus adentros, mientras luchaba contra el miedo, moviendo las muñecas, consiguiendo liberarse. Quien la hubiese atada era un inepto con los nudos o no le prestó la suficiente atención al creerla fuera de acción. Tiró la cuerda al suelo y se quitó la mordaza, lamiéndose los resecos y magullados labios. 
En cuanto se liberó se incorporó comprobando que los cuatro que estaban delante en el coche estaban riendo, bebiendo cervezas y con la música a todo volumen, así que inspiró fuerte y tomó una decisión. Se lanzaría del vehículo en marcha, y pediría ayuda.
Así lo hizo. Se lanzó de la furgoneta, y luego,... 
El golpe la aturdió unos segundos pero se recuperó tan pronto como escuchó el chirrido de los frenos del vehículo a unos cuantos metros delante de ella.
¡Sabían que había saltado!
Con dificultad y gritando del dolor que le recorrió tras los golpes recibidos esa noche, tanto en el cine como en el bosque o tras saltar de la furgoneta en marcha, se levantó del suelo y comenzó a correr por la carretera.
Miraba hacia atrás para ver si habían bajado de la furgoneta, si la perseguían.



«Nunca mires atrás si escuchas pasos»



Recordó esa norma que su familia le grabó a fuego en la mente, repitiéndosela una y otra vez junto a las otras dos.
No miró atrás mientras corría con todas sus fuerzas, pese a que escuchó las voces de los chicos.   Pese a que sus pies se desgarraban contra el asfalto, pese a que el dolor de su cuerpo le arañaba por dentro como agujas candentes. 



«Nunca salgas de noche sola»



Resonó la primera norma una y otra vez dentro de ella, atormentándola por haberla roto. No debería haberse escapado de casa cuando se suponía que estaba en su cuarto durmiendo. La excusa que le dijo a sus padres de que le dolía la cabeza y que por tanto se acostaba antes, ojala no hubiese funcionado, ahora le habría gustado que hubiesen sospechado de ella y vigilaran su cuarto, de ser así a esas horas estaría llorando en casa por un amor perdido, pero al menos no habría perdido el corazón, ni le habrían roto y humillado por dentro.
Nunca olvidaría lo que le había sucedido esa noche, si lograba sobrevivir.
Escuchó gritos y luego silencio. Estuvo tentada a mirar atrás para ver si aún seguían persiguiéndola o se habían dado por vencido. Dudaba mucho que esto último sucediese, esa noche tenían previsto violar y matar a una chica, sus acciones y sus palabras lo dejaron claro. No la dejarían escapar, y lo más probable es que en lugar de seguir corriendo lo que hicieron fue dar media vuelta y...
El ruido de las ruedas de un coche silbando en el asfalto la sobresaltó. Lo que temía, habían ido por la furgoneta para atraparla.
—No escaparás, puta —escuchó el grito de su supuesto novio que esa noche le destrozó la vida para siempre.
¿Cómo pudo ser tan estúpida? ¿Cómo pudo creer que alguien como él se iba a fijar en una ratona de biblioteca como ella? ¿Cómo...?
Lo último que pensó antes de sentir el golpe seco y duro del parachoques de la furgoneta contra su espalda fue...
«¿Cómo pude caer tan bajo, y todo por desear que alguien me ame tal y como soy?»
Su cuerpo voló por los aires tras el fuerte impacto, golpeando una vez la luna delantera antes de pasar por encima de la furgoneta y caer contra el duro suelo.
Su mente se negaba a apagarse pese a que era incapaz de formular palabras o de ver a través de sus ojos encharcados en sangre.
Pero pudo percibir dentro de la cárcel que se convirtió su maltrecho cuerpo que unas figuras con forma de hombre se acercaban a ella. Contó cinco...
«¿Cinco?» Pensó su mente antes de perderse en el dolor.



«Nunca abras los ojos si los tienes delante»



Quería cerrar los ojos y dejarse llevar por la oscuridad, hacer caso por última vez a las enseñanzas de su familia.
No los mires si los tienes delante. No mires a los fantasmas pues estos te acompañarán a casa. Su familia la enseñó bien para que no sufriera la locura que conllevaba el don o maldición que poseían. Para unos era un don que empleaban para ayudar a los demás, incluso trabajando para la policía, para otros era una maldición: ser capaces de ver las almas de los fallecidos...
Para ella..., no era nada hasta esa noche, hasta el momento en que su vida pendía de un hilo, en el que pudo mirar a la cara a una sombra que salió del suelo lentamente, que se materializó ante ella tomando forma de un hombre de gran envergadura que se enfrentó a los chicos que se acercaban hasta donde estaban los dos.
Por lo que pudo notar los exultantes chicos, no percibían al nuevo visitante, al fantasma que la cubría con su translúcido cuerpo.
—Ya es nuestra, esta puta nos lo ha puesto difícil. La próxima vez vamos a drogar a la que elijamos, y la follaremos hasta que alguno de nosotros la asfixie.
Las burlas de ellos quedaron congeladas cuando la sombra se giró y la miró.



«Nunca abras los ojos si los tienes delante»



¿Y qué podía hacer si era incapaz de cerrar los ojos? Si estaba tan magullada y herida que era incapaz de hacer otra cosa que sentir como la muerte la estaba acogiendo en brazos para llevarla a donde le tocara ir.
Gimió cuando sintió los ojos del fantasma sobre ella.
«Azules». Pensó al reconocer el color de esos incandescentes iris que la perforaban. «Azules como el cielo. ¿Esto será lo último que vea antes de morir?»
«No morirás, si me juras lealtad. Dime si deseas vivir o morir. Tú elijes Amanda. ¿Vivir o morir?» Escuchó una voz en su mente. Una voz atronadora, grave, llena de oscuras promesas.
«No quiero morir». Susurró a su vez, mirando a esos dos orbes azules sin ocultar el miedo que la estaba consumiendo mientras su cuerpo se apagaba lentamente.
Calor.
Un fuego abrasador cubrió cada rincón de su cuerpo. ¿La muerte se sentía así? ¿Cómo si estuviese en medio de un horno quemándose hasta la última de sus células?
Cerró los ojos y permitió que el dolor, el cansancio, el calor, la llevaran más allá de la oscuridad que la tentaba con sus fríos tentáculos.
Perdió el conocimiento al tiempo en que los chicos se agacharon para cogerla en brazos. Iban a enterrarla y planificar mejor la próxima cacería. Elegirían mejor el objetivo, alguien que no diera tantos problemas que no...



El grito que profirió el que se hizo pasar por su novio rompió la calma de la noche, en cuestión de segundos los otros le acompañaron en esa espeluznante sinfonía de chillidos aterradores de pura agonía.



Al día siguiente



—Amanda cariño, es hora de levantase.
La voz de su madre la despertó. Gritando se incorporó de golpe y palpó su cuerpo comprobando que estaba metida dentro de su cama con su viejo pijama de conejitos rosas que se compró hacía dos años en las rebajas.
Sin perder ni un segundo se levantó de la cama y se desnudó quedando completamente desnuda ante el espejo de su armario. No tenía marcas, ni mordeduras, ni rozaduras en las muñecas o marcas de las manos que la agarraron de los muslos para que los abriera más y...
Tembló sin poder controlarse, abrazándose a sí misma, buscando un consuelo que no obtendría hasta que aceptara que su mente le había jugado una mala pasada y todo fue una pesadilla.
«No lo fue Amanda, ahora eres mía para siempre».
Escuchó la misma voz que le dijo si deseaba vivir o morir. Una voz grave, como surgida del fondo de un tonel de vino. 
—¿Cómo es posible?
A sus espaldas se materializó el hombre de sus pesadillas, abrazándola a su vez con sus fríos brazos. Apoyando sus labios contra su cuello, antes de depositar ahí un suave beso que le hizo temblar.
«Eres mía Amanda, llevo siglos buscando a una “mortal con el poder de ver la muerte”».
—¿Qué quieres de mí? —Todo lo que creía que era una sueño. ¿Fue real? ¿Las violaciones? ¿El atropello? ¿Cómo era posible que aún siguiera con vida?
Tantas preguntas y no sentía nada más que frío y una excitación que crecía dentro de ella, una expectación a lo que se suponía que le debía a ese fantasma.
¿Le había salvado la vida o ella también estaba muerta y ese era su infierno particular?



«No estás muerta Amanda, vivirás entre los mortales el tiempo que precises hasta que me pidas que te lleve conmigo».
—¿Por qué te iba a pedir eso? —preguntó a su vez, sintiendo vergüenza por primera vez al estar desnuda ante él. Con todo lo que tenía en mente no se había percatado de ese pequeño detalle. Puede que su cuerpo no fuera inocente ya por culpa de la violencia, pero su alma aún lo era pese a que la herida que le hicieron nunca curaría del todo. Las violaciones pesaría sobre su alma, por un largo tiempo.
«Porque eres mía, eres mi petite amie».
—¿Y quién eres tú? —preguntó finalmente mirando a esos ojos azules que la traspasaban con una fuerza y un magnetismo que la paralizaron en sus brazos.
No tenía miedo, no había dolor. Ese fantasma la había salvado de una muerte segura. Le creía cuando le decía que aún seguía viva, pues la muerte no era eso. Por lo que le enseñaron sus padres, cuando morías de una manera salvaje o repentina, pasabas a un estado de confusión y negación en la que vagabas como fantasma acechando a tus asesinos, o a tus más cercanos cuando estabas vivo. No dabas el siguiente paso hasta que aceptabas que la vida se escurrió de tus manos de una manera trágica, sí, pero sin ser tu culpa. De esta manera aceptabas que el destino en ocasiones era cruel, mostrando el lado más horroroso del ser humano. Pero como le decían sus padres cuando ella preguntaba, por qué sucedía tragedias: "para poder ver la luz del mundo tienes que conocer su oscuridad, Amanda". 



«Soy la Muerte». Sentenció él con su profunda y grave voz, tomándola de la barbilla con su mano para poder acceder a sus labios. En cuanto se tocaron pudo sentir cómo le succionaba la vida, cómo sus almas se unían para toda la eternidad. Pudo ver sus recuerdos. La eterna soledad de su existencia, el amargo trabajo que le encomendaron los dioses.
Pudo ver cómo acabó con la vida de los chicos que la violaron, cómo los empaló vivos a unos árboles marchitos para que los encontraran a primeras horas del día los que pasaran por esa parte de la carretera con sus coches.
Presenció cómo acudió a su llamada, atraído por su espíritu que se negaba a dejarse vencer. Pudo ver la sorpresa al mirarla a los ojos y al comprender que había encontrado a una mortal capaz de verle, capaz de traerle a la vida o acompañarle a su mundo.
Ella tenía el control, ella decidiría el destino de los dos, mientras...



Con una sonrisa sintió la satisfacción de la Muerte cuando los empaló uno a uno, cuando escuchó los gritos de dolor de esos bastardos, sus súplicas desgarradoras al ver lo que estaba pasando.
Con una sonrisa decidió...
Ya no era la misma chica que su madre despertó el día de ayer. Ahora era una mujer que se despertaría cada noche atormentada por lo que le sucedió. Era una mujer que no deseaba acudir al instituto y que perdió el interés en graduarse aunque fuera un año después de sus compañeros, por culpa de una leucemia infantil que padeció y que la alejó de la escuela durante un año. Ya no le importaba ser la Friki que se refugiaba en los libros cuando el mundo se burlaba de ella, cuando le echaban en cara que ya era mayor de edad y aún iba al instituto. Ella no eligió sufrir leucemia, no eligió perder un año de escuela mientras duró el tratamiento, no pidió que los libros se convirtieran en sus mejores amigos mientras fingía tener amigas en el instituto aunque supiese que a sus espaldas la ponían a parir, burlándose de ella. 



Era una mujer que no quería preocupar a sus padres y que...
«Podrás jugar con ellos allá donde te lleve. Podrás entrar en el averno para ver cómo sufren si así lo deseas, te presentaré a mi hermano Hades y brindaremos junto a su esposa mientras ves a esos mortales que se atrevieron a dañarte, sufrir eternamente».
Amanda sonrió dentro del beso al escuchar la voz de la Muerte.
Ya no era la niña que temía las tres normas, que temía a los fantasma que toda su familia podía ver. O que temía lo que el futuro le deparaba. 
Era una mujer que aceptaba ser la compañera de la Muerte, que ansiaba ver sufrir a quienes la rompieron por dentro.
«Llévame a casa, Muerte, y hazme tuya, para siempre». Susurró dentro de ella al escuchar la voz del ángel oscuro que la salvó.
«Así se hará, mon amour».




Un golpe en la puerta. Otro golpe más. 
No hubo respuesta.
—Que raro, Amanda, ¿aún sigues dormida?
Alice abrió la puerta del cuarto de su hija la mayor. La noche anterior la encontró raro pero no quiso meter las narices por si la molestaba. Sabía que estaba entrando en una edad difícil que necesitaban espacio propio y...
—Matthew ven, nuestra niña..., nuestra niña...
Las pisadas de un hombre subiendo corriendo las escaleras alertaron a los demás habitantes de la casa quienes acudieron todos a tropel al cuarto de la mayor.
Cuando entraron quedaron paralizados en la puerta. A los pies de la cama, frente al gran espejo del armario había un mensaje escrito con lo que parecía sangre.
—No os preocupéis. Ahora ella es mía, para siempre —leyó con voz temblorosa Alice, llorando al ver cumplido su mayor temor. Había una leyenda que solo los adultos de la familia conocían, por la que habían escrito y transmitido las tres normas a los más pequeños, para evitar que se cumpliese la profecía. 
Pues cuentan las leyendas que si incumples las tres normas..., si eres tan insensata como para hacerlo...



Nunca salgas de noche sola.
Nunca mires atrás si escuchas pasos.
Nunca abras los ojos si los tienes delante...

...y estás al borde de la muerte...

Si incumples las tres, te convertirás en su compañera.

Serás la novia de la Muerte. 




Meses después 

31 de octubre



—No lloréis mamá, papá, hermanos. Estoy bien—susurró Amanda al ver el reflejo de su familia en el pozo de la vida. A su lado su eterno compañero la arropó entre sus brazos, eliminando cada vestigio de culpa al ser la causante de la desdicha de su familia. Ella había elegido su camino, entregándose en cuerpo, alma y corazón a la propia Muerte. Al que una vez fue hombre y ahora vagaba sesgando la vida de los mortales. 
A su lado las pesadillas se acallaban cuando la abrazaba y la besaba en la noche. A su lado, las risas destruyeron los gritos de terror que poblaban sus pesadillas. A su lado conoció el significado de amistad, de lealtad, del amor, de los placeres de la carne. A su lado...
—Esta noche mi amor, cuando el velo entre el mundo de los muertos y el de los vivos se difumina, podrás visitar a tu familia, sí así lo deseas.
Amanda se giró y le besó con pasión, con una pasión que descubrió en sus brazos pese a sus miedos iniciales, pese a los miedos que la acompañarían durante un largo tiempo.
—Solo si tú me acompañas— le respondió, cortando el beso y mirándole con devoción.
Muerte le devolvió la sonrisa, un gesto en el que apenas estiró los labios. Era un hombre silencioso, fuerte y poderoso que le mostraba cada día de la eternidad que estaba agradecido por haberla hallado cuando salió de su palacio al escuchar una voz que gritaba orgullosa que no quería morir. 
—Así lo haré, mon amour.
—¿Crees que Hades y Persie, querrán acompañarnos? Tengo curiosidad por ver qué disfraz elegirá el Rey de los muertos. —Rompió a reír Amanda, llenado de luz el oscuro y silencioso palacio de la Muerte.
Gracias a ella la eternidad no se presentaba como una tortura inimaginable en la que la soledad te desgarraba desde dentro. 

¿Al final siempre le quedaría la duda de..., quién salvó a quién? 





Petite amie: compañera
Mon amour: mi amor







Reseñas, Instagram y próximas publicaciones

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Buenos días a todas!!!!!


Ya lo sé, hace mucho que no actualizaba el blog, pero estoy más activa por Twitter y Facebook y desde hace dos días Instagram. Si tenéis cuenta me podréis encontrar en estas redes sociales....









Desde aquí quiero agradecer a los blogs que aceptan reseñar mis novelas, muchísimas gracias por haceros eco de cada publicación, por recomendar mis historias y por dedicarles minutos para leerlas y comentarlas. Sin vuestra ayuda no llegaría a las lectoras. Gracias a todas!!!!!


Seguro que se me escapan reseñas, así que si habéis reseñado alguna de mis novelas y no están incluidas en el blog en la sección RESEÑAS por favor me podéis contactar por alguna de las redes sociales, me etiquetáis o me enviáis un mensaje privado enviándome la reseña, así os hago publicidad por todos lados y os agradezco vuestras palabras hacia mi novela, que siempre procuro comentar en los blogs.


Las reseñas que me enviaron en el mes de noviembre son de tres novelas....


LA PUERTA DE LOS LIBROS INFINITOS











EL BLOG CAZAFANTASÍA








BLOG LOS MUNDOS DE MAY









Además de reseñas, el blog de Los Mundos de May me ha hecho un huequito como autora en su blog. Muchísimas gracias May por todo, me hace muchísima ilusión ver mi ficha de autora en tu blog.









El mes de diciembre va a ser muy especial por muchísimos motivos, y uno de ellos es la publicación de la segunda Antología ARI en la que participé como editora/coordinadora, autora y correctora. 27 relatos llenos de magia, esperanza y amor que esperamos todas os sorprenda y os enamore. 

Mi relato Un dragón bajo la cama es un relato lleno de humor, con unos protagonistas fuertes y... el nombre de la protagonista: Alba, lo eligió una lectora quien ganó hace unos meses un premio que sorteé: tres ebooks y elegir el nombre de la protagonista femenina de este relato. Me gustó mucho que le pareciese buena idea a mis lectoras este premio y quiero agradecerles la gran participación que tuvo ese sorteo. Gracias!!!!

Si lees 27 susurros de amor ya me diréis qué os pareció ;)






Otro proyecto que espero que me de tiempo a publicar este mes es Un dragón para Navidad, en la que conoceremos la historia de una pareja secundaria del relato Un dragón bajo mi cama (relato dentro de la Antología Solidaria 27 susurros de amor), me lo estoy pasando pipa escribiéndolo, así que... Musas portaos bien!!!!  Que quiero publicarlo antes de Navidad <3 p="">






También os quiero mostrar unos carteles que hice, pues mi novela El guerrero de mi destino estuvo en el puesto nº1 de los más vendidos durante 5 días en Amazon en el mes de diciembre. Me sorprendió mucho la buena acogida de Gaerth y su guerrera, y por eso os quiero agradecer la oportunidad que le habéis dado a esta novela a la que le tengo mucho cariño. 









hasta aquí, las novedades de esta semana, espero poder daros noticias pronto ;) Gracias por seguirme y por pasaros por mi blog. Os recuerdo que en el lado derecho pinchando en las portadas podéis leer los relatos que subí gratuitamente en el blog, y también los encontraréis en WATTPAD. 

Pasad un buen jueves!!!!!



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Feliz Navidad a todas y pequeños adelantos...

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Feliz Navidad a todas!!! Espero que lo estéis pasando genial en un día lleno de ilusión, magia y amor, pues el amor es el regalo más importante que nos pueden dar.





Ya lo comenté en facebook, que es donde suelo suelo actualizar más seguido, pero os quería informar que estoy corrigiendo todas mis novelas ya publicadas, es decir, las quiero pulir para ofreceros la mejor calidad posible. 

Quienes las hayáis comprado en ebook, podéis descargarlas de nuevo totalmente gratis, entrando en vuestra cuenta de Amazon: Gestionar contenido y dispositivos, y ahí veréis el listado de las novelas que habéis comprado en ebook en Amazon. A la derecha del todo si hay una actualización de una novela aparece este mensaje: Actualización disponible. Así que vais al inicio de la frase: donde aparece un recuadro con tres puntitos antes del título de la novela, y si pincháis ahí os aparece una serie de opciones, elegid esta: Descargar y transferir a través de USB, y LISTO, lo tienes en tu pc totalmente gratis, y para transferir a tu kindle.


Como veis es muy sencillo. 

Espero que os animéis a descargarlas de nuevo, cuando os vaya avisando que ya están disponibles lo que sería las segundas ediciones revisadas y corregidas. 

En cuanto a las compras en papel, como las ediciones de esas novelas no las voy a variar apenas, no tendréis problemas. También las tengo yo en papel y quedaron muy bien, pero cuando las suba de nuevo, os diré cómo conseguir las ediciones nuevas (en ebook) lo más seguro es que os pase un email y si me mostráis el justificante de compra (un pantallazo de vuestra cuenta de Amazon) os envíe sin coste alguno, totalmente gratis la novela en ebook, para que la tengáis de regalo. 


Las novelas en ebook que vaya publicando tendrán un lavado de imagen también en cuanto a las portadas. Os quiero mostrar la portada que ha realizado Lorraine Cocó, una gran amiga y autora a Sediento de amor. En cuanto la vi me encantó!!!!!

¿Qué os parece?






También os quiero comentar que este mes salió a la venta 27 susurros de amor, tanto en ebook como en papel, la segunda Antología ARI solidaria, en la que todos los beneficios irán íntegramente a la Asociación Todos con Alex. 

En esta Antología he participado como coordinadora, correctora y autora, con mi relato Un dragón bajo mi cama, espero que os guste. 





Ahora estoy escribiendo la novela de Amanda, la banshee, Un dragón para Navidad. Por problemas que no vienen al caso, no he podido terminarla aún, pero en cuanto la tenga subiré entrada al blog anunciándola. Me está gustando mucho, y espero que os sorprenda y os divierta cuando le deis una oportunidad jejeje.


Os muestro la portada de Un dragón para Navidad y os dejo un pequeño extracto.





"Acudir a la oficina central de Cupido S.A en medio del Olimpo, era un trabajo que aborrecía. No le gustaba tener que dar explicaciones de sus decisiones a su padre el dios del amor, ni a sus hermanos, los famosos cupidos. Todos ellos la odiaban por haber sido la causante de esparcir el rumor por el mundo hacía ya tiempo que cupido era un bebé con alas armado con un arco y flechas repartiendo amor por el mundo. Pero es que estaba aburrida ese día cuando decidió escribir un cuento para transmitir en sueños a varios humanos por el mundo gracias a la ayuda de sus primas las musas. No era su culpa que los humanos acabaran creando todo un comercio alrededor de ese bulo, colocando bebés en pañales y con arcos y flechas por todos lados. Sus hermanos no dejaban de quejarse que cuando les confesaban en qué trabajaban a las inmortales con las que salían estas se desternillaban de ellos preguntándoles dónde guardaban las alas... y los pañales... "


"—Vete antes a tu cuarto a ponerte algo de ropa, deberías respetar a mi compañera.
Niall hizo un gesto con la mano, restándole importancia a las palabras del celoso de su hermano.
—No se va a asustar Rose ante un hombre desnudo, estoy seguro que se ha visto en peores situaciones que esta y...
—¡Qué estás insinuando, Niall! Rose llegó virgen al matrimonio, ella no es una de las busconas con las que te acuestas, retira lo que le has dicho o...
No pudo continuar porque la misma Rose se levantó del sofá muerta de la vergüenza para darle un pellizco fuerte en el culo a su marido para que dejara de destripar las intimidades de pareja ante toda su familia. ¿Cómo se le ocurría descubrir que ella era virgen? Que solo ha conocido un hombre en su vida: él. 
—¡Qué! ¿Qué pasa ahora? —masculló sorprendido Liam al sentir el pellizo, que lo tomó por sorpresa.
—¡Cómo te atreves a hablar de nuestra vida personal! —exclamó Rose, realmente molesta. 
—Pastelito, yo...
—¿Pastelito? —repitieron tanto Drake como Niall rompiendo a reír a carcajadas ante la furiosa mirada de Rose y una avergonzada de Liam."


 "—Prefiero no preguntar qué más saben —murmuró al ver la información que le estaban facilitando. Qué le importaba que a una tal Catherine Wolf le ponía que le chuperreteaban los dedos gordos de sus pies, o que a una valkyria de nombre Virnhay le gustaba ser sometida pese a que su raza era dominante por naturaleza... Eran datos que lo mejor que podían hacer era quedárselo para ellos, no...—. ¡Joder! 
—¿Qué sucede? —preguntó Niall, al ver la cara de horror y de susto de su hermano, quien seguía revisando cada mensaje que recibía.
—No voy a poder volver a mirar a la cara a nuestra prima Loralei.
—¿Qué es lo que sucede con tu prima, Liam? —preguntó su padre, acercándose a su hijo con la intención de mirar la iluminada pantalla del móvil.
—¡Nada! Solo que... mis cuñados ya podían omitir algunos datos...
—¡No más preguntas! —intervino Drake, al ver que sus padres iban a comenzar con una guerra dialéctica con su horrorizado hermano. Lo mejor que podía hacer Liam en esos momentos era huir con la cola espinosa entre las piernas, sino quería ser acosado por unos padres dispuestos a todo por saber la verdad—. No hay tiempo que perder y menos para hablar de chismes. Liam, recuerda atrapar a la loba viva, necesito respuestas, y las quiero cuanto antes. Y Niall, ata en corto a tu dragón, porque si me entero que alza el vuelo sobre suelo humano, se la verá conmigo. Tuve que pagar un pastón la última vez que decidiste sobrevolar la ciudad, los periodistas no querían perder la oportunidad de mostrar al mundo que los dragones sí existían, y no eran solo un mito. Y no, —alzó la voz e hizo un gesto con la mano, acallando al otro, quien estaba a un paso de excusarse—, no es excusa que fue el alcohol el que te “obligó” —apostilló la palabra a propósito, burlándose del dragón que le miraba con culpa y rabia. Culpa porque sabía que era verdad lo que le estaba contando y rabia porque siempre conseguía hacerle sentir como una cría pequeña castigado sin cenar—. El que te emborrachases no te libra de ser un gilipollas sin sentido que permitiste tomar el control a tu dragón —Drake comenzó a caminar hacia la salida del salón, enumerando mentalmente lo que tenía pendiente por hacer ese largo día. Todos los planes que realizó a primera hora de la mañana tendrían que ser cambiados y todo por el imbécil de su hermano que no dejaba de salir de un problema para meterse en otro...—. ¡Ah! —exclamó en cuanto llegó a la puerta abierta del salón—. Si me veo obligado a entregar una moneda de oro más por ti, hermano, venderé tus cuernos en el mercado negro —le amenazó, antes de abandonar el cuarto, dejando tras él un tenso silencio. "



"No había conseguido dormir nada. Ni una hora de descanso en toda la noche, pero qué iba a esperar al estar en una ciudad como Edimburgo, en el que la muerte salpicó cada rincón de la urbe. 
Amanda perdió la cuenta de los fantasmas con los que se encontró mientras buscaba un banco donde descansar. Y como sucedía cuando las cosas iban mal, las horas pasaron lentísimas, convirtiéndose sin duda en una de las peores noches de su vida. 
Fue una experiencia horrible encontrarse con las almas de las mujeres y hombres que murieron de una manera trágica o repentina y que quedaron atrapados en la tierra hasta que aceptaran su muerte o cumplieran el último deseo que cruzó su mente en el momento de su muerte. 
Tuvo un poco de todo, desde mujeres que lloraban o la insultaban cuando pasó cerca de ellas, hasta hombres que la abochornaron y la enfadaron con sus peticiones y sus comentarios. Sobre todo el último que encontró. Ese maldito acosador vestido como un extra de una película medieval de bajo presupuesto, que nada más verla la persiguió, exigiéndole a viva voz que se levantara la falda para que pudiera montarla, mientras le mostraba una moneda de un color extraño que portaba en su mano derecha. Además de un cabrón acosador, necesitaba unas gafas, ya que ella no llevaba gafas si no unos vaqueros que debieron encoger algo porque le apretaban un poco... Por más que le aseguró a ese hombre que no era prostituta, que no tenía intenciones de yacer con él, y que estaba muerto y debía buscar la luz para poder descansar, lo único que consiguió fue que se riera de ella y le mostrara “su gran pequeña espada” para ver si la convencía de ese modo. Lo que estuvo a punto de provocarle fue que vomitara, y que acabara gritando y saliendo corriendo al ver cómo comenzaba él a tocarse obscenamente delante de ella, gimiendo como el cerdo que era."



Como veis la historia avanza, y espero tenerla terminada cuanto antes, eso sí, necesita un buen repaso y una buena corrección antes de que la publique en Amazon.


Y como novedad, ayer publiqué mi segunda novela en portugués, gracias al gran trabajo de mi traductora Natasha Aidan, que ha realizado un trabajo impresionante. Ya se puede adquirir en Amazon, Sedento de amor y Beleza sombría. ¡Qué ilusión! Espero que tengan buena acogida. A cruzar los dedos toca. 

Aviso; las dos novelas están registradas, igual que registro cada relato, sea gratuito o no, y cada novela que publique. Hasta he registrado cada novela que he mostrado por el blog, aunque sean solo unos capítulos, la de Un dragón para Navidad la tengo registrada, y cuando la termine la volveré a registrar de nuevo. Prefiero ir protegiendo mis escritos de esta manera para que no tenga ningún problema cara al futuro.


RESUMO: 

Lucius Cuestelvinier, o príncipe dos vampiros é um guerreiro forjado na batalha. Dedicado em corpo e alma à caça dos o imortais que invadem seus domínios, não esperaba que salvar uma mulher mortal iria mudar a sua vida completamente. 
Seu mundo era governado por regras rígidas que deveriam ser cumpridas por todos os vampiros, independente de sua posição dentro do clã. Ao levaruma humana a sua mansão, Lúcio quebrou uma dessas leis, e agora deverá aceitar o castigo. 
O que fez essa mulher para que ele esteja disposto a ser castigado e humilhado publicamente com o tal de mantê-la ao seu lado? 
Ele se recusava aceitar que ela se havia convertido em sua fraqueza, e ele em escravo da paixão.





Y hasta aquí las novedades por el momento, os deseo unas felices fiestas y un Próspero Año Nuevo 2016. Lo más seguro es que suba otra entrada antes de que finalice el año pero por si acaso, ya os deseo que el 2016 sea un gran año para todas.







Última entrada del año

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Esta será la última entrada del año, un 2015 especial, en el que hubo momentos muy buenos, nuevas experiencias, otras no tan buenas, he conocido a lectoras y amigas que son unos cielos de persona y que me animan muchísimo y con las que espero mantener una hermosa amistad por años.

Mi resumen del 2015, es que ha sido un año muy bueno, en el que he podido publicar mi segunda novela de romántica gay: Eres mío...





También he publicado mi primer cuento ilustrado infantil, junto a mi gran amiga, Cristina Oujo quien hizo las ilustraciones, una novela cortita para los más pequeños de la casa; Rapunzel...





Y sí, sé que tengo mucho pendiente por publicar, pero sigo escribiendo cada día varias novelas, una de dragones, otra de cyborgs, dos romántica gay,... y muchas sorpresas más que espero, y cruzo los dedos para que se cumpla mi deseo, se publiquen a lo largo del 2016.



Este año he participado en la II Antología Solidaria ARI, 27 susurros de Amor, como coordinadora, correctora y autora de un relato titulado: Un dragón bajo mi cama.





Ha sido todo un orgullo poder trabajar con tantas autoras a las que admiro muchísimo, y a muchas de ellas las llamo amigas. Gracias chicas por no dudar ni un segundo en embarcaros en esta solidaria aventura.


También este año he participado en el RA, conociendo en persona a muchas amigas, tanto autoras como lectoras, a las que deseaba abrazar fuerte. Fue una experiencia hermosa que espero repetir otro año. 





(En la pantalla podéis ver mi foto como autora arriba en el medio jejejeje, que ilusión me hizo verme, y sí, iba a estar en una de las mesas pero no me gusta hablar en público y al final dije que no, me gustó mucho la experiencia de espectadora, y me lo pasé muy bien en el evento. Os recomiendo acudir si podéis)



En abril participé con un relato romántico gay, en una Antología Solidaria titulada Ailofiu. Fue una experiencia gratificante y me encanta la novela, y que sea solidaria. Me lo pasé muy bien escribiendo mi relato, Nunca digas no a un lobo feroz, en el que -y lo reconozco- volqué un poco de mi vena Trekkie, jajajaja.





Como novedad, este año he publicado dos de mis novelas en portugués; Sedento de amor y Beleza sombría, gracias a mi traductora Natasha Aidan, sin ella no habría sido posible esta nueva andadura como escritora. En el 2016 espero publicar una tercera novela en portugués y sorprender a quienes les den una oportunidad. 

Muito obrigada!!!







A nivel personal, ha sido un gran año, y espero y deseo que el 2016 sea muchísimo mejor, tanto para mi familia, mis amistades y para mí, y que podamos cumplir nuestros sueños y proyectos futuros. 

¡¡¡¡Me encantan los koalas!!!!







Os deseo a todas unas Felices Fiestas y un Próspero Año Nuevo 2016, en el que todos vuestros sueños se cumplan.

Mañana tocará tomar las uvas. llevar algo rojo y abrazar el inicio de un nuevo año con la ilusión de que será un GRAN AÑO.






¡A por el 2016 con ilusión, ganas, entrega, pasión, amistad, buena compañía y muchísimo amor!






Novedades de esta semana

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Esta semana subo las novedades que hay acerca de mis novelas, El guerrero de mi destino y Sediento de amor. Dos novelas que están teniendo buena acogida en mis lectoras, muchísimas gracias por esto.



RESEÑA DE EL GUERRERO DE MI DESTINO




En el blog El baúl de Ahri;

Link de la reseña

AQUÍ


"Mi puntuación: 8/10
Mi puntación en Goodreads: 4/5"












RESEÑA DE SEDIENTO DE AMOR



En el blog Los Mundos de May, ha reseñado mi novela Sediento de amor, la cual ya está disponible en Amazon la segunda edición, corregida y ampliada. (Espero revisar todas mis novelas para poder ofrecer la mejor calidad a mis lectoras)

Link de la reseña:

AQUÍ















También en el blog Los Mundos de May, me ha realizado una entrevista, os animo a pasaros para leerla.








Link de la entrevista:












Y como novedad, mi novela Beleza sombría, mi segunda novela publicada en portugués, sigue en el top 100 de los más vendidos en Amazon.com.br, está ahí desde que salió publicada en diciembre. Me está sorprendiendo mucho la acogida que está teniendo, y me alegra mucho más. ¡Muito obrigada!









Y hasta aquí las novedades de esta semana, espero que estéis pasando un buen inicio de año. ^^ 



Resumen de un mes...

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Acabo de verlo..., hace casi un mes que no he actualizado el blog, no tengo perdón..., pero es que soy más activa con Facebook o Twitter, así que si queréis seguir lo que sucede en mi vida como autora, o ver las recomendaciones de las novelas que más me gustaron, etc, pasaros por Facebook y Twitter porque ahí me encontraréis dando la tabarra. 

El blog me gusta pero me supone encontrar un hueco para poder actualizarlo, cambiar la plantilla de vez en cuando, ver qué puedo añadir y que no, ya podéis encontrar todos mis relatos gratuitos en el blog en la pestaña que ponga: 

RELATOS GRATUITOS

Espero que os gusten, podéis encontrar 7 relatos diferentes entre sí, y totalmente gratis. Así que... ¡a por ellos!





Voy a intentar actualizar más seguido el blog, aunque sea con los famosos pantallazos de top 100 de Amazon, algún que otro relato que escriba o poemas, o recomendaciones literarias, o pensamientos filosóficos de los míos jajajaja

Siento no haber actualizado antes.


Como novedad en este casi mes que he dejado parado el blog, he seguido escribiendo, estoy a punto de publicar nueva novela, sí, en marzo espero ya tenerla a la venta en ebook en Amazon. La novela surgió de un relato corto que escribí para la II Antología ARI, 27 susurros de amor, en la que participé con un relato paranormal. 

Tras acabarlo, Niall me habló en sueños (vale, cómo queda esto jajajaja, digamos que se me ocurrió su historia y tenía unas ganas locas de escribirla) y me puse a escribirla en cuanto pude.

Lo que iba a ser otro relato, acabó en novela, y esperemos no pasarme en páginas...

En Facebook he subidos unos cuantos adelantos, los estoy buscando ahora mismo para pegarlos en esta entrada..., mientras subo la imagen de la "sinopsis provisional" y mientras se carga, sigo buscando los pequeños adelantos...





¡Ya está! Los encontré..., comienzo a pegar los adelantos...


"Suspiró aliviada al comprobar que no tenía contraseña, que pudo encender el móvil con facilidad presionando un botón que tenía en un costado. Estuvo a punto de resoplar al ver a una rubia con tetas de silicona saludando desde la pantalla. Lo debía de haber supuesto, hombres cómo ese se unían a mujeres salidas de los sueños húmedos... o más bien de las páginas de Playboy. 
Rebuscó en la agenda para ver si alguno de los números ponía familia, pero como no podía ser de otra manera..., todos eran de mujeres..., y dudaba que “Tetas 95” o “Culo prieto” se animaran a acudir de madrugada al parque para ayudarla a transportar al hombre hasta un coche, y llevarlo a un hospital. "






"«No, moverse. Asustada. Nuestra compañera. Cambiar. Atraparla. ¡FOLLAR!»
«Que sí, follar, hacerla nuestra, enlazarnos con ella para siempre. Al final no todo es sexo, ¿lo sabes, no?» 
«¡FOLLAR! ¡FOLLAR! ¡Ser uno, los tres!»"






"Aquí Niall se puso tenso al ver que su dragón tenía razón y el muy cabrón no dejaba de gruñirle por dentro, echándole en cara una y otra vez que él no se equivocaba, que era su compañera, suya y por tanto tenían que ir a por ella antes de que otro macho se atreviese a marcar o tocar lo que era suyo. De ser así lo desgarraría hasta acabar bañado en la sangre de ese bastardo.
—¿Cómo era? —preguntó con hilo de voz, suspirando internamente ante el silencio que se impuso en su mente, pues en esos momentos su dragón se había callado esperando tan ansioso como él la respuesta del otro. 
—Bajita, deslenguada, un poco rellenita y...
—¿Sus ojos cómo son? ¿Su color de pelo? ¿Es hermosa? ¿Estaba sola o percibiste que hacía poco que estuvo con un macho? ¡Dime!
—¿Así me volví yo cuando me recuperé del susto del casi atropello de mi Rose? —lanzó la pregunta a Drake, quien respondió con un gesto de cabeza, asintiendo.
—Al menos él —Drake señaló a a Niall, antes de continuar—, no está jurando y perjurando que buscará aunque sea lanzándose a cada coche rojo que encontrases por la ciudad con tal de hallar a tu alma gemela. Reconoce Liam que te volviste gilipollas cuando encontraste a tu compañera, Niall al menos solo cree que esta lo ha drogado y por eso su dragón está equivocado —apostilló burlándose de los dos. Por mucho que le dijeran a su madre que iba a dejar de meterse con ellos, no iba a dejar pasar la oportunidad. No todos los días presenciabas como dos orgullosos dragones se volvían como niños sin sentido ante la aparición de una mujer en su vida. "



Así que, como os podéis imaginar, me lo estoy pasando pipa escribiendo la historia de Niall y su compañera. 


Siguiendo las novedades de este mes, tengo tres reseñas nuevas (que me haya enterado), de tres novelas: Adicción a la noche, Sediento de amor y Sedento de amor. 


En el blog Besos de tinta y Corazones de papel, Daiana ha reseñado mi novela Sediento de amor. ¡Muchísimas gracias, chulísima! Me alegro mucho que te haya gustado.






RESEÑA:

La podéis leer AQUÍ


(...)

En resumen, Sediento de amor es una historia corta, para pasar un buen rato y desconectar de las lecturas más pesadas. Tiene los condimentos necesarios para que uno disfrute, es divertida, romántica, sorprendente, excitante y con un personaje que te roba el aliento. Se las recomiendo (aunque en realidad, les recomiendo TODOS los libros de esta autora).





En el blog Las reseñas de Andariel, ha reseñado mi novela Adicción a la noche, a la cual le tengo mucho cariño, mi primera novela de romántica gay.  Me alegro que le dieras una oportunidad y te gustara. Gracias por todo, chulísima. 







RESEÑA:

Para leer AQUÍ














En el blog Clâ dos livros,  me ha reseñado Sedento de amor, muito obrigada! Obrigada por me dar a oportunidade como uma autora. Obrigada por ler a história de Nathaniel e sua princesa. Apraz-me que apesar das dúvidas que você encontrou, você gostou do romance. Sinceros agradecimentos por me dar uma oportunidade, e espero que com o meu próximo romance você gosta muito mais.
Abraços







RESEÑA:

Puedes leerla, AQUÍ

Um romance incomum, criativo, com cenas quentes e intensas, repleto de personagens fortes, levando o leitor para dentro de uma aventura. A autora possui uma escrita fluída e envolvente, a ponto de me fazer devorar este livro em apenas uma hora, ficando sedenta por mais. 










Además de escribir, tengo que reconocer que leo muchísimo, y reseño las novelas que más me gustaron en el blog Pasión por la Novela Romántica. Os animo a pasar por mi blog de reseñas, el cual lo llevo junto a YIN. ;)


En cuanto a los pantallazos famosos del top 100 de los más vendidos en Amazon, pues sí, hace unos días subí varios en Facebook..., (sí, se me olvidó actualizar este blog...) Os los pego aquí para que podáis verlos. Estoy muy contenta y sorprendida de la gran acogida que están teniendo varias de mis novelas, muchísimas gracias chicas. 























Hoy y mañana es el RA en Madrid, espero que lo paséis genial chicas, gracias por acordaos de mí y por decirme que me vais a echar de menos. Tengo a las mejores amigas del mundo mundial. Gracias a todas por estar siempre a mi lado y por ser como sois. ¡Sois grandes!

¡A pasadlo muy bien chicas! Eso sí, sacad muchas fotos, y tomaos un café/un refresco/una cerveza a mi nombre ;)





Si vais al RA, podéis encontrar a varias de las autoras que participaron en la II Antología ARI: 27 susurros de amor, en la que participé como editora, correctora y autora, junto a un elenco de autoras, correctoras e ilustradora muy buenas. 



Bueno, y la entrada por hoy ya se terminó..., sigo escribiendo y corrigiendo..., así que espero daros buenas noticias pronto, muy pronto.

Pasad un buen fin de semana, chicas!!!!



¿Qué Team elijes? ¿Niall, Liam o Drake?

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¿Qué equipo elijes? 

TEAM NIALL

TEAM LIAM

TEAM DRAKE


Tres equipos muy diferentes, en el que apoyaréis a uno de los hermanos Morgan, que conoceréis en la novela Un dragón para Navidad. 

Mi próxima novela, que espero y voy a luchar para publicar este mes, a finales. 






Para poder jugar al juego, tenéis que ir a mi página de autora, donde podréis elegir un TEAM, si compartís la imagen del logo del equipo elegido, tendréis automáticamente un número para el futuro sorteo DRAKONIS, que haré cuando la novela lleve publicada 15 días en Amazon.

Los premios se enviarán a NIVEL NACIONAL a la ganadora, vamos en España.

Para las que vivan fuera de España, el premio consistirá en un ejemplar en ebook de Un dragón para Navidad.

Al sorteo Drakonis podrán optar todas las chicas que compren la novela y publiquen comentario en Amazon.es, y me lo indiquen cuando suba el sorteo en mi página de autora.

Las únicas que entran directamente al sorteo, sin necesidad de subir comentario son las chicas TEAM, las que participen en este juego. 










TEAM NIALL


Nombre completo: Niall Morgan
Es el tercero de los hermanos, el más pequeño y protagonista de Un dragón para Navidad.


Pequeño extracto 1:


"—No vuelvas a llamarme loco, mujer. No estoy mal de la cabeza y…
—Amanda. —Le interrumpió golpeándole el pecho, atrayendo su atención. Esta vez la miró a los ojos, provocando que ella acallara el gemido de frustración que amenazaba con brotar de sus labios. Quería…, quería… 
—¿Cómo dices? 
—Que mi nombre es Amanda, así que deja de llamarme mujer, ese tono cavernícola ha pasado de época hace más de un siglo. Si me vuelves a llamar mujer te voy a dar una patada en los…
La sonrisa con la que le respondió la acalló esta vez a ella. 
—Umm, nunca he sido muy partidario a eso de jugar a amo y sumisa, pero por ti, estoy dispuesto a que me ates y me hagas lo que quieras, preciosa."


Pequeño extracto 2:


"—¡Alto! —Esta vez fue ella la que alzó las manos por encima de la cabeza, a un paso de revolverse la melena de los nervios. Estaba en shock, era la única explicación posible a todo lo que estaba escuchando. ¿Destino? ¿Follar? ¿Unión? —. Tú estás loco, los golpes que te dieron ayer los lobos han debido de provocar un cortocircuito dentro de tu cabeza porque estás muy mal si crees en todo eso. 
—¡¿Pero cómo es posible que seas tan terca, cojones?! —bramó Niall, cruzándose de brazos para no recaer en la tentación de abrazarla, de besarla hasta que gimiera y se derritiese en sus brazos y…, apoyarla contra un árbol para follarla hasta que el mundo explotara a su alrededor.
Amanda le imitó con el gesto, no dispuesta a dejarse intimidar. En todo momento mantenía la mirada clavada en su cara, evitando morirse de la vergüenza ante su desnudez y su salvaje belleza y atracción que la estaban poniendo muy nerviosa, sintiendo unas cosquillas dentro de ella que no deseaba identificar por temor a hacer una locura de la que más tarde se arrepentiría. 
—¿Cómo actuarías tú si una loca se presenta ante ti gritándote que es el amor de tu vida, que estáis unidos por una magia que solo ella puede ver y que quiere ponerte a cuatro patas mirando para Londres y…?"














TEAM LIAM:


Nombre completo: Liam Morgan
Reside en la Mansión Morgan junto a sus hermanos, sus padres, y su amada compañera Rose Morgan. 
Es el segundo de tres hermanos, y está muy unido a Niall pues se llevan apenas unos 100 años de diferencia. 
Su historia se verá en Un dragón para Navidad, Un dragón bajo mi cama y Valentine´s day. No tendrá novela propia. Iremos vislumbrando su pasado, su presente y su futuro a través de esas novelas pues es un secundario necesario y muy importante en las tramas.


Pequeño extracto 1:


"—Vete antes a tu cuarto a ponerte algo de ropa, deberías respetar a mi compañera.
Niall hizo un gesto con la mano, restándole importancia a las palabras del celoso de su hermano.
—No se va a asustar Rose ante un hombre desnudo, estoy seguro que se ha visto en peores situaciones que esta y...
—¡Qué estás insinuando, Niall! Rose llegó virgen al matrimonio, ella no es una de las busconas con las que te acuestas, retira lo que le has dicho o...
No pudo continuar porque la misma Rose se levantó del sofá, donde se acaba de sentar de nuevo, muerta de la vergüenza para darle un fuerte pellizco en el culo a su marido para que dejara de destripar sus intimidades ante toda su familia. ¿Cómo se le ocurría descubrir que ella era virgen? ¿Que solo ha conocido un hombre en su vida: él? 
—¡Qué! ¿Qué pasa ahora? —protestó sorprendido Liam al sentir el pellizco, que lo tomó por sorpresa.
—¡Cómo te atreves a hablar de nuestra vida personal! —exclamó Rose, realmente molesta. 
—Pastelito, yo...
—¿Pastelito? —repitieron tanto Drake como Niall, rompiendo a reír a carcajadas ante la furiosa mirada de Rose y la avergonzada de Liam. 
—¡Cómo has podido! —chilló la joven cupido, muerta de la vergüenza, siendo incapaz de mirar a los que estaban en el salón. Ya no solo eran los hermanos de su marido quienes en esos momentos se estaban desternillando de la risa a costa de ella, sino sus suegros los que al menos tenían la decencia de lucir avergonzados, apartándose de sus hijos hasta quedar al otro lado del cuarto. 
—Pasteli...
—¡Basta! ¡Estoy cansada de que destripes nuestras intimidades delante de tu familia! ¿O a ti te gustaría que les contara que te pone olisquear mis zapatos rojos de aguja, o recomendarles que no coman encima de la encimera de la cocina porque es donde me desayunas cuando ellos no están en la mansión?
—¡¡¡ROSE!!! —Esta vez el que lució avergonzado fue él, a un paso de desear que..., los cabrones desgraciados de sus hermanos les entrara una buena diarrea que los mantuviesen abrazados al water durante varios días."


Pequeño extracto 2 (discutiendo con uno de sus cuñados, concretamente con Valentine):


"—Si vas de cazaría te haré el favor de acompañarte, si te sucede algo Rose se pondrá muy pesada si se entera que puede ayudarte y no lo hice.
Liam soltó una carcajada seca, irónica y carente de humor. 
—¿Hacerme un favor? ¿Ahora los cupidos tomáis algún tipo de droga por el escozor de culo a causa de esos pañales XL que usáis? 
—Muérdete la lengua reptil a ver si dejas viuda a mi hermana. 
Tras reírse unos segundos del alado repartidor de amor, Liam respondió:
—Para tu desgracia, los dragones ni tenemos veneno ni somos reptiles. Aunque te resulte difícil asimilarlo, somos mamíferos ya que nuestras mujeres, hermanas o hijas poseen la capacidad de parir bebés sanos y amantarlos con leche materna. 
—No comprendo cómo Rose te aguanta. 
—Te jodes, tú y el resto de tu familia, porque me importa una mierda vuestra opinión. A ver si grabáis en vuestras estrechas mentes, que a la única que deseo complacer es a mi compañera, y para ella soy perfecto. 
—Ok, míster perfecto, eres un mamífero aunque te conviertes en una iguana gigante con alas, te llamo cuando localice a la loba."













TEAM DRAKE:



Nombre completo: Drake Morgan
Es el mayor de los tres hermanos y el cabeza de familia desde muy temprana edad para un dragón. Lleva los negocios de la familia y es el encargado de tratar con el temido Consejo Drakonis, quienes velan por mantener en secreto la existencia de los suyos, sobre todo ahora que los humanos son capaces de destruir el mundo con sus armas si se inicia una guerra entre inmortales y mortales.
Drake es el protagonista del relato corto Un dragón bajo mi cama, que podréis leer en la Antología solidaria 27 susurros de amor del grupo ARI, pero para el 2017 tendrá novela propia pues tengo intención de ampliar el relato y poder contar todo lo que este dragón quiere decir. En su novela conoceremos más de la pareja Liam/Rose, y sería considerado el segundo, ya que el primero de esta saga sería Un dragón para Navidad.


Pequeño extracto 1 (discutiendo con su hermano Liam):


"Liam le sonrió con cariño, acariciándole la mejilla con suavidad. 
—Ellos se lo pierden, preciosa. Eres muy valiosa si no lo ven, es que son unos ciegos.
—Sí, el llevar pañal todo el día debe escocer el culo Liam, tal vez por eso se pongan vendas en los ojos para joder al resto del mundo lanzando sus fastidiosas flechas a diestro y siniestro sin ver a dónde apuntan —se carcajeó Drake metiéndose en la conversación. Era lo que sucedía cuando estaban en un salón rodeado de la familia. 
—Métete la lengua por el culo, hermano. ¿No te enseñaron que no debes escuchar conversaciones ajenas? 
El mayor de los Morgan se encogió de hombros, sin moverse de donde estaba, apoyado contra la pared muy cerca de los sofás. Los dragones poseían un buen oído, siendo capaces de escuchar a la perfección lo que sucedía en la mansión si se centraban en ello. Por eso, en las alcobas, alzaban hechizos de privacidad y de silencio para que los demás habitantes de la mansión, no escucharan lo que allí sucediese. 
—Pregúntales a nuestros padres, ya sabes que desde pequeño he sido entrenado para asegurar la fortuna y el poder de la familia, las lecciones infantiles quedaron para vosotros —se burló Drake, mirando fijamente a su hermano, lanzándole un desafío, ya que después de todo, una buena pelea elevaba los ánimos y ejercitabas el cuerpo."


Pequeño extracto 2 (discutiendo con Niall):


"—Perfecto Niall, un plan cojonudo, le das un caramelo para luego indicarle que lo escupa al suelo pues no era para ella —ironizó Drake, sin poder creer lo estúpido que podía ser su hermano. 
Las mujeres solo traían problemas, por eso él solo poseía a las que tenían claro que no serían más que un entretenimiento de una noche. No deseaba encontrar una compañera por mucho que sus padres insistieran en enviarle a citas “inesperadas” para conocer a mujeres con la esperanza de que una de ellas fuera la elegida. Suerte para él, ninguna lo era."


Pequeño extracto 3:


"—¡No más preguntas! —intervino Drake, al ver que sus padres iban a comenzar con una guerra dialéctica con su horrorizado hermano. Lo mejor que podía hacer Liam en esos momentos era huir con la cola espinosa entre las piernas, si no quería ser acosado por unos padres dispuestos a todo por saber la verdad—. No hay tiempo que perder y menos para hablar de chismes. Liam, recuerda atrapar a la loba viva, necesito respuestas, y las quiero cuanto antes. Y Niall, ata en corto a tu dragón, porque si me entero que alza el vuelo sobre suelo humano, se la verá conmigo. Tuve que pagar un pastón la última vez que decidiste sobrevolar la ciudad, los periodistas no querían perder la oportunidad de mostrar al mundo que los dragones sí existían, y no eran solo un mito. Y no, —alzó la voz e hizo un gesto con la mano, acallando al otro, quien estaba a un paso de excusarse—, no es excusa que fue el alcohol el que te “obligó” —apostilló la palabra a propósito, burlándose del otro que le miraba con culpa y rabia. Culpa porque sabía que era verdad lo que le estaba contando, y rabia porque siempre conseguía hacerle sentir como un crío pequeño castigado sin cenar—. El que te emborrachases no te libra de ser un gilipollas sin sentido que permitiste tomar el control a tu bestia. —Drake comenzó a caminar hacia la salida del salón, enumerando mentalmente lo que tenía pendiente por hacer ese largo día. Todos los planes que realizó a primera hora de la mañana tendrían que ser cambiados, y todo por el imbécil de su hermano, que no dejaba de salir de un problema para meterse en otro...—. ¡Ah! —exclamó, en cuanto llegó a la puerta abierta del salón—. Si me veo obligado a entregar una moneda de oro más por ti, hermano, venderé tus cuernos en el mercado negro —le amenazó, antes de abandonar el cuarto, dejando tras él un tenso silencio
—El muy cabrón siempre tiene que tener la última palabra —farfulló Niall, cruzándose de brazos, sin dejar de mirar por donde salió el mayor de los Morgan—. Vamos Liam, saldremos de caza en cuanto me ponga algo de ropa."



¿De qué equipo sois?



Sigo tecleando que estoy corrigiendo la novela, en cuanto esté a la venta os avisaré. 


¡¡¡Buenas tardes a todas, chicas!!!



Microrelatos y primeros dos capítulos de Un dragón para Navidad, de regalo

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Buenos días a todas!

Espero que paséis una buena semana, sí, sé que llevo un tiempo sin actualizar el blog, pero suelo emplear más Facebook, pero bueno, intentaré al menos actualizar el blog dos veces por mes para ir contándoos cositas y/o subir regalos.

Hoy toca subir regalos, pero antes, os quiero animar a seguirme por las redes sociales (no os pasa que hay días que las horas vuelan mientras revisas Facebook, Twitter, o Instagram-de esta no tengo mucha idea, solo subo alguna imagen de vez en cuando, lo siento-) 







En el grupo Apasiónate con ARI, de Facebook inicié el RETO/Microrelato, donde se sube una imagen y se anima al grupo a escribir microrelatos basados en esa imagen, cuando se llega a cinco, se sube otra imagen y así, de lunes a jueves por la noche.

Voy a compartir con todas algunos de mis microrelatos, espero que os gusten. Los hay de todo tipo, románticos, divertidos, de terror, un poco de todo.




Foto RETO


La música de Verdi envolvía el luminoso salón. La mesa decorada exquisitamente. 
Plop. 
Descorchó el vino blanco para acompañar el plato principal. Carne. Exquisita. Aderezada con los mejores condimentos de la ciudad. 
Los comensales se sentaron. Alzaron las copas para el primer brindis de la noche. 
"Por el anfitrión" dijo Will compartiendo una sonrisa con el otro hombre. 
Hannibal le devolvió el gesto y juntos saborearon la carne de la víctima que mataron la noche anterior.





Foto RETO


Cada 1 de abril se vestía de novia.
Cada 1 de abril paseaba vestida de blanco por la silenciosa casa frente al mar.
Cada 1 de abril, lloraba por un amor perdido, que desgarro su corazón.
Cada 1 de abril recordaba con dolor la felicidad del pasado, lleno de sonrisas, risas, palabras y juramentos de amor y devoción.
Cada 1 de abril, Madeline revivía el fatídico día en que mataron a su novio ante el altar, cuando estaban a punto de darse el Sí, quiero.
Cada 1 de abril, ella lucha contra la desesperanza, contra los dolorosos recuerdos del pasado, contra la tentación de regresar a los brazos de su amado a través de la muerte...
"¿Este año que harás, Madeleine? " susurran las olas, silenciosas testigos de la tristeza absoluta de la mujer.





Foto RETO


Me llaman, "que cucada" de niño. Y me pasan de brazos en brazos, mareándome un poco. No me gusta esperar para comer. Ver como papá prueba mi bibe antes que yo me enfada un poco. No quiero que mamá duerma con papá. Hay sitio en mi cuna. ¡Que duerma, conmigo que para eso soy su rey! Papá me va a cambiar el pañal. No soy una fábrica de caca. (Por cierto, ¿que es una fábrica?) Le he meado encima. Me rio. Papá se enfada. Me da igual. Soy el rey de la casa. Le saco la lengua, muevo los bracitos y las piernitas. Bailo. Papá 0-yo 1






Foto RETO



Eran las cuatro de la madrugada. El turno de noche en las urgencias del hospital era agotador, y casi siempre se lo endosaban a las novatas. Como ella. 
"Mari, paciente en el Box 3" 
Con ganas de ponerse a gritar por el cansancio y el sueño que sentía, María de los Ángeles, más conocida como la Mari, se levantó de la cama del cuarto de descanso para la enfermería. Se calzo y agotada puso rumbo a la zona de boxes. 
En cuanto llegó , juró que tomaría café cuando acabara con ese paciente, porque estaba a un paso de quedarse dormida de pie. 
Retiró la cortina y se quedó paralizada en el sitio, con los ojos y la boca abierta ante lo que vio. Le echo un vistazo al hombre que estaba tumbado en la camilla, sintiendo como la rabia subía como la espuma dentro de ella. 
"Oh, ¿pero no tenías turno en el privado?" 
Mari apretó las manos. A su espalda se hizo el silencio, como si los demás tanto compañeros y pacientes de pusieran de acuerdo para atender a lo que estaba pasando. 
"Me cambiaron el turno a última hora." Respondió finalmente, enumerando 101 formas de matar dolorosamente... "Y tu, ¿No ibas a casa de tus padres que hoy te tocaba cuidarlos?" Preguntó a su vez al nervioso paciente. 
"Yo, amor, esto no es lo que parece, yo..." 
No le dejó hablar. 
"Quiero el divorcio, maldito hijo de puta. Es evidente que has tomado viagra y ahora te van a tener que pinchar para desangrarte y así bajar la erección." 
Patricio, intentó incorporarse de la camilla donde le cubría una fina sábana ya que la enfermera que le atendió nada más llegar tuvo que cortarle los pantalones. Esa noche iba de mal a peor. Su amante que era una jovencita de veinte años le dio a probar la famosa pastillita azul, ni se preocupó por él cuando tras tres horas de sexo no le bajaba la erección y comenzaba a dolerle la polla y los huevos. Se burló de él y lo echó de casa. Tuvo que llamar a un taxi y acudir al hospital público donde... Su mujer lo pilló. 
"No es lo que parece. Mari yo te quiero a ti y..." 
Ella se giró y gritó. 
"Federico, Box 3. Varón con problemas de erección que ha abusado de la viagra. ¿Puedes desangrarle tu?" 
De la salita que empleaban para tomar café la enfermería salió un hombre que la miró con sorpresa. "Mari, estoy fuera de turno. ¿No puedes tu?" 
"No. No puedo. Es el hijo de puta de mi marido. Si lo atiendo puede que le corte los huevos por infiel" Mari sonrió al ver la expresión de su compañero de trabajo, quien asintió con la cabeza y avanzó por el pasillo hacia donde estaba ella. A su espalda escuchó la voz del que muy pronto iba a ser su ex. 
"Mari, por Dios. ¿Como has podido hacer eso? ¡Que vergüenza!" 
Ella se giró y lo enfrentó. 
"¿Me hablas de vergüenza, tú? ¿Quien está con una erección por culpa de la puta o las putas de tus amantes? ¿Quien ha tirado por la borda siete años de matrimonio? Ah..." exclamó antes de sacar el móvil, sacar una foto y guardarla. 
"¡¿Pero que haces, loca!?" 
"Asegurarme que me des todo lo que te pida en el divorcio o la foto que te acabo de sacar llegara a tu familia y a los de tu trabajo. Gracias, Fede" le dijo al enfermero que estaba parado a su lado, alucinando con toda la situación. 
"¡Eres una puta frígida! Una..." 
Sin hacer caso a los insultos y gritos de su EX marido, se giró y le susurró al enfermero. 
"No le pongas anestesia. Que le duela a ese cabrón" y sin mirar atrás se alejó, con el corazón magullado pero dispuesta a remontar de las cenizas.




Foto RETO




Veo el tiempo pasar sin poder influir o cambiar los sucesos que me causan dolor. Soy fiel compañero de aventuras silenciado con el olvido, recordado con cariño, vilipendiado u odiado en numerosas y trágicas ocasiones. Nos han quemado por temor al conocimiento que transmitimos, nos han destrozado arrancándonos sin piedad los sueños de quienes nos crearon... Ve. Acércate a uno de nosotros. Disfruta de nuestro tacto, de nuestro olor... Somos guardianes de las palabras, de los deseos, sueños y pesadillas... Somos historia y futuro. No nos tires. Si ya no nos quieres más en tu vida, entréganos a las bibliotecas, pues para un libro, vivimos gracias al amor de las lectoras y los lectores.




Y por último, comparto con todas los dos primeros capítulos de mi futura novela, que espero publicar en breve (ya os aviso por aquí y por las redes sociales cuando esté a la venta en Amazon, tanto en ebook como en papel)


Primera edición, marzo 2016
© Azahara Vega
Registrada en SafeCreative con el siguiente código: 1602096478719.
Prohibida su distribución sin permiso de la autora.
Todos los derechos reservados.
©Imagen de la portada, contraportada, logo dragón: pixabay.com
©Ilustración, corrección y maquetación: Azahara Vega







Capítulo uno




—¿Insonorizado?
Amanda Bradley asintió con la cabeza, mirando fijamente a la agente inmobiliaria que era su última esperanza. Llevaba una semana buscando un piso en Edimburgo pero no encontraba lo que ella necesitaba, y la agencia en la que estaba era la única a quien aún no consultó. 
Si ellos no tenían una vivienda insonorizada, no sabría qué hacer.
—¿Por qué necesita un piso insonorizado? —preguntó a su vez la agente, mostrando una expresión entre duda, confusión y sorpresa. 
Como ya estaba cansada de dar vueltas por una ciudad a la que llegó por obligaciones laborales, acabó pagando con esa mujer toda la frustración y el cansancio que sentía.
—¡Eso no te importa! Solo debes decirme si tenéis o no un piso con insonorización, con un aislamiento en las paredes suficiente para que los vecinos no escuchen nada de lo que sucede en el.
—Señorita no me levante la voz, y no me falte al respeto. —Amanda tuvo que morderse la lengua para no contestarle, pero estaba agotada mental y físicamente y solo quería encontrar de una vez un hogar en el que descansar unos días antes de retomar sus obligaciones en su trabajo—. Y para su información, no encontrará un piso de esas características en esta ciudad —sentenció, cerrando la carpeta de alojamientos en alquiler que tenía sobre la mesa. Había acordado una cita con una cliente que buscaba una vivienda de alquiler, no con una loca que deseaba encontrar uno insonorizado como si fuera una psicópata en busca de un lugar seguro para perpetrar sus crímenes, y de paso asegurarse que nadie escuchara los gritos de sus víctimas. 
—¿No hay? —susurró para sí misma, totalmente desanimada. 
—No, no lo hay, así que ya puede irse. —Le señaló la puerta con un mal gesto, mientras se levantaba de la incómoda silla, tras el mostrador.
—Que pase un buen día —murmuró Amanda dando media vuelta y saliendo de la agencia inmobiliaria. 
En cuanto piso la acera, alzó la mirada al cielo y estuvo a punto de llorar. ¿Ahora qué podía hacer? Estaba cansada de vivir en casa de su padre junto al resto de sus hermanas, necesitaba encontrar su lugar, un pequeño hogar en el que refugiarse cada día, intentando acallar y olvidar los recuerdos  que provocaba su trabajo. 
Pero sobre todo, quería alejarse de la apabullante presencia de sus hermanas, de todas ellas, harta de ser tratada como un trapo por no ser condenadamente perfecta como las demás. No era su culpa no ser rubia, alta y con unos espectaculares ojos azules. Su metro sesenta, sus kilos de más, su larga y rizada melena castaña y sus apagados ojos color miel, provocaron que tanto su niñez como su adolescencia estuviera plagada de burlas y desprecios de sus hermanas. Quince chiquillas que crecieron para convertirse en hermosas mujeres que sacaban el aliento a los hombres que las mirasen, y que no dejaron de presionarla y burlarse de ella por su físico. 
Ya estaba tan cansada de escuchar que a ella la debieron encontrar en un callejón pues no se parecía para nada al resto, que ya esperaba que fuera verdad. No quería tener nada que ver con ellas, ya no lo soportaba más. La familia estaba sobrevalorada, sobre todo si tienes una como la de ella, en la que el padre apenas tiene contacto con sus muchas hijas, y ellas se unen con un objetivo común: hacerle la vida imposible a Amanda, volcando la frustración y la sobrecarga de trabajo que cada una tenía, contra la más pequeña.
Necesitaba irse de casa, ¡ya! Alejarse de ese nido de víboras, y no regresar jamás. 
Comenzó a caminar sin rumbo fijo, sin ser capaz de admirar la belleza de una ciudad que la acogía con su magia llena de historia, con sus calles estrechas y sus edificios de apenas dos o tres plantas con fachadas que te transportaban a otra época. Amaba las ciudades como esa, que te llenaban de nostalgia, recordando tiempos mejores. Y en lugar de estar disfrutando de la magia de Edimburgo estaba a un paso de ponerse a llorar en medio de la calle. 
¿Qué iba a hacer ahora? Esa agencia era su última oportunidad después de haber preguntando a todos los negocios de la ciudad que alquilaban pisos. Había revisado también los periódicos en busca de anuncios que la llevaran a encontrar un nuevo hogar, mientras disfrutaba de un café bien caliente y unas galletas de mantequilla que iban a ser su perdición. Tenía que comenzar a controlarse, pues llevaba una semana atiborrándose con esas galletas cada vez que se sentía agobiada por la situación desesperada que estaba viviendo. 
Y es que...
¿Qué podía hacer una banshee, si por más que buscaba, no encontraba un piso insonorizado que acallase los mensajes que gritaba cuando su padre La Muerte le transmitía el nombre del condenado a morir? 
—No tengo más remedio que regresar hoy a la mansión —murmuró, sin ver realmente por dónde iba—. Eso, o dormir en la calle, y si lo hago…, puede que padre me envié un mensaje y… acabaría gritándolo ante testigos humanos, algo que  me puede enviar directa a calabozo o a un manicomio si me capturan —Tomar una decisión era complicada. Lo que menos deseaba era regresar a casa para escuchar las burlas de sus hermanas que en ningún momento creían que ella deseaba dejar atrás los lujos que ofrecía la mansión en la que vivían las mensajeras de La Muerte. Ellas opinaban que iba a fracasar y si regresaba iba a escuchar sus repelentes: “Te lo dijimos”. 
«Si me tengo que quedar en Edimburgo porque así padre me lo ha ordenado, tendré que encontrar una solución para la falta de alojamiento. Me niego a regresar con esas arpías. No quiero volver a verlas, no quiero escucharlas, no...»
El sonido estridente de su móvil atrajo la atención de los viandantes que pasaban por su lado, y la de ella misma, no todos los días escuchabas una melodía telefónica que no paraba de gritar:
“Peligro, peligro, son las putas las que te llaman. Peligro”.
Estuvo tentada a no coger la llamada, pero se acordó de las veces que hizo precisamente eso y como sus hermanas siguieron llamando cada pocos minutos llegando a llenarle el buzón de voz con mensajes del estilo de que le iban a quemar el ropero si no les hacía caso. 
Así que por no soportarlas, acabó aceptando la llamada.
—¿Qué es lo que queréis? —preguntó a bocajarro sin ganas de perder ni un segundo con ellas. Tenía cosas más importantes en qué pensar y lamentar. 
—Queríamos preguntarte si ya habías encontrado un piso para ti, o no. 
—¿Y ahora qué bicho os picó para interesaros por mi vida? —cuestionó de mala gana. Enfurecida con sus hermanas. ¿Ahora era cuando iba a escuchar el maldito: te lo dijimos?
—¿Qué pregunta es esa Amanda? ¡Claro que nos preocupamos por ti! Eres la pequeña y...
Se escuchó otra voz y como dos personas luchaban por el teléfono, al final Gina perdió la batalla y acabó Lina ganando, una de las hermanas mayores, quien muchas veces llevaba la voz cantante en todas las travesuras y burlas que le hicieron.
—Si eres tan reacia a darnos una respuesta, Amanda, es que no has encontrado nada y regresas a la mansión con el rabo entre las piernas. —Las carcajadas de Lina la sacaron en quicio, llegando a tentarla a acudir a la mansión y mostrarle sus avances en defensa personal. Apenas llevaba una semana acudiendo a clases de defensa personal pero esperaba poder enseñarle una llave o dos para tumbarla al suelo, y presenciar por primera vez en su vida cómo se quedaba sin habla. 
Antes de que llegara a pensarlo, como en muchas veces le ocurría, su lengua fue más rápida que su mente, y acabó soltando:
—Pues por una vez te equivocas, Lina. Si que tengo casa donde quedarme, así que no me esperéis despiertas porque ya me he independizado. 
Se escucharon gritos de sorpresa que resonaron como un eco. Así que su hermana había puesto el manos libres, seguro que esperaba que confesara que no había conseguido encontrar un piso, y así burlarse todas de ella. 
—¡No puede ser!
—¡Al final se larga!
—¡Cómo se atreve a dejar la mansión! Ninguna banshee la ha dejado jamás fuera de nuestras vacaciones o de nuestros trabajos, debemos permanecer unidas siempre.
—Seguro que está mintiéndonos...
Amanda aguantó el aire unos segundos antes de soltarlo lentamente, deseando poder acallar esas molestas voces. Quince mujeres gritando al mismo tiempo unas a otras resonando sus chillidos a través del teléfono, era lo más molesto que había escuchado en mucho tiempo. 
—¡Callaos ya, todas! Me tenéis harta. Sois como viejas cotillas sin vida propia que disfrutan jodiendo a los demás. —Se hizo el silencio tras sus palabras. Lástima que duró muy poco pues en nada volvieron a gritar, esta vez más alto y con más furia, resonando palabras malsonantes en varios idiomas que la llamaban de todo menos bonita—. ¡Basta! No me volváis a llamar, no quiero saber nada de vosotras. Dejadme en paz.
Colgó sin esperar respuesta. Y en seguida apagó el móvil al leer en la pantalla “zorras llamando” y al volver a escuchar el estridente y llamativo politono que puso al número de la mansión. Por suerte su padre cuando quería contactar con ella solo tenía que aparecerse en sus sueños para transmitirle el mensaje que a su vez como banshee tenía obligación de hacer llegar a quien estaba destinado a morir, o directamente le enviaba una orden a su núcleo mágico, desde donde las palabras de La Muerte se expandían y resurgían en forma de alarido. 
Sí, su familia era disfuncional y muy extraña, y los lazos de sangre que los unía a todos eran más bien pesadas cadenas que la mantenía presa en un trabajo que odiaba, presenciando cómo su padre se dirigía a ella solo como su jefe, sin ofrecerle el consuelo que tantas veces necesitaba.
«Realmente no son mi familia», se dijo convencida de sus palabras. Lamentando que esto fuera verdad, pero no le había quedado más remedio que aceptar que era la realidad de su vida. Había nacido porque a La Muerte le hacía falta una banshee más ante la natalidad de los humanos que no dejaban de procrear y criar como conejos, pero no creó a una nueva hija de la nada por amor, sino para ser su mensajera, su empleada, un número más en su plantilla. 
—¿Y ahora qué hago? —se preguntó en voz baja, mirando el suelo. No le quedaba otra cosa que improvisar, ya que lo único que tenía claro era que no iba a regresar a la mansión—. Ya soy mayorcita para sacarme las castañas del fuego... —recitó una expresión coloquial que le gustaba mucho emplear pues muchas veces se sentía como esas pequeñas castañas: redondita, apagada, y a fuego lento, vuelta y vuelta a un paso de reventar.
Levantó la cabeza y contempló el cielo. Para ser diciembre el tiempo acompañaba y no se veían nubes de lluvia a simple vista. Perfecto..., no quería acabar en medio de una lluvia torrencial si optaba finalmente por la opción de acampar.
—Será mejor que vaya a tomar un café bien cargado..., me queda una larga noche por delante —comentó, notando cada vez más el peso de la mochila que llevaba al hombro donde empaquetó sus más preciadas posesiones con la esperanza de encontrar cuanto antes un buen lugar donde vivir. 
Las otras noches cuando se veía obligada a regresar a la mansión teletranportándose hasta el averno, sentía una derrota que la ahogaba y provocaba que pasara horas llorando encerrada en su cuarto, sintiendo la derrota rasgándole el corazón. Ahora, esa derrota se posicionó sobre su espalda, como una pesada carga que le recordaba que no había conseguido nada más que engañarse a sí misma y a sus hermanas... Su vida seguía siendo igual, una banshee con un trabajo que odiaba, con más sueños que posesiones, y con deseos que se tornaban en auténtica necesidad que la arañaban desde dentro buscando salida a la gris existencia en la que vivía.
Quería vivir. Poder ser como una de esas mujeres a las que tanto admiraba en las series de TV de los humanos, fuertes, decididas, con las ideas claras y capaces de comerse el mundo y conseguir al mejor hombre de la tierra que bebía los vientos por ellas, y estarían dispuestos a morir por protegerlas. La realidad era bien distinta..., y cada golpe que sufría añadía una nueva piedra a su condena de soledad. 


Tres horas más tarde


—Señorita, me temo que tengo que pedirle que abandone el local, estamos a punto de cerrar.
Amanda estuvo a punto de caerse al suelo al escuchar la voz de un hombre a su derecha. Dejó el periódico que estaba leyendo ya por tercera vez esa tarde, y alzó la mirada para encontrarse con un cabreado camarero que a duras penas ocultaba el malestar que estaba sintiendo. 


Y no era para menos, por culpa de clientes como esa chica se veía obligado a hacer horas extras. Ya tendría que haber cerrado hacía media hora, pero por culpa de ella no podía hacerlo. Así que se puso a barrer ruidosamente para ver si la joven se enteraba que había llegado la hora de largarse. Movió sillas y mesas sin conseguir que levantara la cabeza del maldito periódico, que estaba más que arrugado de tantas veces que lo leyó desde que entró en la cafetería. Con un mero café había pasado más de tres horas sentada en la misma postura acaparando la prensa e ignorando todo lo que sucedía a su alrededor. 
—¿Me entiende? Tengo que cerrar y es hora de que se vaya a casa, señorita —volvió a inquirirle, apretando con fuerza el mango de la escoba. Solo le quedaba limpiar el espacio que ocupaba la mesa en la que estaba ella, revisar las ganancias del día, guardarlas en la caja fuerte y por fin, podría irse a casa a descansar. 


Amanda enrojeció al ver que había pasado tanto tiempo ensimismada en sus pensamientos y revisando con desesperación los anuncios de alquiler de los periódicos. No se había percatado del paso del tiempo. Hasta miró los anuncios en los que buscaban una compañera para compartir piso, aún sabiendo que no duraría más de una semana, pues la expulsarían en cuanto escucharan el primer grito de la muerte. 
¿Su padre no podía haber hallado otro modo de enviar un aviso a la persona que el destino marcaba que le había llegado su hora? No sé,.. ¿tal vez una aparición en sus sueños en plan fantasma y susurrándole que estaba maldito y que se acercaba el día de su muerte? ¿O visiones de su propia muerte o…?
Pues no. Su padre tenía un humor retorcido cuando dictaminó que sus hijas serían las que retransmitirían sus palabras a través de gritos que llegarían a los que estaban señalados con la maldición de la muerte prematura. Lo gracioso del asunto y lo que le causaba tantos problemas, era que el grito podría escucharlo quienes estuviesen a su alrededor, además de la futura víctima. 
Así no había modo que nadie quisiera compartir casa con una mujer que se ponía a gritar de madrugada, a partir de las doce de la noche que era cuando su padre decidía “llamar” a los condenados; varias veces a la semana, durante unos segundos, con unos chillidos agudos y desgarradores que transmitían el miedo y el dolor que el receptor experimentaba al escuchar su voz. 
No comprendía por qué debía captar los sentimientos del receptor del mensaje, por qué debía sentir su dolor, su miedo, sus dudas, su incredulidad o hasta sus risas creyendo que no era más que un mal sueño o una broma de mal gusto. Su padre nunca quiso explicarle los motivos, y tras preguntarle varias veces sin conseguir una respuesta clara, optó por pasar del tema y aceptarlo tal y como era. 
Estaba condenada a ser una chillona sin remedio, enviando mensajes a personas en todo el mundo que recibían su desgarradora voz como un eco que los envolvía poniéndoles la piel de gallina y haciéndoles sentir miedo. 
«Tal vez llegó la hora de buscar un hogar a las afueras, en el campo, aislada de todo el mundo aunque me..., haga daño la soledad...», pensó varias veces mientras leyó una y otra vez los anuncios de los periódicos. 
Ella prefería vivir en plena ciudad o en uno de los barrios de las afueras, no en medio del monte, completamente sola. Deseaba encontrar un lugar donde ser ella misma, donde poder sentir que encajaba como una pieza perfecta, poder tener un grupo de amigas con las que divertirse y hasta..., hasta... enamorarse.
Estuvo a punto de reír en alto pero no lo hizo al tener enfrente al joven camarero que seguía mirándola con molestia y algo de rabia. 
Al ver que este seguía esperando, acabó disculpándose, mientras recogía la mochila y se la echaba al hombro:
—Lo siento, mucho se me pasó el tiempo volando. Gracias por su paciencia —le dejó un billete de cinco libras sobre la mesa, y abandonó el bar en silencio, mientras escuchaba el ruido de las sillas al moverse y el susurro de la escoba al rascar el suelo. 
Al salir al exterior, tembló de frío. Ya era de noche y se notaba la bajada de temperatura. Sin pararse a pensar caminó hacia Calton Hill atravesando la calle Leith, que a esas horas de la noche estaba vacía. 
Descansaría en uno de los bancos del parque, ya que así le quedaban a mano los baños públicos del cementerio, los únicos a los que acudir ante una emergencia sin tener que pagar una libra. Además..., tendría las mejores vistas de la ciudad, recortada por la noche e iluminada levemente por las farolas que tintineaban en las calles. 
Podría descansar mirando el cielo estrellado, mientras pensaba seriamente el siguiente paso a dar. Tendría que tomar una decisión pronto, y cambiar su plan inicial. No le quedaba otra que refugiarse en una pequeña casita de campo sin vecinos a su alrededor que pudieran llamar a la policía o a emergencias si escuchaban sus alaridos. 
Ser una banshee era una broma del destino, aislándote del resto del mundo, y obligándote a percibir y sentir el dolor ante la muerte de miles de extraños al año. Tal vez debía seguir el consejo de sus hermanas y aceptar de una vez que era una mensajera de la muerte, pero ella deseaba mucho más. Poder vivir una de las alocadas y apasionadas aventuras que leía en las novelas románticas que devoraba con avidez. Adoraba el género romántico, y agradecía que en las últimas décadas se publicaban cada mes decenas de novelas de amor, sumergiéndote en un mundo en el que el corazón gobernaba sobre la razón y las almas gemelas acababan unidas para siempre. Le gustaba que tuvieran un final feliz y le hicieran reír, y dentro de estas adoraba las que escribía Dark Moon,  una autora desconocida que conseguía transmitir todo lo que ella deseaba sentir y experimentar: amor, deseo, pasión, amistad, aventura..., no solo un vacío interior que la acompañaba desde hacía siglos, desde el instante en que su padre la creó. 
Que la llamaran ilusa, no le importaba, ¿quién no quería vivir un amor eterno de película o de novela rosa? 
Quien dijera que no, mentiría. Ella sí lo deseaba, con todo su...
—¡Te voy a arrancar el corazón, maldito cabrón!
Amanda jadeó en alto al encontrar frente a ella una pelea entre tres hombres. Tan ensimismada iba en sus pensamientos que no se percató de nada hasta casi estar en medio de la refriega. 
Dio unos pasos hacia atrás tentada en dar media vuelta y echar a correr, gritando auxilio para ver si alguien acudía al parque para detener la lucha, pero se lo pensó dos veces al ver que dos hombres estaban pateando al tercero quien estaba tirado en el suelo. 
«Cobardes», pensó al ver eso, dejando caer la mochila al suelo para aligerar peso antes de tomar aire, y echar correr hacia ellos.
—¡Deteneos! —exigió moviendo los brazos hacia arriba para atraer la atención sobre ella, y dejaran así de patear al pobre que estaba tirado en el suelo. Este estaba de espaldas a ella y no lo podía ver bien, pero por los temblores de su cuerpo estaba malherido y sufriendo de la paliza que le habían dado. 
Como esperaba, los dos atacantes se quedaron inmóviles durante unos segundos antes de echarse a reír, señalándola con gestos burlescos.
—Lo que nos faltaba..., Juana de Arco hace su aparición como una dama de la guerra salvando a los inocentes —se burló el más alto de los dos, mirándola con desdén en los ojos, y mostrando una mueca espeluznante que debía ser una sonrisa. 
Amanda estuvo a punto de cumplir su plan inicial y echar a correr al ver esos colmillos prominentes asomar entre los resecos y finos labios del hombre. Los reconoció por lo que le contaron sus  hermanas de sus encuentros con inmortales. Eran hombres lobos.  Y cuando el viento cambió de dirección, pudo olerlos..., a perro mojado que echaba para atrás, a punto de provocarle náuseas y unas terribles ganas de vomitar. 
—Mmm, perfecto, después de destripar a este bastardo jugaremos un rato contigo... —exclamó el otro lamiéndose los labios y devorándola con la mirada.
Asco. Fue lo que sintió. Puro asco con ganas de echar hasta la primera papilla. 
Pero no podía irse, no podía dejar que esos perros acabaran con la vida del hombre que estaba en el suelo malherido. Además de perro mojado olía a sangre y el hombre, pese a que los otros habían dejado de golpearlo, no se movía. Seguía tendido boca abajo en la tierra, en medio del parque, a la tenebrosa sombra que proyectaban los árboles con la luz de la luna. 
Debía salvarle. 
—¡Ni se te ocurra acercaros a mí! —les gritó al ver que comenzaban a moverse hacia donde estaba ella, uno por un lado y el otro colocándose al contrario, rodeándola—. ¡Tenéis que iros ahora mismo! Dejadnos tranquilos —señaló al hombre herido para que comprendieran a qué se refería por si los chuchos eran incapaces de razonar.
—Oh, oh, la gatita está mostrando las garras... Pero no te preocupes, que enseguida te vamos a mostrar tú lugar...
—Sí, eso, de rodillas ante nosotros, mientras nos la chupas —acabó  la frase el más bajo, riéndose de sus propias palabras, regodeándose de lo que tenía en mente hacerle. 
Amanda apretó los dientes con rabia. Ese día ya había llegado a su tope. Ya era imposible que le pasara algo peor, bueno sí que lo era, pero no quería ni pensar que esos dos perros se salieran con la suya y acabaran con un hombre para luego violarla como pretendían hacerlo. Estaba cansada de ver pasar la vida, de esperar un cambio que no llegaba, era el momento de tomar el control sobre su existencia, de ser la protagonista absoluta, de...
—¡AHHH! ¡AHHH! —berreó empleando todo poder, consiguiendo de esta manera que los lobos cayeran de rodillas gritando a su vez de dolor. 
—¿Qué es eso? —preguntó uno de ellos, intentando acallar la voz de la mujer tapándose las orejas. Los hombres lobo tenían muy buena audición, y esos chillidos le estaban destrozando la cabeza, se sentía como si le estuviesen golpeando una y otra vez con un bate de béisbol.
—¡Me está rompiendo los tímpanos! ¡Hazla callar!
—No, hazlo tú... ¡Joder!
Amanda no se detuvo pese a ver como los dos hombres lobo se retorcían de agonía, comenzando a sangrar por los oídos y los ojos. El grito de una banshee no solo era un conducto para los mensajes de La Muerte, también era un arma poderosa con la que se podían defender en casos extremos, pues si llegaban a matar a alguien, al cabo de unas horas sentirían en su cuerpo el dolor infringido a su víctima. De esta manera su padre se aseguraba que no emplearan su poder a capricho, sino solo en casos de pura necesidad. Una banshee no quería sufrir el dolor de su víctima, sentir la  muerte en su carne. 
«Dentro de unas horas voy a sufrir..., y todo por un desconocido», pensó ella sin dejar de potenciar su voz, apuntando en todo momento a las cabezas de los lobos, si se desviaba un poco podría dañar el hombre que estaba malherido a escasos metros de los chuchos. «Mi padre me va a matar...», ironizó, a punto de reírse en alto. 
¿No quería comenzar una gran aventura en la que ella era la protagonista? 
Pues oye..., lo estaba haciendo..., de sin techo a causa de su profesión, a guerrera salvadora de un hombre al que no conocía de nada y no iba a recordarla, pues estaba tirado boca abajo perdiéndose su momento de gloria.
Pero valía la pena. Sí que lo hacía, mientras estaba dándoles su merecido a esos perros, se sintió más viva que nunca. 
Al fin su poder valía para algo más que ser el teléfono privado de su padre.
A ver si más tarde esto... le servía de algo cuando estuviese retorciéndose de dolor, sintiendo todo lo que esos lobos estaban padeciendo... Pero por el momento, era una super heroína, sin capa, con una mochila vieja a unos metros de ella, unos pelos rizados con los que parecía que había metido los dedos en un enchufe y…, una potente voz con la que puso de rodillas a esos dos.
«¿Ahora quien os va a chupar?, chuchos», se burló sin dejar de amplificar su chillido, sin sentir remordimientos por lo que estaba haciendo. 




Capítulo dos




Silenció su poder cuando los vio caer al suelo, vomitando sangre entre sus entreabiertos labios, contorsionados por el dolor. Eran dos despojos de lobo que se retorcían en la inconsciencia a causa del shock producido ante los decibelios que les destrozaron la cabeza por dentro. Si llegaban a sobrevivir a la exposición del grito de la banshee, mostrarían signos de degradación mental.
No pudo evitar sentir lástima por ellos, pero enseguida acalló ese sentimiento al ver el estado en que se encontraba el hombre al que decidió salvar. 
Corrió hacia él pasando al lado de los dos chuchos, y se arrodilló a su lado, dándole la vuelta con dificultad. Era un hombre alto y pesado, con un cuerpo acostumbrado al ejercicio por lo que podía ver, ya que el destrozado traje que vestía estaba pegado a la piel mostrando más de lo que debiera. 
En cuanto lo tuvo boca arriba apoyó la cabeza en su pecho, buscando un indicio de que su corazón latiese. Suspiró aliviada al escuchar el rugido de los latidos retumbando con fuerza. 
—Menos mal que sigues vivo —susurró apartándose de él para comprobar sus heridas—. Debería llevarte al hospital y...
No pudo continuar. Se quedó sin habla cuando le miró a la cara. Era..., no sabría muy bien cómo definirlo. Eran todos sus sueños hechos realidad. Como si alguien hubiera entrado en su mente y hubiera cogido pedacitos de sus más ardientes fantasías para crear al hombre que tenía ante ella. 
Dejando de lado el deseo que le provocaba, se centró en revisar su cuerpo buscando heridas graves. Con horror comprobó que tenía varios cortes profundos que parecían cuchilladas en el abdomen, y respiraba con dificultad. Le habían golpeado hasta que no soportó más la presión, apagándose y sumergiéndose en las sombras del dolor. 
—¿Y ahora qué hago? —Ella no poseía una fuerza sobrenatural para poder levantarlo del suelo, ni podría arrastrarlo por el parque por temor a empeorar su salud—. Espero que tengas un móvil —musitó rebuscando en los bolsillos del pantalón, sonriendo al encontrar lo que buscaba. Un teléfono de última generación que gritaba por todos lados que era un artículo de lujo—. Si tienes contraseña te juro que te diré cuatro cosas cuando despiertes. —Siguió hablando sola, muerta de miedo. 
Esos lobos podrían tener amigos cerca que los buscaran al ver que no aparecían, o cualquier otra criatura inmortal podría aparecer al oler la sangre. En cualquier caso, estaba jodida. ¿Cómo iba a explicar su presencia en medio de lo que parecía un campo de batalla? Sobre todo porque las banshee olían a humanas para poder camuflarse entre los mortales cuando tenían que dar un mensaje. Los otros inmortales no tenían tratos con ellas, es más, muchos creían que no eran más que una leyenda urbana, que no existían, muy pocos habían tenido el placer o la desgracia de verlas..., pues los pocos que consiguieron conocerlas..., también acabaron conociendo a La Muerte. 
Suspiró aliviada al comprobar que no tenía contraseña, que pudo encender el móvil con facilidad presionando un botón que tenía en un costado. Estuvo a punto de resoplar al ver a una rubia con tetas de silicona saludando desde la pantalla. Lo debía de haber supuesto, hombres cómo ese se unían a mujeres salidas de los sueños húmedos... o más bien de las páginas de Playboy. 
Rebuscó en la agenda para ver si alguno de los números ponía familia, pero como no podía ser de otra manera..., todos eran de mujeres..., y dudaba que “Tetas 95” o “Culo prieto” se animaran a acudir de madrugada al parque para ayudarla a transportar al hombre hasta un coche, y llevarlo a un hospital. 
—Será mejor que llame directamente a urgencias —declaró, tecleando el número de emergencias. Esperó los tres toques antes de suspirar al escuchar la voz de una mujer al otro lado.
—Emergencias, ¿dígame?
—Hola, buenas noches, me llamo Amanda y os llamo porque he encontrado a un hombre inconsciente... —Se quedó mirando a los lobos que tenía frente a ella. Si llegaban los humanos los encontrarían..., si había autopsia podrían encontrar indicios de alteración genética por culpa de su condición lupina, si... 
¿Por qué era tan complicado salvar la vida de un hombre? ¿Por qué demonios tenía que ser tan racional y pensar en las decenas de posibilidades que se presentaban ante ella? Simple, porque como banshee tenía muy presente a la muerte en su vida, y había visto las consecuencias de las malas decisiones o del destino... No podía dar un paso sin pensar en qué derivaría ese paso. Era desesperante comerse la cabeza por todo, tendría que comenzar a vivir un poco más y dejar de pensar tanto en lo que podría ser, porque lo único que conseguía era perder el tiempo y ver pasar los días siendo todos iguales. 
—¿Señorita, se encuentra ahí? ¿Le ocurre algo al hombre? ¿Estáis bien?
La voz de la mujer la devolvió al presente. Cogió el móvil con fuerza entre sus manos y balbuceó sin saber muy bien qué hacer...
—Sí bueno, yo estoy bien pero él no, está inconsciente y creo que lo han apuñalado y...
—Denos su dirección y enviaremos una ambulancia, ¿necesitas presencia policial?
Antes de que llegara a responder escuchó un crujido a su espalda, y al momento sintió el contacto de un frío metal en su nuca, algo que la paralizó. 
Se estremeció cuando escuchó una ronca voz, ordenarle:
—Cuelga ahora mismo mujer, o te pego un tiro.
Al otro lado de la línea también debió de escuchar la amenaza porque comenzó a gritar que iban a enviar policía y que estaban rastreando la llamada. No le dio tiempo ni a colgar ya que el hombre que la amenazaba le quitó el teléfono de las manos, y lo rompió.
Amanda estuvo tentada a darse la vuelta y mirar al que la estaba amenazando, pero sentir el metal en su nuca la tenía paralizada. No sabía qué esperar de ese hombre. Tal vez fuera un amigo de los lobos o...
—Lo vuelvo a hacer —susurró para sí misma, muerta del miedo y ahogándose con los nervios.
No se percató que lo hizo en alto hasta que escuchó la voz de él:
—¿Qué hiciste de nuevo? ¿Qué ha sucedido aquí? ¿Eres tú la que ha malherido a Niall? 
Amanda negó con la cabeza, jadeando al notar cómo el metal le arañó la piel. Era un cuchillo, con un filo peligroso. Aquello podría matarla, o más bien enviarla de cabeza a los dominios de su padre, y estaba segura que este al enterarse de su trágica muerte la acabaría atrapando en el inframundo para siempre con tal de protegerla. Una banshee que no era capaz de protegerse en el mundo mortal no merecía andar libre entre los mundos. La Muerte no podía mostrar piedad o debilidad ante los inmortales, quienes se creían inmunes a ella. Toda criatura inmortal además de los mortales, estaban obligados a presentarse ante él, cuando sus destinos se cortaban abruptamente. 
—No, no conozco a ese Niall —reconoció, aunque tenía sus sospechas. Pero el miedo hablaba antes que la razón.
—¿Cómo que no lo conoces? No te atrevas a mentirme. Es el hombre que estás tocando ahora mismo.
«Lo suponía», pensó Amanda, con temor. Si ese extraño creía que era la causante de las heridas de Niall estaría en problemas. 
—Yo solo vi a esos dos. —Señaló con un gesto a los hombres lobo que estaban a unos metros—, golpear a este hombre. —Esta vez señaló al que estaba a su lado, rozándole el pecho con las manos—. Me acerqué y...
El extraño la arañó al reírse tras ella, poniéndola nerviosa al sentir la sangre deslizarse por su nuca.
—¿Me estás intentando decir que detuviste a dos...? —Amanda escuchó como el extraño olisqueó el aire antes de continuar—... ¿dos hombres lobo tú sola? Una..., humana. ¡Mientes, mujer! Y tus mentiras te costarán caras.
—¡Que no miento, narices! —explotó Amanda, dándose la vuelta, alejándose del cuchillo al quedar tumbada sobre el desmayado. Desde su posición se quedó sin habla al ver al hombre que la estaba amenazando. Era... impresionante, no tanto como el hombre al que estaba tocando y en el que estaba medio tumbada sobre él, pero reconocía que era hermoso y peligroso... Con un aire que le recordaba a alguien y...— ¡Oh! ¿Eres familia de él? ¡Le puedes ayudar por favor! Estoy preocupada. —Ignoró el cuchillo y se puso a mostrarle las heridas en el abdomen que parecían a cuchilladas —..., aquí tiene varios cortes que tienen mala pinta, y cuando llegué esos dos le estaban pateando. No ha despertado desde que estoy y...
—¡Aparta! —gritó él, agachándose ante ella y tomando al otro en brazos. 
Amanda se quedó paralizada, sin saber qué hacer. Antes estaba preocupada por el paso a dar, y ahora parecía que el destino le había resuelto la duda presentándole a uno de los parientes del malherido, pero... ¿Por qué sentía ese vacío tan horroroso en el corazón al ver como el extraño la alejaba del hombre al que salvó la vida? 
No lo comprendía y por desgracia no tuvo tiempo a pensarlo detenidamente al ver que el extraño se alejaba dando largas zancadas.
—¡Espere! —le gritó, poniéndose en pie, y corriendo tras él. No podía dejarla atrás de esa manera. Ella tenía que saber si iba a recuperarse, quería poder hablar con el malherido, con Niall, ver sus ojos, poder... escuchar su voz…
—No me sigas, mujer. No se vuelva a acercar a mi hermano —observó a los lobos y luego a ella, enviándole una mirada llena de desprecio, rabia y odio—. No tengo tiempo para preguntarte tu papel en el estado de Niall, por suerte para ti, porque te iba a sonsacar la verdad... aunque fuera por las malas —la amenazó antes de desaparecer en la noche, teletransportándose allá donde se dirigiese.
Amanda estuvo a punto de echarse a llorar al verlos desaparecer envueltos en una nube oscura que los engulló. En cuestión de milésimas de segundos se encontró sola en el parque, rodeaba de árboles que siseaban y se movían al son del viento, con el único sonido de los animales e insectos que se removían nerviosos a su alrededor. 
El vacío se hizo más profundo cuando dio media vuelta para ir en busca de su mochila pasando al lado del charco de sangre que dejó el malherido.
—Ojala se recupere —dijo, sintiendo las lágrimas deslizarse silenciosas por sus mejillas, empapando sus sonrosados y carnosos labios, probando el amargo sabor de la preocupación y de la rabia. Era ella quien le salvó la vida, quien detuvo a los lobos antes de que lo mataran a golpes, y ahora... la habían desechado como a un pañuelo viejo e inservible. ¿Dónde estaba el hermano, cuando Niall estaba en peligro? 
 Recogió la mochila y se la colgó al hombro antes de echarle un último vistazo al lugar. El comienzo de su nueva vida no estaba resultando cómo esperaba. No había flores ni sonrisas, ni un hogar al que regresar, no había chocolate caliente en una taza, ni un abeto para decorar por Navidad..., solo había silencio, un frío invernal y un hondo vacío en su corazón que amenazaba con ahogarla.
Llorando en silencio se alejó del parque, tomando rumbo al cementerio. Ignorando los gritos y chillidos de los muertos, las almas que quedaron atrapadas en esa tierra, a causa de las ejecuciones por brujería y de los condenados a muerte. 
Uno de sus dones era la capacidad de ver los fantasmas que vagaban por la tierra atados a esta por algún motivo, bien por el dolor, la rabia, el odio, el amor... Y por desgracia desde que llegó a Edimburgo mirase a donde mirase, veía muertos. Caminando lentamente por las calles, con una mueca en sus pálidos rostros y arrastrando los pies sin ver por dónde iban, vagando por siempre donde murieron al ser incapaces de desprenderse de lo que les ataban a la tierra, al mundo de los mortales. Aquella ciudad estaba cargada de historia, de magia y de dolor. 
Los humanos tenían mucha suerte al no ser capaces de ver lo que pasaba en sus calles, en cada esquina, en las casas pues muchos la miraban desde sus ventanas..., pero Calton Hill... la sobrepasaba. El dolor que percibía en esas almas, la abrumaba. Debía llegar a camposanto, allí el silencio era absoluto, allí nadie la molestaría con sus miradas, o la seguirían con esos espectrales ojos como si quisieran ayuda pero no se atrevían a pedirla a una de las hijas de La Muerte. Y tenían mucha razón, ella no podía ayudar a nadie. Una vez que un alma quedaba atrapada en la tierra, debía ser el propio fantasma quien se librara de sus cargas, de las cadenas que lo ataban para poder encontrar la paz, para liberar su alma y avanzar. 
Necesitaba remojarse la cara con algo de agua y en el cementerio, a los pies de la colina Calton, era el único lugar que conocía que disponía de baños públicos gratuitos. 
Luego..., seguiría caminando por la ciudad como el alma en pena que se suponía que eran las banshees, no le quedaba otra que caminar y caminar, alejándose de sus demonios internos, sin rumbo fijo al que llegar. 





Y hasta aquí la entrada de esta semana, espero que la próxima sea para avisaros que ya está Un dragón para Navidad a la venta. Cruzaré los dedos para que las musas me ayuden y no surja ningún imprevisto que me mantenga alejada de mi portátil. 


Pasad  una buena Semana Santa, cuidado con el coche si vais de viaje, viajad con calma y disfrutad mucho de estas mini vacaciones. 




Sediento de amor y Rapunzel en papel

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Que ilusión más grande dar recibir un paquete a tu nombre y más cuando sabes que estás esperando unas novelas. En cuanto abrí el paquete casi salto de la alegría, porque han quedado PRECIOSOS. Lo primero que sentí fue orgullo porque los escribí yo, y lo segundo agradecimiento, porque sin la ayuda de mis amigas no habrían sido posible. 

Quiero agradecer a Lorraine Cocó la hermosa portada que hizo para Sediento de amor, ha quedado de lujo, es perfecta, con unos acabados impresionantes y muy profesional. Destaca desde lejos. Muchas gracias por tu amistad, por los ánimos que me das para que continúe con mi sueño que es escribir y publicar, y por todo lo que haces por mí. 

¡Gracias!








También quiero agradecer a mi gemela malvada, Nádia, por tu amistad, por todo lo que haces por mí, por todo el trabajo que realizaste con Beleza sombría, que ha quedado de lujo. Muchas gracias, guapísima. 





Y por último, quiero agradecer a mi amiga Cristina Oujo, una gran mangaka y autora de romántica young adult, Gracias por tu amistad, por todos los buenos momentos que pasamos juntas hablando de doramas, mangas, anime, libros y todo en general. Eres una gran mangaka y autora, no lo olvides nunca y sigue luchando cada día por tus sueños. 

Gracias Cristina por animarte a ilustrar Rapunzel, nuestro primer cuento infantil, que espero que no sea el último. 








Gracias a todas, chicas.



Si queréis Sediento de amor o Rapunzel en papel os dejo los links de compra. 

El de Sediento de amor como podéis comprobar en las imágenes, es en edición de bolsillo, con un acabado profesional y preciosa, y el color del papel es crema (el blanco no me gusta para las novelas, para los cuentos sí, pero para las novelas no, me cansa un poco la vista). 




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El de Rapunzel, es en formato DINA5, con papel de color blanco y las ilustraciones a todo color. Es una nueva aventura de Rapunzel, que ha sido criada por la bruja Amanda y tiene una mascota mágica, el gato Tom, que como todo gato mágico cuando se le acaban sus siete vidas se convierte en brisa para seguir haciendo trastadas por el mundo. 




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Espero que os animéis a leerlos, aunque sea en ebook. Ya me diréis si os gustó. Los dos son autoconclusivos. 

Y hasta aquí la entrada de hoy. Pasad una buena semana. 



Sediento de amor... ¿Aún no conoces al tritón Nathaniel?

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¡¡¡Buenos días a todas!!!

Espero que esteis pasando un buen día, hoy por fin encuentro tiempo para actualizar el blog y esta vez lo quiero hacer compartiendo con todas la ficha de una novela sencilla, hermosa, tierna y muy romántica:

Sediento de amor.





Le tengo mucho cariño a esta historia (la verdad es que como autora se le suele tener cariño a nuestras novelas jajaja, pero hay algunas que me gustaron más que otras, que disfruté mucho más escribiéndolas o que estoy contenta en cómo quedaron) y tiene una historia, pues iba a ser parte de una Antología de criaturas sobrenaturales pero al final como no me dio tiempo, la acabé publicando como novela propia. 

Si ya la habéis leído, os recomiendo que vayáis a vuestra cuenta de Amazon, Gestión contenido dispositivos y busquéis la novela (en el buscador ponéis el título y ya os lleva a ella) para poder descargar totalmente GRATIS la actualización, bien a través del pc (os recomiendo esto, es más rápido, la descargáis al pc y luego la añadís al kindle por cable usb, y si leéis en el móvil en epub con el calibre la podéis transformar que no tiene DRM) o directamente la podéis descargar al kindle con la opción actualizar contenido. 

Porque la segunda edición ha sido corregida y ampliada un poquito (unas cinco o seis páginas). Es la misma historia, pero la he corregido gracias a la ayuda de mi correctora.

Este año, como ya sabéis si me seguís por Facebook, quiero corregir todas mis novelas, porque estos años he aprendido, he mejorado (o lo intento) y quiero pulir mis anteriores novelas para poder seguir adelante, para poder ofrecer la mejor calidad a mis lectoras. 

Si las tenéis en papel, no hay problema, me enviáis un email o un mensaje desde Facebook, me mostráis una foto de la novela en papel, o la factura de compra de Amazon y os regalo el ebook de la novela en cuestión (por ejemplo: ahora mismo estoy corrigiendo a fondo El guerrero de mi destino, si la tenéis en papel, hacéis lo que os comento y os envío de regalo la novela en ebook) para que podáis leer la actualización.

No voy a subir los precios de las novelas, aunque las correcciones me están costando dinero (sí, las correctoras cobran por su trabajo, como es normal), y espero que me perdonéis tantos cambios, ediciones, etc, pero cada año aprendo algo nuevo, intento pulir mi estilo y quiero ofrecer la mejor calidad a quienes se animen a leerme. 

Mis futuras novelas ya saldrán publicadas, es decir, NO tendrán segundas ediciones, esto solo lo haré con las primeras que publiqué en mi carrera de escritora. 

Y ahora, tras este tostón..., os recomiendo leer esta semana Sediento de amor. 



Y para quienes aún no conocen a Nathaniel..., os dejo los primeros capítulos. La novela está en ebook y en papel (edición bolsillo)






Prólogo


Nathaniel se enorgullecía de su valor y de su fuerza, y se vanagloriaba de sus virtudes sonriendo con orgullo a quienes les rodeaban. A pesar de ser un tritón de tan solo ocho veranos esgrimía el bluirt con maestría siendo capaz de superar a sus compañeros de entrenamiento. Era el orgullo de sus profesores y el mayor tesoro de sus progenitores. Se esforzaba cada día con ser el mejor, luchando contra la debilidad, forzando a su cuerpo hasta el límite. Deseaba contentar a todos, que le miraran con orgullo y asintieran satisfechos ante sus logros, pese a que no dejaban de echarle en cara sus debilidades. Todos esperaban mucho de él, pues era el heredero a la corona del Reino Atleintais, un título que conllevaba muchas responsabilidades, sin importar la edad que tuviera. Era un príncipe, y como tal, debía comportarse cada minuto del día como el heredero del Reino, olvidándose de las trastadas y de los juegos más propios de su edad.
Nathaniel, era el hijo mayor del rey Doivar y como tal luchaba y se esforzaba día a día para alcanzar a su padre. Iba a ser el próximo rey Tritón, y desde que era un infante se lo habían repetido día tras día para alentarle en su entrenamiento. Cuando fuera adulto aceptaría un cargo que conllevaba una gran responsabilidad, y en el que se necesitaba poseer una fuerte determinación. En sus manos tendría el báculo de poder que portaba en todo momento su padre, y con el cual sería capaz de manejar las mareas y el oleaje de los océanos. Un poder que podía destruir no solo su mundo, sino también el de la superficie. Su familia llevaba protegiendo el báculo desde siglos, y este deber pasaba de padres a hijos sellando la promesa que le juró el primer Klaider al dios de los mares.
“Proteger su mundo, aún a costa de sus vidas”
Nathaniel Klaider se convertiría en el vigésimo sexto rey Tritón, la noche de luna llena de su decimoséptimo verano de existencia. Hasta ese día se le consideraba un infante que tendría que mostrar su valía ante los habitantes del Reino pasando una prueba de resistencia y valor. Si pasaba la prueba con vida, sería coronado Rey y tomaría el testigo de su padre, aceptando el báculo en manos de este, quien pasaría a convertirse en miembro del Consejo.
O eso al menos era lo que todos esperaban, y con lo que soñaba el joven tritón cada noche, contando los días que faltaban para convertirse en Rey.
Hasta la noche en que todo su mundo se desmoronó. Una fatídica noche en que la sangre salpicó el suelo del palacio y los gritos del horror y del dolor se escucharon por cada rincón del Reino.
Ante el inesperado y atroz ataque a palacio por parte de un grupo de la guardia Real que ansiaba el poder, se vio obligado a escapar junto a su joven hermana de su hogar, dejando atrás los fantasmas del pasado, y los cuerpos sin vida de sus padres.
Los gritos de su madre resonarían en su mente durante años, impidiéndole encontrar la paz, y recordándole cada noche el juramento que se hizo, cuando miró por última vez el que fuera su hogar.
Encontrar a los causantes de aquello,… y acabar con ellos, con sus propias manos.
Ansiaba venganza. Por sus padres, por las lágrimas de su hermana que contempló toda la destrucción de su mundo sujetándole con fuerza la mano y temblando del miedo, y también, por él.
“Un Rey no es aquel que gobierna a su pueblo con el poder que le otorga su cargo, sino quien consigue la lealtad de todo el Reino, otorgada desde el corazón”.
Años más tarde recordaría las palabras de su padre, un consejo que el tiempo demostró que la lealtad del Reino no sirvió de nada ante la avaricia de la guardia Real. Esos traidores acabaron con su Rey para hacerse con el poder del báculo, para tener el control absoluto de los mares y gobernar Atleintais. Cuando rememoraba la tarde en la que su padre le explicó los deberes de un Rey, la rabia y el dolor le ahogaban por dentro, rompiendo a reír por la ironía del destino, ya que el báculo de poder era inservible a manos de un tritón que no fuera un Klaider, ya que lo que activaba a la vara era la sangre del que hizo el pacto con el dios de los mares.
Habían muerto por nada, por la avaricia de unos tritones que envidiaron el poder que juraron proteger.
Su hermana y él estaban solos en el mundo, y no podían confiar en nadie. Tuvieron que dejar atrás su hogar, el mundo que los vio crecer y esconderse en la tierra de los humanos, escondiendo en sus corazones los recuerdos que siempre les acompañarían y el anhelo por regresar al mar sin temor a ser cazados y exterminados por sus enemigos.
Algún día…, regresarían a su hogar.

Algún día. 




Capítulo uno



Mireilla Smither golpeó por cuarta vez el botón de la alarma que había en el mostrador del motel. Se encontraba en un viejo edificio que parecía que estaba a punto de derrumbarse, y que resultó ser el único alojamiento posible en toda la isla.
Cuando por fin se animó a seguir a su voz interior, además del empujoncito que supuso su familia o más bien alejarse de ellos al menos por un tiempo para poder respirar tranquila; aceptó el trabajo que le ofertaron desde el Museo de Historia de su ciudad. El contrato era muy jugoso, y gracias a él podía independizarse durante los dos meses que le llevara reunir la información que necesitaban sus jefes. Al principio se resistió a aceptar la oferta al tener que trasladarse a vivir a la isla de  Saint Thomas, al norte del océano atlántico, pero luego, tras pensarlo seriamente, se lanzó a la aventura, aceptando el trabajo.
Iría a la isla en la que vivió Barbanegra, para realizar una biografía de los años en los que vivió ahí para el Museo de Historia.
Pero lo que era la mayor aventura de su vida, se convirtió en una serie de catastróficos sucesos que encadenados parecía que el destino se estaba riendo de ella. Desde que le perdieron una de sus maletas en el aeropuerto, estuvo  a punto de morir asfixiada por un cacahuete de esas bolsitas que te entregaban durante el vuelo y que se animó a comer una vez que pisó suelo tras un viaje movido convirtiéndose en la protagonista de una escena con el guardia de seguridad del aeropuerto que acudió a ayudarla a que expulsara el cacahuete. Por suerte, pudo hacerlo, y siguió con su andadura en esa nueva etapa de su vida. Y tras un viaje que quería olvidar, nunca se imaginó que se iba a encontrar tan perdida, y con la única maleta que tenía tirada en el suelo sucio y polvoriento de un motel, que parecía sacado de una película de terror.
Estaba a un paso de echarse a llorar y hacerse una bola en un rincón de su mente. La tentación de dejarse llevar por la desesperación era muy grande, pero había decidido que iba a comenzar a tomar las riendas de su vida, que iba a enfrentarse a los problemas con la cabeza en alto y con orgullo.
Ya no iba a ser la sosa de la familia, tal y como la llamaban todos. Siempre fue la tímida de la familia, viviendo en las nubes y no arriesgándose en la vida. Era la típica que se echaba media tarde pensando en los pros y contras de una acción, sin llevarla a cabo, y cuando se animaba a lanzarse a la piscina, esta ya se encontraba sin agua. Mireilla bufaba cuando sus padres le decían que debía parecerse más a sus hermanas. ¿Por qué? ¿Por qué no la aceptaban tal cual era? ¿Por qué no comprendían que no todo el mundo era igual? ¿Qué para ella sus hermanas eran zorras sin corazón capaces de acabar con quien se le pusiera por delante aunque esta persona tuviera su misma sangre, con tal de salirse con la suya? ¿No vieron el daño que le hicieron esas dos a lo largo de su infancia, en su adolescencia? ¿No vieron las lágrimas que derramó a causa de sus burlas, de ser ninguneada, de ver cómo se unían a sus acosadores en el instituto en lugar de defenderla cómo debían hacer las verdaderas hermanas?
Pero… ¿Cómo iba a parecerse a sus hermanas si estas eran modelos que viajaban alrededor del mundo posando para los mejores fotógrafos? Para sus padres siempre fueron perfectas en todo, las mejores en los estudios aunque apenas rozaban el aprobado, en los deportes, las populares en el instituto… ¿Cómo competir contra la perfección, aunque esta viniera de parte de dos engreídas que engañaban al mundo al no mostrar sus caras más oscuras?
Ella no tenía la culpa de haber nacido con una altura media y tener al menos, y todo en palabras de sus famélicas hermanas, quince kilos de más. O ser asmática y por tanto no poder hacer deporte cómo lo hacían ellas, o por culpa de su timidez, no ser la más popular de instituto.
Así que sin desearlo, era el patito feo de la familia, viviendo a la sombra del éxito de sus hermanas, soportando las burlas de los que la rodeaban y la decepción velada de sus padres. En el instituto, la peor etapa de su vida, había aceptado su aspecto y el papel que iba  a representar dentro de su familia. Ella no podía competir en belleza con sus hermanas, pero si podía buscarse un futuro académico. De esta manera comenzó a estudiar con pasión, absorbiendo cada palabra que leía, consiguiendo un doctorado en historia después de realizar una tesis de mitología greco romana.
¿Y cómo había llegado a una isla de la que nadie sabía y que descubrió su ubicación después de consultar un mapa detallado de la costa?
Pues por una apuesta. Una simple y apestosa apuesta con sus hermanas.
Esas arpías aparecieron en su apartamento del campus en el que trabajaba de ayudante del profesor de historia, y la retaron  a que no se atrevía a enviar su currículum al Museo de Historia que solicitaban licenciados para una serie de trabajos de investigación. Por supuesto que aceptó la apuesta, y envió esa misma tarde su currículo, les iba a demostrar que la aceptarían en el programa, que no era una fracasada como ellas creían por haber estudiado Historia.
Cuando recordaba el día en que recibió respuesta del Museo, aceptándola en el programa de investigación, saltó de alegría, y no tardó en enviar un mensaje de texto a las dos arpías de sus hermanas, para que vieran que sí era importante, pese a ser una simple ayudante de profesor. Así acabó aceptando el cargo de investigadora de Barbanegra, para una edición de su biografía actualizada, que publicaría de manera pública y gratuita el Museo, a través de su página web.  
Dejando de lado los recuerdos, Mireilla golpeó con ganas el dichoso aparato que estaba encima del mostrador, mientras decía en voz alta:
—¿Hay alguien ahí? Llevo diez minutos esperando a que me atiendan.
Escuchó ruido en la parte de atrás del mostrador y pisadas apresuradas. Mireilla sonrió. Ahora parecía que sí iban a atenderla.
Con curiosidad y algo más relajada al ver que podría dormir sobre un buen colchón, miró a su alrededor. El polvo y la suciedad era evidente en los escasos muebles que adornaban la entrada del cochombroso motel. También había una vieja estantería en las que lucían fotos antiguas que mostraban el esplendor perdido del lugar. Bajo sus pies había una alfombra pegajosa y descolorida en la que se percibían partes quemadas por colillas, y que lo mejor que podían hacer por ella era tirarla a la basura.
Su inspección fue interrumpida ante la aparición del dueño.
—¿Qué desea joven?
Mireilla se giró y se le quedó mirando. El hombre debía medir apenas unos diez centímetros más que ella. Su aspecto era descuidado, luciendo una desnutrición evidente pues su arrugada piel estaba pegada a los huesos. Era un anciano extremadamente delgado y desaliñado, con unos cabellos recortados sin forma alguna y de un tono grisáceo. Después de repasar la extraña vestimenta, pues llevaba puesto un pantalón de color caqui y una camisa de manga corta de un color anaranjada desteñida, Mireilla le miró a la cara, intentando por todos los medios contener su lengua. Los ojos del hombre eran completamente blancos. Estaba ciego.
Ahora comprendía por qué el lugar lucía tan abandonado. El pobre hombre con su ceguera sería incapaz de limpiar la suciedad, y menos reparar los desperfectos que se percibía casi en cada rincón del lugar. Mirase a donde mirase veía muebles, grietas en la pared y en el techo que necesitaban una reparación urgente.
—¿Joven? ¿Dime que se le ofrece? —su ronca voz la sacó de su ensoñación.
—Yo…—titubeó—. Necesito alojamiento, y en el puerto me dijeron que este es el único lugar que dispone de habitaciones libres.
El hombre esbozó una sonrisa ladeada.
—Has llegado en mala época joven. Dentro de tres días se va a celebrar por las calles principales de la ciudad un desfile conmemorativo, recordando que el temido pirata Barbanegra vivió aquí. Los demás hoteles de la isla están ocupados. Estamos en temporada alta.
Mireilla dejó caer la maleta de mano, el sonido que produjo al golpear contra el suelo asustó al anciano que salió de detrás del mostrador, con los brazos en alto buscándola.
—¿Se encuentra bien? Ese golpe…, espero que no le haya pasado nada. No pueden cerrarme mi motel, si lo hacen ¿donde dormiré?
Los balbuceos del hombre la sacaron de sus pensamientos, si ese anciano le decía que no había disponía de habitación para ella iba a echarse a llorar. El viaje en avión hasta la costa cercana a la isla fue agotador, vivía a más de dos horas de ahí, y luego tuvo que esperar a un ferry para que la acercara a su destino final, para encontrarse con que media isla estaba ocupada por turistas ruidosos disfrazados de piratas sacados de películas porno que dificultarían su labor de investigación y de paso iban a ser molestos por no decir otra cosa. Mireilla finalmente, se giró y levantó un brazo tocándole.
—Estoy bien, señor. Es solo…. —«Que estoy a punto de llamar a mis hermanas para maldecirlas hasta el día de sus muerte..., por jugármela de esta manera. La culpa tiene que ser de ellas, cuando se enteraron que me dieron el trabajo seguro que me pusieron velas negras para que todo me saliera mal», pensó, pero dijo en alto intentando plasmar calma en su voz—… que se me ha caído mi maleta al suelo. Siento mucho si le he asustado.
El hombre esbozó una sonrisa, mostrando una dentadura en la que faltaban varias piezas. Le tomó la mano y sin dejar de sonreír la acercó hasta el mostrador.
—Está bien joven. Antes no solía sobresaltarme tanto, pero ahora con mi… —Mireilla vio como tragó con dificultad y puso mala cara. Se notaba que le costaba hablar de su minusvalía visual, así que decidió cambiar de tema, preguntándole:
—¿Hay habitaciones libres?
—¿Qué si hay habitaciones libres? —repitió él, plasmando sorpresa en el tono de su voz—. Por supuesto que las hay. Puedes elegir dormitorio. Espera que te los muestro y…
El entusiasmo que mostró el hombre fue contagioso. Mireilla sonrió y le aseguró que un dormitorio que diese hacia el mar le servía. Adoraba contemplar el mar de noche. El suave susurro de las olas acariciando las doradas playas la tranquilizaba, y cuando llegó a la isla esperó encontrar un motel donde poder dormir escuchando el oleaje. Cuando los dueños de los moteles a los que visitó antes de llegar al que estaba, le dijeron que no había habitaciones libres, se deprimió. Había aceptado el trabajo sin haber pensado siquiera en buscarse un buen alojamiento, y un medio de transporte mientras estuviese en la isla. La beca que le dieron para sus gastos era generosa, además del plus que le iban a pagar cuando entregara la información que recopilase del pirata al finalizar el plazo de la oferta de trabajo. No era habitual de ella lanzarse de cabeza en una aventura sin tener todo planificado detalladamente, le gustaba hacer listas y analizar lo que tenía qué hacer, y el plazo que tenía para realizarlo. Esta iba a ser la primera vez en su vida que iría hacia delante sin pensar en nada, y esperando que el destino no le siguiera poniendo más zancadillas.
Pero tenía que reconocer que la improvisación no era tan mala. O al menos eso era lo que estaba pensando mientras seguía al dueño del motel escaleras arriba, a su nueva habitación, después de firmar el contrato de arrendamiento por dos meses, el tiempo que le habían dado para buscar toda la información que encontrase en aquella isla del pirata más famoso de los siete mares.
Una vez que estuvo sola en su nuevo hogar durante los siguientes dos meses, dejó la maleta encima de la cama, y caminó hacia el balcón. Sonrió cuando vio el paisaje que la recibía. A pocos metros del motel había una pequeña playa privada de arena dorada que relucía bajo los rayos del sol. Las aguas cristalinas en las que se veía el fondo del mar, la acariciaban con calma, siguiendo un ritmo tan antiguo como el propio mundo. La vegetación que bordeaba la playa era de un verdor intenso salpicado con diversos y llamativos colores de las flores típicas de la isla.
Cerró los ojos y disfrutó de la calma que le transmitió lo que la rodeaba.
Si antes se había lamentado de su precipitada decisión, ahora estaba segura de que había hecho la mejor elección de su vida.
Estaría por dos meses en un paraíso, realizando un trabajo que adoraba. Y lo que era mejor, lejos de su familia y de todos los conocidos que la comparaban con sus hermanas, y la tildaban de fracasada cuando tenían oportunidad.
Mireilla soltó una carcajada llena de felicidad, entrando de nuevo en el cuarto para deshacer la maleta, y descansar algo después del largo viaje en barco y las horas de cansancio acumuladas por el vuelo.
—Trabajo, dinero…, ahora solo me queda el amor —dijo risueña, burlándose internamente de la semillita que siempre estuvo en su corazón y que nunca pudo germinar al sentirse inferior, pues cada hombre que conocía en su vida la comparaba con sus hermanas cuando lo presentaba a la familia—. Pero primero a deshacer la maleta, una ducha rápida y mañana a la biblioteca del ayuntamiento a buscar información de Edgard Teach.

Lo que nunca se esperaría la joven era que su vida iba a cambiar radicalmente, cumpliendo cada uno de sus más profundos deseos.  





Capítulo dos



Las calles de la ciudad de la isla Saint Thomas estaban repletas de turistas que no dejaban de sacar fotos con sus caras y aparatosas cámaras de fotografía. Mireilla miraba con curiosidad a su alrededor, asombrándose que aquel festival que estaban preparando colgando carteles en los ventanales de las tiendas y guirnaldas en las fachadas de los edificios, fuera un homenaje a un hombre que aterrorizó a miles de personas con su maldad y oscuro corazón. Edward Teach nunca tuvo piedad con sus prisioneros, deshaciéndose de todo aquel que se interponía en su camino. Sus triunfos como pirata recorrieron los mares de su época, como un rumor de un ángel de la oscuridad que aterrorizaba a los mercantes que aparecían en su camino. Los tesoros que consiguió fueron gastados hasta el último doblón en mujeres y bebida, junto a su tripulación, a la que nada más que el deseo de enriquecerse abordando barcos, les unía. Entre piratas no había lealtades. Por un cofre de monedas de oro español habrían vendido a su capitán o hasta al mismísimo demonio, si así conseguían un buen puñado del botín.
Se acercó a una pequeña tienda que exponían folletos y libros dedicados al famoso pirata. Acceder hasta ahí fue todo un logro, porque no dejaban de atropellarla las personas que gritaban y se reían por la calle, pero cuando entró dentro del local, pudo suspirar aliviada. No soportaba estar rodeada de tantas personas. Se sentía que le faltaba aire si le invadían su espacio personal, empujándola y arrastrándola allá donde la muchedumbre se moviese. Por eso nunca pillaba el transporte público y siempre en su ciudad iba a la universidad en bicicleta. Poco le importaba las burlas de sus compañeros de departamento que la tildaban de ecologista. No solo lo hacía por el bien del planeta, si no por su propio beneficio, al no tener que soportar los atascos, el estrés del tráfico o la incómoda intimidad en los metros y en los buses cuando llegaba la hora punta y se llenaban como latas de sardinas.
Dentro del pequeño local paseó delante de las estanterías admirando los libros allí expuestos. Tal vez…, compraría uno. Algunos libros escritos sobre Edgard Teach estaban bien documentados y narraban su historia tal cual fue. Dura, cruel y llena de traiciones. Podría usarlos como base para aprender más del personaje histórico y así saber dónde buscar cuando acudiera a la biblioteca público de la ciudad y a la biblioteca del ayuntamiento, cuando el alcalde le concediera permiso para revisar los textos históricos que guardaban a buen recaudo en los archivos municipales.
—¿Necesitas algo? —Mireilla se giró, y ante ella se encontró con una mujer de mediana edad que vestía un apretado traje grisáceo y llevaba recogido el cabello en un moño alto.
—No, gracias. Solo estaba mirando.
La dependienta sonrió más abiertamente al ver el titubeo en los ojos de la joven. Llevaba muchos años en el negocio, atendiendo a los turistas que se acercaban a la isla en la festividad de Barbanegra, y aquella mujer mostraba el deseo de adquirir conocimientos acerca del pirata. Y nunca le había fallado su instinto.
—¿Está segura señorita? Ahí tienes buenos libros. Aquel habla de los tesoros que consiguió Barbanegra, y este otro de la vida que llevó antes de morir.
Mireilla miró los libros que le aconsejó la señora, y desechó al momento comprarlos. No eran más que guías ilustradas para turistas, exagerando los datos históricos.
—No gracias. Esas guías no me interesan. Pero si tiene uno de la historia de la isla documentada, tal vez me lo piense. 
La señora alzó una ceja disimuladamente, un pequeño tic que con los años pulió para que no notasen el interés que mostraba ante una nueva venta.
—Veo que eres una mujer con las ideas claras. Eso está bien. Venga conmigo, te mostraré unos textos antiguos. Son algo caros, pero si verdaderamente estás interesada, verá que bien vale ese precio. 
Mireilla asintió con la cabeza y la siguió, picada por la curiosidad. Si tras haber entrado en aquella pequeña tienda compraba un texto inédito conseguiría un reconocimiento que le abriría las puertas en su profesión. Era apenas ayudante del departamento de Historia, aún después de haber estudiado la Licenciatura. Su trabajo consistía en preparar las clases de su jefe, documentándose en la materia que tocaba cada día para luego darle la carpeta con la teoría y las imágenes que el otro les explicaría a sus alumnos. Ella no era más que una biblioteca con piernas que le hacía el trabajo sucio.
Ni reconocimiento, ni placer por su trabajo.
Estaba cansada de ser menospreciada y utilizada.
Internamente aquel era uno de las motivaciones, además de la apuesta, que la llevó a aceptar el papel de investigadora. Quería mostrar al mundo y a sí misma que estaba hecha de otra pasta, que era muy capaz de enfrentarse a su destino y comérselo, y que no era la mosquita muerta que todos creían que era.
Ahora, siguiendo a una mujer que decía tener un texto de valor histórico, se sentía exultante, recorriéndole el cuerpo un cosquilleo de anticipación, como si esperase que verdaderamente fuera a realizar un  hallazgo importante.
—Aquí está.
La voz de la dependienta la sacó de su ensimismamiento y se concentró en el libro de tapas curtidas y páginas amarillentas, que esta le mostró. Las letras eran doradas y el cierre era una tira de cuero que se enrollaba alrededor del documento manteniendo protegidas sus páginas.
Si era un libro escrito en la época en que vivió Barbanegra, estaría escrito a mano y sus páginas estarían sueltas.
Lo cogió con manos temblorosas, pues una primera inspección al viejo texto le confirmó que era antiguo. Eso, o era una falsificación que rallaba la perfección.
—Cuesta 1.200 dólares.
Mireilla ahogó el jadeo de impresión que le causó aquel desorbitado precio. Pero después de unos segundos en los que intentó asimilar aquella cifra, recordó que tenía el apoyo del rectorado de su universidad, que la apoyó en cuanto se enteraron que había sido contratada por el Museo de Historia, y el departamento de Historia que le habían puesto a su disposición cerca de dos mil dólares al mes. Con aquel presupuesto tenía que sobrevivir los meses que pasara en la isla. Quizás era precipitado pagar aquel precio por un texto que aunque no parecía falso, había un porcentaje alto de que lo fuera.
«¿Qué hago? Si gasto 1.200 dólares me quedará muy poco para sobrevivir este mes, tendría que apretarme el cinturón hasta que llegue el cheque del mes que viene. Y tengo que pagar el alojamiento y la comida», pensó mientras acariciaba las tapas. «Pero por otro lado, el motel no es caro, y si hago un poco de dieta... ¡Qué coño, lo compro!» se decidió, sonriendo.
No lo iba a pensar más. La Mireilla que se pasaba horas discutiendo consigo misma para tomar una decisión, se había quedado en el continente, ahora era una aventurera, como Indiana Jones en busca de un tesoro con el que sorprender al mundo y ante todo, al departamento del Museo de Historia que le había dado esta oportunidad.
—Me lo llevo. —Mireilla no vio la sonrisa de satisfacción que esbozó la dependienta al ver que iba a ganar 1.200 euros por un diario que encontró su abuelo enterrado en el jardín trasero de su casa.
Aquel viejo diario no valía ni las tres partes del precio que aquella inocente mujer le iba a pagar, ya lo había llevado a un tasador de antigüedades cuando su abuelo falleció y le dijo que no valía ni 200 dólares. Pero ella no lo iba a comentar. Por supuesto que no. Una venta era una venta, a pesar de que esta fuera una estafa. Ya no había vuelta atrás. Desde el momento en que cogiese el dinero de la mujer, ya se olvidaría del diario y no aceptaría reclamaciones.
Mireilla mientras tanto examinaba con ilusión su compra, sin ser consciente del engaño, ni de la sonrisa de codicia y de satisfacción que esbozaba en esos momentos la dependienta.
Antes de que se arrepintiese, la señora la llevó de regreso al mostrador de la tienda, donde le hizo una factura en papel, alegando que la caja registradora se había averiado. Con aquel papel firmado con un nombre falso, no le serviría para reclamar cuando se percatase que el diario era falso, que realmente no valía nada, ni siquiera hablaba del pirata Barbanegra. Era un texto sin sentido que llevaba tiempo deseando vender a un incauto que visitara su tienda. Por suerte, la joven se creyó que era un texto antiguo que hablaba del pirata, si le hubiera pedido permiso para abrirlo le habría tenido que contar alguna excusa como que no se podía abrir sin estar en un medio controlado para que el texto no se estropeara más por la humedad ambiental, porque si no habría descubierto que era todo mentira, que solo era un libro de ficción que no valía nada.
Mireilla ajena a todo, le entregó la tarjeta dorada que le dio su jefe para que le cobrara en efectivo. El sonido de la máquina, cuando la dependienta pasó la tarjeta, le hizo sentir remordimientos. Era mucho dinero. Pero después de verlo más detenidamente bien valía la pena. Aquel viejo texto era un diario que podría revelar nuevos datos del famoso pirata, al menos es lo que esperaba encontrar. Ya tenía ganas de llegar al motel y encerrarse en su cuarto para leerlo minuciosamente.
—Ya está. Tome. —Le devolvió la tarjeta y Mireilla la guardó nuevamente en su cartera—. ¡Qué tenga un buen día, joven! Y disfruta de la fiesta. Tengo que cerrar la tienda ahora.
Le pareció extraño que la mujer tuviera tanta prisa por cerrar el establecimiento, cuando antes parecía que estaba a punto de atarla a una silla hasta convencerla de comprar algo, lavándole el cerebro con imágenes y eslogan de las guías para turistas. Pero alejó de su mente la desconfianza y salió del local rumbo al motel, colina arriba. Esquivó como pudo a los turistas que gritaban emocionados en la calle al presenciar una cabalgata en la que los actores representaban un asalto pirata a la ciudad.
Intentó atravesar la muchedumbre sin rozar a nadie, pero cuando pasó al lado de un grupo de actores vestidos de piratas, Mireilla chocó con uno de ellos.
—Disculpe —dijo, procurando recuperar el equilibrio después de estamparse con el muro robusto que era el hombre.
—Procura mirar por dónde va, muchacha, o acabarás lastimada.
Decir que se quedó paralizada era quedarse corta. Mireilla boqueó al ver que delante de ella un sexy y salvaje pirata la sostenía de un brazo, manteniéndola segura de las personas que le rodeaba y que seguían celebrando una fiesta que parecía no tener fin.
Le miró con ojos desorbitados, la boca seca, el corazón bombeando a mil por hora, y tragó con dificultad. El “pirata” era atractivo, un auténtico bombón que atraía las miradas de las mujeres de su alrededor. Era alto, con cerca del metro noventa, y ancho de hombros. Vestía unos pantalones de cuero negro que se ajustaban a su cuerpo como una segunda piel, revelando más de lo que debería estar permitido por la ley. La camisa blanca que le cubría el pecho, estaba abierta, dejando ver parte de su magnífica anatomía. Por un segundo se asombró al comprobar que no tenía pelo en el pecho. Era lampiño. El único cabello que se veía a simple vista era su larga melena rubia que brillaba bajo la intensa luz del sol, y sus arqueadas cejas del mismo tono dorado. Pero lo que le provocó un escalofrío en todo el cuerpo, fueron sus intensos ojos azules que le recordaron a un mar embravecido en medio de una tormenta. Esos ojos,… eran magnéticos, seductores,...
Y ella había caído en sus redes.





Capítulo tres



Nathaniel no podía creer lo que estaba viendo. Aquella mujer sostenía el diario de su padre, el objeto que llevaba buscando desde hace más de seis años y que era el motivo por el que se encontrara en aquella inmunda isla llena de humanos.
Se había visto obligado a hacerse pasar por uno de ellos, participando en cada festividad, compartiendo una copa con los demás hombres de la isla, y capeando las insinuaciones de las mujeres que se le acercaban cada noche, dispuestas a compartir un buen momento.  Detestaba el contacto con aquellos seres que estaban destruyendo el mar que amaba con todo su corazón, y que lo abrazaba cada noche cuando se sumergía en sus frías aguas. Por no decir que le horrorizaba cuando veía las imágenes de las capturas de las ballenas por la televisión que le provocaban ganas de ir en busca del báculo de poder y arrasar la tierra para que aprendieran el valor de la vida.
Él pertenecía a la raza de los Sereios, habitantes de los mares, más conocido en la cultura popular de los humanos como tritones, un vocablo que acabó en su Reino para referirse a ellos de manera coloquial. Había pasado su juventud en la ciudad de Atleintais. Iba a convertirse en el siguiente Rey, hasta que la desolación y el ansia de poder destruyeron a su familia, y lo dejó sin corona y con el corazón teñido de odio, rabia y deseo de venganza.
«Debo conseguirlo. No puedo permitir que esta humana tenga el diario de mi padre. En él está la clave para encontrar el báculo de poder que llevo años buscando».
Cuando se vio obligado a dejar el mar junto a su hermana, se reencontró en la tierra con un Guardián que lo había abandonado todo para estar con una humana. Nunca comprendió su decisión, pero agradeció la ayuda que la prestó, sobre todo por su hermana pequeña, a la que le buscaron un hogar adoptivo en el que pudiese estar protegida y a salvo de los posibles enemigos que no iban a dejar de buscar a los herederos al trono para acabar con ellos.
El Guardián se convirtió en su padre de acogida, en su protector, contándole un secreto que solo el Rey y el Consejo conocían; el báculo se perdía en el mar cuando un Klaider era asesinado brutalmente, a la espera de ser encontrado de nuevo por un heredero digno para portarlo. Así fue lo que ocurrió cuando su abuelo subió al poder, tuvo que buscar el báculo para que el pueblo lo aceptara finalmente como Rey pese a ser bastardo.
Según el Guardián, el Rey Doivar escribió las aventuras que le contó su propio padre para que quedara reflejado en un diario lo sucedido por si el destino le imponía a otro Klaider su misma suerte.
Desde el día que se enteró de esta noticia, buscó con furia el báculo, cualquier vestigio de dónde pudiese estar el famoso diario del Rey para poder recuperar lo que por derecho le correspondía.
Ahora su única esperanza de recuperar el trono yacía sobre el pecho agitado de una mujer humana, que lo miraba con fascinación.
Nathaniel sonrió abiertamente. Que la mujer lo considerase atractivo le convenía. Haría cualquier cosa con tal de conseguir el diario, aunque tuviese que tocarla o seducirla, aún en contra de sus gustos, y costumbres.
—¿Estás bien, muchacha? —preguntó suavizando el tono de su voz, mirándola fijamente, tal y como sabía que a las humanas les gustaba.
Mireilla tragó con dificultad. Su corazón palpitaba con intensidad contra su caja torácica, y esperaba que el hombre no pudiera escuchar su alocado ritmo, si no se iba a morir de la vergüenza porque parecía el traqueteo de una locomotora a toda velocidad.
¿Qué si estaba bien? No estaba muy segura. Por ahora respiraba, pero si seguía mirándola de esa intenta manera, acabaría temblando de pies a cabeza, deshaciéndose por dentro.
—¿Te encuentras bien? —volvió a preguntar el hombre.
Antes de que él llegara a pensar que era una estúpida sin cerebro por quedarse mirándolo boquiabierta, contestó finalmente:
—Sí, me encuentro bien. Gracias.
«Tengo que alejarme de este hombre, o cometeré una locura. No estoy acostumbrada a que me miren…, así», pensó antes de buscar una salida mirando a su alrededor, evitando los magnéticos ojos del pirata.
Cuando intentó liberarse del agarre, se encontró que él la sujetaba con fuerza del brazo. Mireilla paseó la mirada del brazo al rostro del hombre concentrando su vista en el entrecejo, un truco que le enseñó su maestro de historia antigua de la carrera cuando ella le confió que le aterrorizaba hablar delante de la gente. Con aquel gesto evitaba quedar mal pues parecía que estaba mirándole a los ojos, y al mismo tiempo no se ponía nerviosa con la intensidad de su mirada pues estaba observando con atención ese trozo de piel.
—¿Me podría soltar, señor?
Nathaniel olió el miedo que desprendía la joven al verse atrapada. Si quería conseguir su objetivo sin que la humana llamase a las autoridades de la isla, tenía que suavizar sus gestos.
«No será tan difícil hacerme pasar por un macho normal. Llevo seis años en esta isla y nadie ha descubierto mi secreto».
—No sin antes de que me digas tu nombre, preciosa.
La respuesta de ella no fue la que se esperó.
Había presenciado como los machos de aquella especie soltaban esa frase sin sentido las noches que se reunían en el único bar del pueblo y conseguían que las mujeres les acompañasen a la pista de baile, donde saltaban sin ritmo alguno intentando seguir la estridente música que resonaba con fuerza en el local.
La mujer que le miraba con desconfianza y que poseía unos hermosos ojos azules, se echó hacia atrás y salió corriendo aprovechando que él la había soltado.
Nathaniel se quedó quieto, mostrando una expresión de sorpresa grabada en el rostro, ante esa precipitada huida. Antes de que pudiera detenerla, presenció como esta se escabulló de su vista en cuestión de segundos, entremezclándose con las personas que presenciaban la primera de las cabalgatas que habría esa semana.
—Esa mujer es un hueso duro de roer, Nat. Te será difícil llevártela al catre.
Nathaniel se giró. A su izquierda un pirata de cabellos castaños y perilla, con unos ojos grisáceos y de complexión fuerte, se paró a su lado, observando a la mujer que hasta apenas unos segundos había estado a merced de Nathaniel.
—No quiero llevármela al catre.
—Lo que tú digas, amigo —respondió Eric Willliams, quien sonrió de lado, y se cruzó de brazos, sin ganas de refutar lo que era más que evidente. El famoso Nathaniel nunca mostró interés por una mujer de la isla o fuera de ella, hasta había apuestas por averiguar si era gay o no, por eso era divertido ver que cuando una joven conseguía engatusarlo, esta se alejara corriendo de él como si fuera el mismísimo demonio en bikini con lunares rojos.
Después de los años, había aceptado que Nat era capaz de negar hasta lo evidente. Su orgullo le impedía dar el brazo a torcer, defendiendo su postura y su manera de pensar a pesar de estar equivocado. Así que lo mejor que podía hacer, era darle la razón como a los tontos y pasar a otra cosa, o como le gustaba hacer a él, seguir picándole para ver si saltaba, cosa que en muy pocas ocasiones hacía.
Nathaniel pasó al lado de Eric y regresó a la ruta de la cabalgata. Ambos habían quedado atrasados, y si querían finalizar la jornada aquel día, debían apurar el paso para alcanzar a los demás.
Eric se mantuvo cerca de él, siguiendo el ritmo que impuso para llegar hasta el grueso de la cabalgata. Nat se había mantenido callado, ni siquiera le había contestado a su provocación.
Eric soltó un suspiro. A veces, parecía que estaba hecho de piedra. Cualquier otro habría saltado, o le había seguido la broma, cualquiera…, menos Nat.
Su llegada a la isla había sido inesperada. Había aparecido de un día para otro, calado hasta los huesos y vistiendo unos harapos viejos. Muchos fueron los que le preguntaron si había naufragado su barco, pero él se mantuvo silencioso y no contestó a ninguna de las preguntas, ni siquiera el sheriff de la isla consiguió sonsacarle información.
La única que consiguieron fue su nombre, Nathaniel Klaider, y su oficio, buceador profesional. Y aunque a Eric le jodía reconocerlo, su amigo era mejor buceador que él. Ambos habían montado una pequeña empresa de submarinismo para mostrarles a los turistas la riqueza de la fauna marina de la isla y sus alrededores. Y de los dos, Nat era el mejor.
Por un módico precio, mostraban los corales que rodeaban a la isla, una belleza natural que además de darles dinero los protegía a todos del fuerte oleaje causado por los múltiples maremotos y erupciones de los volcanes submarinos.
Por la ruta que seguían enseñaban cuevas marinas con gran riqueza animal, y que se veían con claridad ante las aguas cristalinas. Los turistas que pagaban por sus servicios quedaban gratamente satisfechos después de haber nadado entre peces de miles de colores que se acercaban a ellos con curiosidad y sin temor alguno, llegando incluso Nathaniel a darles de comer.
Era un espectáculo digno de ver.
Nathaniel, que siempre estaba serio y con una mueca de eterno aburrimiento en su rostro, mutaba cuando se sumergía en el agua. Sus ojos brillaban con intensidad y su cuerpo se movía con fluidez.
 El proyecto que iniciaron después de una noche de copas en el bar había dado buenos frutos, recuperando los gastos que invirtieron para fundar la empresa.
—¿Dónde estabais? —la voz del organizador y dueño del único bar de la isla sonó con molestia al verlos aparecer—. Joder, debemos ir juntos, montando el espectáculo de la toma de la ciudad. No quedándoos detrás por que queráis.
—Sí, jefe. —Eric lo saludó militarmente antes de unirse a los demás que se habían detenido con sus espadas de metal sin filo, desenvainadas.
Nathaniel pasó de decirle nada y siguió a Eric hasta entremezclarse con los demás.
El organizador se encogió de hombros, optando por ignorar su comportamiento y caminó hacia el frente, poniéndose delante de todos. Desenvainó su espada y la alzó por encima de la cabeza.
—Los turistas nos están mirando, ya sabéis lo que hay que hacer —dijo en voz baja para ser escuchado únicamente por los hombres que estaban a su espalda—. ¡Esta noche la isla será nuestra! —gritó con euforia provocando las exclamaciones animadas de los turistas que esperaban aquella actuación. Thomas Flintter, tabernero de noche, aquel día era el famoso y despiadado Barbanegra que gritó la orden a sus hombres de atacar, la cual estos obedecieron.
La fiesta del asalto de Barbanegra a la isla era una festividad en la que todo el pueblo participaba, vistiendo ropas de aquella época, y en la que los turistas se divertían cuando eran alcanzados por globos de agua y las mujeres eran alzadas en brazos por hombres robustos que les piropeaban si veían que ellas les seguía el juego de la actuación que estaban representando. 
Nathaniel participó en las celebraciones como otro año más. Pero su mente estaba centrada en una mujer. La huidiza humana que tenía entre sus manos el diario de su padre, y quien poseía unos hermosos ojos azules que le recordaban a su hogar. 
A su amado océano.





Ya sabéis..., para saber más de estos dos tendréis que comprar la novela, la cual cuesta menos que un café con leche.

A tan solo 0,99 EUROS, o 1,10 Dólares podréis leerla. Y si tenéis Kindle Unlimited: totalmente GRATIS.




Quiero publicar una novela, ¿cómo lo hago?

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¡¡¡Buenos días o casi tardes a todas!!! 

Espero que paséis un buen miércoles. Hace tiempo que quería escribir un artículo o una entrada informativa de cómo escribir y publicar una novela más que nada porque recibo muchos mensajes privados preguntándome cómo hice, así que tras unos años de experiencia, de fallos y aciertos, de aprendizaje continuo os haré una serie de consejos y pautas para escribir y publicar una novela en AMAZON.


Comencemos...

¿Tienes una idea para una novela? Perfecto, anótala en una libreta no vaya a ser que te olvides, desarrolla un poco la trama, nombres de personajes y escenas importantes y ya tienes un guión para tu novela. 

Hay autoras que siguen un guión que han desarrollado previamente, al dedillo, vamos lo van mirando cada poco para saber qué va a pasar y así no desviarse. 

Es la famosa pregunta de si eres ¿autora de brújula o escritor de mapa? Si eres de brújula tienes una idea de la trama de la novela pero no sigues un guión, el escritor de mapa lo tiene todo estructurado y sabe lo que va a suceder en cada momento.

Cada autora es diferente, os cuento cómo soy yo. 

Soy escritora de brújula. Habitualmente solo tengo idea de qué va la novela, pero una vez que me pongo delante del pc escribo según el día sin saber por dónde va ir la trama, le doy libertad total a mis personajes, así me sorprendo cada día, no me siento encorsetada y permito que sea mi imaginación quien decida cada escena. De lo único que tengo claro es el inicio y el final de la novela, lo demás puede variar según el día. 


Así que ya tienes una idea para la novela, has desarrollado un guión detallado o no, según gustos. 

¿Y ahora qué haces? 

ESCRIBIR.

Ya sea en una libreta, en el ordenador, en una servilleta, vamos, cada día tienes que escribir un poquito porque si pierdes la costumbre luego cuesta recuperar el ritmo (os lo digo con conocimiento de causa que me pasó, estuve unos meses alejadas de la escritura por problemas de salud de un familiar y luego me costó retomar el ritmo)

Habrá días muy buenos en los que escribas 8 o 10 páginas por ejemplo, o incluso más, otros que no puedes escribir nada y otros que te entran ganas de lanzar el ordenador por la ventana porque estás bloqueada, es normal.

Para poder publicar una novela, para ser escritora ante todo hay que ser terca, tenaz y cabezota, desear acabar ante todo y no dejar tirado el manuscrito. ¿Tienes un bloqueo? No pasa nada, lee lo que tienes escrito y anota por dónde puedes ir, sáltate la escena que te tiene bloqueada y comienza otro capítulo, o directamente deja reposar el proyecto unos días y ponte a leer, para ver si las musas se portan de nuevo, pero NUNCA abandones un proyecto para siempre, no dejes tirada una novela porque no te sale cómo continuar. Ya verás que si le das otra oportunidad consigues terminarla.






Ok, ya la terminé, ¿y ahora qué? 


Pues ahora toca dejar reposar un poco la novela, una semana, un mes, unos días, para comenzar la peor parte (para mi gusto) de la profesión de escritora.

CORREGIR.

Hay autoras que mientras dejan reposar la novela tienen lectoras 0, a las que les envía el manuscrito para que lo lean y le comenten qué les pasó. Yo tengo una lectora 0 que es además amiga mía, así que si ve algo que no le gusta me lo suelta sin pelos en la lengua, es lo mejor para aprender, que te comenten qué no les gustó, qué puedes mejorar, qué no quedó claro...

Desde ya os comento que escribir significa que te van a criticar, bien sea a través de reseñas, comentarios en Amazon, en plataformas como Goodreads, en las redes sociales, etc. 

Habrá gente a la que le encante tus novelas y te comiencen a seguir, a animar y a preguntar si vas a publicar más, pero otras te dirán que es una mierda, unos bodrios, que tienes muchas faltas, etc... Ya sean con razón o no, tienes que mentalizarte que habrá tanto comentarios buenos como malos y también en alguna ocasión destructivos.

Les pasa a todas las autoras, ya seas conocida o no, hay lectoras muy buenas pero también las hay no tan buenas, hay gente que critica para ayudarte a mejorar y otras para destruirte, así que asume que cuando lanzas una novela al mercado tienes que aceptar que ahora es pública por tanto, recibirás comentarios de todo tipo.

Si no te ves capacitada para aguantar críticas constructivas, para soportar críticas muy malas..., comienza a asimilarlo porque habrá de todo. 

O haz como hago yo, quédate siempre con lo bueno y de las críticas constructivas aprende, porque cada año vas a mejorar, cada año aprenderás algo nuevo, y puedes mejorar en tu estilo, en las correcciones de texto, en las portadas. 

No somos perfectos, cometemos muchos errores y tienes que aceptar que te los indiquen. Si tus lectoras 0 te comentan fallitos en tu novela, debes aceptarlos, revisa a fondo el manuscrito y cambia lo que consideres oportuno.


Hablemos de la corrección. 


¿Por qué es tan importante? Porque todas las lectoras quieren una novela de calidad, porque las lectoras saben lo que desean leer, y quieren notar que el dinero y el tiempo invertido ha valido la pena, porque las faltas de ortografía son piedras en el camino para un escritor ya que este trabaja con las letras, al menos intenta que tu novela esté lo más perfecta posible. 

Seguro que en esta entrada habrá faltas, y más ahora que la RAE ha cambiado normas (eso de que palabras como guión, río, rió ya no lleven acento me chirría...), y para que quedase perfecta tendría que corregirla a fondo VARIAS VECES. 

Corregir una novela no es leerla una vez solo y ver si hay alguna falta ortográfica, es leerla varias veces y analizarla como si fueras una lectora exigente. 

¿La trama es coherente? 
¿Los protagonistas son coherentes? 
¿Hay alguna escena que no queda clara?
¿Los diálogos tienen sentido o son sobreactuados?
¿Abuso de los -mente (frecuentemente, felizmente...)?
¿Se entiende lo que pretendo mostrar en la novela?

Como veis os debéis hacer muchas preguntas y leer la novela con atención, no solo buscando faltas de ortografía, sino fijándoos si la novela puede llegar a atrapar o no a una lectora.

¿Cómo la corrijo?

A ver, yo suelo revisarla tres veces, y en cada una de las revisiones encuentros fallos, suelo ampliar, recortar escenas, y me fijo más que nada que los protagonistas no cambien a lo largo de la novela, lo que quiero es que cambien sus sentimientos no sus maneras de ser. 

Os aconsejo que si es vuestra primera vez corrigiendo o aún no tienes mucha práctica, imprimas la novela y compres bolígrafos de colores porque los vas a necesitar.

Con la novela en papel comienza a leerla como una lectora y así si te surge alguna duda anota al margen qué es lo que le sucede a esa escena, diálogo o descripción que te ha gustado mucho. 


En la segunda lectura dedícate a corregir las faltas, acentos, puntos de acentuación, palabras mal escritas, comillas...

Os dejo una serie de normas o consejos para la corrección de una novela. Aún me queda mucho por aprender y actualmente tengo dos correctoras (esta es otra opción, buscarte una correctora profesional que te corrija la novela, pero ella lo que te hará es señalar dónde cree que hay un error y tú tienes que corregirlo, no te va a pasar la novela corregida y lista para publicar. Marcan a colores los errores y tienes que revisarla, aceptar las correcciones o no y preparar la novela para publicar)


  • Los meses del año, los días de la semana y las estaciones del año, van en minúsculas.


  • Festividades como Navidad, San Valentín, van en mayúsculas.


  • Ahora solo/sólo, es sin acento: SOLO.


  • Las palabras ésta/éste puedes optar a escribirlas con tilde o sin tilde, las dos opciones son válidas.


  • Si vas a escribir pensamientos de los protagonistas o secundarios, es entre comillas españolas «».


Ejemplo de la RAE:

«Si pudiera decirle lo que pienso realmente...». A Pedro no le resultaba fácil hablar con sinceridad.

  • No abuses de los adverbios acabados en -mente, como mucho uno cada página o cada dos páginas. 


  • Palabras como guion, truhan, fie, liais, etc., se escriben sin tilde.


  • Los diálogos han de ir con guión largo (sí, sé que ahora se escribe guion pero vamos que mira que me chirría no verlo con acento...):  — no con guión corto -.


Voy a copiar los ejemplos que aparecen en la RAE del uso del guión largo en los diálogos y cómo usarlos correctamente, porque no es lo mismo que continúes o no el diálogo tras un pequeño texto entre lo que se supone que está diciendo el protagonista.

Ejemplo 1:

—Espero que todo salga bien —dijo Azucena con gesto ilusionado.

Como veis tras la frase de la protagonista no han puesto el punto final, ¿el motivo?, porque es algo que dice la chica. Si usas un verbo como decir, preguntó, añadió, comunicó..., vamos un verbo del habla (ya me entendéis, un verbo con el que indicas que está hablando) no se pone el punto final a la frase.

—Espero que todo salga bien —murmuró (rezó) (susurró) Azucena con gesto ilusionado.

Por el contrario si no pones verbo que indique que es algo que ha dicho, se pone punto final a la frase.

—Espero que todo salga bien.  —El gesto de Azucena mostraba ilusión y esperanza. Había llegado la hora de ver la carita de su sobrino. 

Como veis, ahora sí se pone el punto y final porque no indico que es algo que ha dicho (ya se supone) sino que recalco lo que está haciendo o cómo se está mostrando cara al público ante la noticia o la trama de la novela en esa escena. 

Otro ejemplo en el que veis que hay que poner el punto final a una frase:

—¿Puedo irme ya? —Se puso en pie con gesto decidido—. No hace falta que me acompañe. Conozco el camino.

(Bueno al aparecer el signo de interrogación NO se pone punto y final, pero si se sigue la norma, que sería -el punto y final- y empezar la frase de "acción" en mayúsculas (Se puso en pie...) y cuando abre de nuevo el diálogo se pone ahí el punto tras el guión largo y se continúa con la conversación.

Otro ejemplo más:

—Anoche estuve en una fiesta —me confesó, y añadió—: Conocí a personas muy interesantes.

No hay que dejar espacio entre el guión y el inicio de la conversación, sí cuando terminas la frase. 

—Anoche... (no se deja espacio, tienen que ir pegados)

 ... en una fiesta —me confesó  (se deja espacio al final de la frase, entre fiesta y me confesó)


  •  Prefijo ex- ¿unido a la palabra o no? Copio lo que indica la RAE en su web:


A partir de la edición de la Ortografía de 2010, ex- debe someterse a las normas generales que rigen para la escritura de todos los prefijos y, por tanto;

- se escribirá unido a la base si esta es univerbal (exjugador, exnovio, expresidente, etc.), aunque la palabra prefijada pueda llevar un complemento o adjetivo especificativo detrás: exjugador del Real Madrid, exnovio de mi hermana, expresidente brasileño, etc.

-y se escribirá separado de la base si esta es pluriverbal: ex cabeza rapada, ex número uno, ex teniente de alcalde, ex primera dama, etc. 


Como hay casos que igual te surgen dudas te dejo el link de la norma de la RAE para que tomes nota: LINK


Ahora quiero hablar de algo que puede traer problemas, ¿ponemos las palabras en inglés o tenemos que adaptarlas? Según la RAE si tiene su palabra "españolizada" hay que usar esta última y no el vocablo inglés. 

Ballet - habría que usar balé
Paddle- habría que usar pádel
Back-up -copia de seguridad
Croissant -cruasán
Yogourt -yogur
Camping -campin
Catering -pirsin
Whisky -wiski

Ejemplos de la RAE:

Me encanta el ballet clásico / Me encanta el balé clásico.
Juego al paddle todos los domingos / Juego al pádel todos los domingos.


Se acepta que se escriba en inglés hay que ponerlo en cursiva para indicar que es extranjerismo:

pendrive    reggae     geisha      piercing     


Mi consejo, déjala en inglés y ponla en cursiva que sino te lías sola. 


  • No debe decirse detrás mío, encima suya, etc., sino detrás de mí, encima de él, etc. 


  • Normas de: Porqué / porque / por qué / por que


En este caso la RAE ponen ejemplos claros y diferenciados para que aprendas a usarlos correctamente, así que os copio el link para que los podáis ver sino esta entrada se me hace eterna: LINK


  • Con las normas de Echo, echa, echas / hecho, hecha, hechas, sucede igual, os dejo las normas de la RAE: LINK



  • Sí lleva acento si es afirmación, sino no.


—Sí que te lo dije. 

—Sí, no te lo puedo negar. 

—Si tienes dudas, no firmes. 

—Si pudiera parar, lo haría. 



  • En cuanto a los signos de interrogación y exclamación, no se pone punto final tras ellos. 


Os dejo los ejemplos de la RAE para que podías verlos.

Después del signo de cierre de interrogación o exclamación se puede escribir cualquier signo de puntuación salvo el punto:

¡Ah!, olvidaba darte esto.

¿Han terminado ya de preparar la mesa?

—¿Qué vamos a comer? —preguntó.

Cuando los signos de cierre (? !) constituyen el final del enunciado, la palabra que sigue se escribe con mayúscula inicial.

¿Dónde está el restaurante? Olvidé mirarlo en la guía.

¡Qué frío! Coge el abrigo y la bufanda.


  • Laísmos, leísmos y loísmos: esto se debe al lugar de nacimiento, hay zonas que los usan más que otras, al igual que sucede con el dequeísmo o el queísmo. 


Hay gente que cuando lee:

La di un beso a Josefa. 

le suene bien, pero es laísmo. Sería Le di un beso a Josefa. 

Tu identificación?, me dijo; y lo di mi acta de nacimiento. (Mal!!! Es loísmo. Sería y le di mi acta de nacimiento)

Le consideran estúpida (mal, no se suele aceptar el le en mujer, sería La consideran estúpida;aunque existen algunos casos en que el leísmo femenino de persona no se considera incorrecto) 

Así que para estos casos, lo mejor es aceptar los consejos de las lectoras 0 que pueden verlos o igual no, y leer bien las normas de la RAE que os dejo a continuación:






  • No repitas la misma palabra varias veces en una página. Es un poco cansino leer siempre lo mismo, nos pasa a todas las lectoras que cuando comienzas una novela y lees...


dijo, dijo, dijo, te acaba cansando y lo puedes hasta dejar de lado, así que os recomiendo que comencéis a buscar sinónimos, no solo para los verbos sino para todo, descripciones, etc.

Dijo, comentó, farfulló, enumeró, murmuró, bramó, gimió...

Dolor, agonía, tortura...

Hermosa, bella, me quitaba el hipo (como veis podéis cambiar una palabra por una mini descripción y así agilizar la lectura)

Comprobad si hay palabras que las usáis mucho (eso se nota al leer la novela como si fueras lectora), y anotadlas, buscad en Google alguna página de sinónimos y anotad (veis aquí empleo mucho anotad -tomar nota, escribe en una hoja, memoriza...-) las nuevas palabras para poder usarlas y así poco a poco ampliaréis vuestro vocabulario como escritora. 




Y hasta aquí las normas que no soy correctora jajajaja, poco a poco iréis puliendo vuestro estilo y aprendiendo normas y así podéis corregir bien vuestras novelas, sino contratad correctoras (hay precios de todo tipo) para poder darle un lavado de imagen a vuestra novela antes de ser publicada.


Ya tengo el manuscrito corregido y listo, ¿qué hago para publicarlo? 


Hay un paso que no comenté pero que es OBLIGATORIO hacer para todas las autoras. REGISTRA TU NOVELA, bien por Safecreative o en el Registro de la Propiedad de vuestra ciudad. 

Es algo que debéis hacer antes de enviarla a las lectoras 0. Tenéis que proteger vuestra novela SIEMPRE. 

Como ya la tenéis registrada antes de enviar a las lectoras 0, toca centrarse en lo que hay que hacer cuando ya la has corregido.

¡Enhorabuena! Ya te va quedando poco para publicar tu novela.


Ahora toca hacer una portada. 

Bueno, hacer si tienes conocimientos de diseño o de los programas que se emplean para hacerlas (Gimp, Photoshop,...)

Pero antes que nada tenéis que saber que la imagen TIENES QUE COMPRARLA para tener los derechos sobre ella en webs como: Depositphotos, Shutterstock, etc.

Se suele pagar unos 40-60 euros por unos créditos y así poder comprar imágenes, que valdrán pues 2-10 créditos según tamaño y calidad.

Sino tenéis un duro podéis buscar bancos de imágenes que las tengan gratuitas como: Pixabay.

Eso sí, aseguraos que la imagen no tenga derechos de imagen, que sea libre para comercializar, sino podréis tener problemas.

NO se puede usar imágenes que encuentres por Google, NO se puede usar imágenes o fotos de famosos o de películas. Podéis recibir una denuncia. 


Cuando ya tengas la imagen, el título que vas a ponerle a la novela, o bien la haces tú o bien la hace una diseñadora (que suelen mostrarte imágenes que ellas tienen cuenta en los bancos de imágenes de pago), si contratas a una diseñadora o ilustradora cuesta dinero. Hay variedad de diseñadoras, algunas hasta te hacen el diseño del ebook o de la edición en papel, pero como en todo, has de pagar. 


En mi caso no tengo mucha idea de hacer portadas, miro muchos tutoriales en Youtube y leo tutoriales por Google para aprender y mejorar, pero os muestro dos ejemplos de dos novelas mías: una es la portada que hice yo y la otra es la versión de Lorraine Cocó, una autora que admiro muchísimo y una gran amiga que me regaló la portada. 




Mi portada churra...



Portada de Lorraine Cocó, profesional.


Las portadas son claves para una novela, son el primer vistazo de la lectora y os recomiendo intentar que queden hermosas dentro de vuestras posibilidades, para llamar la atención, sino tenéis mucha idea y podéis contratar a una diseñadora, hacedlo.



Tengo la portada, la novela, ¿y ahora qué?



Aún no os lancéis a publicarla, primero tenéis que abrir una cuenta en Amazon (si compráis podéis entrar con la cuenta y la contraseña de Amazon) en Amazon KDP, la "editorial" de esta plataforma para poder publicar en EBOOK.






Os dejo el link de esta plataforma para publicar (es GRATIS!!!) 




Para poder abrir una cuenta para publicar os van a pedir datos personales (sí, hay que pagar impuestos a EE.UU), cubrir una serie de formularios (están en inglés...), poner número de tu cuenta de banco, dirección física, y cuando esté todo perfecto ya podéis ir a la sección Biblioteca para poder publicar. 

Os aviso que toda novela que publiques queda en Amazon KDP, aunque la retires de la venta la seguiréis viendo en vuestra sección de Biblioteca. 


Es muy sencillo publicar, podéis optar a incluirla en el sistema KindleUnlimited o no. Este sistema es que las personas que paguen una cuota fija a Amazon podrán leer tu novela a 0 euros y a ti te pagarán por página leída. No todo el mundo tiene KindleUnlimited, así que os recomiendo que lo añadáis, porque habrá compras normales y lecturas por páginas leídas, no hay problema. 

Eso sí, durante tres meses te obligan a que tu novela SOLO esté en Amazon, no puedes subirla a ningún otro lado. 

La verdad es que tras probar Casa del Libro, os recomiendo SOLO publicar en Amazon, pagan cada mes por transferencia bancaria (o bien a inicios o a finales de mes), sin importar si solo es 3 euros o 300 euros, y es una plataforma que vende a todo el mundo.

Además de la casilla de KindleUnlimited, tendrás que poner título, sinopsis, elegir categoría de Amazon (romántica, erótica, mitos y sagas,...), subir la portada (tamaño DINA4 la aceptan sin problema, sino te la aceptan te indican por qué), y el archivo.

El archivo lo mejor es Word (.doc/ .docx) sino sabéis subirla en formato .Html. Yo suelo subirla a doc y no me da problemas. 

La novela os recomiendo que tenga:

UN ÍNDICE CON HIPERVÍNCULOS al inicio de la novela, para que así las lectoras cuando quieran leer un capítulo solo tienen que acudir al índice y pinchar en el capítulo en cuestión sin necesidad de leerla completa. Ha habido algunas denuncias por este tema y te llegaba un email desde Amazon informándote que te retiraban de la venta tu novela sino ponías el índice.

Para poder un índice con hipervínculos os dejo el link de un blog que explica cómo hacer un ebook para Amazon perfectamente:





Imagen que podéis ver el índice con hipervínculos desde la página Amazon KDP, esta imagen está sacada de la web que os recomiendo visitar para aprender a hacerlos. 




Tras poner sinopsis, seudónimo, elegir la categoría, subir la portada y el archivo de la novela, le dais a continuar en Amazon KDP y toca elegir el precio. 

Como lectora compro ebooks que valgan menos de 7 euros, no gasto más. Como autora tenéis que valorar el precio que le vais a poner.

Hay dos opciones: 

El 30% y el 70% (creo recordar, ahora mismo tendría que mirarlo) Esta diferencia es el importe que te van a pagar por cada venta. 

Para poder ponerlo al 70% de ganancias tienes que poner como MÍNIMO tu novela a 2,99 euros. Las novelas que aparecen a 0,99 euros (por ejemplos, mis novelas) las autoras solo ganan el 30% de 0,99 euros. 

De las ganancias que hagas de Amazon a lo largo de un año, vas a tener que pagar impuestos a EE.UU, ya te los retienen cada mes, así que en esto no tienes que llevar control. Te puede llegar una carta en diciembre indicándote lo que has pagado o te han retenido, o mirarlo online.

Si trabajas, tienes que añadir la carta de Amazon de ganancias en tu declaración de la renta pues son ganancias añadidas que tienes que declarar. Esto miradlo en la gestoria porque os puede traer problemas, tenéis que declararlo. 

Una vez elegido el precio que le pones a tu novela: te recomiendo que la primera por ejemplo a 0,99 euros para darte a conocer, pero las otras a 2,99 euros o 3,99 euros, más cara no porque ya menos lectoras se pueden animar a comprarla; toca darle a publicar.

Suele tardar unos 3 días en aparecer a la venta en Amazon, no os tiréis de los pelos. 


Amazon os va enviando un email informándoos si ya está a la venta o no. 



¡YA LA TENGO PUBLICADA, YUPIII! ¿Y ahora qué hago?


Promoción, publicidad, buscar reseñas. 


Os voy a dar una serie de consejos, no soy muy buena con el marketing, conozco autoras que las admiro muchísimo porque llegan a las lectoras y consiguen mover masas, pero no es mi caso, os doy unos consejos básicos para comenzar, lo demás es trabajo día a día.


  • Abre un blog o una página web para darte a conocer y de paso dar a conocer tu trabajo subiendo portadas, primeros capítulos, artículos raros como este...



Para blog por ejemplo: Blogspot.

Para web: wix.


Para conseguir seguidores TIENES QUE SEGUIR otros blog, para conseguir comentarios, TIENES QUE COMENTAR otros blogs. Esto lleva mucho tiempo y dedicación, tomadlo con paciencia. Y para mantener la atención en un blog intentad subir entrada una a la semana. 





  • Abre una cuenta de Facebook como autora, sí... aquí peco, tengo el Facebook con mi nombre, pero luego abrí una página de Autora que es la que podéis encontrar en este blog. Pero si tenéis que abrir una cuenta hacedlo con vuestro nombre de autora. 


En Facebook buscad grupos que hablen de novela romántica, leed bien las normas porque muchos no permiten publicitar o "hacer spam cojonero", los que lo permitan uniros a ellos. 

Para publicidad por Facebook en los grupos no abuséis. Solo una vez a la semana o cada dos semanas o si acabáis de publicar algo. 

Para que tu mensaje se vea mejor acompáñalo de un cartel. Bien la portada con sinopsis, comentarios de Amazon, etc. 




  • Abre cuenta en Twitter como autora: el Twitter es muy dinámico. Para poder conseguir seguidores tienes que seguir, y aquí más que nada os recomiendo subir carteles, bien de la novela, de tu blog, de lo que vayas subiendo al blog, de primeros capítulos, de comentarios en Amazon...


Podéis usar hastags #LeoRomantica #YoLeoRA #reseñas 





Agradeced a los blogs que os reseñen y retwittear todos los comentarios en los que os han mencionado.


  • Pinterest, Instagram...: si tenéis tiempo podéis abrir cuenta, pero os puedo dar pequeños consejos porque no son plataformas que use mucho. Pinterest no tengo, pero Instagram sí y solo se puede subir imágenes con algo de texto, subo portadas, alguna foto mía o de los lugares que visito, así las amigas pueden verlas. Recomiendo libros subiendo las fotos de los que compro o tengo en mi casa, subo fotos de extractos de mis novelas...



Pero vamos que con Twitter, el blog o la web y Facebook tenéis más que suficiente para comenzar, que las redes sociales te quitan mucho tiempo.



Ahora llega el momento de... ¡QUIERO RESEÑAS!



A ver, cada blog lee lo que quiera, no tienen la obligación de leerte, si te dicen que no, no te molestes por ello, o bien no les llamó la atención la novela o no tienen tiempo para leerla. 

No podéis enviar la novela directamente al email del blog, es de mala educación y puede provocar que directamente NO LA LEAN, ni le hagan caso. 

Envidad un email solicitando información o ayuda para una posible reseña o promoción de tu novela. Si al texto le añadís un poco de que va, el género, y un cartel con la portada y la sinopsis, mejor que mejor, así llama la atención y puede que os lean o al menos os hagan una entrada en el blog mostrando vuestra novela. 


Blogs de reseñas hay muchos, elegid bien, porque si vuestra novela es erótica no lo podéis enviar o preguntar a un blog en el que todas las reseñas sean de novelas juveniles. 

Si el blog te dice que si lo lee, pregúntale el formato (epub, mobi o pdf), según el formato que elija se lo envías. Para cambiar el formato con el calibre se hace, o directamente se lo envías en pdf que es el que suele leer todos los lectores, móviles, ordenadores, etc.


Una reseña no se hace en dos días, puede que tarde un mes, o puede que no te la hagan nunca. Hay muchos blogs que sino les gustó no la hacen. 

No desesperes si tardan en hacerla, y no satures a emails preguntando si ya la tienen o cuánto van a tardar. Céntrate en otras cosas, como conseguir llamar la atención a las lectoras. 


Cuando tengas una reseña, comenta SIEMPRE en la entrada, agradeciéndola. Es de buen gusto y educación ir al blog que te reseño para agradecérselo públicamente, queda mal que lo lea, haga la reseña y no la comentes. 


Con el link de la reseña ve a Facebook y dale publi, ve a Twitter y dale publi, ve a tu blog y haz una entrada dándole publicidad a esa reseña. 


Si la reseña comenta cosas que no les gustó, NO TE MOLESTES, no la ataques, una lectora tiene el derecho y la libertad de comentar lo bueno y lo malo de una novela. 


Poco a poco las reseñas irán llegando y es tu obligación darles publicidad y moverlas por las redes sociales. 


¿Booktrailer? 

Si sabes hacerlo, sí. Es complicado pero se va aprendiendo Movie Maker, u otro sistema para montarlo, mira bien cómo van y comienza probando. Algunos saldrán bien, otros saldrán mal, pero poco a poco irás aprendiendo. 


Si tenéis canal en Youtube y no os da vergüenza, podéis hasta hacer Presentaciones online de vuestras novelas. Subid vídeos hablando de ellas, de cómo las escribisteis, de qué van a encontrar las lectoras si se animan a leerla... Youtube es una gran plataforma para darse a conocer pero tenéis que quitaros la vergüenza y saber hacer los vídeos.

(Yo no puedo, me da vergüenza y no tengo ni idea de cómo hacer vídeos)



¿Y ahora qué? 

Escribí una novela, la corregí, hice portada, sinopsis, el índice con hipervínculos, la publiqué en AmazonKDP en Ebook, está ya a la venta en todo el mundo, tengo Facebook, Twitter, otras redes, un blog, he contactado con algunos blogs para que me reseñen...

¿Qué hago ahora?


ESCRIBE OTRA NOVELA. Y sigue publicitando la que ya tienes publicada, los comentarios que recibas en Amazon, las reseñas, pequeños extractos, fan arts, haz sorteos en Facebook o en Twitter para animar a las lectoras...



Ser autora no es solo escribir, es mucho más. Pero ante todo es constancia, ilusión y mucho trabajo. Y es una inversión de tiempo, ilusión, esfuerzo, dedicación, horas y horas de trabajo y DINERO. 

Luego llega el tema piratería, a la que quizás le haga entrada un día, que hace mucho daño no solo a las autoras, a las editoriales, correctoras, diseñadores, librerías, y a las propias lectoras porque las editoriales pueden cortar sagas y series por las bajas ventas al saber que están pirateadas. 



Seguro que algunos de mis consejos son un poco básicos y no os resuelve muchas dudas, pero esto es una guía rápida para quien quiera publicar su primera novela. 


Hay plataformas como Wattpad para subir primeros capítulos, páginas como Goodreads dónde las lectoras y los lectores comentan y puntúan las novelas... y seguro que habrá más recursos, tanto para publicitar como para escribir (hay autoras que no usan el word -yo sí lo uso- usan Scrivener, 7write... y otros más pero no tengo ni idea así que no os puedo decir. 


Como veis esto de publicitar y llegar a más personas es algo que se va aprendiendo cada día, cometeréis errores, pero de cada uno de ellos se aprende, lo importante es CONTINUAR.


¡¡¡ A por todas!!!


Ya me diréis qué os parecieron los consejos, espero que os hayan gustado aunque ya los conozcáis. 



Se me olvidaba...



Si queréis publicar en papel desde Amazon es la plataforma Createspace, buscadla en Google, está en inglés pero se entiende bien y tienen tutoriales para todo, hasta plantillas para las ediciones en papel. 


No hablo de buscar Editorial porque a veces ganas más autopublicando y muchas editoriales tardan más de seis meses en darte una respuesta, aunque sea No entras dentro de lo que buscamos. Hoy en día buscan más que nada contemporánea, erótica contemporánea y comedia. 


Si queréis probar con Editorial tened paciencia, presentad bien la novela (vamos a corregirla a fondo), una carta de presentación, un email bien redactado y un breve resumen de lo que pueden encontrar en la novela. Si les interesan publicarte ya te dirán, si pasados 9 meses no recibes respuesta seguro es que no les interesan.


LEED BIEN EL CONTRATO. Si tenéis dudas llevadlo a un abogado, si hay cláusulas que no os interesan habladlo con la Editorial, si no las cambian, NO SIGÁIS ADELANTE.

NUNCA PAGUÉIS por publicar, ni en ebook ni en papel. Si te cobran, NO ES EDITORIAL.

No recomiendo firmar contratos en los que los derechos de las obras quedan "atrapados" durante más de 5 años. El tope que os recomiendo son 5 años, más tiempo me parece abusivo. 


No firméis a lo loco, leed bien todo, que quede claro, y si os interesa, ¡a publicar! Si no por Amazon y listo que llegáis a todo el mundo en ebook y controláis las ventas y la promoción. 


Y aunque tengas editorial tienes que hacer publicidad igual por todos lados. 

Hay editoriales buenas de confianza: Libros de Seda, Esencia, Cristal, Ediciones Escarlata... Preguntad si aceptan vuestro género antes de enviar nada. 


Tú decides el destino de tú novela. 



Primeiros capítulos de Beleza sombría e Sedento de amor

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Boa tarde;

Concordo com todos os primeiros capítulos de meus dois romances Beleza sombría e Sedento de amor que  estão à venda na Amazon em ebook.

Espero que você goste.







PRÓLOGO



Vancouver, primavera 2005

Local Moon´s Bitte


As luzes de neon do local brilhavam com intensidade atraindo aos homens que circulavam pelas ruas aquelas altas horas da noite. A música que se escutava dentro do local tocava com força enlouquecendo com o seu frenético ritmo, aos que dançavam na pista. Os garçons si moviam fluentemente entre os clientes equilibrando bandejas com as bebidas. Aquela noite a festa duraria até perto da meia-noite, e ninguém queria perder nem um segundo.
Desde o fundo do local, uma jovem de não mais de vinte e cinco anos observava a pista desde a escuridão, se escondia na zona que se abria de dia como restaurante.
Como cada noite, esperava a que se fossem os clientes para limpar o bar junto aos demais garçons e preparar o local para o dia seguinte.


Duas horas depois…


—Me diz que esta é a última caixa que você precisa?
Gabrielle Smither se incorporou, limpando as mãos no avental. Diante dela, Riper Wayden, companheiro de trabalho, bufava entre dentes, cansado de estar transportando as caixas de bebidas do armazém do restaurante onde ambos trabalhavam até a barra do mini bar.
—Não se queixe, Riper. Não é você quem coloca as garrafas —respondeu Gabrielle abrindo a nova caixa que havia em cima da barra—. Ainda temos cinco caixas mais que arrumar. —Começou a retirar as garrafas de vinho tinto da caixa, guardando-as na pequena geladeira sob a barra—. Deixa de me incomodar e retorna ao armazém. Quanto antes acabemos com isto, antes sairemos daquí.
Riper bufou, mas não lhe discutiu as ordens. Deu meia volta e regressou ao armazém.
De uma das mesas do local, Antoine Sinclair sorriu depois de tomar um gole de whisky. A pesar de ser o chefe, desfrutava indo cada noite para interagir com os clientes e comprovar que seus empregados eram eficazes.
Sorriu abertamente quando contemplou como trabalhava duramente a jovem, a única mulher do local.
Gabrielle Smither era a encarregada do grupo de trabalhadores do turno de noite. A princípio, Antonie duvidou que ela estivesse capacitada para desempenhar esse papel, mais agora, ao ver como conseguia que os homens que trabalham com ela seguissem suas ordens sem protestar, sabia que havia tomado à decisão correta.
—Já não aguento mais, Gaby. O chefe nos explora. —Uma tosse lhe fez olhar para trás e avermelhou quando viu ao senhor Sinclair lhe saudar levantando o copo—. Merda, o velho me escutou.
Gabrielle saiu de debaixo da barra onde levava quinze minutos colocando as latas de refresco por ordem.
—Deixa de se queixar, Riper. —Ao levantar-se de repente gemeu em voz alta. Doíam-lhe as costas de estar tanto tempo agachada—. Move a sua bunda e vem me ajudar com estas latas.
Riper soltou uma gargalhada e passou pra detrás da barra.
—A suas ordenes, minha comandante.


Duas horas mais tarde


Eram as três da madrugada quando Gabrielle saiu do local. Estava esgotada e havia perdido o último ônibus que passava por esse bairro. Ela não tinha mais opção que percorrer duas quadras para chegar até seu pequeno apartamento.
Tomou a rota pelo parque. Se o atravessava, adiantaria ao menos meia hora de trajeto. Mais o que ao principio lhe tinha parecido uma boa ideia, converteu-se em um pesadelo quando se encontrou rodeada por três delinquentes que lhe gritavam que lhes desse todo o dinheiro.
Estendeu-lhes a bolsa, esperando que com isso a deixassem em paz.
Um dos homens atirou o conteúdo da bolsa ao chão e procurou a carteira, esvaziando-a. Vinte dólares e cinquenta centavos.
—Seguro que você não tem mais, cadela?
Gabrielle negou com a cabeça, visivelmente morta de medo.
—Não, isso é tudo. Não tenho mais dinheiro.
Os ladrões a olharam de cima abaixo, com avareza, com escuras intenções. Ao sorrir mostraram seus dentes retorcidos.
Gabrielle tremeu ao ver aqueles sinistros sorrisos, e um nó se formou em seu estomago que aumentou, quando ouviu:
—Esta noite nos divertiremos com você, cadela —decretou o ladrão lançando a carteira ao chão.
Os demais homens riram em alto, rodeando-a, saboreando a presa antes de prová-la.
—Nossa pequena putinha treme de desejo. —Brincou um deles puxando o casaco de Gabrielle, arrancando-o de seu corpo.
Gabrielle deu um passo para trás, cobrindo os seios com os braços. Debaixo do casaco levava uma camiseta curta e uma saia longa até o joelho, seu uniforme de garçonete. Sentia-se exposta, nua ante esses olhos viciosos que a devoravam maliciosamente a pesar de estar vestida.
—Não! —gritou assustada—. Me deixem em paz! Já lhes dei meu dinheiro.
O homem que devia ser o chefe daquela banda lhe deu um golpe em sua face, partindo-lhe o lábio inferior.
—Silencio, cadela. Não vai estragar esta noite com choramingo sem sentido.
Naquele momento, quando tudo parecia perdido, Gabrielle começou a gritar com todas as suas forças pedindo ajuda. Os ladrões se avançaram sobre ela.
O golpe que levou quando a tiraran no chão, a nocauteou uns segundos, o tempo suficiente para ser despojada da sua camiseta.
—Me deixem!—Mexeu-se chorando de impotência. Seus agressores a mantinham presa, agarrando-lhe das munhecas e as pernas. Deixando-a exposta para ser tocada sem impunidade—. Não, por favor.
O homem que estava sobre ela riu.
—Eu gosto quando resistem. —Lhe lambeu a bochecha, enojando-a.
O homem que a sujeitava pelos pulsos gritou que o colega se apressasse. Ele ia a ser o seguinte em violá-la.
Gabrielle gemeu de dor quando lhe obrigaram a abrir as pernas. Estavam-na marcando com suas mãos e se ninguém iria salvá-la a marcarian para toda a vida.


Lucius Cuestelvinier vigiava a zona norte da cidade.
Era seu dever.
A Unidade que dirigia se espalhou seguindo suas ordens ao perceber a presença de um grupo de não mais de vinte licantropos, selvagens criaturas que não pertenciam a nenhuma manada, nem aceitavam as leis que regiam a sua raça.
Levava duas horas percorrendo a cidade, com os sentidos alertas sem chegar a perceber nada fora do normal.
Tomou o caminho para o parque central. Os lobos tinham o habito de esconder-se em lugares verdes. Ao entrar no parque tirou a arma que levava escondida nas costas. Tinha escutado os gritos de uma mulher pedindo ajuda.
Wulfric, Syemus…, no parque escuto atividade, vou até lá.
Não demorou em receber resposta a sua mensagem mental.
Seguimos aos intrusos ou vamos a seu encontro?
Lucius saltou por cima de um banco. Utilizou uma vez mais a conexão mental que abriu para comunicar-se com seus homens de confiança.
Sigam com a missão. Nos encontraremos na mansão.
Os homens não discutiram suas ordens. A palavra de Lucius era lei. Era o senhor dos vampiros da América do Norte, um guerreiro poderoso e arrogante, com mais de dois mil anos de existência.
E essa noite… um caçador implacável que se encontrou com uma imagen que mudaria sua vida.


Gabrielle gritou até que lhe cobriran a boca com uma mordaça. O pedaço de pano, que uma vez foi sua camiseta, foi atada firmemente ao redor de sua boca tampando parcialmente seu nariz. A falta de ar a enfraqueceu, deixando-a exausta e a mercê deles.


Lucius seguiu o rastro que deixou o aroma do medo e atravessou parte do parque. Quando chegou ao lugar do ataque se surpreendeu ao presenciar a agressão. Tinha a esperança de caçar uns quantos vira-latas, mas em lugar de homens lobos encontrou-se com um grupo da escória.
Ficou parado frente aos mortais. Não devia interferir, os assuntos dos humanos não importavan aos de sua raça. Mas quando lhe llegou o aroma da presa daqueles homens, seu corpo se esticou e o seu coração começou a palpitar com força. Aquela fêmea era especial, uma humana que tinha retornado da morte e possuía o dom de aceitar o escuro presente da imortalidade. Uma mulher que cheirava maravilhosamente bem e que lhe atraía com um magnetismo animal que o surpreendeu.
Luc, encontramos a pista dos lobos, estão na parte sul da cidade.
Lucius inclinou-se contra uma árvore e cruzou os braços fechando os olhos, respondendo a Wulfric.
Pegá-los e leva-los para a mansão. Temos uns calabouços reservado para eles.
A voz de Wulfric, um guerreiro nórdico, ressonou com força em sua cabeça.
Lucius lhe esperamos ou…
Não. Estou ocupado. —Abriu os olhos. Por mais que as normas da sua raça lhe proibissem envolver-se em rixas de humanos, não ia deixa-la nas mãos desses abutres. —Assim que chege a casa, venham ao meu escritório. O golpe ao Conselho terá que ser adiantado.
Wulfric se mostrou curioso já que os planos para obter a queda dos vampiros que desejaban o poder de Lucius foram planejados com fria calma, tendo em conta cada passo a dar para não cometer nenhum erro.
Por esta razão, o que podia ter acontecido para que Lucius quisesse adiantar os acontecimentos?
 —Lucius, pode se saber o motivo?
O silêncio que acompanhou a pergunta de Wulfric deixou nervosos os guerreiros que seguiam a conversa. Seu Senhor era conhecido por seu forte caráter e por nada do mundo queriam ser aqueles atingidos pela sua ira.
 Lucius deu um passo adiante. Tinha tomado uma decisão e por mais que a sua mente racional lhe gritasse que estava cometendo um engano, não ia voltar atrás.
 —Lucius...— chamou-o Wulfric.
 Era hora de actuar. Lucius grunhiu atraindo a atenção dos ladrões que se separaram da mulher, enquanto transmitiu mentalmente a resposta a seus guerreiros.
Esta noite me lançarei ao inferno de cabeça. Essa é a razão, por a qual adiantaremos o ataque.
—Soltem! —rugiu guardando a pistola na capa. As balas de prata eram valiosas e escassas, não ia desperdiçá-las com aqueles malnascidos.
Um dos mortais soltou às pernas da mulher e se levantou.
—Cai fora, tio. Não se coloque onde não te chamaram.
Lucius vaiou mostrando as presas que se alargaram vários centímetros se sobressaindo dos lábios. Tomou uma postura de ataque e saltou, desaparecendo diante dos olhos assustados dos homens. Não ia perder tempo com aquela escória. Agarrou pela lapela ao que permanecia sobre a mulher e o estrelou contra uma árvore, lhe quebrando o pescoço. Antes que escapassem os outros dois degolou-os com as garras, queimando seus corpos com seus poderes. Não podia deixar rastros das mortes. Era primordial seguir oculto nas sombras e que os seres humanos continuassem acreditando que sua existência era pura fantasia e folclore; material para romances e filmes.
Depois de limpar o cenário do crime, ajoelhou-se ao lado da moça e a examinou com cautela. Sua presença o alterava de uma maneira que não era possível para a sua raça. Um vampiro sempre permanecia frio, sem mostrar sentimentos, levando uma máscara que ocultava o que sentia. Tinham nascido para o combate, permanecendo sempre na escuridão.
Levantou-se ao ver que tinha estendido a mão para acariciar o rosto dela.
—O que estou fazendo?—murmurou em voz alta, golpeando a testa com a mão—. O que me provoca mulher?


Gabrielle despertou ao ouvir a rouca voz de um homem. Quando abriu os olhos o viu. Um homem vestido completamente de negro, com umas calças apertadas que não deixavam nada à imaginação, acompanhada de uma camisa de manga larga cruzada por tiras que se entrelaçavam no peito.  Passeou o olhar pela escura figura, de quase dois metros de altura e constituição atlética, detendo-se uns segundos em seu rosto. Era formoso, de uma beleza sobrenatural. Vastos cabelos azeviches até os ombros, lábios rosados, rosto esbranquiçado, nariz aquilino, sobrancelhas finas e perfeitas.
—Quem é você? —perguntou Gabrielle com voz débil, gemendo ao tentar sentar-se.
Lucius chiou os dentes. Seu dever era matá-la. Não ir contra a lei.
Devia dar exemplo com seus actos. E, entretanto, estava permitindo que uma humana, que tinha presenciado uma execução, continuasse com vida. Fechou os punhos com força, cravando as unhas em suas palmas. Era um estúpido que caminhava pela beira da ruína e tudo pelos fermosos olhos de uma mulher.
Gabrielle caiu ao chão quando tentou levantar-se, enquanto esperava uma resposta. Apoiou uma mão sobre o peito e começou a respirar com dificuldade. Os seus pulmões ardiam na ausência de oxigênio, os seus olhos choravam de impotência. Estava tendo um ataque de ansiedade, seu rosto estava tomando um tom avermelhado e suas pupilas se dilataram até encobrir a cor do íris.
Se continuava assim acabaria perdendo a consciência e naquele parque que não passava ninguém por aquelas horas da noite, a não ser aqueles com claras intenções de esvaziar os bolsos dos assaltados, a jovem pereceria, como um animal ferido, em solidão.
Lucius fechou os punhos e resmungou alto uma maldição. Ia se arrepender do que ia fazer, mas não poderia deixá-la morrer.
—Vou te levar comigo —disse tomado-a nos braços.
Gabrielle abriu os olhos e olhou à cara, tentando por todos os meios enfocar a visão.
Virá comigo. Agora dorme pequena. Fecha os olhos e descansa. Respira com calma. Não permita que o medo te governe. —Ordenou-lhe mentalmente, conseguindo que caísse adormecida pacificamente.
Gabrielle se deixou cair sobre seu quente corpo. Tremia da cabeça aos pés, chorando lágrimas de impotência ao sentir como os seus pulmões queimavam ante a falta de oxigênio. Sua mente se nublava e a última coisa que viu antes de desmaiar foi o rosto preocupado do estranho, que correu velozmente saindo do parque para mergulhar-se na escuridão da noite.


CAPÍTULO 1



Ao acordar, Gabrielle se sentou gritando golpeando o ar com os braços.
—Tranquila, está a salvo.
Ao girar-se, encontrou o homem que a agarrou no parque. Estava sentado em uma cadeira ao lado da cama onde ela estava deitada, fumando com calma um cigarro.
Gabrielle gritou com toda força, retrocedendo até golpear com as costas no respaldo da cama, lembrando o que havia presenciado antes de sofrer o ataque de ansiedade. Esse homem a salvou, sim, mas eliminou a vida de outros três.
—Afaste-se de mim! —Sua mente não deixaba de gritar que estava diante de um assassino.
Agarrou os lençóis com nervosismo, torcendo-os. Olhou ao redor, aumentando sua angústia ao não reconhecer o quarto em que se encontravam.
—Onde estou?
Lucius soltou o ar lentamente, saboreando o amargo sabor do cigarro. O aroma do medo que exalava da mulher se misturava com o aroma do tabaco.
—Responda!
Lucius apertou o cigarro, atirando ao chão os restos fumegantes.
—Está no que vai ser de agora em diante, seu novo lar.
Gabrielle piscou alguns segundos tentando assimilar as informações antes de perguntar:
—Como assim, estou em meu novo lar? —Olhou ao redor comprovando se as portas e as janelas estavam fechadas. Não havia escapatória.— Onde estou?
Lucius sorriu mostrando seus dentes perfeitos.
—Está no meu quarto. —Levantou da cadeira e aproximou o rosto ao dela—. Deitada na minha cama.
Gabrielle apartou o olhar, ruborizada. A voz do homem era tão sensual que lhe arrepiou os cabelos, e um estranho calor se estendeu no ventre, umedecendo-a. Seu corpo respondeu surpreendentemente rápido e descobrir isso a confundiu e enfureceu. Não deveria reagir dessa maneira ante um assassino.
Tinha que escapar. Retornar a sua tranqüila e ordenada vida, e esquecer tudo o que aconteceu.
—Deixe-me ir, não direi nada à polícia. Não direi...
—Não dirá nada sobre o quê? —respondeu com extrema calma o homem, inclinando a cabeça.
Gabrielle engoliu com dificuldade. Estava segura que se admitisse em alto ter testemunhado os crimes estaria perdida. Era melhor permanecer em silêncio e procurar um modo de sair ilesa daquela situação, certificando-se primeiro de continuar com vida.
—O que queria me dizer, menina?
Gabrielle desviou o olhar.
—Nada, não ia dizer nada.
Ouvir as roucas gargalhadas do homem surpreendeu-a. Quase parecia... humano.
Com um sorriso nos lábios, Lucius se sentou na cama muito perto dela. Sujeitou-lhe o queixo e obrigou a olhar para ele.
—Ah, pequena. É deliciosa. Agora que está à minha mercê, ninguém vai te separar do meu lado.
—Vou escapar! —Acabou gritando ao perder os nervos—. E quando o fizer...
Lucius beijou com salvagismo seus lábios, possuindo com cega necessidade a apetitosa boca da mulher. Escutar de seus lábios que o abandonaria o deixou loco. A princípio, ela tentou se afastar, mas aos pucos segundos terminou respondendo com timidez. O desejo e o prazer que ela sentiu nublaram sua mente respondendo ao ataque de seus lábios.
 Sorrindo, Lucius se separou e disse em voz alta:
—Tem certeza que deseja escapar? —Colocou um dedo nos lábios úmidos y avermelhados dela.
Gabrielle golpeou a mão dele e se deitou em posição fetal sobre a cama. Não sabia o que responder. Sua mente ficou em branco quando ele a beijou, e embora lhe custasse admiti, não se sentiu forte o suficiente como para abandoná-lo. Cobriu o rosto com as mãos e começou a chorar. Era uma estúpida.
Fazia só algumas horas que o conhecia e apesar disso, desejava-o como nunca desejou a ninguém. Ao sentir o sabor da sua exigente, imaginou em sua mente uma série de imagens que passaram rapidamente. Não pode identificá-las, talvez não eram nada mais que lembranças adormecidas no profundo de sua psique, mas deixaram um sentimento de tristeza que se agravava quando pensava em como faria para sair daquele lugar.
—O que você fez comigo?—Perguntou soluçando ao se cubrir sem abandonar a postura fetal, protegendo-se com aquele gesto infantil da presença que a incomodava.
Lucius sentiu sua dor e quis fazê-la sua. Estirou um o braço e tentou lhe acariciar a cabeça para confortá-la, mas desistiu ao ver os tremores que sacudiam o miúdo corpo da jovem. Obrigou-se a se afastar dela. Levantou da cama e se sentou na cadeira.
 —Por que não me deixou no parque? —murmurou Gabrielle sonolenta.
Lucius ia responder quando a porta do quarto se abriu.
—Desculpa à interrupção Lucius, o Conselho exige a sua presença.
O intruso se moveu nervoso, dando um passo para trás ao ver a fúria que mostrou seu senhor ao lhe olhar. Seus olhos destilavam raiva e um juramento de vingança por ter se ousado a entrar em seu dormitório pessoal quando ordenou que ninguém, sob nenhum pretexto, o fizesse.

Syemus Mointer se considerava um bom vassalo, além de um amigo de confiança. Devia a vida a Lucius Cuestelvinier, que lhe otorgou o dom eterno ao lhe oferecer seu sangue na noite em que o encontrou agonizante no meio do campo de batalha.
Em sua vida mortal, foi um soldado às ordens de Napoleão. Acabou ferido gravemente e ficou à beira da morte ao ser atingido por estilhaços, lançados por um dos canhões britânicos na batalha de Waterloo.
Lucius se agachou ao seu lado e lhe perguntou se desejava viver. Sua primeira impressão foi que um anjo havia chegado para buscar sua alma, mas ao vê-lo sorrir com arrogância, soube que ele não era nenhum anjo, pois os anjos não possíam longas presas nem olhos que brilhavam com prazer ao cheirar o fedor da morte e do sangue que os rodeava.
Não demorou nem um segundo em dar-lhe a mão. Lucius o pegou pelo braço e o levantou, mordendo-lhe o pescoço sem compaixão, e bebendo dele até que a última gota de sangue deslizasse por sua garganta. O frio penetrou em seu corpo, os batimentos do seu coração diminuíram e finalmente sua mente se escureceu.
Quando despertou, Syemus estava deitado em uma cama ao lado de outros soldados que participaram dos dois lados do exército, que se observavam com desconfiança e ódio, sentimentos que em vida os levou a lutar no campo de batalha.
Sempre lembraria quando Lucius entrou no quartel onde descansavam os iniciados. Sua mera presença cessou os insultos que ingleses e franceses se professavam. Os cabelos ondeavam ao vento, suavizando a dura expressão do seu rosto. Seus olhos brilhavam com uma intensidade sobrenatural, arrepiando os cabelos de quem se atrevesse a olhar para ele. Sua postura, segura e confiante, encheu-lhes de respeito, e naquela noite esqueceram seu passado ao jurar lealdade ao seu novo senhor.
Mas agora, nada disso importava. Lucius quebrou uma norma.
Tinha trazido uma humana para as terras do clã. Assim como indicava o Livro de Leis, os mortais não podiam pisar na propriedade do clã, e o vampiro que quebrasse esta regra seria castigado a sofrer tortura.
A pesar que Lucius tentou esconder a presença da mulher quando chegou à mansão, porèm os membros do Conselho se inteiraram da sua audácia. E não demoraram em tirar proveito.
Tinham esperado por séculos uma desculpa para destituí-lo da liderança e assumir o poder que tanto desejavam, e naquela noite, o próprio Lucius lhes dava a chance de alcançar esse desejo
—Lucius, o Conselho está tramando algo. Descobriram que ela está aqui. —Sinalizou com um gesto à humana—. Deveríamos tirá-la da mansão antes que movam seus fios e decidam atacar.
Lucius notou como a mulher se revolveu na cama, tremendo ante a presença de Syemus.
—Lucius, ela é um problema para todos, está quebrando as normas, ao lhe permitir que fique na mansão.
—Silêncio, Syemus! —Rugiu calando-o—. Ninguém pode me ordenar nada. Estas terras pertencem a minha família. —Estreitou os olhos e murmurou com voz grave—. Aqueles que se atrevam a desobedecer-me conhecerão  minha fúria. Agora vá e reúne os guerreiros. Traçaremos uma estratégia. O Conselho estará perdido se me atacar diretamente.
Syemus tragou com dificuldade. Fazia décadas que não via Lucius tão alterado. A fúria e a determinação que mostrava eram letais. Sua ameaça deveria acovardar os seus inimigos, mas estava seguro que os vampiros que formavam o Conselho arriscariam tudo pela oportunidade de acabar de uma vez com ele.
Antes de se retirar, Syemus deu uma olhada na mulher que tinha revolucionado a tranquilidade da mansão. Entrefechou os olhos ao ver que não era realmente formosa. Reconhecia, entretanto, que a inocência que se percebia em seus olhos atraia, mas tanto seu corpo, muito magro para seu gosto, assim como o seu rosto, eram comuns. Os cabelos ligeiramente ondulados eram de uma cor clara de chocolate sem brilho, longos até cobrir os seios. Os olhos celestes brilhavam com luz própria, iluminando o rosto arredondado. A mulher que provocasse Lucius cometeria um grave erro.
O que ele viu nesta mulher? Não entendo isso. —Pensou Syemus antes de sair do dormitòrio e se dirigir às masmorras, onde seus companheiros de caça torturavam os prisioneiros capturados naquela noite. Esperariam a chegada de Lucius, antes de planejar um novo ataque.


Uma vez sozinhos, Lucius virou e sentou na cama a esscasos centímetros dela. Era consciente do risco que estava correndo ao trazê-la no seu lar. Com esse ato ele estava quebrando uma das regras que ele mesmo ditou séculos atrás para manter a paz em suas terras. Não era de estranhar que seus guerreiros lhe recordassem às consequências que ia trazer a sua decisão. Mas não podia deixá-la para trás. Não foi capaz de abandoná-la no parque.
Agora ela era dele. Por mais que ela negasse, pertencia-lhe. Quanto antes o aceitasse, melhor para todos, porque se tentasse escapar seria perseguida sem piedade e ele não poderia salvá-la do seu destino.
Ao cheirar o medo no ar, Lucius grunhiu internamente. Fazia séculos que não tinha contato direto com seres humanos e não estava seguro do que deveria fazer para mantê-la calma no dormitòrio enquanto procurava a maneira de lidar com o Conselho e os seus homens.
Recordou as palavras de seu pai:

«Se quer manter a calma de uma mulher, lembre-se das minhas palavras; ofereça alimento abundante e um lar quente».

Lucius sacudiu a cabeça. Não estava muito seguro que seguir os conselhos do seu progenitor fosse servisse de algo, mas tentar não custoria nada.
Quebrou o tenso silêncio ao perguntar:
—Tem fome?
Gabrielle lhe olhou com confusão. Não sabia o que pensar. Viu-lhe discutir acaloradamente com o homem que entrou fazia poucos minutos no quarto, assustando-a pela ferocidade de suas palavras, e agora sorria perguntava se queria comer.
Estou diante de um vampiro com dupla personalidade. —Pensou observando-o com atenção—. Primeiro se mostra como uma fera e agora um cachorrinho. —Gabrielle entrecerrou os olhos—. Não, não posso baixar a guarda. Este homem é perigoso.
Lucius ouviu suas palavras ao ler sua mente. Quase soltou uma gargalhada ao saber que o considerava perturbado. A jovem ocultava sob o medo, uma personalidade forte e decidida. Isso lhe agradava. Não queria que ela se mostrasse débil. Os fracos acabavam mortos em seu mundo, só os fortes mereciam seguir vivendo.
—Deseja comer alguma coisa? —Repetiu, mantendo uma máscara de indiferença.
—Desculpe... —Gabrielle piscou um par de vezes enfocando o olhar, retomando a conversação—. Eu... —Era incapaz de comer, por mais que o seu estômago rugisse faminto—. Não, obrigada. Não quero nada.
Lucius ao ver que se negava, conteve-se com muita dificultade para não ordenar que comesse tudo o que mandasse trazer. Mas se o fizesse, ela não confiaria muito nele. E ele não desejava seu temor. Queria que ela o desejasse, que o necessitasse, que fosse a primeira coisa em que pensasse quando depertasse e a última coisa que circulasse pela sua mente antes de se mergulhar na escuridão dos sonhos.
Desejava seu corpo. Completamente. E por mais que negasse os fortes sentimentos que lhe provocava com só olhar para ela, não conseguia lutar contra os mesmos. No mesmo instante em que a salvou, começou a fazer parte da sua existência.
—O que vou faço com você?—Sussurrou para si mesmo, acariciando uma suave mecha de cabelo que caía sensualmente sobre o seu seio direito.
—Deixar-me voltar para minha casa. —Respondeu a mulher com voz aguda, afastando sua mão com uma tapa.
Gabrielle não queria que ele a tocasse, porque cada vez que a acariciava, excitava-a e, sentir-se quente por um homem que era um assassino e um sequestrador a fazia querer chorar até se esgotar. Era toda uma contradição.
Lucius se levantou de repente, apertando os lábios, sem lhe desviar o olhar.
—Nunca! É minha. Aceite isso. Estará ao meu lado para sempre.
—Está me dizendo que é... —A jovem duvidou alguns segundos antes de continuar—Imortal. —Ao ver que ele assentia com a cabeça, murmurou nervosa.— O que vi então não foi uma ilusão, é um... vampiro. —Sussurrou para si mesma, confirmando em voz alta o que já suspeitava.
Quando ia responder, Lucius ouviu em sua mente a chamada de Syemus. Já tinha reunido a todos. Chegou o momento de pensar com fria calma os movimentos que realizaria, e se suas previsões se cumprissem, levaria o Conselho à ruína e se livraria da sua irritante presença.
Utilizou a conexão que abriu Syemus para lhe responder que em dez minutos estaria com eles nas masmorras.
Depois de fechar a conexão e levantar as barreiras mentais, Lucius caminhou até a porta.
—Não é real... Isto é um sonho... ruim. —Ela sussurou.
Lucius a olhou por cima do ombro.
Que diabos! —Resmungou para si mesmo, aproximando-se rapidamente da cama. Sujeitou-lhe o rosto entre as mãos, obringando-a a olhá-lo diretamente nos olhos.
—Mostrarei o quão real eu sou.
E procedeu a prová-lo lambendo os lábios com antecipação ante o troféu que estava ponto de saborear. Tocou seus lábios, bebendo o gemido que surgiu. Lucius fechou os olhos quando ela lhe permitiu entrar, abrindo um pouco a boca ante a insistência da sua língua.
Gabrielle gemeu em voz alta, protestando quando ele se afastou, despregando seus lábios para tomar ar. Ao abrir os olhos, a jovem enfocou seus olhos sobre as lagoas prateadas que a olharam com desejo e paixão.
É um assassino..., o homem que está beijando é um assassino imortal. Um monstro que te seqüestrou. —Pensou, tentando convencer-se apesar de que seu próprio corpo ardia necessitado.
Lucius, ao escutar que lhe chamava monstro, separou-se dela.
—Meu nome é Lucius moça, recorda-o. —Deixando-a sem fôlego e ruborizada na cama, caminhou com passos firmes até a porta e agarrou a maçaneta, girando-a. Antes de sair do quarto, acrescentou com voz clara sem olhá-la—. Lucius Cuestelvinier, Príncipe dos vampiros.



CAPÍTULO 2



Não demorou nem dez minutospara chegar as masmorras. Ao chegar a última cela, entrouignorando os grunhidos dos licántropos capturados pelos seus homens, os quais se revolviamfuriosos nas celas em que estavam presos. Tocando a parede, contou quinze pedras àesquerda,e pressionou o número dezesseis. Num instante a parede se moveu deslizando para o lado, revelando uma sala circular iluminada por velas e aquecida por uma lareira.
Ao entrar, a parede fechou à suas costas. Só os Guerreiros de seu círculo interno conheciam aquelelugar, escondido nas masmorras. Passeou o olhar pela sala, encontrando seus homens sentados em cadeiras, relaxados antes da reunião.
Amanhã moveremos a peça para dar partida nesse jogo.
 Suas palavras alteraram os vampiros que se levantaram e o rodearam, falando todos ao mesmo tempo. Estavam aborrecidos pela precipitação dos acontecimentos. Um vampiro não tinha costume a lançar-se de cabeça em umabatalha que poderia acabar mal. E menos para salvar a vida de umamortal.
Luc, ainda não estamos preparados.
Lucius olhou para Braiden Walton, um vampiro de trezentos anos, que salvou da morte nas ruas de Londres. Em sua vida mortal foi um bandido e um assassino que jurou servir-lo até a norte.
—O melhor seria que você devolvesse ao mundo mortal a humana.
Lucius grunhiu.
—E depois, o que me aconselha, Braiden? Que peça desculpas ao Conselho?  Que me ajoelhe por uma norma que eu mesmo criei faz séculos? —Exasperou-se, perdendo a paciencia—. Por todos os deuses,  sou o Príncipe. Ninguém pode me obrigar a nada.
Wulfric interveio apoiando uma mão sobre o ombro do seu amigo e senhor.
—Isso nós sabemos Lucius, mas o Conselho tem muito poder. Eles são capazes de convencer ao povo que deve ser castigado.—Vociferou com raiva. Eles querem a sua morte.
Luciusfechou os olhos, apertando os lábios. Conhecia os desejos dos vampiros que se levantaram sem controle no meio do clã. Os malditos aproveitavam as suas contínuas viagens de negocios para plantar a dúvida e o medo no seu povo. Lentamente, conseguiramlhes enredar para que ficassem contra ele,até o extremo de se ouvir os sussurros de uma conspiração contra ele.
Grunhiuinternamente. Ninguém lhe robaria o trono. Ele era o único entre aquela gente que nasceu vampiro. Foi ele quem converteu a metade do seu povo, salvando-os da morte. Eles haviam jurado-lhe lealdade e por todo o inferno, os lembraria disso.
Estou a par de tudo o que acontece no meu clã, Wulfric. Agora eles acreditam que  têm a vantagem sobre mim ao me acusar detraição.Sorriu mostrando um sorriso cheio de escuras promessas. Sequeremseguir as normas ao pé da letra, encontrarão com muitas surpresas.
Syemus, que até aquele momento permaneceu calado, disse:
—Já vejo aonde quer chegar, mas será difícil. —Lucius o olhou elevando uma sobrancelha. Syemus era um vampiro de grande inteligência capaz de prever o futuro. Uma qualidade que lhe salvou incontáveis vezes nas persecuções—. O castigo o deixará esgotado eela ficará indefesa.
Luciusassentiu com a cabeça, lhe dando a razão. Não precisava queindicasse o evidente. Já havia analisado todos os possíveis resultados, e aceitaria o que lhe caísse em cima.
—Sigo pensando que o melhor seria devolver a mortal.—Resmungou entre dentes Braiden, cruzando os braços.
Wulfric perguntou:
O que está pensando em fazer?—Entrecerrou os olhospara Lucius—. Não vai permitir que o castiguempublicamente, não é  Lucius?
Lucius permaneceu em silêncio, confirmando desta maneira as suspeitas de Wulfric. Os protestos contra este fato não se fizeram esperar. Era impensável que o Príncipe sofressecastigo nas mãos dos seus vassalos. Era uma desonra que provocava o exílio voluntário do castigado ao não ser capaz de suportar a humilhação recebida das mãos do Conselho.
A sorte está lançada, meus amigos. Decidam o que eles decidam, o fim do Conselhoestá próximo. Conto com vocês para manter seguras àmortal e a princesa. —Os vampiros assentiram golpeando o peito com o punho, na altura do coração. Cumpririam as ordens, mesmo que tivessem que sacrificar suas proprias vidas.
Lucius olhou para o relógio. As cinco da madrugada. Chegou o momento de comparecer ante o Conselho, despois iria descansar, escondendo-se dos prejudiciais raios solares.
Entrecerrou os olhos de raiva. Esta seria a primeira vez na história que um Príncipe teria que prestar contas a seus homens. O problema interno que estava suportando nos últimos séculos estava prestes a explodir, e ele não estava disposto adeixar-seencurralar. Os vampiros pertencentes ao Conselho conheceriam finalmente quem era Lucius Cuestelvinier.Seu rosto seria o último a verem antes de desaparecerem da face da terra. O sangue deles salpicaria o chão da mansão, lembrando o seu povo que ele era o líder, o pai de todos e como tal, estavaem suas mãos o poder da vida e damorte.
Os homens viram o seu gesto de crispasão ao verificar a hora. Em silêncio, abriram as portas para sair do escritório secreto e saíram atrás dele, acompanhando-o até os portões de entrada àcâmara do Conselho. Os vampiros quecruzaram no seu caminho se afastaram assustados ante a imponente procissão.
A porta da câmara de reuniões se abriu com ímpeto, quebrando o  marco de madeira em duas partes pela força do impacto contra a parede. Os membros do Conselho, que até aquele momento estavam discutindo entre eles, calaram-se ao ver o Príncipe entrar.
Lucius Cuestelvinier apresentava uma expressão terrível no rosto, seus olhos não eram mais do que duas brilhantes frestas avermelhas analisando a cada um deles, fazendo-os tremer de medo ante sua presença.
Ethan Gibbons, o membro mais antigo e porta-voz do Conselho, levantou-se da cadeira, rodeou a mesa que presidia ese aproximou a Lucius, cujos homens permaneciam à suas costas.
Meu senhor, que surpresa...
As palavras de Ethan foram silenciadas com um grunhido de Lucius.
Deixemos as falsas adulações para outro dia.Não falta muito para a chegada do amanhecer e estou ansioso para descansar em meu quarto depois de uma noite de caça.  —Cruzou os braços e sorriu de lado,debochando do Conselho. Mas o que sabem vocês, que nuncalimparam a cidade dos indesejados lobos?
Ethan rangeu os dentes, mas guardou para si mesmo as maldições que desejaba gritar ao prepotente Príncipe. Cruzou osbraços, imitando-o, buscando com esse gesto a valentia paraanunciar a decisão tomada por unanimidade pela câmara. O passo que estavam a ponto de dar seria decisivo para as mudanças que continuariam até conseguirem o poder absoluto da comunidade vampírica da América do Norte.
 Lucius entrecerrou os olhos ao ouvir os pensamentos do porta-voz. O muito estúpido baixou a guarda e lhe permitiu penetrar em sua mente sem ser detectado. Amaldiçoou-se interiormente. A transformação de Ethan Gibbons foi um grande erro. Ethan era ambicioso quando ainda era mortal e, essa ambição o levou a ser apunhalado por seus irmãos, e abandonado nas ruas de Londres para morrer dessangrado.
Naquela noite, Luciusestava caminhava pela cidade seguindo a pista de um grupo de lobos que estava aterrorizando os mortais. Ao entrar em um beco, o encontrou. O homem estava agonizando, gemendo de dor e vômitando sangue. Se parou para verificar o seu corpo, por se havia sido atacado pelos licantropos.
Agora se arrependia de ter parado.
Se não o tivessetransformado, nada disso estaria acontecendo. Mas os enganos cometidos no passado sempre nos alcançavam mais cedo ou mais tarde.
De alguma jeito, Lucius aprendeu a lição quando Ethan, ao fazer cinquenta anos de vampiro, conseguiu reunir um grupo de seguidores para fundar o Conselho com a desculpa de que o Príncipe estaba fora do lar há muito tempo.
Quando ele voltou de uma da caça que o levou até a fronteira do atual México, Luciusencontrou-se que tinha sidocriado um Conselho de vampiros que diziam que vigiaríam porque as normas fossem cumpridas.
Deveria ter atacado naquele instante, e acabado com a vida daquelesvampiros que ousaram opor-se a ele, mas a guerra contra os licántropos sem manadaestava em seu apogeu e naquele momento, pensou que o Conselho protegeria o clã se algo lhe acontecesse.
Que errado estava.
Lucius observou fixamente a Ethan. Continuava sendo o mesmo homem magricela, penteado sempre na última moda, e procurando um reconhecimento que precisava mais que o próprio sangue para sobreviver. Era um ser débil, mas tinha labia, e atacava o inimigo se escondendo atrás do punhado de vampiros que o seguia. Um covarde de olhartraiçoeiro e pele pálida.
Meu senhor, ouvimos que uma mortal esta na mansão. —A Ethan nãopassou despercebido obrilho perigoso nos olhos de Lucius. Excelente, a mortal é seu ponto fraco, Lucius. Usaremos isso para nosso benefício. Depois de algunssegundos de silêncio, Ethan continuou—. E tal como diz a Lei: Sob nenhuma justificativa se mostrará as nosas terras aos mortais, sob pena de tortura ou exílio.
Lucius não se mostrou surpreso. Nemsequer piscou ante suas palavras. Era como se o muito maldito soubesse de antemão o caminho que iriam tomar.
Não é precisoque me relembreminhas próprias palavras, vampiro. Conheço bem a Lei.
Então, por que motivo à quebranta?
Atreveu-se aperguntar em voz alta outro vampiro do Conselho, a quem Lucius reconheceu como sendo a mão direita do Ethan. Um vampiro que o próprio Ethan transformou, depois de receber como oferenda a fortuna do homem, que suplicou que lhe concedesse a vida eterna ao descobrir o que Ethan era.
Lucius fulminou o vampiro com um olhar, respondendo sem levantar a voz, usando um tom que não aceitavaréplicas.
O que eu faça com a minha vida não incumbe ao clã. Se o Conselho faz tanta questão em seguir a Lei, aceitarei o castigo correspondente ao crime que cometi. —Os murmúrios surpreendidos dos presente ressonaram com força  na sala circular, silenciando a Lucius por alguns segundos, que observava asdiferentes reações dos vampiros. Levantou a voz para continuar. Dentro de dois dias, o castigo se levará a cabo. Somente membros do Conselho e os meus Guerreiros estarão presentes.
Wulfric se adiantou um passo atéficar ao lado de Lucius.
Tem certeza, Luc?
Luciusassentiu com a cabeça, respondendo a pergunta do seu amigo.
Ethan não cabia em si do gozo que sentia. Finalmente, tinha sob seu poder oorgulhoso Príncipe. Sorriu internamente, saboreando o momento em que empunharia a arma cerimonial com a qual castigaria o condenado.
O faria pagar todas os desplantes que sofreu ao ser rejeitado como Guerreiro quando quis se unir a suas fileiras. Ninguém rejeitava-o sem sofrer as consequências. Durante um séculoplanejou sua vingança, esperando entre as sombras. Agora... se à cobraria com gosto.
Suas ordens são Lei, meu senhor. —Assegurou Ethan, contendo a vontade de rir. O Conselho estará preparado para cumprir sua ordem. Que membros empunharão a adaga? —Perguntou seguindo o costume imposto ante um caso de castigo. Era um ritual sangrento no qual o Conselho preguntava ao Príncipe quais seriam osvampiros queempunhassen a adaga ceremonial. Nesse caso, Ethan desfrutava duplamente, pois o próprio Lucius escolheria quem o iria torturar.
Luciusseguiu com o plano. Tinha certeza que ia arrepender-se pelo o que ia dizer a seguir, mas era necessário para se librar daquela escória, era necessário que todos participassem.
Cada membro do Conselho empunhará uma vez a adaga.
Ethan ofegou surpreso, ocultando a surpresa com uma tosse simulada. Os séculos trastornaram Lucius. Vinte vampiros formavam o Conselho, portanto, seriam vinte cortes com a adaga cerimonial. Era um suicídio. Nenhum vampiro acusado e condenado sobreviveu a mais de quinze cortes.
É um convencido, Lucius. Mas seu orgulhoconduzirá asua queda. Mesmo se sobreviver a cerimônia, estarásdébil, e vamos a aproveitar para atacar a mansão. De uma maneira ou de outra, tomarei o controle do clã.
O sorriso que delineou Ethan foi só um flash que se apagou quando percebeu que os Guerreiros que rodeavam a Lucius desembainhavam as armas. Quando iagritar-lhes que estava proibido entrar naquele lugar levando armas, ouviu o grito de Lucius. O príncipe apagou a fúria de seus homens com alguns estranhos sons.
Com reticência, os Guerreiros guardaram as armas e cruzaram os braços esperando o próximo comando do seu senhor.
Luc, deveríamos nos encarregar destes bodes, aqui e agora.
Luciusmanteve o rosto inexpressivo.
Recorda, Syemus, que há mais de uma maneira de vencer o rival. E a estes... quero destruí-los a cada um. —Respondeu mentalmente ao seu amigo, transmitindo aos demais Guerreiros seus pensamentos, pois estavam conectados naqueles momentos. Os Guerreiros também escutaram cada palavra que Ethan pronunciou em sua mente e por essa razão, estavam dispostos a cometer umamassacre naquela sala.
—É tarde meu senhor. É hora de nos retirarmos para descansar. Comentou em voz alta Ethan, levantando um braço e indicando ao resto do Conselho que  encerrariam a reunião.
Lucius passeou o olhar pelo salão pelaúltima vez, memorizando os rostos dos vampiros que pagariam com a própria vida por desafia-lo. Ao notar um ligeiro comichão na mente, Lucius à bloqueou elevando asbarreiras, impedindo que o intruso penetrasse e rebuscasse em seus pensamentos.
Ethan tropeçou ao colidir com um muro na mente de Lucius. Tentou entrar na mente dele, mas foi impossível. Seu poder não se igualaba ao do Príncipe, mas esse pequeno detalhe não lhe impediría de alcançar seu sonho, fazer-se com o controle absoluto do clã. Ser o próximo Príncipe dos vampiros!
Lucius virou a cabeça e com um gesto, ordenou o seus Guerreiros que saíssem da câmara. Uma vez que seus homens estavan longe, Lucius girou e ficou olhando fixamente a Ethan. Mostrou um sorriso confiante e inclinado, e seus olhos brilharam com intensidade, percorrendocada rosto que fazia parte do Conselho.
Recordem que estáproibido deixar os terrenos sem minha permissão. Os verei dentro de dois dias.
E sem dizer mais nada, saiu comelegância do salão. Suas passadas ressonaram no silêncio que invadiu o lugar. Nenhum deles intencionavafugir para evitar ocumprimento de seu papel no ritual dos castigo. Mas ao escutar as palavras do Príncipe, começaram a duvidar se realmente agiam corretamente ao torturar o seu soberano por um ato que muitos deles realizavam às escondidas para abastecer-se desangue fresco. Traziam mortais à mansão. Mas eles, uma vez que bebiam dos mortais, acabavam com suas vidas e os atiravam às bestas que mantinham presas nas masmorras subterrâneas para que se alimentassem de sua carne morta.
Ethan... É seguro castigar o Príncipe? Perguntou um dos vampiros, expressando as dúvidas em voz alta que todos sentiram depois da saída de Lucius.
Durante um segundo, Ethan não soube confrontar os vampiros que lhe seguiam fielmente. Todos olhavam com verdadeirapreocupação.
Uma oportunidade como esta não volterá a acontecer novamente. Devemosaproveitá-la. Unir nossas forças para acabar com Lucius.
Suas palavras acalmaram os vampiros.
Perfeito. —Pensou Ethan saindo da câmara seguido de seus homens—. Ninguém arruinará os meus planos.


Antes de entrar no quarto, Lucius respirou fundo, procurando acalmar seu agitado coração. Veria novamente a mulher, dormiria junto a ela. E por todos os demônios, não estava seguro de poder conter-se. À queria, a pesar de que ela lhe fizesse enfurecer ao chama-lo de monstro, ansiava o seu corpo. Quería conhecer cada centímetro da sua pele.
Passados alguns segundos, entrou silenciosamente no quarto, fechando a porta com um feitiço para que ninguém incomodasse até a noite seguinte. Avançou para a cama, onde a jovem descansava deitada de lado. Lucius à comtemplou. Seus cabelos dourados estavam espalhados pelo travesseiro, algumas mechas cobriamligeiramenteseu rosto. As longas pestanas charmosas, os lábiostentadores entreabertos, o peito subindo e baixando rítmicamente; comphuna uma bela imagem que o hipnotizou.
Maldição. —Lucius murmurou em voz baixa ao sentir como o calor da luxúria percorrendo seu corpo, aglomerando-se em seu quadril, cobrando vida uma parte da sua anatomia que cresceu o dobro de seu tamanho.
Observou suavirilha onde se apresentava claramente a protuberância que se sobressaía em sua apertada calça de couro preto. Fazia séculos que não sentía dessa maneira tão esmagadora.
Lucius soltou um xingamento em sua língua natal. Estava excitado como um vampiro adolescente, apenas ao olhá-la dormindo e imaginar como sería a sensação das suas pernas ao redor de seu quadril. Esquentou até o extremo de necessitar uma ducha fria para acalmar seu corpo e sua mente.
Desabotoando a camisa, Lucius se aproximou até o banheiro e abriu o chuveiro, optando pela água fria, metendo-se sob a geleda cascada depois de tirar as calças. Gemeu ao sentir o contraste de temperatura. Seu corpo se esticou devido à temperatura baixa da agua, relaxando segundos depois ao habituar-se a agradável sensação de senti-la correr pelas costas.
Todavia, uma parte do seu corpo não se acalmava, seguia excitada e disposta para a guerra. Sem pensar muito, baixou a mão por seu peito acariciando seu ventre até chegar a seu membro. Passou um dedo por toda sua longitude, afogando um gemido. Estava tão excitado que doía. Fechou a mão sobre seu pênis e começou a acariciá-lo, subindo e baixando lentamente.
Lucius mordeu o lábio inferior impedindo que os gemidos fossem escutados no dormitório. O gosto de seusangue o acendeu. Os vampiros eram puro prazer... prazer pela dor, pelo sangue, pelo sexo.
Estirou a cabeça para tras, abriu a boca e ofegou. Enquanto se acariciava, imaginava que a jovem inexperiente bombeava seu membro com a boca. Imaginava-a de joelhos ante ele, fechando sua luxuriosa boca sobre seu pau, sugando o que pudesse, lambendo com gula o latejante membro com desejo enquanto lhe acariciava com as mãos os testículos.
Lucius deu um passo para trás e ficou com as costas apoiada na parede, a água caindo sobre seu ventre, o frio chocandodiretamente contra a quentura de sua virilha. Em nenhum momento deixou de acariciar-se, subindo e baixando a mão em toda a longitude do seu membro, lubrificado pelo líquido seminal, que começava a gotejar do seu interior. Não duraria muito mais. Estava na beira do abismo.
Aumentou o ritmo das carícias, movendo os quadrisno compasso, sem deixar de imaginar que era a boca de sua fêmea que o estava conduzindo ao clímax. O orgasmo o atingiu duro, fazêndo-o gritar com prazer ao mesmo tempo em que seu ventre era salpicado de sêmen que aágua se ocupou de limpar. Com a respiração ofegante, Lucius se recompôs e estirou o braço procurando o gel, e lavou seu o corpo.
Dez minutos depois, saiu do banho vestido com um roupão preto, caminhou até à cama e se deitou ao lado dela. A jovem entreabriu os olhos ao sentir o peso de outro corpo de perto.
Mas que é... fora! Disse com voz sonolenta ao ver o braço dele sobre seu quadril.
Lucius estava deitado de lado, abraçando-a pelas costas, aspirando seu aroma, grunhindo interiormente para não forçá-la a lhe dar uma amostra do seu sabor.
Shh, pequena. Só quero dormir.
Gabrielle paralisou quando Lucius baixou a cabeça e depositou um terno beijo no seus lábios. Lembrou o que aconteceu antes que elesaísse enfurecido do quarto. Se começasse a beijá-la apaixonadamente de novo, não sería capaz de resistir ao forte sentimento queproduzia nela seus beijos. Mas, não aconteceu nada. Depois de beijá-la, eleapoiou a cabeça no travesseiro e dormiu.
Gabrielle se sorpreendeu ao sentir momentaneamente uma insana decepção ao ver que ele não fez mais nada.
Estúpida. —Repreendeu-sementalmente—. Não deixarei que ele me possua, seacontecer... estarei perdida.
Luciusdescansou como não fazia em anos.
Em contraste, Gabrielle, foi incapaz de dormir.

Lucius não à soltou a noite inteira, ou talvez tenha sido o dia inteiro. Não sabia que hora era, com as cortinas fechadas. Quando se adormeceu, morta de cansaço, relaxou aprisionada nos braços do vampiro.








Prólogo


Nathaniel se orgulhava de seu valor e de sua força e se vangloriava de suas virtudes sorrindo com orgulho a quem o rodeava. Apesar de ser um tritão de apenas oito verões esgrimia o bluirt com mestria sendo capaz de superar os seus companheiros de treinamento. Dele se esperava muito, pois era o herdeiro da coroa do Reino de Atlântida.
Nathaniel era o filho mais velho do rei Doivar e como tal lutava e se esforçava dia a dia para alcançar a seu pai. Ia ser o próximo rei tritão, desde que era um infante o tinham repetido dia após dia para lhe inspirar em seu treinamento. Quando fosse um tritão adulto aceitaria um cargo que suportava grande responsabilidade e do que necessitava uma forte determinação. Em suas mãos teria o bastão de poder que levava em todo momento seu pai e com o qual seria capaz de dirigir as marés e o fluxo dos oceanos. Sua família levava protegendo o bastão desde tempos imemoriais, este passava de pais a filhos selando a promessa que jurou o primeiro Klaider ao deus dos mares.
“Proteger seu mundo, mesmo à custa de suas vidas.”
Nathaniel Klaider se converteria no vigésimo sexto rei tritão, na noite de lua cheia de seu décimo sétimo verão de existência.
Ou isso ao menos era o que todos esperavam, e com o que sonhava o jovem tritão...
Até a noite em que todo seu mundo desmoronou-se... E se viu obrigado a escapar junto com sua jovem irmã do palácio, deixando atrás os fantasmas de seu passado e os corpos sem vida de seus pais.
Os gritos de sua mãe ressoariam em sua mente durante anos, impedindo-lhe de encontrar a paz e recordando-lhe cada noite o juramento que se fez quando olhou pela última vez o que fora seu lar.
Encontrar aos causadores daquilo,… e acabar com eles, com suas próprias mãos.





-1-


Mireilla Smither golpeou pela quarta vez o botão do alarme que havia no balcão do motel. Encontrava-se em um velho motel que parecia que estava a ponto de desmoronar, e que resultou ser o único alojamento possível.
Quando por fim se animou a seguir a sua voz interior – além disso, do empurrãozinho que supôs sua família – e aceitar o trabalho que lhe ofereceram na ilha de Saint Thomas, ao norte do oceano Atlântico, não se imaginou que ia encontrar-se tão perdida e com sua mala atirada em um chão sujo e poeirento de um motel que parecia tirado de um filme de terror.
Desde menina sua família a pontuou de insípida. Ela sempre foi a tímida da família, sempre nas nuvens e não arriscando-se na vida. Mireilla sempre bufava quando lhe diziam que devia parecer-se mais com suas irmãs. Até seus próprios pais adotaram essa expressão que a feria.
Mas… como ia parecer-se com suas irmãs se estas eram modelos que viajavam ao redor do mundo posando para os melhores fotógrafos?
Ela não tinha a culpa de ter nascido com uma altura mediana e ter ao menos – e tudo em palavras de suas esfomeadas irmãs – quinze quilos a mais.
Assim, sem querer, era o patinho feio de sua família, vivendo à sombra do êxito de suas irmãs, suportando as brincadeiras dos que a rodeavam. Na escola secundária – o pior período da sua vida – tinha aceitado seu aspecto e o papel que ia representar dentro de sua família. Ela não podia competir em beleza com suas irmãs, mas podia buscar um futuro acadêmico. Desta maneira começou a estudar com paixão, absorvendo cada palavra que lia, conseguindo um doutorado em historia depois de realizar uma tese de mitologia greco-romana.
E como chegou a uma ilha da qual ninguém sabia e que descobriu sua localização depois de consultar um mapa detalhado da costa?
Pois por uma aposta. Uma simples e pestilenta aposta com suas irmãs.
Essas harpias apareceram em seu apartamento do campus no que trabalhava de ajudante do professor de história, e a desafiaram e ela aceitou – depois de seis doses de tequila haver-lhes-ia dito que sim a qualquer petição que lhe fizessem.
Deixando de lado as lembranças, Mireilla golpeou com vontade o ditoso aparelho enquanto dizia em voz alta:
―Há alguém aí? Levo dez minutos esperando a que me atendam.
Escutou ruído na parte de atrás do mostrador e pegadas apressadas. Mireilla sorriu. Agora parecia que ia atendê-la.
Com curiosidade e um pouco mais relaxada ao ver que poderia dormir sobre um bom colchão, Mireilla olhou a seu redor. O pó e a sujeira eram evidentes nos escassos móveis que adornavam a entrada do local. Também havia um velho móvel com prateleiras nas quais tinham fotos antigas que mostravam o esplendor perdido do lugar. Sob seus pés havia um tapete pegajoso e descolorido em que se percebiam partes queimadas por bitucas e que recomendaria ao dono que atirasse ao lixo.
Sua inspeção foi interrompida ante a aparição do dono.
―Que deseja jovem?
Mireilla girou-se e ficou olhando. O homem devia medir apenas uns dez centímetros mais que ela. Seu aspecto era descuidado, mostrando uma desnutrição evidente, pois sua enrugada pele estava presa aos ossos. Era um ancião extremamente magro e desalinhado com uns cabelos recortados sem forma alguma e de um tom cinzento. Depois de repassar a estranha vestimenta, pois vestia uma calça de cor cáqui e uma camisa de manga curta de uma cor alaranjada desbotada, Mireilla olhou-lhe o rosto, tentando por todos os meios conter sua língua. Os olhos do homem eram completamente brancos. Estava cego. Agora compreendia o porquê de o lugar parecer tão abandonado. O pobre homem com sua cegueira não seria capaz de limpar a sujeira e fixar-se nas imperfeições que lhe rodeavam.
―Jovem? Diga-me o que quer?―sua rouca voz a tirou de seu devaneio.
―Eu…―titubeou―. Necessito alojamento, e no porto me disseram que este é o único lugar que dispõe de quartos livres.
O homem esboçou um sorriso torto.
―Chegou em má época jovem. Dentro de três dias vai se celebrar pelas ruas principais da cidade um desfile comemorativo, recordando que o temido pirata Barba negra viveu aqui. Outros hotéis da ilha estão ocupados. Estamos em temporada alta.
Mireilla deixou cair à mala de mão, o som que produziu ao golpear contra o chão assustou ao ancião que saiu de atrás do balcão, com os braços em alto procurando-a.
―Encontra-se bem? Esse golpe… espero que não lhe tenha passado nada. Não podem fechar meu motel, se o fizerem onde dormirei?
Os balbucios do homem a tiraram de seu devaneio, Mireilla girou-se e levantou um braço lhe tocando.
―Estou bem, senhor. É só...―Que estou a ponto de chamar a minhas irmãs para amaldiçoá-las até o dia de suas mortes... por fazer-me tomar uma iniciativa como esta, pensou, mas disse em alto tentando demonstrar calma em sua voz―… que deixei cair ao chão a minha mala. Desculpe-me se lhe assustei.
O homem esboçou um sorriso, mostrando uma dentadura em que faltavam vários dentes. Tomou a mão e sem deixar de sorrir a levou até o balcão.
―Está bem jovem. Antes não estava acostumado a me sobressaltar tanto, mas agora com meu...―Mireilla viu quando engoliu em seco e franziu a testa. Notava-se que lhe custava falar de sua deficiência, assim decidiu mudar de tema, lhe perguntando.
―Há quartos livres?
―Se há quartos livres?―repetiu o homem mostrando a surpresa no tom de sua voz ―. Claro que existem. Você pode escolher o quarto. Espera que lhe mostre e...
O entusiasmo que mostrou o homem foi contagioso. Mireilla sorriu e lhe assegurou que um dormitório que desse de frente para o mar servia. Adorava contemplar o mar de noite. O suave sussurro das ondas acariciando as douradas praias a tranquilizava, e quando chegou à ilha esperou encontrar um motel onde pudesse dormir escutando ao mar. Quando os donos dos motéis aos que visitou antes de chegar ao que estava lhe disseram que não havia quartos livres, deprimiu-se. Havia aceitado o trabalho sem ter pensado sequer em buscar um bom alojamento e um meio de transporte. Não era habitual de ela lançar-se de cabeça em uma aventura sem ter tudo planejado detalhadamente.
Mas ao menos... A improvisação não era tão má. Ou ao menos isso era o que estava pensando enquanto seguia o dono do motel escada acima, a sua nova habitação, depois de assinar o contrato de arrendamento por dois meses. O tempo que tinha para procurar toda a informação que encontrasse naquela ilha do pirata mais famoso dos sete mares.
O pirata Barba Negra.
Uma vez que estaria sozinha em seu novo lar durante os seguintes dois meses, Mireilla deixou sua mala em cima da cama e caminhou para o balcão. Sorriu quando viu a paisagem que a recebia. A poucos metros do motel havia uma pequena praia privada de areia dourada que reluzia sob os raios do sol. As águas cristalinas nas quais se via o fundo do mar acariciavam-na com calma, seguindo um ritmo tão antigo como o próprio mundo. A vegetação limítrofe da praia era de um verdor intenso salpicado com diversas e chamativas cores das flores típicas da ilha.
Fechou os olhos e desfrutou da calma que lhe transmitiu o que a rodeava.
Se antes se lamentou de sua precipitada decisão, agora estava segura de que havia feito a melhor escolha de sua vida.
Estaria por dois meses em um paraíso, realizando um trabalho que adorava.
Mireilla soltou uma gargalhada cheia de felicidade, entrando de novo no quarto para desfazer a mala e descansar após a longa viagem de barco.
―Trabalho, dinheiro… agora eu só posso amar―disse risonha, zombando internamente da semente que sempre esteve em seu coração e que nunca pôde germinar ao sentir-se sempre inferior, pois cada homem que conhecia em sua vida a comparava com suas irmãs quando o apresentava à família―. Mas primeiro desfazer a mala, uma ducha rápida e amanhã à biblioteca a procurar informação de Edgard Teach.
O que a jovem nunca esperaria era que sua vida iria mudar radicalmente, cumprindo cada um de seus mais profundos desejos.







-2-


As ruas da cidade da ilha Saint Thomas em que estava Mireilla estavam repletas de turistas que não deixavam de tirar fotos com suas caras e pomposas câmaras de fotos. Mireilla olhava com curiosidade ao seu redor, assombrando-se que aquele festival que estavam preparando pendurando pôsteres nas janelas das lojas e grinaldas nas fachadas dos edifícios fosse uma comemoração a um homem que aterrorizou a milhares de pessoas com seu maldoso e escuro coração. Edward Teach nunca teve piedade com seus prisioneiros, desfazendo-se de todos aqueles que se interpunham em seu caminho. Seus triunfos como pirata percorreram os mares de sua época, como um rumor de um anjo da escuridão que aterrorizava a todos os comerciantes que apareciam em seu caminho.Os tesouros que conseguiu foram gastos até o último dobrão em mulheres e bebida. Junto a sua tripulação, a que nada mais que o desejo de enriquecer-se abordando navios, unia-lhes. Entre piratas não havia lealdades. Por um cofre de moedas de ouro espanhol teriam vendido a seu capitão.
Mireilla se aproximou de uma pequena loja expondo folhetos e livros dedicados ao famoso pirata. Ir até a loja foi uma conquista, mas quando entrou suspirou aliviada. Não suportava estar rodeada de tantas pessoas. Sentia que faltava ar se lhe rodeavam até invadir seu espaço íntimo, empurrando-a e arrastando-a para onde a multidão se movesse.
Dentro do pequeno local Mireilla passeou diante das prateleiras admirando os livros ali expostos. Talvez… compraria um. Alguns livros escritos sobre o Edgard Teach estavam bem documentados e narravam sua história tal qual foi. Dura, cruel e cheia de traições.
―Necessita algo?―Mireilla se voltou e ante ela estava uma mulher de meia idade que vestia um apertado traje cinzento e tinha recolhido o cabelo em um coque alto.
―Não, obrigada. Só estava olhando.
A vendedora sorriu mais abertamente ao ver a hesitação nos olhos de Mireilla. Levava muitos anos no negócio, atendendo aos turistas que se aproximavam da ilha na festividade de Barba Negra e aquela mulher mostrava o desejo de adquirir conhecimentos sobre o pirata. E nunca lhe falhou seu instinto.
―Está segura senhorita? Aí tem bons livros. Aquela fala dos tesouros que conseguiu Barba Negra e este da vida que levava antes de morrer.
Mireilla olhou os livros que lhe aconselhou à senhora e desprezou comprá-los. Não eram mais que guias ilustradas para turistas, exagerando os dados históricos.
―Não, obrigada. Essas guias não me interessam. Mas se tiver um da história da ilha documentada, talvez eu compre.
A senhora elevou uma sobrancelha dissimuladamente, um pequeno tique que com os anos poliu para que não notassem o interesse que mostrava ante uma nova venda.
―Vejo que é uma mulher com as ideias claras. Isso está bem. Venha comigo, mostrar-te-ei uns textos antigos. São um pouco caros, mas se está verdadeiramente interessada, verá que bem vale esse preço.
Mireilla assentiu com a cabeça e a seguiu, picada pela curiosidade. Se após ter entrado naquela pequena loja encontrasse um texto inédito, teria o reconhecimento que lhe abriria as portas da sua profissão. Era apenas ajudante do departamento de História, ainda depois de ter estudado Licenciatura. Seu trabalho consistia em preparar as aulas de seu chefe, documentando-se na matéria que tocava cada dia para logo lhe dar a pasta com a teoria e as imagens que seu chefe explicaria a seus alunos. Ela não era mais que uma biblioteca com pernas que fazia o trabalho sujo.
Nem reconhecimento, nem prazer por seu trabalho.
Estava cansada de ser menosprezada e usada.
Internamente aquela era uma das motivações – além da aposta – que a levou a aceitar o papel de investigadora.
Agora, seguindo a uma mulher que dizia ter um texto de valor histórico, sentia-se exultante, percorrendo-lhe o corpo uma comichão de antecipação, como se esperasse que verdadeiramente fosse realizar um achado importante.
―Aqui está.
A voz da vendedora a tirou de seu devaneio e se concentrou no livro de capa curtida e páginas amareladas. As letras eram douradas e o fechamento era uma tira de couro que se enrolava ao redor do documento mantendo protegidas suas páginas.
Se for um livro escrito na época em que viveu Barba Negra, estaria escrito à mão e suas páginas estariam soltas.
Colheu-o com mãos trêmulas, pois uma primeira inspeção ao velho texto lhe confirmou que era antigo.
―Ele custa 1.200 dólares.
Mireilla afogou o ofego de impressão que lhe causou aquele exagerado preço. Mas depois de uns segundos nos que tentou assimilar aquela cifra, recordou que tinha o apoio do reitorado e o departamento de História que tinham posto ao seu dispor perto de dois mil dólares. Com aquele pressuposto teria que sobreviver os meses que passaria na ilha. Possivelmente era precipitado pagar aquele dinheiro por um texto que embora não parecia falso, havia uma porcentagem alta de que o fosse.
O que faço? Se gasto 1.200 dólares ficará muito pouco para sobreviver os meses seguintes. E tenho que pagar o alojamento e a comida. Pensou enquanto acariciava as tampas. Mas por outro lado... O motel não é caro, e se fizer um pouco de dieta... Que diabos eu vou comprá-lo! Decidiu-se sorrindo.
―Levo isso―Mireilla não viu o sorriso de satisfação que esboçou a vendedora ao ver que ia ganhar 1.200 euros por um jornal que encontrou seu avô enterrado em seu jardim.
Aquele velho jornal não valia nem as três partes do preço que aquela inocente mulher ia pagar-lhe, já o tinha levado a um avaliador de antiguidades quando seu avô faleceu e este lhe disse que não valia nem 200 dólares. Mas… ela não o ia comentar. É obvio que não. Uma venda era uma venda, apesar de que fosse uma fraude. Já não haveria volta atrás. Do momento em que agarrasse o dinheiro da mulher, já se esqueceria do jornal e não aceitaria reclamações.
Mireilla enquanto isso examinava com ilusão sua compra, sem ser consciente do engano.
Antes que se arrependesse, a vendedora a levou de retorno ao mostrador de sua loja, passando pela entrada do armazém onde guardava o jornal em uma pequena caixa forte, e fez-lhe uma fatura em papel, alegando que a caixa registradora avariou-se. Com aquele papel assinado com um nome falso, não lhe serviria para reclamar quando ela percebesse que o diário era falso.
Mireilla entregou-lhe o cartão dourado que lhe deu o reitor da faculdade de História. O som da máquina quando passou à vendedora o cartão lhe fez sentir remorsos. Era muito dinheiro. Mas depois de vê-lo mais atentamente bem valia à pena. Aquele velho texto era um diário que poderia revelar novos dados do famoso pirata. Já tinha vontade de chegar ao motel e encerrar-se em seu quarto para lê-lo minuciosamente.
―É isso aí. Toma―devolveu-lhe o cartão e Mireilla o guardou novamente em sua carteira―. Que tenha um bom dia jovem! E desfruta da festa. Tenho que fechar a loja agora.
A Mireilla pareceu estranho que a mulher agora tivesse tanta pressa por fechar a loja, quando antes parecia que estava a ponto de atá-la a uma cadeira até convencê-la a comprar algo, lavando-lhe o cérebro com imagens e slogan dos guias para turistas. Mas afastou de sua mente a desconfiança e saiu do local rumo ao motel, colina acima. Esquivou-se como pôde aos turistas que gritavam emocionados na rua ao presenciar um rodeio em que os atores representavam um assalto de piratas à ilha.
Mas quando passou ao lado de um grupo de atores vestidos de piratas, Mireilla chocou com um deles.
―Desculpa―disse procurando recuperar o equilíbrio depois de se chocar com o muro robusto que era o homem.
―Procura olhar por onde vai, moça, ou acabará machucada.
Dizer que ficou paralisada era um eufemismo. Mireilla engasgou ao ver que diante dela um sexy e selvagem pirata a sustentava de um braço, mantendo-a segura da multidão que lhe rodeava.
Mireilla o olhou com os olhos exagerados e engoliu com dificuldade. O “pirata” era atraente, um autêntico bombom que atraía os olhares das mulheres ao seu redor. Era alto, perto de um metro noventa e ombros largos. Vestia umas calças de couro negro que se ajustava ao seu corpo como uma segunda pele. A camisa branca que lhe cobria o peito estava aberta, deixando ver parte de sua magnífica anatomia.
Por um segundo se assombrou ao comprovar que não tinha cabelo no peito. Era imberbe. O único cabelo que se via a simples vista era o seu longo cabelo loiro brilhando sob a intensa luz do sol e suas arqueadas sobrancelhas.
Mas o que lhe provocou um calafrio em todo o corpo foram seus olhos azuis. Eram magnéticos, atraentes.
E ela caiu em sua rede.






-3-

Nathaniel não podia acreditar o que estava vendo. Aquela mulher sustentava o diário de seu pai, o objeto que levava procurando durante mais de seis anos e que foi o motivo de que se encontrasse naquela imunda ilha cheia de humanos.
Viu-se obrigado a fazer-se passar por um mais deles, participando de cada festividade, compartilhando uma taça com outros homens da ilha e resistindo as insinuações das mulheres que se aproximavam cada noite a ele dispostas a compartilhar um bom momento.Detestava o contato com aqueles seres que estavam destruindo o mar que amava com todo seu coração e que o abraçava cada noite quando se inundava em suas frias águas.
Ele pertencia à raça dos Sereios, habitantes dos mares, mais conhecido na cultura popular dos humanos como tritões. Tinha passado sua juventude na cidade de Atlântida. Ia converter-se no seguinte rei tritão, até que a desolação destruiu o castelo de sua família e o deixou sem coroa e com o coração tingido de ódio, raiva e desejo de vingança.
Devo consegui-lo. Não posso permitir que esta mortal tenha o diário de meu pai. Nele está à chave para encontrar o bastão do poder Levava anos buscando-o.
Quando já acreditava perdido um dos guardas que tinham trazido com a irmã nos Mares do Sul, comentara que a chave para encontrá-lo estava em um velho diário que esconderam no mundo humano.
Ao princípio se enfureceu com os velhos Guardas, mas depois de pensá-lo atentamente se precaveu que tinham agido corretamente. Se algum membro ou aliado da atual família Real que governava a cidade de Atlântida descobria a existência do diário localizariam o símbolo de poder, o bastão criado pelo deus dos mares e entregue ao primeiro tritão lhe benzendo com o dourado metal.
Agora sua única esperança de recuperar o trono jazia sobre o peito agitado de uma mulher humana que o olhava com fascinação.
Nathaniel sorriu abertamente.
Que a mulher o considerasse atraente lhe conviria. Faria o que fosse preciso para recuperar o diário, embora tivesse que tocá-la ou seduzi-la, ainda contra suas crenças e costumes.
―Está bem, moça?―perguntou suavizando o tom de sua voz, olhando-a fixamente.
Mireilla engoliu com dificuldade. Seu coração palpitava com intensidade contra sua caixa torácica e esperava que o homem não pudesse escutar seu amalucado ritmo.
O que se estava bem? Não estava muito segura. Por agora respirava, mas se seguia olhando-a assim acabaria tremendo dos pés a cabeça, desfazendo-se por dentro.
―Encontra-te bem?―voltou a perguntar o homem.
Antes que pensasse o homem que era uma estúpida sem cérebro por ficar lhe olhando-o boquiaberta, respondeu finalmente.
―Sim, encontro-me bem. Obrigada.
Tenho que me afastar deste homem, ou cometerei uma loucura. Não estou acostumada a que me olhem… assim. Pensou a jovem antes de procurar uma saída olhando a seu redor, evitando os magnéticos olhos do pirata.
Quando tentou liberar-se do aperto, encontrou-se que o homem a segurava com força em seu braço. Mireilla passeou seu olhar do braço ao rosto do homem concentrando sua vista na testa, um truque que lhe ensinou seu professor de história antiga da carreira quando confiou que lhe aterrorizava falar diante das pessoas. Com aquele gesto evitava ficar mal, pois parecia que estava lhe olhando nos olhos e ao mesmo tempo não ficava nervosa com a intensidade de seus olhos.
―Poderia me soltar, senhor?
Nathaniel cheirou o medo que desprendeu a mulher ao ver-se apanhada. Queria conseguir seu objetivo sem que a humana chamasse as autoridades da ilha, tinha que suavizar seus gestos.
Não será tão difícil fazer-me passar por um macho normal. Levo seis anos nesta ilha e ninguém tinha descoberto meu segredo.
―Não sem antes que me diga seu nome, preciosa.
A resposta da mulher não foi a que se esperou.
Tinha presenciado como os machos daquela espécie soltavam essa frase sem sentido nas noites que se reuniam no único bar do povo e conseguiam que as mulheres lhes acompanhassem à pista de baile, onde saltavam sem ritmo algum tentando seguir à estridente música que ressoava com força no local.
A mulher que o olhava com desconfiança e que possuía uns formosos olhos azuis tornou-se para trás e saiu correndo aproveitando que ele a tinha soltado.
Nathaniel ficou quieto.
A mulher sumiu de sua vista misturando-se com as pessoas que presenciavam o rodeio.
―Essa mulher é um osso duro de roer, Nat. será difícil você levá-la para a cama.
Nathaniel girou-se.
A sua esquerda um pirata de cabelos castanhos e cavanhaque, com uns olhos cinzentos e de compleição forte parou a seu lado, observando à mulher que até apenas uns segundos tinha estado à mercê de Nathaniel.
―Não quero levá-la ao catre.
―O que você disser, amigo―Eric Willliams sorriu de lado, cruzando os braços. Depois dos anos, tinha aceitado que Nat era capaz de negar até o evidente. Seu orgulho lhe impedia de dar o braço a torcer, defendendo sua postura e sua maneira de pensar apesar de estar equivocado.
Nathaniel passou ao lado de Eric e retornou à rota da procissão. Ambos ficaram atrasados e se queriam finalizar a jornada daquele dia deveriam apurar o passo para alcançar os outros.
Eric se manteve perto dele, seguindo o ritmo que impôs para chegar até o grosso da procissão. Nat tinha se mantido calado, nem sequer tinha respondido a sua provocação. Eric soltou um suspiro. Às vezes, Nat parecia que era feito de pedra. Qualquer outro teria saltado, ou tinha seguido a brincadeira, qualquer... Menos Nat. Sua chegada à ilha tinha sido inesperada. Tinha aparecido de um dia para outro, molhado e vestindo uns farrapos velhos. Muitos foram os que lhe perguntaram se tinha naufragado seu navio, mas ele se manteve silencioso e não respondeu nenhuma das perguntas, nem sequer o xerife da ilha conseguiu tirar-lhe a informação.
A única informação que conseguiram foi seu nome, Nathaniel Klaider, e seu ofício mergulhador profissional. E embora Eric odiasse reconhecer, Nathaniel era melhor mergulhador do que ele. Ambos tinham montado uma pequena empresa de mergulho para mostrar aos turistas a riqueza da fauna marinha da ilha e seus arredores.
Por um módico preço, mostravam os corais que rodeavam a ilha e a protegiam do forte fluxo causado pelos múltiplos maremotos e erupções de vulcões submarinos.
A rota que seguiam tinha covas marinhas com grande riqueza animal e que se viam com claridade ante as águas cristalinas. Os turistas que pagavam por seu serviço ficavam gratamente satisfeitos depois de ter nadado entre peixes de milhares de cores que se aproximavam deles com curiosidade e sem temor algum, chegando inclusive Nathaniel a lhes dar de comer.
Era um espetáculo digno de ver.
Nathaniel, que sempre estava sério e com uma careta de eterno aborrecimento em seu rosto, mudava quando submerso na água. Seus olhos brilhavam com intensidade e seu corpo se movia com fluidez.
O projeto que iniciaram depois de uma noite de bebedeira no bar tinha dado bons frutos, recuperando os gastos que investiram para fundar a empresa.
―Onde estavam?―a voz do organizador e dono do único bar da ilha soou com aborrecimento ao vê-los aparecer―. Inferno, devemos ir juntos, fazer a montagem do show na cidade. Não ficando atrás por que queiram.
―Sim, chefe―Eric o saudou militarmente antes de unir-se a outros que se detiveram com suas espadas de metal sem fio desembainhado.
Nathaniel passou sem lhe dizer nada e seguiu Eric até misturar-se com outros.
O organizador deu de ombros, optando por ignorar seu comportamento e caminhou para frente, ficando diante de todos. Desembainhou sua espada e a elevou por cima de sua cabeça.
―Os turistas nos estão olhando, já sabem o que terá que fazer―disse em voz baixa para ser escutado unicamente pelos homens que estavam as suas costas―. Esta noite a ilha será nossa!―gritou com euforia provocando as exclamações animadas dos turistas que esperavam aquela atuação. Thomas Flintter, taberneiro de noite, aquele dia era o famoso e desumano Barba Negra que gritou a ordem a seus homens de atacar e estes lhe obedeceram.
A festa do assalto do Barba Negra à ilha era uma festividade em que todo o povo participava, vestindo roupas daquela época e em que os turistas se divertiam quando eram alcançados por globos de água e as mulheres eram elevadas nos braços por homens robustos e de boa aparência.
Nathaniel participou como outro ano mais. Mas sua mente estava fixa em uma só mulher. O ser humano indescritível que tinha entre suas mãos o diário de seu pai e possuía uns formosos olhos azuis que recordavam o seu.






-4-


O trajeto para o motel foi exaustivo. As pessoas que cruzavam seu caminho não deixaram de empurrá-la em direção contrária a procissão. Mireilla suspirou aliviada quando viu a fachada do motel.
Estava esgotada. Parecia que acabava de chegar da guerra em que meio povo estava como loucos correndo de um lado a outro participando daquela festividade sem sentido. Por quê? Como era possível que celebrassem o assalto de uns sanguinários piratas?
Não o compreendia.
Bastou atravessar as portas de entrada do motel, que Mireilla saudou o ancião que estava seguindo a festa escutando a alegre voz da cadeia de rádio local e subiu ao seu dormitório.
Encerrada em seu quarto sentou-se na cama depois de tirar os sapatos e concentrou-se no diário. Acariciando as suaves tampas do velho livro, veio-lhe à mente o intenso olhar do pirata.
Avermelhou e recuou, tombando na cama, tampando os olhos com as mãos.
―Se conto ninguém acreditaria em mim. Esse homem devia estar brincando comigo. É impossível que estivesse interessado―recordou as palavras de suas irmãs, que zombavam dela em muitas ocasiões quando mostrava interesse por um homem e uma delas o arrebatava―. Se um homem aproxima de você é porque lhe necessita para algo, não por sua beleza nem por que a deseja―recitou alto, mostrando sem pretender a amargura que sentia quando recordava aqueles tempos e que a marcou para a vida.
Sua vida sentimental era virtualmente inexistente. Tinha mantido relações com seu único noivo formal na faculdade, encontraram-se quando compartilharam um livro da biblioteca para fazer um trabalho do Antigo Egito. Thomas Feilder era um homem agradável de sua mesma idade que conseguiu curar sua baixa auto-estima. Ambos compartilhavam gostos e realizavam as mesmas atividades. Parecia o casal perfeito, até que sua irmã Maryam decidiu visitá-la depois de ler uma de suas cartas.
Maryam levou apenas uma semana para quebrar o coração dela.
Mireilla apertou os olhos com força. Recordar a noite em que encontrou seu noivo brincando de médico com Maryam ainda produzia-lhe dor.
Hoje em dia, ainda não falava com Maryam e esta aproveitava seu silêncio para deixá-la como a má da família, pondo-a contra os outros.
―Que vão todos para o diabo!―gritou, sentando-se de repente, recolhendo as pernas e apoiando-se contra a cabeceira da cama―. Isso é passado, agora somente devo me concentrar em meu trabalho. Não necessito a ninguém mais.
Tomou o diário e abriu-o com cuidado para não romper a correia que o protegia. Não se equivocou. Suas páginas eram amareladas e escritas com uma tinta de fabricação caseira. A letra que se percebia era carregada, inclinada à esquerda, com alguns borrões de tinta ou por ter caído gotas de água sobre o texto.
―Como se chorasse quem o escreveu―disse alto, anotando mentalmente essa possibilidade.
Deixou por uns segundos o diário aberto na cama, e levantou-se para agarrar sua caderneta de notas que sempre tinha a mão em sua bolsa de viagem. Depois de pegar a caderneta e uma caneta, retornou à cama.
―O texto está escrito em três idiomas diferentes. Há textos em latim antigo, outro em grego, acredito que estes símbolos... Não sei o que significam―murmurou para si mesma, escrevendo algum dos estranhos símbolos em sua caderneta. Eram umas espécies de curvas e linhas que se cruzavam, em meio de desenhos de animais com duas patas longas e sem pelos.
À medida que avançava a leitura do texto em latim, a euforia que Mireilla sentia aumentava. Aquele diário era uma espécie de pedra de Roseta, que ensinava um idioma desconhecido até o momento de uma civilização anterior à romana.
Mas o texto parecia escrito por uma mente moderna. Falava de aparelhos que voavam pelo céu e obscureciam com sua fumaça a luz do sol. Descrevia as naves que sulcavam a água e que destroçavam a calma do mar, e era a maior causa da morte de muitas espécies marinhas.
Com cada palavra que traduzia do latim antigo – dando obrigado interiormente ao seu ex-noivo que lhe aconselhou seguir estudando o latim antigo especializando-se na tradução de textos – a história a absorvia, transportando-a a uma cidade chamada Atlântida, que sofria as intrigas e a luta pelo poder.
―Atlântida. Deve ser uma brincadeira. Não pode ser verdade que a mítica Atlântica existisse.
Ela nunca acreditou que existisse a Atlântida. Muitos em sua faculdade eram defensores intransigentes daquele mito, especulando sua localização, mas ela duvidava de sua existência.
Eles eram daqueles que para acreditar em algo devia vê-lo, tocá-lo.
Seguiu lendo, anotando em sua caderneta de vez em quando. Estava tão absorta que não sentiu a chegada da noite.
E não foi até entrar a madrugada, quando seus olhos estavam vermelhos de tanto ler e sua mente embotada, quando decidiu apagar a luz.
Sonhou com um Reino maravilhoso sob o mar, habitado por seres míticos como as sereias e tritões, que nadavam entre os corais.
Talvez... Seu sonho em breve se tornaria realidade?






Relato Nunca digas no a un lobo feroz de Ursula Brennan

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Con un poco de retraso comparto con todas, por el día del Libro, mi relato Nunca digas no a un lobo feroz, un relato divertido y como no, romántica gay. Espero que os guste, para poder comprender un poco la historia os recomiendo leer antes el relato Nunca hagas enfadar al lobo feroz. 







Es necesario leer Nunca hagas enfadar al lobo feroz para poder comprender mejor la historia de Nunca digas no a un lobo feroz. 






Registro Safecreative: 1503133451057
Imágenes de la portada: Pixabay



Nunca digas no a un lobo feroz

Ursula Brennan





Ponme otra.
Liam O´Brian negó con la cabeza mirando con pesar al humano que tenía frente a él al otro lado de la barra, no era habitual verlo por el bar sin la presencia de Kenneth pues habitualmente acudían al local juntos desde que los dos se conocieron en la Academia.
Olisqueó el aire notando el olor a embriaguez que sudaba el policía por cada poro de su piel. Se le veía pálido, más delgado que la última vez que estuvo en el bar hacía un mes y con unas sombras bajo los ojos que delataban la falta de sueño que estaba sufriendo.
Mejor no, amigo, ya estás borracho, no necesitas más alcohol en tu organismo. Acaba esa copa y vete a casa a descansar.
Luke Johnson soltó una carcajada seca y apartó el botellín medio vacío de cerveza fría que estaba tomando. El bar O´Brian daba vueltas a su alrededor y sabía que si en esos momentos se intentaba poner de pie iba a caer de cabeza contra el suelo y quedar espatarrado en medio del local con ganas de vomitar hasta la primera papilla y llorar como un niño pequeño por su patética vida.
No estoy suficientemente borracho, aún soy capaz de recordar y por tanto de pensar, ponme otra. —Al ver como el maldito chucho que tenía delante negó con la cabeza e intentó agarrar el botellín para tirarlo a la basura, le gritó—. Joder, ¿qué debo hacer para tener otra cerveza?
Irte a casa a descansar la borrachera que tienes encima y venir otro día si te quedan ganas de pasar otra resaca. Vete a casa, Luke, sabes bien que no puedo darte más alcohol, ni dejarte coger el coche, voy a llamar un taxi para que venga a recogerte y...



Estaba cansado, harto de su vida, de haberlo perdido todo en apenas unos segundos, todos los planes que había armado tras una simple respuesta que se rompieron en miles de pedazos, lanzándolo al abismo de la desesperación. El último mes desde el fatídico día, o como él lo llamaba NDLZ, se metía más y más en la mierda de la autocompasión, encerrándose dentro de un caparazón de ironía y odio al mundo del que ni quería, ni estaba dispuesto a salir por mucho que su parte racional le dijera que sería lo más sano para él.
Y en esos momentos le jodía que el maldito chucho le estuviese mirando con lástima grabada en sus ojos, en cada uno de sus gestos. No era un puto niño que necesitaba ser protegido y lo que estaba sintiendo le estaba asfixiando. Quería emborracharse hasta olvidarlo todo y no recordar nada. Ni a su familia que no dejaban de telefonearle varias veces al día para preguntarle cómo estaba o recriminarle no haber hecho todo lo posible para mantener a Amanda a su lado, ni a la sensación de pérdida y fracaso que sentía cada maldito minuto del día.
¿Motivo? Su Amanda, la mujer con la que quería fugarse a Las Vegas, casarse y formar una familia le había dicho que NO. NO quería casarse con él, NO a formar una familia y NO a seguir en el piso que compartían. Así que cuando todo sucedió se encontró con una maleta delante de la puerta y un portazo que dio por finalizado dos años de relación.
NDLZ, la noche de la zorra fue la peor noche de su vida, en la que vio cómo su sueño de formar la idílica familia junto a la mujer que creía que era la “elegida” se esfumó entre sus dedos, junto con todos sus ahorros al verse obligado a dejar todo atrás porque a la HDP no le salía de los ovarios irse del piso.
Nota de Luke para quien no lo sepa: HDP Hija de Puta.
Y ahora, tras treinta días en el que se hundió en la mierda, rememorando una y otra vez las últimas horas de la relación, aun se preguntaba qué es lo que había hecho mal, qué es lo que hizo para que Amanda le diera con la puerta en las narices y lo largara del piso esa misma noche.
Kenneth lo tenía claro cuando se lo contó todo al día siguiente de lo sucedido desde el motel de mala muerte al que fue a descansar, o más bien a refugiarse porque no consiguió pegar ojo esa noche. Los dos compartieron las cervezas frías que llevó hasta el motel Kenneth, maldiciendo al género femenino, exceptuando por supuesto a Gabrielle O´Brian la mujer pantera que se desposó con su amigo. Kenneth lucía esa cara de recién casado que parecía el protagonista de un anuncio de compresas (valeee, pongamos que prota de anuncio de desodorante para hombres machotes que le caen mujeres del cielo), con marcas por el cuerpo, sobre todo en el cuello (y sí, esos mordiscos deben doler por mucho que el lobo diga que no) y oliendo a sexo por cada poro de su cuerpo.
El cómo se conocieron era de película, pues estuvieron a punto de detener a Gabrielle y al final acabaron esos dos emparejándose uno tras el volante del coche patrulla y la otra desde la ventanilla, entre gruñidos, palabras como “celo”, “aparearnos”, “unión mágica”..., vamos, un uga uga romántico a morir que poco más y acaban follando contra el capó.
«Tiene a otro. No hay otra explicación posible, amigo»
Si era así no lo había visto, no vio ningún detalle que le indicara que la estaba haciendo infeliz y que le estaba poniendo los cuernos. Ni que era una zorra disfrazada de linda ovejita que esperó a rematarlo cuando más expuesto se mostró a ella.
Y ahora..., estaba jodido, a un paso de provocarse un hígado graso de tanto alcohol y con una baja médica por recomendación del Comisario Jones al verle tan “apagado”.
Biennn.
Perfecto.
Cornudo, sin apartamento, sin trabajo que lo distrajese y teniendo que soportar cada vez que quedaba con Kenneth cómo olía a gata en celo y le brillaban los ojos por TODO el sexo que tenía con su mujer.
Era irónico ahora que lo pensaba, pues al final quien se casó fue el que iba a ser el padrino de su boda, y por todo lo alto, en una celebración que mejor olvidar, porque el que estuvo a punto de marcar territorio, comerse la mesa principal del convite y hacer otras barbaridades fue él, tras beber tres botellas de champán y otras cosas que ni recordaba. El destino era una puta que se corría haciendo sufrir a tipos como él, porque todo se volvió en su contra, el padrino de su idealizada boda se convirtió en el novio, lo perdió todo de un día a otro, y el que peor se comportó de los invitados en la ceremonia fue él, no los invitados de los novios pese a que eran chuchos y gatos, miembros de una raza de cambiantes que vivían escondiendo su naturaleza de la sociedad humana, ya que muy pocos humanos sabían de su existencia.
El espectáculo que dio aun era comentado, y le constaba que había una web privada de lycans con la que se reían del video que le grabaron, menos mal que no lo subieron a youtube o en esos momentos sería viral por las redes sociales, pues a todo el mundo le gustaba ver cómo un borracho medio desnudo jugaba a ser tarzán con una de las cortinas de la sala, estrellándose contra los  músicos al grito de Ouhhh ouhhh.
Lamentable.
Un gran paso a la fama entre los lycans que hasta le pedían selfies por la calle si lo reconocían.
¿No querías ser famoso cuando eras niño?
Toma fama.



—Vete a casa Luke, te ves como la mierda, ve a descansar.
La voz del primo más joven de Kenneth le devolvió a la realidad. Parpadeó un par de veces, cerró la boca e intentó que los dos Liam que veía ante él se volviesen uno solo, pero al ver que no iba a suceder, les respondió:
—¿A qué casa? La maldita se quedó con todo, bueno no, me dejó al gato. ¡Qué coño hago con un gato! Menos mal que el motel de mierda en el que estoy me permiten mantenerlo, creo que lo hacen porque hay ratas... —Se rió solo, de algo que nadie más en el bar comprendió. Estaba dando el espectáculo del día siendo el centro de atención pero él no se daba cuenta. Seguía tambaleante, con voz pastosa y mirada turbia sentado en uno de los taburetes de la barra, apestando a cerveza y luciendo como un muerto en vida— … ¡Les voy a cobrar por cada rata que mi leona cace! Así dejo la policía y me forro.
Liam suspiró y negó con la cabeza. No tenía muy claro si llamar o no a Kenneth para que viniese por su amigo. Pero no quería molestarlo, o más bien, a la compañera de este, esa felina daba miedo cuando se enfurecía, podía ronronear a Kenneth pero con los demás era una perra disfrazada de gatita.
—Luke, ¿te estás escuchando? ¡Quieres prostituir a tu gata de diez años! ¿No ves que estás borracho y que debes ir a tu casa a pasar la mona?
Este negó con la cabeza sin dejar de mostrar esa mueca de borracho feliz, al menos no era como los lycans que cuando bebían dejaban salir a la bestia de su interior y acababa el bar pareciendo a una perrera con tanto lobo suelto.
—No lo estoy..., bueno si..., no... —Negó de nuevo con la cabeza, apoyando las dos manos en la mesa, buscando que el bar dejara de bailar a su alrededor. Tenía el estómago revuelto a un paso de vomitarlo todo—. .., no estoy muyyy borracho, aún puedo caminar y por eso me tienes que dar más cerveza, quiero olvidarlo todooo, como los vulcanos. Esos si que molan, ¿sabes? Un click y fuera preocupaciones, sin sentimientos..., aunque eso del pon farr es una perra que les muerde cada siete años y no debe ser muy... —Se rió en alto, atrayendo toda la atención de los lobos que estaban en el bar. Para desgracia de Luke ese día estaba lleno y algunos de ellos a un paso de sacar el móvil para grabarle de nuevo, ya que era el famoso tarzán de la boda más comentada de la ciudad— ...Qué cojones, ¡el pon farr debe molar muchísimo! Todo el puto día en celo, follando como conejos, y así durante días hasta que la fiebre del pon farr se vaya.
Liam le sacudió el brazo intentando que dejara de divagar como un borracho y se centrara.
—Luke, ¡por la luna llena! Estás dando el espectáculo y luego te vas a arrepentir y...
—¡No! —Este dio un manotazo fuerte levantándose tambaleante del taburete a un paso de caerse de bruces al suelo—. De lo que me arrepiento es del tiempo que pasé con esa perra...
—¡Eh! Deja de insultar a nuestras hembras —Escuchó Luke una voz a su espalda que no pudo reconocer.
No iba a volverse porque se la pegaría seguro, así que levantó un brazo con la mano abierta y gritó a su vez:
—¡Tienes razón, tío! Amanda no es una perra, es una maldita rata que se lo ha quedado todo menos la puta gata. ¿Cómo me pudo decir que no?
Liam giró la cabeza de un lado a otro negando, sin saber muy bien qué hacer. Podía sacar a rastras al humano y meterlo en un taxi para que lo llevara hasta la casa de su primo pues no tenía ni donde quedaba ese “motel de mala muerte” donde se alojaba el policía. Pero antes de emplear la fuerza bruta temiendo dañarle, intentaría convencerlo que estaba haciendo el ridículo y que debía irse a casa a sufrir la resaca.
—No lo sé Luke, nadie puede saberlo, solo ella, pero debes pasar página y...
—¡Seis putos polvos le eché esa noche! Vamos oh, gritó como una loca en cada uno de ellos y cuando le suelto la pregunta me dice que no, que no soy lo suficiente hombre para ella. —Alzó la cabeza y miró desafiante al frente, donde ahora tres Liam le devolvían una mueca entre sorpresa e incredulidad que estuvo a punto de reventarle de la risa. Sí, con el alcohol el mundo era más llevadero, todo lo veía de color..., comenzamos de nuevo, todo lo veía borroso, doble, pero sin duda las preocupaciones habían desaparecido por completo—. Como un vulcano en pon farr, seis putos polvos por toda la casa, ¿y no soy suficiente hombre? ¿Qué cojones buscaba esa perra? —Esta vez nadie le replicó, ni le echó en cara que dejara de usar el apelativo perra como un insulto, todos eran lycans y no les sentaban nada bien las bromas “caninas”, porque TODO el mundo estaba con la boca abierta, alucinando por las divagaciones del borracho, por lo que estaba soltando por esa pastosa boquita.
Liam carraspeó deseando borrar de su mente lo último. ¿Por qué los borrachos tenían la desagradable manía de soltar todo lo vergonzoso de sus vidas cuando bebían? ¡Ah, sí, In vino veritas! En el vino está la verdad, cierto, y por desgracia los camareros se convertían en dueños de secretos que daban ganas borrar de sus mentes a golpes.
—Amigo, las mujeres son extrañas, no intentes comprenderlas.
—Sí, si, tienes razón, son raras, y joder lo que hay que soportarles para poder follarlas... —Se rió con voz pastelosa, sin dejar de tambalearse.
A Liam la actitud del policía le recordó a un árbol a punto de caer al suelo, sin saber muy bien por donde tirar, izquierda, parpadea, derecha, parpadea varias veces, derecha de nuevo y wuooo.
Derecha definitivamente.
La caída fue estrepitosa y el ruido alertó a todos. Luke se golpeó contra las barras de las butacas y se debió abrir la cabeza porque comenzó a oler a sangre.
Liam saltó la barra y se acercó hacia el gimoteante humano que seguía boca abajo en el suelo.
—¡Luke! ¿Estás bien? —«Debí llamar a Kenneth para que viniese a por él, ahora me va a matar cuando sepa que se ha partido la cabeza en mi turno». Pensó mientras se agachaba para levantar al borracho policía—. Te voy a llevar al hospital para que revisen esa cabeza dura que tienes, ¿ok?
Escuchó unos ruidos que no podía identificar, pero parecían sílabas, así que o bien se había golpeado más fuerte de lo que pensaba o entre la borrachera y el dolor de la ostia que se metió, el humano estaba balbuceando o más bien gruñendo incoherencias más propias de los cachorros recién nacidos que de un adulto.
Le cogió de los brazos y lo levantó poco a poco, para que no le vomitara encima. El olor a vómito era difícil de enmascarar y más para un lycan con un olfato super desarrollado.
—¡Oh! Hay cuatro tús, jajaja.
Liam rodó los ojos escuchando las carcajadas de borracho del policía. Este se mantenía a duras penas de pie, riéndose de una broma que solo él le veía la gracia. El resto de los presentes sonreían divertidos ante el espectáculo que estaba dando el único humano que entraba habitualmente en el bar.
—Sí, sí, Luke, lo que tú digas, ahora se un humano bueno y no te resistas mientras voy a...
—¡SUÉLTALE!
Liam se tensó ante el grito que escuchó. Miró con nerviosismo hacia la puerta mientras su cuerpo luchaba por obedecer la orden. Era como un hormigueo que le instaba a hincar las rodillas en el suelo y a ofrecer su cuello.
«Eso solo  me sucede cuando estoy delante de...»
Oh, no.
No podía creer lo que estaba viendo. Era imposible, pero ahí estaba, a unos metros de él, cubriendo la puerta de entrada, el lobo alfa de las manadas lycans de EEUU, mirándole con unos ojos que prometían dolor y muerte, si no cumplía sus ordenes.
—¡No te lo repetiré una segunda vez, lobo! ¡Suéltalo ahora mismo!
Esta vez no pudo luchar contra la orden, así que abrió los brazos y dejó caer al humano que seguía con la risita de borracho sumergido en su mundo de yupi de paz, felicidad y mucho alcohol.
«Oh, joder». Musitó para sus adentros Liam temiendo por su vida.
Al haber obedecido, Luke cayó de nuevo al suelo, y este tras  un golpe seco seguido de un quejido de dolor, se había quedado tumbado boca abajo, murmurando incoherencias que por suerte no comprendía.
La ostia que se había llevado era buena pues cayó de cara, estampándose contra las duras baldosas, rompiéndose posiblemente la nariz y el labio, aunque esperaba que no fuera así, pues el alfa estaba mirando alternativamente al humano y a él con una expresión feroz en su rostro.
Lo iba a matar, sí o sí, por tocar al policía y por dejarle caer al suelo.
—¡TÚ! —rugió el alfa entrando del todo en el local, cerrando la puerta tras él de un portazo que sobresaltó a todos.
Los lobos presentes no tardaron en arrodillarse al suelo e inclinar la cabeza cuando el recién llegado les barrió con la mirada. Todos le expusieron el cuello en un gesto de sumisión total, evitando mirarle a los ojos, aunque si que lo hacían de reojillo.
Liam alzó los brazos en señal de paz. No quería problemas, pero parecía que hiciese lo que hiciese los problemas lo iban a cazar a él, quisiera o no.
—No le he hecho nada, solo seguí órdenes. Él es un amigo e iba a llevarlo a casa de..
El gruñido de advertencia le dejó paralizado, saboreando al amargo miedo. Sin poder pronunciar palabra acabó de rodillas al lado de un gimoteante y balbuceante Luke, exponiendo el cuello.
El alfa avanzó por el local hasta detenerse frente a ellos, no dejó de gruñir, mostrando los dientes con furia, los ojos de un color amarillo y brillantes, el voluminoso cuerpo tenso, a un paso de abalanzarse contra el lobo que consideraba su enemigo en esos momentos.
—¡Tú, le has hecho daño! —Olisqueó el aire, gruñendo de nuevo, con ese tono grave y oscuro que ponía los pelos de punta—. ¡Mío! —gruñó con voz animal, posando la mirada en el cuerpo del policía, quien era ignorante de todo lo que estaba aconteciendo en el local—. ¡Dañaste a mi compañero!
«Ostia putaaa». Pensó Liam temblando de miedo a un paso de mearse encima. El destino era una zorra que se burlaba de él, y de qué manera. ¿Quién iba a imaginar que Luke era el compañero para toda la vida de un alfa? ¿De un macho? ¿Del jefe de todas las manadas de EEUU? Él no, al menos, y seguro que el humano tampoco, sobre todo cuando no dejaba de repetir que él no era maricón cuando Kenneth le abrazaba efusivamente. Al humano le incomodaba las muestras de camadería de los lobos, que buscaban contacto físico bien en peleas o con abrazos entre sus amigos de camada. El contacto era muy importante en el mundo de los cambiantes, una manera de afianzar la amistad, de captar el olor de tus congéneres y de mostrarles el tuyo, pero para Luke, pese a ser un humano que los conocía era desconcertante y se apartaba realizando bromas, y asegurando que necesitaría una buena ducha para quitarse el olor a chucho mojado.
Estuvo a punto de reír en alto al imaginar la cara de Luke cuando se enterase que había sido marcado públicamente por un hombre, por un alfa, que no le iba a dar tregua, que iba a perseguirlo hasta que fuera suyo, cuando las ganas se apagaron fulminantemente al sentir el aliento del alfa sobre el cuello. Le estaba olisqueando, sin dejar de gruñir y mostrándole los dientes. Si daba un paso en falso podría ser atacado por el lobo, y él siendo un beta no le daría tiempo a transformarse para defenderse.
Se quedó quieto, aguantando la respiración.
«No me muerdas, no me muerdas... Joder Luke cuando estés sobrio te voy a pegar un tiro». Juró cerrando los ojos y dejando su vida en manos del puto del destino.
—No hueles a él, no lo has montado.
«¿Montado?»Repitió en su mente, entreabriendo los ojos, suspirando aliviado al ver que ahora el alfa estaba olisqueando a Luke.
—Es mi... —Tragó saliva al ver que el alfa le devolvió la mirada al escuchar su voz. Aquel hombre era atemorizante, y él al ser un lobo beta no asistía a ninguna reunión de  manadas que se celebraban por todo el país. A Donovan Murray solo lo conocía por los reportajes de las revistas onlines que se publicaban en las webs de los cambiantes. Estaba acojonado, lo reconocía, pero tenía que aclarar la situación, el temperamento de un alfa era variable, un volcán a punto de erupción que no avisaba cuando iba a estallar y él no quería convertirse en Pompeya, cuanto antes dejara claro su relación con Luke mejor que mejor—. Es mi..., mi amigo. Un humano que...
—Sí, lo huelo. Es humano. —Lo olisqueó de nuevo rozándole la espalda con la mano izquierda.
Y el cabrón de Luke gimiendo como una puta ante esas caricias.
«Eso mamón, tú jadeando y yo a punto de ser destrozado por tu compañero».
Esta vez no pudo ocultar la sonrisa que cruzó su rostro al imaginar el momento en que el humano supiera la verdad, lo que había acontecido en el bar, a la vista de todos, cómo había sido marcado por un lycan poderoso entre los clanes que se veía dispuesto a cargarlo y llevarlo a la cueva del lobo para devorarlo por completo. Oh Luke, ya sabía que regalarle para su próximo cumpleaños, nada de espadas láser o sables de esos de Star Wars para ver cómo se enfadaba y los rompía despotricando contra George Lucas el creador de la saga, este año tocaba... una capa roja, para el “caperucito” que iba a ser devorado por el lobo feroz.
—¿Qué relación tienes con él? ¿Por qué te has atrevido a tocarle?
Liam se sobresaltó ante la avalancha de preguntas. Al estar de rodillas estaba a la altura de la penetrante y atemorizante mirada del alfa, quien seguía acariciando a Luke a lo largo de toda la espalda.
—Es mi amigo. —«Y ya lo he dicho varias veces, joder. Parece que no escuchas, coño.» Esto no se atrevió a decirlo en alto, pero si que lo pensó, insultando con diferentes palabras al lycan que lo mantenía paralizado con solo mirarle a los ojos—. Es policía en esta ciudad, y en la Academia se hizo amigo de un primo mío y...
—Nombre del lycan que es amigo de mi compañero —le interrumpió con voz cortante.
No admitía réplicas, y como lycan no sería capaz de hacerlo, en sus genes llevaba la obediencia a los alfas, y más cuando era el que gobernaba con mano dura los clanes del país.
—Kenneth O´Brian, quien trabaja como compañer...
El gruñido que brotó de los entreabiertos labios del alfa le puso los pelos de punta a un paso de gimotear como un cachorro. Joder, había pasado tanto tiempo con el imbécil -ahora mismo te odio a muerte- de Luke acostumbrándose a su manera de hablar, olvidando la importancia entre los cambiantes de la palabra compañero, un lapsus que le podía costar la vida.
—Es el agente que trabaja con Luke. —Señaló al cuerpo que seguía tendido en el suelo,… roncando. «Hijo de puta, ¡te has quedado dormido! Puto borracho de los cojones, cuando estés sobrio te voy a matar. ¡NO! Mejor, que el alfa te parta el culo en dos y así me reiré cuando vengas arrastrándote al bar cojeando al tener el ano como la bandera de Japón».
El lycan dejó de acariciar la espalda del policía al notar cómo este se relajó por su toque y al escuchar los suaves ronquidos que resonaban por el silencioso local. Desvió la mirada del beta que seguía en actitud sumisa ante él y posó los ojos sobre la esbelta figura de su compañero.
Llevaba cuarenta años existiendo, viviendo una vida vacía en la que internamente añoraba el tener una compañera, quien lo recibiese siempre con una sonrisa y le lamiese las heridas causadas por la crueldad de su mundo. Ser el alfa de los clanes del país conllevaba riesgos que gustoso aceptaba, pero llegaba un momento en la vida que quería tener a alguien con quien compartir la carga. Toda su vida creyó que su compañera iba a ser una lycan hembra con quien aullar a la luz de la luna y poseerla en el clamor del influjo lunar tanto en forma animal como humana, pero... Miró con atención el cuerpo de su compañero, sorprendiéndose al notar como su polla reaccionaba ante la fuerza que percibía bajo las capas de ropa que llevaba el humano. Su lobo estaba más que satisfecho con la elección del destino.
La vida le tenía deparadas muchas sorpresas y una de ellas, y la mayor de todas, sin duda, era que en lugar de una compañera, tenía un compañero y para complicar la cosa..., humano. Frágil, con quien no podría aullar a la luna, a quien no podría marcar con su forma animal, y a quien sus enemigos lo pondrían en lo alto de su lista para acabar con él a través de su muerte. Y aún así, a pesar de todos los peros que su parte racional le susurraba al oído, estaba orgulloso de haberlo encontrado, de ser afortunado tras cuarenta años en la oscuridad. Poco importaba si fuera hombre, o mujer, si no iba a ser la madre de sus hijos -pues siempre le quedaba la opción de adoptar-, o si era humano o un lycans, ERA SUYO, su compañero, y su lobo ya lo había reconocido como tal, y su corazón ansiaba poder conocerle, poder enamorarse de él y ver el amor en sus ojos al corresponderle.
La unión entre compañeros era algo mágico que no todos tenían la suerte de conocer, muchos morían sin llegar a ver encontrado a su otra mitad del alma, los que si habían tenido la fortuna de haberlo hecho siempre describían lo mismo: la electricidad en el ambiente, la voz del lobo que le gritaba que era ella, que era él, el furioso ritmo de los latidos, el fuego y el deseo que bullía en su interior, todo su ser gritaba que la había encontrado, a la mitad de su alma, la luz de su vida.
Nunca creyó esas palabras hasta que lo experimentó mientras pasaba la limusina, que lo trasladaba del aeropuerto a su hotel, cerca del bar, ni siquiera le dio tiempo al conductor a parar cuando él abrió la puerta y saltó fuera del vehículo. Ahí dejó al lobo tomar el control de su cuerpo y llevarlo a donde le gritaba por dentro que tenía que ir. En cuanto abrió la puerta del bar y lo vio, el mundo se rompió a sus pies, el corazón se detuvo unos segundos y todo su cuerpo tembló de anticipación, de deseo, de furia, de pura alegría.
Era él.
Al fin. Tras cuarenta años...
Donovan Murray, cerró los ojos e inhaló profundamente, excitándose ante el aroma varonil que desprendía el policía. No iba a lamentar la decisión del destino al imponerle un humano como compañero, no cuando era suyo para proteger, no cuando llevaba tanto tiempo anhelando tener a alguien con quien compartir la dicha y las penurias de su cargo, con quien vivir, pues hasta que no lo conoció, hasta que no le tocó, su vida había sido vacía.
Y ahora que lo había encontrado lo atesoraría y se aseguraría de que no se alejara nunca de su lado.
Gruñó al ver que el beta estaba demasiado cerca de su compañero y sonrió cuando le vio trastabillar y tropezar con uno de los asientos que estaban cerca de la barra. Su lobo aullaba dentro de él de alegría, de deseo, rasgando su piel desde dentro con ganas de salir, de poder presentarse ante su compañero, ante el humano que había reconocido como suyo.
—¿Cómo se llama mi compañero? —preguntó con voz enronquecida, saboreando la palabra compañero. Aún no podía creer la suerte de haberlo encontrado, su otra mitad, quien lo complementaría, la luz en la oscuridad que era su existencia.
—Luke —farfulló con voz nerviosa el beta sin llegar a mirarle a los ojos cuando se le quedó mirando esperando una respuesta, manteniendo en todo momento una actitud sumisa.
—Luke —repitió Donovan, rompiendo la mirada con el otro lycan para posarla sobre el desmayado cuerpo del humano.
Se agachó hasta posicionarse sobre el cuello expuesto de su compañero. Le apartó la camisa y dejó expuesta la piel, palpitante, de una tonalidad como los rayos dorados del sol, y sin previo aviso le mordió, hundiendo los colmillos hasta hacerle sangrar.
El humano se removió y se quejó en sueños, pero no se apartó hasta que se aseguró de dejar la marca del reclamo en su piel. Se apartó unos centímetros y lamió la dolorida zona, sonriendo internamente al escuchar el gemido de placer que brotó de los labios de su compañero.
—Mío —murmuró con una alegría que hacía tiempo que no experimentaba—. Yo te reclamo ante miembros de mi especie, lucirás mi marca y todo aquel cambiante que la vea sabrá que me perteneces. Eres mi compañero, mi otra mitad, el pedazo de alma que me faltaba y me acompañarás en mi camino como alfa hasta que la muerte me reclame o te reclame —susurró sin dejar de acariciar los rubios cabellos del humano. Todo Lycan sabía que cuando un miembro de la pareja moría, el otro no tardaba en seguirle, eran incapaces de continuar sin su otra mitad.




«Esto se lo tengo que contar a Kenneth, no se lo va a creer.» Se dijo para sus adentros Liam, con los ojos abiertos como platos, mirando de reojo para no ser atrapado.
Kenneth lo iba a matar cuando le contase como el alfa de las manadas de EEUUmarcó públicamente al borracho de Luke, para luego cargarlo al hombro y salir del local sin decir ni una palabra.
—Me va a matar —masculló cayendo de rodillas al suelo nada más ver como la puerta se cerraba tras la salida del alfa y de Luke.
Hasta ese momento ni siquiera se dio de cuenta que el bar estuvo en un sepulcral silencio hasta que el ruido hizo presencia, con todas las voces de los presentes al mismo tiempo. Era un estruendo de gritos, sonidos de sillas arrastrándose por el suelo al levantarse muchos de ellos de golpe, incapaces de asimilar lo acontecido.
¿Acababan de presencia cómo el alfa de los lycans del país había reclamado a un humano policía y heterosexual en medio del bar?
Sí, lo acababan de ver, y aún así eran incapaces de asimilarlo.
—Lo he grabado todo.
Liam se levantó del suelo y buscó al que había gritado eso. Lo localizó al fondo del bar, un felino que aparecía de vez en cuando en el local desde la boda de Kenneth con la gata. Si no recordaba mal era uno de los hermanos pequeños de la mujer de su primo.
—¿Todo? —repitió, preguntando en alto.
El felino asintió y mostró su móvil, uno de esos de última generación que lo tenía todo y que parecían pequeñas tablets de bolsillo.
—¿Se lo podrías pasar a Kenneth?
—Sí, no hay problema, tengo su teléfono desde la boda. Gabrielle nos obligó a tratarle aunque fuera un chucho, —Gruñidos de protesta que ni alteraron al felino, quien continuó—, y ahora tenemos un grupo de WhatsApp para comentar la Liga de Béisbol. —Liam negó con la cabeza, lo que hacía Kenneth para caerle bien a la familia de su mujer, a los lobos el béisbol no les gustaba, les parecía un deporte lento y absurdo, de tira la pelota y ve a buscarla, preferían el hockey, y muchos lycans eran jugadores profesionales que arrasaban en las pistas en los mejores equipos del país.
—Ok, ok, envíaselo ahora mismo, y dile que ni se le ocurra hacer ninguna locura que el alfa no le hará daño a Luke.
—Ahora mismo se lo envío, ¿pero no sería mejor que le llamaras?
Liam negó mientras veía como el felino tecleaba en el móvil a una velocidad asombrosa.
—No gracias, le tengo mucho aprecio a mis pelotas, desde hoy desaparezco del mapa una temporada, no quiero saber nada, así que ya sabéis, pagad la cuenta y largaos, el bar está cerrado.
Muchos protestaron pero hicieron lo que les dijo sobre todo porque querían regresar a sus casas y contar lo que habían visto, poder comentarlo por las redes sociales lycans.
“El famoso tarzán reclamado por el alfa del país” Un titular que iba a ser lo más buscado en la web de cambiantes.
—Joder Luke, si estuvieses aquí te diría... que la fuerza te acompañe porque lo vas a necesitar cuando despiertes y veas lo que tienes encima —farfulló Liam cerrando el bar tras ver desfilar a todos, el felino fue el único que se detuvo unos minutos para hablar con él y para asegurarle que sí, que era mejor que se largara de la ciudad una temporada pues Kenneth estaba a un paso de coger el coche e ir a por él tras visualizar el vídeo, según el policía tendría que haber defendido a muerte a Luke e impedir que el alfa se lo llevara.
YA.
Qué fácil decirlo cuando no tenías unos colmillos descomunales a unos centímetros de tu cuello y tu lobo interior gritaba gimoteante ante la presencia del alfa. Pero seguiría el consejo del gato y se iría lejos, muy lejos por un tiempo.




Al día siguiente



—¡Dios, la cabeza me va a reventar!
—Enseguida le traigo un ibuprofeno, señor.
—¿Señor? —repitió en voz baja Luke, abriendo los ojos enfrentándose a la mirada de un hombre trajeado que estaba a un palmo de distancia—. ¡Ahhh!—gritó asustado al ver al otro tan cerca, levantándose de golpe de la cama con tal mala suerte que las sábanas y mantas se le enrollaron en  las piernas y acabó de cabeza en el suelo.
El mayordomo de la muerte, como lo apodaría más tarde Luke se acercó hasta él y le ayudó a levantarse, como si no pesara nada.
—¿Se encuentra bien, señor? ¿Quiere que le traiga ahora la medicación junto con su desayuno?
Ok, necesitaba ese ibuprofeno pero a la de YA, además de una ostia bien dada para que el mundo dejara de dar vueltas a su alrededor y su maldito estómago parara de bailar la salsa, además del dolor que sentía en la cara del golpe.
Se apartó del hombre y dio unos pasos hacia atrás, observando con cuidado la habitación. No la reconocía. Sencillamente, no tenía ni puta idea de dónde estaba. Lo que era evidente, era que aquella habitación sudaba dinero, era amplia, casi tan grande como todo su antiguo ex piso,  con una gran cama en el centro del cuarto, grandes ventanales, cortinas de esas con pinta de caras, alfombras mullidas, muebles dorados y en plan barrocos,...
—¿Dónde coño estoy? —le soltó a bocajarro, le dolía la cabeza, tenía una resaca de mil demonios y se había despertado en un lugar que no conocía, con un hombre de esos de película de terror de psicópatas en serie a un palmo de narices y con la extraña sensación en el pecho de que había sucedido algo importante que era incapaz de recordar.
—En su hogar.
«Estoy ante un psicópata peligroso». Pensó sin mostrar que estaba cagado de miedo por dentro. Era policía había sido entrenado para actuar en situaciones de estrés, para enfrentarse a la muerte cara a cara aunque sintiera ganas de hacerse una bola y esconderse del mundo, como cualquier otro ser humano.
—Señor, le repito ¿dónde estoy? —Se palpó los bolsillos en busca de su cartera para poder enseñarle la placa de policía. No la encontró, estaban vacíos. Ok, perfecto, indocumentado en una habitación que destilaba poder y dinero ante un psicópata disfrazado de mayordomo de película B de terror.
—Será mejor que le traiga el desayuno y venga el señor Murray a hablar con usted, ya debería haberle avisado que se ha despertado. —Esto último parecía que se lo dijo a sí mismo, como si temiese ser reprendido por algo que se olvidó.
No le dio tiempo a replicarle pues cuando abrió la boca para responderle el otro ya estaba saliendo del cuarto.
—Joder, joder, ¿dónde coño estoy? —susurró nervioso y asustado, a él nunca le pasó lo que sus compañeros de Comisaria alardeaban muchas veces, de emborracharse y despertar en una cama que no era la suya junto a una buenorra que le devolvía la sonrisa de buena follada en cuanto veía que estaban despiertos.
Toda su vida giró en torno a hacer lo que sus padres siempre quisieron a ser el mejor en los deportes, en los estudios, a rechazar las drogas que le ofrecían o a no beber más de lo que su cuerpo soportaba sin llegar a emborracharse,.. el hijo perfecto, el hermano perfecto, el policía perfecto, el novio perfecto...
¡JA!
Para luego ver cómo toda su vida se iba al garete, cómo no le quedaba nada más que un vacío de derrota en su interior.
Si lo pensaba seriamente no amaba a Amanda, la idealizó al considerarla la mujer de su vida, la futura madre de sus tres hijos, y la compañera infatigable hasta que la muerte los separara, pero... con los días, con el rencor que le ahogó, con las borracheras que enlazó una tras otra por el dolor de la pérdida, por la horrible sensación de derrota... Se percató que no era amor lo que sentía pues lo que más le jodía era la sensación de haber perdido el camino, el rumbo que marcó desde joven, el que debía seguir para mantener a todo el mundo contento.
Amor no era lamentar perder un ideal, un sueño en el que quiso creer pero que no era la realidad. Amar es entregarse sin reservas, confiar ciegamente, vivir con el orgullo de estar al lado de tu media naranja, de sentirse agradecido por cada día a su lado, de cabrearse y mandarla a la mierda sin dejar de pensar que es el amor de tu vida, amar... es...
Es algo que no experimentó con Amanda, ella le decepcionó y si lo pensaba fríamente cuando no estaba bajo los efectos del alcohol (y desde hoy se juraba no beber más que le dolía la cabeza como si le hubiese pateado un elefante varias veces), él no la amó a ella, si no a lo que representaba en su vida.
Y debía aceptar de una vez que lo abandonó,... dejándole un regalo bueno dos, una gata vieja que solo comía, dormía, hacía sus necesidades y vomitaba bolas de pelo por el suelo, y el otro la prueba fehaciente de que la vida era más cruel de lo que pensaba y que nada estaba escrito.
—Debo buscar un móvil o un teléfono y decirle a Kenneth que me venga a buscar. —No tenía la cartera, ni el móvil, y ni idea de dónde estaba, lo mejor era que su amigo le recogiese en coche y regresar a su rutina, era hora de volver a trabajar aunque tuviese que convencer con unas buenas botellas de vino tinto a su jefe para que obviara el permiso de un mes que aún tenía.
Le echó un vistazo rápido al cuarto sin ver un teléfono a mano, ni siquiera en las mesitas de noche que había a ambos lados de la gran cama, así que fue hacia la puerta, suspirando aliviado al ver que estaba abierta, que no le habían encerrado con llave.
—Debo dejar de ver películas de terror —se juró mientras giraba el pomo y abría la puerta, saliendo del cuarto para encontrarse cara a cara con un hombre que lo dejó boquiabierto y paralizado.
—¡Oh! Ya estás despierto, me alegro pues deseaba invitarte a desayunar conmigo y...
Luke no escuchó nada más. Se quedó mirando como un imbécil al hombre que seguía hablando delante de él. Le sacaba una cabeza, algo que le sorprendía pues no era bajo con sus cerca metro ochenta y cinco de altura, iba vestido con un traje que tenía pinta de caro y que se le pegaba al cuerpo mostrando que era muy corpulento, pero de esos de películas de acción o fantasía o los que van al gimnasio a machacarse el cuerpo para tener cero grasa y unos músculos de acero. No tenía ni idea de porqué estaba mirando embobado a ese hombre, porqué el corazón le latía furiosamente contra el pecho o porqué sentía un cosquilleo dentro de él que además de molesto le estaba asustando, pues estaba a un paso de jadear en alto con ganas de posar sus manos en el...
—¡NO! —gritó asustado por el camino que estaba tomando sus pensamientos. Joder, que a él no le gustaban los hombres, ¡coño! Nunca se sintió atraído por ninguno y no iba a empezar ahora, y menos con ese “Conan el bárbaro” trajeado.
Donovan parpadeó confuso ante la furiosa respuesta de su compañero. Solo le había pedido que lo acompañara a la cafetería del hotel para desayunar juntos antes de contarle a conexión que compartían; que eran compañeros de almas y estaban unidos hasta la muerte.
—¿No quieres acompañarme a desayunar? ¿O es que no quieres ir a desayunar a la cafetería de hotel y prefieres que pida algo para que nos lo traigan al cuarto?
—¿De qué estás hablando? —preguntó a su vez Luke sin comprender a qué se refería. Él lo que no quería era sentir lo que estaba sintiendo y que lo estaba acojonando. No era maricón, ni gay, ni homosexual, ni nada parecido, ni siquiera tuvo pensamientos húmedos con otro de su sexo y ahora estaba mirando embobado a uno. ¿Pero qué coño le pasaba?
—De desayunar conmigo.
—¿Desayunar? ¿Estoy en plena crisis existencial y me hablas de comida?
Ok. STOP. Ni una palabra más que ya estaba a un paso de convertirse en una loca histérica.




Enfrentarse a una manada de lobos no era nada comparado a intentar descifrar las respuestas de su compañero. Donovan respiró hondo y contó hasta diez. Era el comienzo, ninguno de los dos se conocían y Luke debía estar pasando una resaca terrible, así que tocaba respirar hondo y volver a intentarlo, por el bien de los dos.
—Debes estar confundido Luke. —Vio sorpresa en los ojos de él y continuó antes de que le respondiera con otra de sus indescifrables frases apoteósicas—. Me llamo Donovan Murray y soy el alfa de las manadas de lycans de EEUU, estás en mi cuarto del hotel Majestic, ayer acabaste en el suelo en el bar O´Donnell y te traje aquí para...
—Para ayudarme, Ok entendido y gracias por todo, pero ahora me gustaría que me dejaras un móvil para llamar a Kenneth para que venga a buscarme y...
El ronco gruñido que brotó de los labios entreabiertos de “Conan” o mejor dicho, del alfa Donovan le dejó paralizado, incapaz de apartar la mirada de los colmillos. Joder..., ahora si que comprendía el poder de un alfa porque él que no era un chucho estaba a un paso de ponerse de rodillas.
—¡Si se acerca a ti otro lobo le destriparé con mis garras!
Luke saltó en el sitio, ahogándose en la contradicción que estaba sintiendo. ¿Cómo era posible que pudiese sentirse nervioso, asustado, excitado, asombrado y orgulloso de una amenaza de muerte cuando era policía?
Diagnóstico: era gilipollas.
—Valeee, cortemos el tema aquí, ¿sabes que soy policía, no? Nada de amenazas de muerte a terceros por favor o tendré que detenerte.
Donovan lució una sonrisa confiada y sorprendida que le dejó sin aliento. Tenía los ojos de un color dorado muy parecido al oro fundido, eran... impresionantes. Un  hombre que dejaba sin aliento no solo por su aspecto físico si no por la fuerza que desprendía en cada gesto, en cada mirada, en cada palabra.
—Ummm no me des ideas Luke, o el que acabarás detenido y esposado, serás tú.
No pudo evitarlo y dio un paso hacia atrás chocando con el marco de la puerta que permanecía abierta, y que conectaba el salón y el dormitorio de aquel espectacular cuarto del mejor hotel de la ciudad.
—¿Te me estás insinuando? ¿O es que aún sigo borracho y no me entero de lo que pasa?
—¿Insinuando? No. —Ufff, soltó el aire Luke hasta que “Conan el bárbaro” continuó, y dijo—. Eres mi compañero, la atracción sexual entre los dos se incrementará sobre todo teniendo la luna llena tan cerca. Entre compañeros no hay insinuaciones, solo...
—¿Compañeros? ¿Perdona? ¿He escuchado bien? —Se pellizcó el brazo varias veces maldiciendo en alto al notar el dolor. No estaba en medio de una pesadilla, estaba despierto ante un macho alfa que le aseguraba que era su compañero—. ¿De esos que se unen con el uga uga mágico de vuestra raza y que acaban follando como conejos en cada oportunidad por culpa de las hormonas o lo que fuesen que os mueven cuando tenéis a vuestra pareja delante? ¿Ese tipo de compañeros?
Donovan rompió a reír, no podía evitarlo, era la primera vez que escuchaba resumir o describir el mágico momento de la unión entre compañeros de esa manera.
Luke perdió los nervios, verle reír le sacó de quicio y acabó pasando por su lado, golpeándole en el hombro al esquivarlo para ir directo a la salida del cuarto. No tenía ni tiempo ni ganas que perder en una discusión absurda. Le daba igual que fuera el “jefazo” de los chuchos, para él no era más que un hombre que se interponía en su camino y al que le enviaría una buena botella de vino por ayudarle la noche anterior al recogerle en el bar tras la borrachera del siglo, pero nada más.
No llegó a la puerta, a unos pasos sintió cómo le agarraban del brazo y le daban la vuelta. Se quedó sin aire, y estuvo a punto de desmayarse cuando le ocurrió lo que nunca esperó vivir en su vida.
Le besó.
¡Un  hombre le besó!
Y no un beso cualquiera, no. Le devoró literalmente, mordiéndole los labios magullados para que los entreabriera asaltándole con su lengua, sin darle tregua a respirar, a reaccionar. Se quedó quieto, sin saber cómo reaccionar, en shock al notar cómo su cuerpo se dejó llevar, cómo su lengua fue al encuentro de la otra, luchando por el control, gimiendo al sentir cómo le apretaba contra el pecho, cómo le estrujaba con fuerza el brazo impidiéndole moverse.
No supo cuánto tiempo pasó desde que le asaltó con el beso y su mente hizo click, reaccionando finalmente. De un empujón le apartó, para luego asestarle un puñetazo en plena cara que le hizo experimentar una sensación agridulce, entre placer y odio hacia sí mismo.
—Joder —siseó dolorido Donovan dando un paso hacia atrás y tapándose la nariz con las manos, notando el sabor amargo de su sangre. Ese puñetazo le había roto el tabique seguro, por suerte, los cambiantes se curaban en apenas minutos.
—Por gilipollas, te mereces esto y mucho más —gritó Luke saliendo del cuarto sin mirar atrás, aunque por dentro se  moría por hacerlo.
Quería pedirle disculpas, él no era un hombre agresivo y aunque le jodía admitirlo, también había participado activamente en el BESO. No podía negarlo, se agarró al otro como si fuera un salvavidas, buscando sus labios y respondiendo a cada juego, a cada caricia, a cada mordisco.
Cuando salió del cuarto se topó con dos hombres con pintas de guardaespaldas. Intentó pasar pero estos al oler la sangre del alfa le detuvieron lanzándose encima de él y haciéndole una llave que lo dejó tirado en el suelo con un mastodonte sobre él, apretándole la espalda con una de las rodillas.
—¡Suéltame, cabrón! Soy policía, si no lo haces te acusaré de agresión a la autoridad.
—Quieto humano o acabaremos contigo, has agredido a nuestro alfa y esa acción se paga con la muerte.
Mierda, coño, joder, y todas las palabras malsonantes que podía enumerar en esos momentos. Ya no quería saber nada de Kenneth, de su maldito y alocado mundo de cambiantes, de chuchos, de gatos, de... vete tu a saber que razas más. En cuanto se alejara del hotel se iría muy lejos, de vacaciones, para olvidar..., aunque primero tuviese que asegurarse donde dejar a la vieja de su gata pues no quería cargar con la culpa de haberla abandonado.
¿Y no estarás huyendo por responder físicamente a un hombre? ¿Por ponerte palote con un simple beso? ¿Por experimentar un fuego que amenazaba con abrasarte?
¿No? ¿Sí?
¿Tal vez?
Valeee, no quería responder. Se negaba a dar una respuesta a la traicionera voz de su conciencia.
Por suerte para él, o por desgracia según lo mire, una voz interrumpió sus pensamientos y le devolvió de golpe a la realidad.
—¡Soltadle, ahora mismo! ¿Cómo os atrevéis a tocar a mi compañero?
Y daleee, que no era el compañero de nadie. Y joder, merecería ser golpeado y mucho más por emocionarse ante esas palabras, por sentir maripositas en el estómago como una maldita adolescente hormonal y enamoradiza a la que se le caían las bragas al ser defendida por el príncipe azul de sus sueños.
En este caso por el malvado lobo feroz que consiguió con su orden y  unos cuantos gruñidos amenazantes que lo liberaran y le ayudaran a levantarse del suelo. Eso sí, su orgullo quedó tirado en aquella mullida alfombra que cubría el pasillo del hotel cuando todas las miradas de los presentes se posaron sobre él, o más bien sobre una parte de su anatomía que había crecido sin permiso y sin importarle una mierda lo que pensara, marcando paquete.
¿Qué hacer cuándo estabas palote frente a tres hombres que te miraban fijamente? ¿Frente al maldito lobo que conseguía tirar por tierra toda tu vida con solo un beso, al escuchar su voz?
Cubrirse sus partes con las manos y fulminar con la mirada a los hombres, dispuesto a repartir ostias si se atrevían a comentar algo de ese “incidente”.
Los guardaespaldas se mostraron nerviosos, evitando mirarle a la cara.
«Eso cabrones, es vuestra culpa por no dejarme ir. Quiero alejarme de esta locura. Coño, necesito recuperar mi cordura, centrarme. No puedo estar.. perdiendo la cabeza por otro hombre. ¿Qué me hizo para que me sienta así? ¿Atado a él? ¿Reaccionando a su voz, a su roce, a su beso?»
Respuesta: ese uga uga de los chuchos debía ser real y le había golpeado de lleno.
«¿Y con qué cara aparezco ante mi familia si ellos querían que me casara con Amanda y formara una feliz y numerosa familia para continuar con la saga de los Johnson?»
Ya podía ver la escena en su mente...
Papá, mamá, hermanita, cuñado del demonio, os presento a...
NO. NO. NO.
¿Pero qué cojones le pasaba? Fuera pensamientos, deja la mente en blanco. ¿Cómo podía estar ahora pensando en el día en que lo presentase ante su familia?
—No soy tu compañero —respondió de mala gana, más enfadado consigo mismo por la lucha interna que estaba experimentando, pero nunca lo iba a reconocer.
Donovan suspiró. Iba a ser más difícil de lo que creyó en un principio. No lamentaba que Luke no fuese cambiante, pero de haberlo sido habría sido todo más fácil, habría aceptado y experimentado el lazo que los unía desde el momento en que lo reclamó y lo marcó.
—Dejadnos solos. —Sus hombres no tardaron en cumplir su orden, entrando en el cuarto cerrando con cuidado la puerta.
Donovan dio un paso hacia delante acercándose más a su compañero pero se detuvo al ver cómo este retrocedía. No iba a presionarle. Poco a poco, Luke lo valía.
Alzó los brazos en son de paz mostrando las palmas de las manos y comenzó:
—Luke, se que puede ser difícil para un humano comprenderlo pero eres mi compañero. —Al ver que este iba a protestar de nuevo le interrumpió con un gesto, y continuó—. No sabemos muy bien de donde vienen estos enlaces mágicos pero son venerados por mi raza. No todos los cambiantes tienen la fortuna de encontrar a su otra mitad y...
—Pues vaya fortuna, me ha tocado el premio gordo, ¡yuhu!—farfulló por lo bajo Luke cruzándose de brazos.
Donovan suspiró hondo y soltó el aire con calma. Paciencia. Es tu compañero. Paciencia.
—Sí, es un regalo encontrar a tu otra mitad, a quien iluminará tu vida y...
—¿Acaso me crees un gusiluz? ¿Soy fosforito y ahora resulta que brillo en la oscuridad y no lo sabía?
Paciencia es tú...
—Ya lo que me faltaba escuchar, que soy como una bombilla para los bichos y...
Se abalanzó sobre él, una vez más, acallándolo con un beso, apretándolo contra su cuerpo, luchando contra las terribles ganas de marcarle, de arrancarle la ropa en ese maldito pasillo y hundirse en su interior hasta que explotara y aceptara de una puta vez que ERA SU COMPAÑERO.
Esta vez Luke se resistió pero fue inútil, el otro hombre era más fuerte y lo que le provocaba ese beso era demasiado tentador, un fruto prohibido que estaba degustando lentamente y haciéndose adicto a él.
El lobo gruñía satisfecho al volver a probar el sabor de su compañero, ahogando la voz de la razón que le gritaba a Donovan que se detuviese, que no era el momento de reclamar sexualmente a su compañero, no solo porque estaban en medio del pasillo del hotel y cualquiera podían interrumpirlos si no porque Luke era humano y nunca entendería la urgente necesidad que le poseía cuando estaba cerca de él.
Pero razonar cuando sentía el atlético cuerpo del policía restregándose contra él, evidenciando que estaba “más que dispuesto” a un asalto, no ayudaba nada. Joder, estaba a un paso de jadear como un cachorro y correrse en sus pantalones.
El beso se tornó más fogoso, más necesitado como si no fuera suficiente probar los labios del otro, juguetear con su lengua, ahogar los gemidos y conducirlos a una espiral de pura agonía que amenazaba con consumirlos.
Donovan fue el primero en reaccionar cuando comenzó a estorbar la ropa. Le sorprendió ver que había rasgado la camisa de su compañero dejando al descubierto su marcado torso, y este acabó destrozando la cara chaqueta de lana merino y cachemira de su traje.
Estaban desnudándose en medio del pasillo sin pensar en nada más que en follar, olvidándose del mundo que los rodeaba.
—Debemos detenernos —manifestó pese a que era lo que menos deseaba hacer, su lobo gruñó y aulló dentro de él amenazando con rasgarle la carne y presentarse. Le llevó unos segundos calmarle y evitar transformarse a la vista de cualquiera y de un excitado y confuso Luke.
Este parpadeó  un par de veces antes de mirarle fijamente a los ojos.
—¿Qué es lo que me pasa? ¿Por qué no puedo alejarme de ti? ¿Por qué...? —«Deseo follar contigo». Murmuró para sus adentros, odiándose.
Donovan inhaló profundamente intoxicándose del picante aroma a sexo y necesidad que los cubría a  los dos, era adictivo y se le hacía la boca agua, pero no iba a dejarse llevar por la cruda necesidad que le aullaba el lobo muy dentro de él.
—Porque somos compañeros, porque pese a que no lo quieras reconocer eres la luz en mi oscuridad, mi otra mitad del alma, llevo toda la vida buscándote y es una alegría que no puedo describir el haberte encontrado.
Luke negó con cada palabra. No quería creerlo, no quería escucharlo.
—¿Por qué yo?
—Porqué no —declaró Donovan devorándole con los ojos, ansiando que aceptara de una vez la mágica conexión que los uniría hasta la muerte.
—Porque soy hombre —susurró Luke mirando a su alrededor, sorprendiéndose y avergonzándose al ver que estaba medio desnudo y cualquiera que los viese en esos momentos pensaría lo que estuvieron a un paso de hacer: que tenía cara de buen follado.
Donovan se rió en alto, negando con la cabeza. Si era eso lo que le preocupaba se sentía aliviado, temía que odiara estar unido a un lycan, a un cambiante con la capacidad de transformarse en lobo, de correr a cuatro patas en su forma animal los días de luna llena.
—¡No te rías, joder! ¡No soy maricón! ¡No me van los hombres!
Dejó de reír y le respondió, con voz firme, mirándole directamente a los ojos:
—Yo tampoco he mantenido una relación con otro hombre, mis amantes hasta la fecha han sido mujeres, pero la unión de compañeros nada tiene que ver con el sexo, es una unión de almas.
Luke se removió incómodo, cruzándose de brazos, buscando una protección que no sentía al estar tan cerca de un hombre que lo trastornaba, que le provocaba miles de sensaciones y sentimientos contradictorios que nunca antes experimentó.
—¿Así que solo te sientes atraído por mí por esa unión mágica? Perfecto.
Donovan dio un paso hacia delante, invadiendo su espacio personal, y le acarició una mejilla, satisfecho al ver que este no se retiraba ni hacía movimiento alguno para apartarle la mano.
—¿Qué importa cómo comienza una relación? ¿Acaso no has salido con una mujer porque te gustaba su culo? ¿O por sus tetas? En nuestro caso, sabrás que nunca podré abandonarte, que nunca desearé hacerlo, ni engañarte, viviré gracias a tu luz y agradeceré cada día al destino el haberme dado la oportunidad de conocerte. Porque Luke, deseo conocerte y que me conozcas, tener la oportunidad de ver si esta unión entre nosotros puede ser el inicio de algo grande. ¿Realmente es tan importante que seamos los dos hombres cuando lo que importa es lo que escondes aquí? —Movió la mano desde la mejilla hasta posarla sobre el corazón, rozándole el pecho, percibiendo al estar en contacto piel con piel el furioso aleteo de sus palpitaciones.
No sabía qué responderle, estaba confuso. Toda su vida se quebraba delante de él, lo que le inculcaron sus padres, lo que aprendió en el instituto, en la Academia de policía,... TODO se rompía a causa de un lobo que no iba a permitirle un minuto de respiro, que lucharía a muerte contra el destino si fuera necesario para mantenerlo a su lado.
—Yo... —Negó con la cabeza, no podía responderle, no ahora, no cuando toda su existencia se estaba evaporando ante sus ojos.
—No hace falta que me respondas en estos precisos momentos Luke, tenemos toda la vida para conocernos, para ver si estamos realmente destinados a estar juntos. —Él no iba a dejar de luchar por el amor de su compañero, moriría antes que dejarle marchar. Pero sí que le iba a dar tiempo, lo necesitaba, ambos lo necesitaban y como dice el refrán lo bueno se hacía esperar, sobre todo si venía de la mano de un ardiente policía que le volvía loco.
Luke se removió incómodo al notar cómo reaccionaba “positivamente” ante las suaves caricias que le estaba prodigando el lobo en el pecho. ¿Qué pasó con el Luke que se negaba a dejarse a abrazar por Kenneth? ¿Con el que se alejaba enfadado cuando le echaban en cara la “extraña” relación de Spock y Jim Kirk, sus ídolos de Star Trek? ¿Qué gritaba que el no era un puto maricón cuando sus primos se burlaban de él cuando le obligaban a vestir el traje de Luke Skywalker y realizar la escena de “Luke, Luke, soy tu padre...” asegurándole que le quedaba muuuy bien las mallas negras?
No lo sabía. No tenía ni puta idea de dónde estaba ese Luke, pues el actual temía las reacciones de su cuerpo, a la cruda realidad de que era incapaz de negarle nada al lobo que le devoraba con los ojos, que le trataba como si fuera lo más valioso de su vida.
Hace apenas un mes su ex novia le dijo que no, que no se casaba con él, echándole del piso que compartían y dejándole de regalo una maleta de recuerdos y rencores junto a una gata vieja.
Un mes de alcohol, con una baja médica que le impedía regresar a la rutina de su trabajo como policía y amargándose cada vez que veía la felicidad conyugal de su amigo Kenneth. Le jodió que el que iba a ser el padrino de su boda al final fue el que se casó con la gata que conoció una tarde de patrulla. Le jodía, lo reconocía, le carcomían los celos por dentro como un veneno que se metía muy dentro de él ahogándole más en el rencor y el deseo autodestructivo de mandar a la mierda al mundo. Pero también se alegraba por él, era un buen amigo y un gran policía que merecía ser feliz y por tanto lo apoyó en todo, en la precipitada boda, ayudándole con las invitaciones, con el coñazo de elegir el menú,... convirtiéndose en el famoso tarzán por las redes sociales cambiantes al pillar la primera cogorza de su vida.
Y ahora..., tenía a sus espaldas un mes que deseaba  olvidar y un futuro incierto que se presentaba ante él de la mano de un hombre al que no conocía pero le juraba amor eterno
Envidiaba a Kenneth, siempre deseó lo que él compartía con su gata, y creyó encontrar con Amanda, pero la vida le mostró que no era la mujer de su destino,... ¿tal vez porque le tenía deparado un lobo feroz?
Quien sabe.
La pregunta a la que aún no tenía respuesta por temor era: ¿se atrevería a abrazar lo que la vida le ofrecía? ¿La oportunidad que le tendía el lobo?
Estaba nervioso, con el corazón palpitando a un paso del infarto, pero tenía que dejar las cosas claras, por su bien, por el bien de los dos.
—No lo sé, no tengo ni idea si aceptaré algún día esto que dices que nos une, yo... me cuesta visualizar mi futuro al lado de un hombre, yo...
Donovan negó con la cabeza, estirando un brazo y robándole una caricia. Su lobo no podía evitar desear más contacto, intoxicarse de la presencia del humano.
—De un hombre no, de tu compañero, quien aprenderá a cuidarte, a valorarte, a quererte, si es necesario te regalaré rosas cada día hasta que aceptes tener conmigo una cita.
Luke se rió ante la visión de aquello. ¿Rosas? ¿De verdad? Y lo próximo, ¿qué sería? ¿mariachis al pie de la ventana del motel cutre en el que se hospedaba?
—Mejor que no porque soy alérgico a las rosas, en primavera no paro de estornudar y me tengo que dopar con antihistamínicos.
Donovan compartió la sonrisa con él, disfrutando del momento. Adoraba verle sonreír, reír de aquella manera sin la pesada carga que se percibía en sus atormentados pero hermosos ojos. Luke era como un libro abierto en el que podía leer el desamor, las dudas, el deseo, la necesidad de un amor que rompiera el tiempo, que venciera a la muerte con la promesa de encontrarse en la otra vida.
—Tomo nota, Luke, nada de rosas, ¿entonces qué te gustaría que te regalara en cada una de nuestras citas?
El humano se rió y negó con la cabeza, al menos no le dijo que no iban a tener ni una cita. Le notaba cada vez más abierto, más receptivo a la unión mágica que enlazó sus almas, y esperaba que cuando la luna llena brillara en lo alto del cielo estrellado dentro de dos semanas aproximadamente pudiesen compartir... algo más que una charla, o se vería obligado a encerrarse en uno de los calabozos de castigo de su mansión para evitar que el lobo acudiera junto a su compañero y lo reclamara.
—Ummm, eso tendrás que averiguarlo por ti mismo, no te voy a poner las cosas fáciles, ¿sabes?
—Deduzco que me darás una oportunidad, que nos darás  una oportunidad, ¿no?
Luke asintió con la cabeza, mostrándose avergonzado, a su edad y avergonzarse como  una colegiala..., ver para creer.
—Perfecto. —La deslumbrante sonrisa de Donovan provocó otro vuelo de mariposas en el estómago de Luke—. Te mostraré tu cuarto y...
—¿Mi cuarto? —preguntó Luke siguiendo de cerca al lobo que se dirigía a pasos rápidos hacia la puerta de al lado, la que estaba a unos metros de la que había salido precipitadamente dispuesto a partirle la cara a quien se le cruzara en su camino—. ¿Pero si tengo alquilada uno en...?
—En un motel que no es apto para el compañero del alfa, así que he decidido...
—¿Decidido? —repitió Luke sin poder creérselo, siendo testigo de como el lobo abría la puerta tecleando un código en el comando de seguridad, haciéndole un gesto para que entrara antes que él.
—Sí, decidido, eres mi compañero y como tal tendrás siempre lo mejor, y eso es...
—¡Joder, qué nivel! —bramó Luke silbando al ver el lujo que se veía en la alcoba. Se parecía a la que abandonó tras despertar y encontrarse cara a cara con el mayordomo del infierno, pero en lugar de tonos dorados esta era más sobria con tonalidades grises y blancas. Estuvo a punto de tener otro infarto –si, era el día de los infartos por lo que se veía- al ver unas cajas que reconoció—. ¡Coño! ¿Esas no son mis cosas? ¡Me has robado! —Se acercó a la primera y la abrió comprobando que era su ropa de deporte junto a las mancuerdas que compró para entrenar en casa—. ¿Qué has hecho con mi gata?
Donovan se encogió de hombros.
—No te he robado, es mi deber como tu compañero asegurarme que tengas lo mejor, y tu gata está en el veterinario en estos momentos para una revisión, te la devolverán esta tarde. Pero ahora... ¿Qué te parece si desayunamos? Estoy... ummm. —Miró a Luke de arriba abajo sonriendo con picardía, antes de continuar— ... Hambriento.
Luke tragó con dificultad y asintió con un gesto, sin poder articular palabra.
—Perfecto, nuestra primera cita será un desayuno...
Ok, momento para violines y pétalos de... no, rosas mejor no que era alérgico..., el romance se percibe en el ambiente, ¿no veis cuánto azúcar hay en el aire?, pero sin duda sería un momento que recordaría el resto de su vida.


  
Un mes después



—Joder, eso no puede ser posible, si no lo veo no lo creo.
—¿Qué sucede Kenneth?
Este se giró y le señaló a su acompañante una pareja que se veía a lo lejos. Gabrielle se atragantó con el refresco que estaba tomando y comenzó a toser, escupiendo el burbujeante líquido.
—¿Ese no es...?
—Sí, es Luke con el macho alfa de las manadas de mi país.
Gabrielle abrió muchísimo los ojos sin poder dar crédito a lo que estaba presenciando. ¿Esa pareja cogida de la mano era el amigo humano de su compañero junto a un lycan?
—¿Desde cuando Luke toma drogas alucinógenas? Nunca lo he visto tan feliz.
Kenneth rompió a reír negando con la cabeza, abrazando a su mujer, una cambiante pantera que era el amor de su vida.
—Desde que cayó en las redes del amor con Donovan, o como él lo llama “mi lobo”. Pero no me lo creía, cuando me hablaba de él... —Negó con la cabeza, buscando en sus recuerdos todo lo que  pasó, desde el video que le envió su cuñado del marcaje en el bar, a la extraña llamada de Luke indicándole que se había traslado a vivir al mejor hotel de la ciudad y que le había pasado algo que le iba a hacer “alucinar”, hasta la visualización de un vídeo que le pasó por WhatsApp su primo Liam que aún le provocaba pesadillas la sola mención del mismo—. Creí que era algo más...
—Vamos que no creías que llegara el día en que tu amigo hetero se pusiera a cuatro patas y dejara que le montara un lobo, ¿no?
Esta vez el que estuvo a punto de morir atragantado de la conmoción era él ante las rudas palabras de su esposa.
—Dios, necesito lejía para mis ojos o nunca podré mirar a la cara a Luke. Avísame otra vez cuando quieras quedarte viuda, porque casi me provocas un infarto.
Gabrielle se rió disfrutando al ver a su marido avergonzado y ruborizado. Por esa imagen bien merecía el humano uno de esos juguetes de “coleccionista” de regalo de la saga de ficción que tanto le gustaba, aunque para ella eran trastos que compraban los frikis que se quedaron anclados en una edad mental de unos seis años.
—¡No! ¡Eso no debía estar permitido! —exclamó Kenneth mirando fijamente de nuevo a la pareja que estaba esperando en la fila de la Convención que se iba a llevar a cabo a unos metros de ellos.
—¿El qué? Si solo es un beso.
Kenneth miró a su vez a su mujer y a su amigo, alternando las miradas mostrando lo estupefacto que estaba.
—¿Solo un beso? Pero si están a un paso de arrancarse la ropa y... y...
—¿Tener sexo como conejos mientras esperan disfrazados de Spock y el capitán Kirk en la fila de los frikis que van a acudir a la Convención?
Kenneth negó con la cabeza, observando a su gatita con los ojos desorbitados.
—¿Desde cuándo eres fan de la serie Star Trek?
Gabrielle se encogió de hombros y respondió finalmente, confesando uno de sus secretos, que llevaba unas semanas ocultándolo a su marido
—Pues desde que Donovan, o el alfa como tu le llamas, telefoneó a casa para hablar contigo, pero como no estabas aproveché para interrogarle, porque y aunque no lo parezca considero a Luke un amigo y no se lo iba a poner fácil a quien lo reclamase, así que tras días hablando, le aconsejé que le regalara libros y cómics de la saga Star Trek, y míralos... Parece que funcionó. ¿Habrá hecho lo del tatuaje...? —murmuró esto último para sí misma sin ser consciente de que su marido la escuchó.
—¿Y cuándo me lo ibas a decir? ¿Y qué tatuaje? ¿A qué te refieres?
—Te lo iba a decir en el mismo instante en que tú me enseñaras ese vídeo porno que grabaron los guardaespaldas de Donovan en el hotel y que se escucha como jadean y gritan los dos mientras tienen sexo. Te sugiero que se lo cuentes de una vez a Luke, que vuelve a ser famoso en la web cambiante, o cuando se entere te cortará los huevos. Y lo del tatuaje es algo que le comenté a Donovan, que Luke al ser fan de Star Trek lo decía mucho, ¿cómo era la palabra? ¡Ah, sí! T´hy´la.
—Ok, lo capto. No más secretos. —Gabrielle asintió conforme y le devolvió el abrazo, rozándole picantemente el culo con las manos antes de echarse a reír por lo vergonzoso que era su lobo—. No intentes distraerme con tus trucos de mujer. ¿Qué es eso de tila?
Ella se echó a reír ante la extraña imitación que hizo de la pronunciación de T´hy´lay por lo nervioso que se mostró y solo porque ella le metió mano en público.
—¿Trucos de mujer? —repitió riéndose de él, antes de contarle la anécdota del tatuaje—. Tila de infusión, no. T´hy´la, la palabra vulcana para referirse a la unión que tienen Spock y Jim Kirk, que significa hermano, amigo y amante. Donovan me comentó que se lo iba a tatuar como muestra de su amor y...
—No más llamadas a mi alfa, no vuelvas a hablar con ese lobo —le gruñó este, mostrándole unos intensos ojos amarillos que la pusieron caliente.
—Solo si ahora nos largamos de aquí y regresamos a casa para follar —Sabía que a su marido le gustaba que hablara sucio y lo aprovechaba.
Kenneth miró por última vez a  Luke y negó con la cabeza, sonriendo  internamente al verle tan feliz.
—Eso si es amor —susurró al ver como el alfa de las manadas hacía el saludo vulcano ante un enamorado Luke, quien le dio un beso que hizo enrojecer a más de uno,... y provocó que muchos de los que esperaban en la cola para la Convención de Star Trek, sacaran sus móviles para fotografiarles.
Después de todo, no todos los días se veía al Señor Spock devorando al capitán Kirk, sin miedo a exponer al mundo sus sentimientos.
El amor es lo que tiene. Hace auténticos milagros.
Y Luke sin duda os diría que el mayor de todos fue aparecer en medio del camino ante el gran lobo feroz.


  

Dos horas después, en medio de la Convención



—No puedo aguantar más —masculló Donovan con voz enronquecida al ver como Luke posó para un grupo de frikis,... perdón, trekkies que le sacaron varias fotografías. No era el único que admiraba lo bien que le quedaba el uniforme de capitán de la Flota Estelar. El amarillo conseguía que los ojos azules de su compañero destacaran muchísimo, como dos gemas preciosas capaces de deslumbrar.
Por el bien de la relación mantenía a su lobo a raya en los momentos en que los celos le cegaban, porque a su compañero le disgustaba ser tratado como si fuera algo frágil que pudiese romperse nada más rozarlo. Pero..., ¿por qué debía aceptar las miradas lascivas de los asistentes a la Convención? ¿Sus insinuaciones que por suerte su despistado amante no se enteraba de ellas?
Al ver a otro grupo de humanos acercándose a su compañero con los móviles en la mano, Donovan tomó una decisión.
No más sonrisas falsas ni aguantar a esos lascivos imbéciles que lo único que merecían era que los destripase con sus garras por atreverse a mirar a SU amante.
—¿Qué puedo hacer por...?
Luke no pudo terminar la frase al ser arrastrado por un decidido y cabreado lobo que lo apartó del grupo de jóvenes agarrándole del brazo y caminando con pasos rápidos en dirección contraria.
—¿Que pasa? ¿A dónde vamos?
No obtuvo respuesta. Luke lo miró con curiosidad y sorpresa grabadas en el rostro. ¿Ahora qué sucedía? Creía que se lo estaba pasando bien, ya que quien ideó esa escapada fue el propio Donovan, quien le sorprendió al comunicarle que había conseguido dos entradas para la Convención más importante para los trekkies. Llevaba un mes con él y no había un día que no le sorprendiese, tanto con los regalos que siempre le entregaba cuando quedaban como por lo que había conseguido: enamorarlo completamente.
Quien le iba a decir que caería en las garras del amor de un lobo, sin importarle que su familia le dejara de hablar, que su hermana Leia le gritara y le insultara por teléfono llamándolo degenerado y enfermo. Era feliz. Gracias a su lobo sentía que el amor era algo real, que lo hacía sentir especial, que conseguía que fuera mejor con tal de ver el orgullo brillar en los ojos de su compañero.
Muchos dicen que la familia te la imponen y a los amigos los eliges, esto es verdad. Él perdió a su familia al entregarse por completo al hombre de su vida, pero consiguió un amor que nada ni nadie quebraría y una gran manada que moriría por él. Las primeras veces que le acompañó a las reuniones de manada se murió de vergüenza, pero al final el policía que llevaba dentro hizo acto de presencia participando activamente en las discusiones, sobre todo cuando tocaban temas que rallaban lo legal.
Sí, era feliz.
Y en esos momentos era un tonto al que se le iba los ojos a lo bien que le quedaba el pantalón negro a SU Spock y lamentaba no estar cerca del hotel donde se hospedaban para cumplir una de sus mayores fantasías: liarse con el mejor Comandante y Oficial Científico de la Flota Estelar.
—Entra.
La voz de Donovan le devolvió al presente y se sorprendió al ver donde estaban.
Miró a su alrededor. La Convención reunían a miles de trekkies que vivían con pasión los valores y aventuras de la mejor saga de ciencia ficción de la historia, y a esas horas de la tarde el pabellón estaba a rebosar. Sabía que era un peligro para el alfa estar entre tantas personas, supuestamente desprotegido porque no le iban a engañar ya que había identificado a varios Klingons como los guardaespaldas que siempre le acompañaban a todos lados.
—¿Has visto que estemos en peligro?
Donovan negó con la cabeza y simplemente le repitió, señalando con un gesto que obedeciera de una vez:
—Entra.
Ok, estaba en  modo “lobo feroz, yo ordeno tú obedeces”, así que lo mejor era hacerle caso o no habría quien lo soportara luego.
—Bien, como digas, pero ya me puedes explicar porqué es de urgencia entrar en los baños y...
Un  beso acalló sus palabras y jadeó al sentir cómo le empujaba contra la puerta del baño.
—¿Pero qué te pasa? —Consiguió mascullar entre beso y beso, mientras contenía los gemidos de placer al sentir las rudas caricias por encima de la ropa que le prodigaba su lobo sin dejar de devorarle la boca.
—Follar.
Una única palabra, y el mundo se rompía a sus pies.
Una única palabra y su pequeño amiguito crecía deseando atenciones.
Una única palabra y esta vez fue él quien empujó a su Spock hasta uno de los servicios, cerrando la puerta con llave para no ser interrumpidos, para que nadie más le pudiesen ver. Odiaba ser celoso pero no soportaba la idea de que otros hombres o mujeres viesen a su compañero desnudo, ya tenía bastante que soportar cuando Donovan salía cada luna llena a correr con la manada en los bosques. Odiaba saber que se desnudaba frente a sus hombres de confianza para no destrozar la ropa al transformarse.
Donovan era suyo, y nada más tenía el derecho de ver el espléndido cuerpo de su lobo.
Los besos se tornaron necesitados, cargados de pasión, de puro fuego que ansiaba consumirlos.
Lo quería todo y lo quería ya, que se desnudara, que siguiera acariciándole como él solo sabía hacer, que...
—Date la vuelta.
¡Oh, sí!
Eso también.
Que le tomara como el lobo que era.
Donovan entrecerró los ojos al ver que no le obedecía, y sin perder ni un segundo más pues estaba a un paso de estallar le empujó contra la puerta, dándole unas palmadas en las piernas para que las abriera más.
Luke se mordió los labios para no gemir en alto. Con Donovan descubrió que era de los que gritaban,.. y mucho, y no quería pasar la vergüenza de ser descubiertos manteniendo sexo en medio de los baños de la Convención.
Cerró los ojos y apoyó la frente contra la fría madera de la puerta, jadeando entre cortadamente al sentir cómo le abría el pantalón y atrapaba su polla, comenzando a acariciarle como sabía que le gustaba, apretando ligeramente cuando llegaba a la base e intercalar movimientos rápidos con lentos cuando cubría toda la longitud.
 —Más rápido, más... —jadeó entrecortadamente moviendo la cadera buscando más contacto, que le acariciara con más fuerza.
Donovan sonrió y se recostó contra la espalda de Luke sin dejar de bombear la polla de este, era delicioso ver como perdía el control de su cuerpo cuando se sometía a él, cómo acallaba los gemidos para que nadie los escuchara.
—Déjame oír tu voz, Capitán, es ilógico que acalles tu placer.
Luke abrió los ojos ante esas palabras, le produjeron un ramalazo de puro placer que estuvo a punto de conducirlo al cielo.
—Joder Donovan yo...
Este dejó de tocarle y le dio una palmada fuerte en la nalga.
—¿Pero qué...?
—Silencio, Capitán, recuerda que me llamo Spock o Comandante.
Luke le miró por encima del hombro con los ojos oscurecidos por el deseo.
Joder. Su lobo era puro fuego capaz de ponerlo a mil con solo una mirada y ahora... caracterizado como Spock, hablando como él con esa candencia y monotonía en la voz, tocándole de una manera precisa y puramente brillante...
¡ERA EL MEJOR REGALO DE CUMPLEAÑOS DE SU VIDA!
¿Qué más podía pedir?
¡Ah, sí!
Sonrió de lado antes de mover el culo hacia atrás buscando restregarse contra el paquete del que lo mantenía preso contra la puerta y susurró con voz enronquecida:
—Fóllame duro, señor Spock, deseo que me muestres esa fuerza... vulcana de la que alardeas en cada misión.
Donovan luchó por mostrar el rostro imperturbable y para ello dejó de mirarle a esos tentadores ojos, y esa boca que pedía a gritos que le diera algo que lamer... (pero eso mejor lo dejaba para otro día que no estuviera tan al borde del abismo pues quería disfrutar del momento en que Luke le chupara por primera vez), y apoyó una mano contra la espalda de su amante para que se agachara al tiempo en que abría los botones de su pantalón negro y liberaba su polla.
Luke gimió al ver que ya estaba listo para tomarle.
—Ummm, señor Spock, que callado se lo tenía lo bien dotado que está la raza vulcana.
Donovan estuvo a punto de echarse a reír y arruinar la fantasía ante las pícaras palabras del otro, pero si que era cierto que no era la primera vez que le decía antes de mantener relaciones que su polla era “un arma de destrucción masiva y que debía estar prohibido por ley tenerla tan grande”.
—Me complace ver que mi Capitán está satisfecho con mi anatomía.
Luke se lamió los labios, mirándole con deseo.
—Sí,...ummm muy complacido —se apoyó seductoramente contra la puerta, sabedor que estaba medio desvestido, con la camisa amarilla levantada mostrando torso, y los pantalones entreabiertos sin nada más que lo apresara—. Y más lo estaré Comandante si me follas ahora mismo. No me hagas rogarte Spock porque no respondo cuando lleguemos a casa.
—Estoy tentado a esperar a lo que me tienes preparado para cuando lleguemos a casa —se burló, esperando la respuesta de su compañero, la cual no le sorprendió nada. Luke era un volcán dormido que entrada en erupción cuando sus sentimientos se desbordaban, bien por la lujuria, su afán por protegerle al ver los peligros a los que se enfrentaba día a día al ser alfa, por el amor que le mostraba cada día, la rabia, el enfado...
—¡No me jodas Donovan que no estoy para tus juegos psicológicos! ¡O me follas ahora o...!
—¿O me voy a dormir en el sofá? —le soltó repitiendo una frase que decía mucho el lobo casado con la gatita. Kenneth era un grano en el culo pero no le quedaba otra que soportarlo al ser amigo de su pareja, una pena... porque por él lo enviaba a Rusia una temporada larga.
Verle cabreado le puso a mil. Luke era hermoso pero cuando se enfurecía los ojos le brillaban, la mueca que ponía era graciosa e  intentaba mostrarse más alto de lo que era estirando bien la espalda y cruzando los brazos sobre el pecho.
—¡Eres un hijo de...!
No le permitió continuar, ya había jugado suficiente con él, había llegado el momento de que los dos se quemaran por el fuego de la pasión.
Le besó, mordiéndole los labios, luchando con él por el control, al tiempo en que le bajaba un poco más los pantalones. Cuando cortó el beso y antes de que Luke comenzara a protestar como siempre hacía, le dio la vuelta y no tuvo miramientos con él. Se posicionó a su espalda, cubriéndole por completo apoyando una mano a la altura de su cara en la madera y la otra agarrando firmemente la polla de su compañero.
—¡Joder Donovan, aún estoy algo sensible de esta mañana así que vete despacio y...!
—Mi amor, mi lobo está a un paso de rasgarme por dentro para salir, te permitiré unos segundos para que te acostumbres pero no voy a poder ir despacio.
Luke le miró por encima del hombro jadeando ante las rudas y candentes caricias que le estaba prodigando su compañero. Sabía cómo tocarle, lo que le gustaba, lo que estaba dispuesto a hacer y lo que no, Donovan le descubrió un mundo que ni en sus locos sueños pensó pisar.
—¿Qué no vas a poder controlarte? Coño Donovan, tengo el culo escocido y...
Le penetró de una sola estocada, sacándole todo el aire de los pulmones, dejándole sorprendido, dolorido y jadeante.
—¡JODER! —gritó Luke cerrando los ojos y respirando profundamente. Sentirle tan dentro de él, estirándole por completo era un placer, lo que no restaba el dolor por la brusca penetración y lo sensible que estaba al haber follado dos veces esa misma mañana.
Cierto que a él le gustaba un poco de dolor, lo reconocía, pero...
—¡Eres un hijo de puta, Donovan! Un día de estos me voy a vengar y serás tú quien te pongas a cuatro patas y aúlles de placer.
Donovan se rió mientras se retiraba sin llegar a salir de él, para luego embestirle, comenzando a follarlo lenta y profundamente, sin olvidar masturbarle.
—Soy tu hijo de puta, Luke, no lo olvides nunca. Y bien sabes que esto te gusta —le penetró con más fuerza, empotrándolo contra la puerta. Estaba abierto ante él, con la cara enrojecida, los ojos cerrados y se estaba mordiendo el labio inferior para no gemir. Apoyado contra la puerta, con las piernas entreabiertas, ofreciéndole el cuello al estar doblado hacia la madera, era... Era... simplemente “puro sexo”. Se agachó hasta quedar a la altura de su cuello y le mordió en la vieja marca de su marcaje.
—¡Oh, Dios! —gimió en alto Luke, retorciéndose buscando acariciarle a su vez, necesitado por tocarle.
—Las manos en la puerta, mi amor, no quiero que te raspes la cara al apoyarte contra la madera.
Este abrió los ojos y le miró de reojo, jadeando entrecortadamente, temblando con cada profunda embestida.
—Eres un puto mandón, ¿lo sabías?
Donovan se levantó tras lamer la herida y le sonrió, incrementando la potencia de las penetraciones, sabedor de lo cerca que se encontraba su compañero. Podía notarlo, cómo le apretaba cada vez que entraba en él, cómo temblaba bajo su toque, cómo todo su cuerpo se rendía ante su posesión.
Era suyo.
Suyo hasta que la puta de la muerte se lo arrebatara o le llamara a él antes.
—Soy un alfa, Luke, en mis genes está impreso dominar, aunque ante ti me doblegaría, me arrastraría al mundo con tal de tenerte, de mantenerte a mi lado, de cuidarte y amarte como mereces.
Este cerró los ojos y giró la cabeza, ocultándola de su vista, arqueando un poco más la espalda para acomodarse a las bruscas sacudidas.
—Si me amas como dices lobo, asegúrate de cuidarte, de permanecer a mi lado, siempre.
Le costaba hablar, estaba a un paso de romperse, de alcanzar ese punto de no retorno en el que todo su cuerpo se sentía como un llama que lo consumía. Le sintió moverse tras él. Un suave beso en la base de su cuello donde lucía con orgullo la marca de su lobo, su alfa, el hombre que le había robado el corazón y lo atesoraba.
Donovan cerró los ojos y permitió al lobo salir a la superficie. Los dos amaban al humano con toda su alma y el lobo muchas veces lloraba al no ser capaz de marcarlo en su forma animal. Siempre fue un lycan que tenía al lobo muy cerca de la superficie, algo que a muchos le atemorizaban y otros admiraban el control que poseía de su parte más salvaje.
«Mío». Escuchó dentro de su mente.
«Nuestro». Le respondió al lobo.
«Sí, nuestro». Concedió el animal, instándole a que acelerara las embestidas, a que llegara de una puta vez porque necesitaba sentir de nuevo la sensación de ser parte de ese ritual de marcaje. No siempre Donovan le dejaba estar tan presente y no quería desaprovechar ni un minuto de esos valiosos momentos con su compañero.
Así lo hizo. No más palabras. No más juegos, solo sentir el calor de su compañero, disfrutar de la candente sensación de cómo le aprisionaba y se movía bajo él, buscando mayor contacto, mayor ángulo de penetración.
Durante unos minutos no hubo nada más que dos cuerpos moviéndose al unísono, arqueándose, cubriendo, marcando con los dientes, lamiendo, gimiendo...
Hasta que los temblores y el grito de puro placer de Luke rompió los jadeos, corriéndose con fuerza a un paso de quedar de rodillas ante el brutal orgasmo que lo sacudió.
Spock, unos baños públicos, que los pudiesen descubrir, dolor y placer ardiendo muy dentro de él, un lobo al que amaba con locura y...
El mejor orgasmo del día.
Donovan dejó de acariciarle y le agarró la cadera con las dos manos, embistiéndole un par de veces antes de ser él quien explotó, inundándole con su semilla, marcándole de nuevo con su esencia, con su olor.
«Nuestro».
«Sí, nuestro compañero».
Jadeó cuando le sintió salir de su cuerpo y sonrió al notar cómo le limpió, acariciándole suavemente. Donovan era un lobo que siempre le sorprendía y le gustaba ver que solo a él le mostraba su lado más dulce, más cariñoso.
—Definitivamente, esto lo tenemos que repetir más a menudo —sonrió Luke enderezándose y recomponiendo su aspecto, recolocando su camisa y abrochándose los pantalones.
—Tantas veces cómo lo desees, mi amor.
Luke sonrió y se echó a reír devorando con los ojos a su lobo.
—Me encanta cuando me llamas así —le abrazó, dándole un tierno beso en los labios, apenas una caricia que mostraba todo el amor que que tenía por él.
—Lo se —le devolvió la sonrisa Donovan, abrazándole a su vez, disfrutando de esos minutos a solas. El sexo era bestial con su compañero y necesitaba unos minutos para recuperarse, para calmar a la fiera de su interior que aullaba deseando un nuevo asalto.
Luke apoyó la frente en el cuello de su compañero, y suspiró abrazándole fuerte.
—No quiero salir... Es absurdo, ¿no?
—No, no lo es, pero llegó el momento de regresar a la Convención y... —detuvo las caricias que le estaba prodigando a lo largo de toda la espalda, para separarle antes de ordenarle con voz enronquecida—. Ni una foto más, Luke, no quiero a ninguno de esos humanos cerca de ti o no respondo.
—¿Y qué me harás?— preguntó disfrutando de los celos que leía en los ojos del lobo.
Sabía que era un lycan celoso por naturaleza, que se volvía loco cuando olía a otros en su piel, que deseaba marcarle y follarle cuando temía perderle, que moriría si se alejaba de él, al igual que entregaría su vida para salvarle de ser necesario.  
Y aún así, le amaba, con toda su alma, agradeciendo cada día el haberlo conocido.
Donovan se acercó y le susurró algo al oído que le puso colorado.
¡Oh, sí! Eso también lo quería.
—¿Cuándo nos vamos a casa?
—¿Pero no querías tomarte una foto con el Capitán Kirk? ¿No se acercaba hoy el actor que lo interpreta en la serie y...?
Luke asintió, dando un paso hacia atrás, abriendo la puerta del servicio y acercándose hasta los lavabos para lavarse las manos.
—Sí, ¿y?
Donovan le miró desde el lavabo de al lado donde se lavaba a su vez las manos.
—¿No querías foto con él y su autógrafo?
Luke negó con la cabeza, secándose las  manos en el pantalón.
—¿Y? Eso lo puedo conseguir otro día, y si no me da igual, ahora lo que quiero es que me muestres... “tu anatomía vulcana, señor Spock en cuanto lleguemos a la nave” —soltó antes de echarse a reír.


  

Al otro lado de la puerta de los servicios



—¿Cuánto tiempo estarán ahí dentro?
Roberts se encogió de hombros, sin dejar de observar con atención a su alrededor. Eran los guardaespaldas de Donovan y como tal su misión era protegerle. Por desgracia, estar en medio de un local inmenso rodeados de locos que se disfrazaban de extraterrestres por amor a una serie vieja de televisión, no ayudaba a su tarea.
—¿Qué mas da lo que tarden? Al menos si están ahí dentro sabemos que están a salvo.
Cornell entrecerró los ojos y masculló por lo bajo.
—Mierda, esto ya es el colmo de nuestras responsabilidades, disfrazados de... cringlods...
—Es Klingons.
Roberts ignoró la mirada fulminante del otro y siguió en su labor de control de la masa que les rodeaba. Ya habían tenido que gruñirles a varios humanos que intentaron entrar en los servicios, por suerte no poseían valor suficiente para hacerles frente y se largaron con el rabo entre las piernas...
—¿De verdad? ¡Qué coño importa como se llama el puto disfraz! No me alisté en la guardia del alfa para esto.
—Deja tu puesto a otro lobo entonces, Cornell.
—Debería hacer eso —farfulló, cruzándose de brazos, mirando enfurecido a los humanos que pululaban por el lugar. Todos locos, trastornados.
—Eso si, recuerda lo que nos dijo el alfa.
De golpe Cornell perdió todo color y se puso tenso.
—Joder el video...—susurró apenas con un hilo de voz, pero Roberts le escuchó.
—¡Oh, sí el video, amigo mío! Recuerda lo que nos dijo, nos perdonaba la vida por haberlo subido a la web si nos asegurábamos de ser la sombra de su compañero, protegiéndolo con nuestras vidas, y si fallábamos....
—Nos destrozaría.
La puerta en esos momentos se abrió y apareció un Luke despeinado, enrojecido y oliendo a sexo, quien preguntó:
—¿A quién vais a destrozar?
Tanto Cornell como Roberts se pusieron firmes y se movieron para dejar pasar al compañero de su alfa.
—A nadie, señor.
Luke pasó por delante de ellos y sonrió a Donovan, susurrándole como si no supiese que los lobos eran capaces de escucharle:
—Tienes unos guardaespaldas que están medio locos, ¿lo sabías?
Donovan miró fijamente a sus hombres, quienes tragaron con dificultad, se leía peligro en esa mirada, pero el feroz lobo desapareció por completo cuando se giró para hablar con su compañero.
Era alucinante ver el cambio que provocaba ese humano en Donovan, como pasaba de ser un lobo salvaje a un cachorrito que se derretía por el amor de su “amo”, porque todo el mundo en la comunidad sabía que quien tenía la correa de esa relación era Luke. El ex policía era quien tenía el destino de las manadas en sus manos.
—No sabes cuanto, mi amor.
Las carcajadas de Luke provocó que Donovan le volviera a besar en medio del local, atrayendo la atención de todos, pero a la pareja parecía no importarle.
—Mierda de vida —mascullaron a la vez Roberts y Cornell, maldiciendo la hora en que se les ocurrió espiar a esos dos y grabar un inocente, bueno, no tan inocente video antes de compartirlo por las redes sociales lycans. Esa fue su sentencia de muerte.
Ahora Donovan los tenía pillados por los cojones, y como dicen los viejos cuentos...
Nunca hagas enfadar al lobo feroz, pues este no tendrá escrúpulos en quitarte la paga extra, el plus de peligrosidad y reducir a cero las vacaciones como pago al perdonarles el exponer en un vídeo a su compañero.
Maldito alfa.
Maldito Luke.
Y maldita serie vieja de televisión.
El día no podía ir peor, ¿o tal vez sí? Con esos dos acaramelados nunca se sabía, y por desgracia aún quedaba un largo camino hasta el hotel, donde respirarían tranquilos al perderles de vista.
Que ser guardaespaldas del alfa era un chollo de profesión. ¡JA! Que conociesen a esos dos... y ya dirían. El amor entre compañeros era hermoso, cierto, pero para ellos era un dolor en el culo y una patada en los huevos.
Fin de la historia.
Y quien le dijera lo contrario recibiría una buena hostia.









Página web y correcciones de novelas

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Este mes apenas dispongo de tiempo para poder leer y mira que tengo varias novelas que me llaman muchísimo pero no soy capaz de leerlas. Habrá que organizarse mejor para encontrar  un hueco y avanzar en mi lista de pendientes por "devorar".

Además de Facebook, Twitter, este blog e Instagram, he creado una página web donde podréis leer o descargaros los primeros capítulos de mis novelas y los relatos que tengo subidos en este blog. La hice para que podáis curiosear mis proyectos literarios y os sea más sencillo porque en un blog al final se acaban perdiendo las entradas, cosa que en una web eso no sucede. 

Espero que os guste. 

Ah, podéis suscribiros (En Contacto: podéis enviar mensajes, preguntas, dudas a través del formulario de contacto; o también podéis suscribiros en el recuadro de suscripción que hay bajo el recuadro de formulario) No os preocupéis que no os voy a llenar el correo de spam cojonero, como mucho enviaré dos mensajes al mes con un resumen de las novedades para que estéis atentas. Bien con avisos de nuevos relatos, nuevas publicaciones, sorteos, etc.



Web de Sheyla Drymon/Azahara Vega/Ursula Brennan



En Facebook y en Twitter ayer subí un juego/RETO para que quien quiera pueda resolverlo. El reto es averiguar los nombres de los secundarios que salen en las novelas Belleza oscura, Corazones oscuros, Sediento de amor, El anhelo de Seth y en los relatos gratuitos: Deseos Navideños, Una despedida de soltera inolvidable y Sin salvación. 





Os dejo el RETO y este viernes os subiré los resultados de este juego. A ver cuántos acertáis en un vistazo ;)



Actualmente estoy corrigiendo tres novelas mías: Belleza oscura, El guerrero de mi destino y El deseo de venganza.

Las dos primeras ya están a la venta pero es que solo estoy puliendo faltas que encuentro, alguna coma mal puesta y cambiando lo de los pensamientos que antes los ponía en cursiva y ahora es entre comillas latinas para adaptarme a las normas de la RAE, así que no os preocupéis que si ya los habéis leído con las nuevas ediciones no encontraréis diferencias de trama ni nada parecido, solo habré pulido las faltas. 

Sé que muchas personas me dicen que pierdo el tiempo corrigiendo pero quiero hacerlo, quiero darle un pulido de imagen a las novelas y olvidarme de ellas para poder centrarme en sus segundas partes y en los nuevos proyectos que tengo en mente. 

El deseo de venganza es una novela que espero en un futuro publicarla, pero lo haré cuando tenga las dos partes de esta bilogía terminadas. Quiero publicarlas al mismo tiempo para que no tengáis que estar esperando. 


Imagen de la nueva versión de Belleza oscura


Quiero agradecer también a todas las lectoras tanto nuevas como antiguas que le han dado o le están dando una oportunidad a Nathaniel y a su princesa. Este tritón me está dando muchas alegrías y estoy muy contenta que os esté gustando tanto.






En abril subí un artículo/consejos en una entrada titulada: Quiero publicar una novela romántica, ¿cómo lo hago?; en el que describí un poco el proceso de escribir, corregir, darle formato al ebook para Amazon, publicitarlo por las redes sociales y solicitar reseñas a los blogs. 

Como en un blog las entradas se pierden con el paso de los días, os subo de nuevo el link de esta entrada por si os animáis a leerla. Es un poco larga pero os recomiendo pasarla a un doc o leerla bien, pues tiene normas de la RAE, algunos consejos que siempre doy a las autoras que me preugntan por Facebook, y seguro que me podéis dejar vuestros consejos en la entrada pues cada día podemos aprender algo nuevo. 







Y para terminar este post informativo, os recuerdo que me podéis encontrar por Facebook, Twitter, Instagram, y por Wix. 






Espero que estéis pasando un buen miércoles. Muchas gracias a todas por pasaros por mi blog. 

Hasta la próxima entrada ;)




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